#Año1EPN | MOVILIZACIONES Y REFORMAS TAMBALEANTES

01/12/2013 - 12:05 am

En sus primeros doce meses como Presidente de México, Enrique Peña Nieto se erigió como un jefe de Estado capaz de realizar las reformas estructurales pendientes y anquilosadas. Pero el Pacto por México, cuyo cobijo le permitió enviar cinco enmiendas al Legislativo, está roto. Y ahora, el destino de la Energética, en la que el primer mandatario fincó parte de la esperanza para activar la economía, tambalea. En este amanecer, predomina la incertidumbre. No sólo por ese cambio abrupto en la escena política; sino por lo vivido: un dramático viraje en la Transparencia y Rendición de Cuentas, desaceleración económica, política de silencio en la estrategia de Seguridad, una Cruzada Nacional contra el Hambre que, según los analistas, lejos de aminorar tal drama, lo convertirá en tragedia; falta de política para el Campo y carencia de dirección en el ámbito de la Cultura, así como el movimiento magisterial disidente más grande de la historia que no encuentra salidas, ni soluciones

El 1 de diciembre de 2012, Enrique Peña Nieto portó la banda presidencial. Foto: Cuartoscuro
El 1 de diciembre de 2012, Enrique Peña Nieto portó la banda presidencial. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo).– En México, cuando se deciden los encuentros, todo apunta a un lugar: el Centro Histórico Capitalino. El Zócalo lo reúne todo: el Poder del Ejecutivo, las manifestaciones sociales y políticas, así como la representación de la pobreza más apremiante con decenas de adultos indigentes.

Es el escenario de Enrique Peña Nieto, a quien aquí, la madrugada del 1 de diciembre le fue colocada la banda presidencial. El Centro, el que el Presidente ya no visitó a partir de agosto porque el movimiento de 40 mil profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) lo colmó con un campamento en oposición a la reforma educativa, la primera que presentó, aquí mismo.

Este Centro, cuyo Palacio Nacional fue restaurado con una inversión de 57.2 millones de pesos para que Enrique Peña Nieto despachara con la inauguración de un nuevo estilo. Sus antecesores priistas lo dejaron como simple muestra para los turistas y sus antecesores panistas lo olvidaron al punto del deterioro. Había que desalojarlo para que el flamante jefe del Ejecutivo diera su primer grito de Independencia la noche del 15 de septiembre. Y así ocurrió.

A fuerza del paso del cuerpo de granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), los maestros opuestos a modificaciones en las leyes de la Enseñanza Mexicana, salieron de ahí el viernes 13 de septiembre y Peña Nieto pudo aparecer en el balcón de Palacio a declarar la fiesta mexicana, derribada por los gritos y abucheos. Pero –ironía o no– es el mismo Centro que Peña Nieto se vio obligado a abandonar por la conducta impredecible y errática de los huracanes “Ingrid” y “Manuel” que esa noche amenazaban con destrozar al territorio nacional por todas las costas.

“Ingrid” y “Manuel”, con su furia descomunal, lograron hacer más dinámica la agenda del Presidente. De pasar las tardes en la residencial oficial de Los Pinos o no aparecer como lo hizo varias veces en días hábiles en el primer semestre de su gobierno, Peña Nieto tuvo que realizar más de 15 vuelos a Acapulco, Guerrero. Fueron tan graves sus vientos que la actividad internacional del Presidente fue acortada. Él, que se había propuesto lustrar la imagen de México ante el exterior y que para entonces había mantenido 78 reuniones y firmado decenas de convenios bilaterales, se vio obligado a cancelar su participación en la Asamblea General de la ONU en Nueva York y suspender su visita a Singapur. En medio de la tragedia, sólo asistió a las reuniones del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Balí, Indonesia.

Hace un año, por estas fechas, se anunció que el PRI retomaría Palacio Nacional en el Centro Histórico. Después del Grito de Independencia, después de los huracanes, Peña Nieto regresó poco. Ya no fue para hacer anuncios políticos; sino para recibir las cartas credenciales de 12 embajadores, o cenar con los presidentes de Irlanda, Michael Higgings, o Israel, Shimon Peres, cada uno en visita de Estado. O presenciar el desfile del 20 de noviembre bajo un acordonamiento militar que no permitió el paso a los ciudadanos.

Aquí rebota una pregunta:

–¿Qué pasará?

–Veo el mismo país de siempre, pero ya muy cansado –responde don Santiago Castro, de 65 años, quien vino al Centro a comprar material de construcción y se detuvo a tomar un respiro frente al Palacio Nacional. Trabajó toda su vida y tiene una pensión por parte del ISSSTE, de modo que no es beneficiario del programa 65 y Más, impulsado por el gobierno peñanietista bajo el concepto de Seguridad Universal y que dejó fuera a quienes cotizaron en las instituciones públicas.

–Bueno, eso es lo que yo veo –remata.

***

La vuelta de tuerca en Transparencia y Rendición de Cuentas, la desaceleración económica, la política de silencio en la estrategia de seguridad , la Cruzada Nacional contra el Hambre con la exclusión de individuos en dramática crisis alimentaria, una difuminada política para el agro o la carencia de dirección en la Cultura no brindan aliento para la imaginación de un escenario magno y luminoso desde las instituciones académicas. No lo piensan así, politólogos como Nicolás Loza de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) o economistas como Alberto Cruz Blanco, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la UNAM, o Eruviel Tirado, a cargo del Diplomado de Seguridad de la Universidad Iberoamericana (UIA).

Fue un año que transcurrió con una densa agenda legislativa –cinco reformas estructurales al mismo tiempo–, pero con freno y retroceso en otros ámbitos concernientes sólo al Ejecutivo. Por ejemplo, la Transparencia, un ámbito tanto ético como legal que rige a varios gobiernos latinoamericanos, pero a México, ya no.

¿Por qué el Presidente no habla de los muertos? ¿Por qué el Presidente no reclamó el Espionaje de Estados Unidos con un discurso contundente? ¿Está el Presidente enfermo porque hay días en los que no se sabe de él? ¿Cuánto dinero costó el Pacto por México que permitió la aprobación de sus reformas en el Congreso y que ahora está deshecho? Nada de esto se supo a cabalidad. Y será difícil conocerlo si la Ley de Transparencia que, aprobada por los diputados y en manos del Senado, es promulgada: le da facultad a los órganos gubernamentales para ya no dar información, amparados en razones de Seguridad Nacional.

En el año transcurrido, la euforia de lo que llamaron “Mexican moment”, publicaciones como The Economist, fue otra de las sensaciones sepultadas. Acaso nunca fue real tal momento en el que se fincó la esperanza. En octubre, el Banco de México (Banxico) volvió a bajar el estimado de crecimiento de la economía porque los riesgos aún eran elevados. Y una semana antes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le había propinado a México el segundo gran recorte de las estimaciones de crecimiento de todos los grandes países, de 2.9 a 1.3 por ciento para el cierre del año, sólo inferior al de la India.

Es un nubarrón negro. Y diciembre está por traer los datos del cuarto trimestre. Entonces, los especialistas podrán decir si en efecto, el país está en recesión. Pero mientras, el especialista en Asuntos Económicos, Alberto Cruz Blanco, del IIJ de la UNAM expone que en el escenario de que la Reforma Energética sea aprobada y avalada, la atracción de capital puede ser un momento ilusorio si el gobierno federal no instrumenta mecanismos internos para activar la economía. Más gasto social, indica este experto de la máxima casa de estudios.

EPN. Foto: Cuartoscuro
El “Mexican moment” quedó sepultado, según The Economist. Foto: Cuartoscuro

POR QUÉ ESTÁ ROTA LA ILUSIÓN

Antes de cumplir cien días de gobierno, Peña Nieto había erigido una imagen de reformista. Gracias a los acuerdos del Pacto por México envió al Congreso las reformas Educativa, de Telecomunicaciones, la Financiera  (las cuales ya fueron aprobadas), la Hacendaria y la Energética. Justo por el hilo de esta última, se rompió ese convenio político y si los analistas coinciden en que el inicio fue “espectacular”, ahora la falta de consenso impide ver un futuro de promesas.

Al momento de escribir este balance, Jesús Zambrano, líder nacional del PRD, acaba de abandonar el Senado de la República y ha dado por terminada la participación de su partido en el acuerdo. Adujo concertacesiones (el viejo término utilizado en el salinismo para señalar las secretas asociaciones entre el PAN y el PRI). Así que la fiesta de primer año peñanietista se hará sin Pacto. Y el amanecer del 2 de diciembre no será el mismo del año pasado, cuando Peña se despertó para ir a firmar el convenio y marcar el inicio de su gobierno con su capacidad para la negociación. Hoy, están diluidos los planes del gobierno federal de llegar con la mayoría en la mano para la aprobación tanto de la Reforma Energética como de la Política-electoral (enviada por el Ejecutivo al Congreso, pero no bajo el Pacto).

La primera dependía de la segunda. El gobierno federal, apenas el pasado 13 de noviembre, se había comprometido ante el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero Muñoz, a respaldar en su totalidad la reforma político-electoral a cambio de la votación en el congreso a favor de la Energética. Ello ocurrió en un foro organizado por un diario nacional. Pero justo este tipo de alianzas es lo que ahuyentó al PRD del Pacto. Y ahora, ninguna de las dos enmiendas tiene el amparo unánime de las tres fuerzas políticas del país.

De las reformas depende el rumbo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que una vez que los frutos de las modificaciones constitucionales, el crecimiento de la economía podría llegar al 4 por ciento. El Presidente Enrique Peña Nieto ha sido muy claro. “Mediano plazo” ha sido el término clave en sus discursos durante septiembre, octubre y noviembre.

Con todo, hay otra historia que contar. La de las encuestadoras. La aprobación y desaprobación son las piedras angulares en este relato. Los números de una decena de casas que siguieron a Peña Nieto a través de los trimestres mostraron que el Presidente inició con el respaldo de la mayoría de los mexicanos, que en el segundo trimestre, este índice creció ligeramente, pero empezó a crecer la desaprobación. En el tercer trimestre, la aprobación volcó a los niveles iniciales, pero la desaprobación continuó. En noviembre, la encuestadora Buendía &Laredo/El Universal mostró la aprobación más baja para el Presidente con 50 por ciento y 37 por ciento que dijo reprobar su trabajo. El resto ni aprueba ni reprueba al mandatario.

En esa encuesta, hubo una pregunta: ¿Debe cambiar la dirección del camino? El 60 por ciento consideró que sí porque no había avance en la solución de los problemas.

El 2 de diciembre del 2012, líderes de las tres fuerzas políticas firmaron el Pacto por México. Foto: Cuartoscuro
En diciembre del 2012, líderes de las tres fuerzas políticas firmaron el Pacto por México. Foto: Cuartoscuro

EL REGRESO A LOS GOBIERNOS OPACOS

El estilo de gobernar sin apego a la Transparencia –exigida en el orden internacional– pudo verse desde el principio de la administración. Bajo el título “Rendición de cuentas y combate a la corrupción”, Peña Nieto le dedicó sólo tres párrafos en el Plan Nacional de Desarrollo, el documento rector del gobierno. Ese espacio no alcanzó para que el Presidente trazara la ruta y un grupo de ciudadanos desde la academia y las organizaciones civiles, le dirigió una carta en la que le exigió una estrategia, pero los meses transcurrieron sin respuesta.

Como en un juego de paradojas, México obtuvo la presidencia de la Alianza de Gobiernos Abiertos. Y resulta extraño observar que mientras el país es el líder en el mundo de la asociación, los mecanismos de Transparencia cada vez son menos. Compranet, el espacio creado para difundir licitaciones y programas anuales de adquisiciones, arrendamientos de bienes y servicios, así como de obra pública del gobierno federal, limitó el acceso a su información. La desaparición de mecanismos fue más contundente en cuanto a la tragedia nacional. Hasta ahora, el gobierno federal no ha mostrado las bases de datos sobre los homicidios dolosos. El Presidente no los menciona y tampoco publica la contabilidad. Mucho menos se habla de las brutales formas que tiene la muerte en México por estos días.

Paralelos a la ausencia de información , surgieron los cálculos independientes, las estimaciones con bases que reunieron datos de aquí y de allá, pero también las especulaciones. ¿Hubo muertos este primer año peñanietista? El semanario Zeta de Tijuana sostiene que fueron más de 17 mil 68. Y según Ernesto López Portillo, director del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde) la muerte tiene un ritmo. Por lo menos, la violenta. Este especialista calculó en la conferencia magistral Seguridad ciudadana en México: perspectiva de Insyde que si la tendencia se mantiene, la contabilidad sería de 124 mil 975 muertes al finalizar el sexenio, un 49.37 por ciento respecto al legado de Calderón, de 83 mil ejecuciones en seis años.

En aquella conferencia, López Portillo dijo: “Las cifras del gobierno federal no han sido depuradas, el gobierno federal está ensayando nuevas formas de contar e informar. No tenemos certeza a través del gobierno federal”. Para el investigador de Seguridad Nacional, Pablo Monzalvo, de la Universidad Iberoamericana (UIA), la razón es que “no hay información” y “al no tener datos confiables, (Peña Nieto) no maneja una cifra, ni tampoco una declaración”.

Cualquiera que sea la razón, la política de silencio fue una constante durante el año. Breves alusiones o nada tuvieron las víctimas de la violencia por parte de Peña Nieto. Se observa en la bitácora de los actos públicos de Seguridad: la primera vez que mencionó a las pérdidas humanas fue el 27 de agosto en la 34 sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública cuando aseguró que los homicidios relacionados con delitos federales habían bajado en 20 por ciento durante su gestión. La segunda ocurrió el 15 de octubre, en el Alcázar de Chapultepec, durante el foro “Sumemos + Causas por la Seguridad, Ciudadanos y + policías”, cuando volvió a decir que en su gobierno, los homicidios dolosos habían disminuido, pero ya no mencionó el porcentaje. Y ni siquiera en noviembre, en la Cumbre “The Economist México Summit 2013”, Peña Nieto brindó números. El editor de las Américas de esa revista británica, Michael Reid, le cuestionó:

–Tenemos una inquietud en la estrategia de seguridad, que tal vez no hemos mirado suficientemente de cerca, pero no la vemos muy clara en este momento.

El Presidente tomó el micrófono. Hizo un repaso de las reformas. Luego tuvo que hablar de Seguridad. Y sin cifras y sin la más mínima mención de Michoacán –donde se inició la Guerra contra el Narco y con la crisis más aguda de la historia– dijo que la violencia y los homicidios dolosos han descendido de manera sensible en los once meses que lleva su gobierno.

SE OBSERVA LA MISMA ESTRATEGIA, PRESIDENTE

El gobierno de Peña Nieto criticado por seguir la misma estrategia de seguridad que su antecesor. Foto: Cuartoscuro
El gobierno de Peña Nieto ha sido criticado por seguir la misma estrategia de seguridad que su antecesor, Felipe Calderón Hinojosa. Foto: Cuartoscuro

El Presidente Enrique Peña Nieto eligió Monterrey, Nuevo León, para presentar su estrategia de Seguridad. Fue el 15 de abril, en el foro “México en Paz”, enmarcado por las consultas ciudadanas del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. La delineó en cinco puntos: la primera, la planeación para reducir homicidios, secuestros, y extorsiones; la segunda, la prevención en la cual trabaja una comisión intersecretarial con 118 mil millones de pesos; la tercera, la protección de los derechos humanos a través de las nuevas leyes de Víctimas y Amparo; la cuarta, la coordinación entre los tres niveles de gobierno y la reorganización de los recursos del Estado (aquí el Presidente dijo que lo más importante era generar confianza); la quinta, la agenda de reformas constitucionales para la administración de justicia.

En esta numeración de líneas, se agregó otra, pero a través de un hecho. Elementos de la Marina detuvieron a Miguel Ángel Treviño Morales, alias el Z-40, el 15 de julio. El entonces subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, Eduardo Sánchez Hernández, dijo lo siguiente: “La Armada de México tuvo un papel preponderante en este caso, pero también hay que destacar la coordinación que existe entre todas las entidades del gobierno de la República”.

Peña Nieto ponía distancia con su antecesor. Por un lado, lanzaba la frase de privilegiar el uso de la inteligencia sobre la fuerza y por el otro, su gobierno describía que la detención del capo más poderoso en el oriente del país había sido detenido bajo coordinación de las autoridades sin un solo disparo, no como en los tiempos calderonistas cuando era una sola instancia la que investigaba y actuaba, entre lluvia de balas. “Coordinación” fue el término clave en los siguientes discursos dedicados a felicitar a las fuerzas armadas por esta detención.

Todo indicaba una ruptura. La detención del Z-40 para nada evocaba la de Arturo Beltrán Leyva, en 2009. El gobierno calderonista lo detuvo y la sociedad lo recibió muerto. Seis días duró la cacería. La crónica se inició en Ahuatepec, Morelos, donde “El Barbas” estaba en una fiesta con el Rey del Acordeón, Ramón Ayala, y con Los Cadetes de Linares. Hasta ahí llegó la Marina, única instancia que contaba con información de su rastro. Se le fue. La tarde del sexto día, dio con él. Lo mató frente a cámaras de televisión. Quedó desangrado sobre el piso de su propia propiedad en Cuernavaca. A quienes lo acompañaban, los golpearon al grado de cerrarles la boca y quedar incapacitados para rendir declaración. A otros también los mataron.

Ese pasado de tortuosidad no iba a pesar sobre Peña Nieto. Él se disponía a bajar la inseguridad sin derramamiento de sangre. Pero en mayo, sus señales fueron unas muy diferentes. Un megaoperativo, con cuatro mil militares y mil policías federales, fue desplegado en Michoacán y el Secretario Miguel Ángel Osorio Chong indicó que estarían ahí en forma indefinida. En realidad, Peña Nieto arrancaba su estrategia en el mismo sitio en el que lo hizo Calderón, pero con más elementos.

Nicolás Loza, investigador de la Flacso y experto en Asuntos Públicos, opina en este aspecto gubernamental: “O una de dos. O no ha cambiado la estrategia o o no hemos recibido los efectos de ese cambio. Por lo pronto, resultados en esa materia, no hay. Lo que vemos es algo muy parecido al sexenio anterior”.

Ninguno de los elementos mostrados por el gobierno –ni la línea discursiva ni los hechos- significan una ruptura con el gobierno anterior. Para el coordinador del Diplomado en Seguridad Nacional de la Universidad Iberoamericana (UIA): “No hay cambio de viraje. Mucho menos un golpe de timón. Si se descabezan organizaciones, la estrategia es la misma. Los operativos continúan y la muerte continúa”.

El mismo investigador admite que sí cambió algo: la inseguridad ya no se menciona.

OBESIDAD, EL OTRO PROBLEMA

La obesidad es una Foto: Cuartoscuro
La obesidad se volvió foco rojo en México. Foto: Cuartoscuro

La advertencia la tuvo el ex Presidente Vicente Fox (2000-2006). En el gobierno siguiente, el de Felipe Calderón (2006-2012), se convirtió en foco rojo de la salud pública, pero no hubo ningún programa dirigido. El problema le estalló a Peña Nieto. El 71.3 por ciento de sus gobernados adultos está gordo. El 37 por ciento de los niños entre cinco y once años, también.

La desnutrición debido a la mala alimentación se incrustó en la cotidianidad de los mexicanos y arrojó obesidad y a la malévola diabetes. En 2012, esa fue la causa de la muerte de unos 80 mil mexicanos. En estos momentos, cuando Peña Nieto cumple un año de gobierno, tres de cada cuatro camas de hospital en el sector público están ocupadas por pacientes cuyos padecimientos están relacionados con la obesidad.

En los hábitos de mala alimentación, siempre se incluyó al refresco. Es esta bebida azucarada la que Peña Nieto puso como clave de su política para atacar los problemas de la gordura. Contenida en la Reforma Hacendaria, envió al Congreso una propuesta para gravar con un peso cada litro de bebida azucarada, imponer un impuesto extra del 8 por ciento a la comida chatarra, limitar los horarios permitidos para publicitar esos productos en la televisión y prohibir la venta en las escuelas. La intención es desalentar el consumo de todo eso.

En el evento en que fue presentada la estrategia, llamó la atención la presencia de Brian Smith, presidente de Grupo Coca-Cola Company en Latinoamérica. Estas fueron sus palabras: “Todos entendemos la gravedad del fenómeno de la obesidad en México y las consecuencias que tiene para la salud de los mexicanos. De ahí, la urgencia en revertir la tendencia actual, especialmente entre las nuevas generaciones. También, entendemos que la obesidad tiene un origen multifactorial y es motivada, entre otras cosas, por el sedentarismo, los malos hábitos alimenticios, factores genéticos y otros de tipo metabólico, emocional y social. Asimismo, estoy agradecido por participar en este evento, porque la lucha contra la obesidad es parte de uno de los pilares de nuestra plataforma de sustentabilidad en Coca-Cola, el que llamamos bienestar integral”.

A LAS PUERTAS DE LOS HOSPITALES DE MÉXICO

Si bien la obesidad representa el eje de la política de salud, el caso de un hombre llamado José –inesperado, pero que suscitó la indignación nacional- puso en jaque a la salud pública de México. El 25 de octubre, el Presidente Enrique Peña Nieto, se encontraba en la 104 Asamblea General Ordinaria del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Anunció para 2014 un aumento de 13 por ciento para el instituto hundido en su pasivo laboral de 1.9 billones de pesos, según la comisión de vigilancia del organismo. Lo escuchaban legisladores y líderes sindicales.

Al tiempo, un video era reproducido en las redes sociales. Era visto incluso fuera de México. Ahí estaba José Sánchez Carrasco, muriéndose. Alcanzaba a decir que halló ese pedazo de suelo, en el patio del Hospital General de Guaymas, Sonora, porque adentro no fue aceptado. Que venía de Chihuahua, que era jornalero, que hacía dos semanas que no comía. Así se murió José a la vista de todos.

Y Mercedes Juan, secretaria de Salud, apenas pasadas dos horas de la conmemoración el IMSS, tuvo que salir a conferencia de prensa. Anunció que pidió una investigación acuciosa de cómo sucedió el deceso. La responsabilidad cayó sobre el director del Hospital quien fue despedido.

El 13 de noviembre, Peña Nieto, al inaugurar el Hospital General de Cholula, Puebla, reconoció que aun cuando la salud es un derecho, todavía no es real en México. Además de la muerte de José, hay un alud de partos sobre el suelo, a las puertas de los hospitales de México.

Está el caso de Irma Aurelio López quien dio a luz en el patio del centro de salud en San Felipe Jalapa de Díaz, Oaxaca, en septiembre. Y luego, un mes después, ocurrió el de Ruth Mendoza Hernández quien parió a la entrada del hospital de San Antonio de la Cal, en el mismo estado. A partir del caso de Ruth, habitantes de San Antonio de la Cal revelaron que otros tres alumbramientos habrían sucedido ahí mismo, pero no hubo denuncia y por lo tanto, la identidad de las mujeres es desconocida hasta ahora. En esta bitácora se agrega el parto ocurrido apenas el 11 de octubre pasado, en Tehuacán, Puebla, la entidad donde fue inaugurado el hospital donde Peña Nieto se comprometió con tolerancia cero al rechazo. Esta historia fue videograbada y como las demás, le dio la vuelta al mundo como insignia de la insuficiencia de los hospitales de México.

MUY BONITO AFUERA, PERO LA INSEGURIDAD PUEDE PESAR

En este, su primer año, el Presidente recibió a su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama; limó la tensa relación con China a través de la visita de su líder Xi Jinping; le dio la bienvenida al Presidente del Estado de Israel, Shimon Peres. Él mismo visitó El Vaticano, fue invitado a un almuerzo del Grupo de los 8 (G-8) en Irlanda del Norte y realizó otras diez giras internacionales. Con ello, Peña Nieto envió el mensaje que le interesa lustrar la imagen de México en el exterior, pero los analistas en Relaciones Internacionales advierten que si la inseguridad continúa, será difícil cumplir con tal objetivo.

Con China, en la pasada década, los desencuentros y la tensión predominaron. El origen de la rispidez puede ubicarse cuando México se opuso a que el país asiático ingresara al GATT, que a la postre se convirtió en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Vinieron más desaires de regreso. En plena crisis del Virus de la influenza H1N1, el gobierno de aquel país retiró toda la carne de cerdo mexicana de una Feria Agropecuaria y le pidió a turistas connacionales que se fueran. Después, el ex Presidente Felipe Calderón recibió al Dalai Lama, dirigente del Tíbet, lo que molestó a las autoridades del Gigante de Asia.

Peña Nieto paseó con su homólogo del gigante asiático y borró el denso pasado.

En el panorama, como dice José Antonio Serro Castiñón, maestro de tiempo completo de Economía Internacional y Economía de México en la Universidad Iberoamericana (UIA), hay un mensaje claro: “México quiere volver a ser un protagonista internacional y está diciendo: aquí estoy de vuelta”. Pero Armando Azúa, investigador de la misma casa de estudios adereza que la inseguridad puede ser el gran lastre de las relaciones internacionales. “Si después de un buen número de años, esto no se traduce en mejoras, la marca-país se va a ir por el suelo”.

REFORMA EDUCATIVA, LA CNTE Y ELBA ESTHER

Entre sus primeras acciones , EPN detuvo a Elba Esther. Foto: Cuartoscuro
Entre sus primeras acciones , EPN detuvo a Elba Esther. Foto: Cuartoscuro

La reforma de la Educación en México se inició en Palacio Nacional con las palabras del Secretario Emilio Chuayffet Chemor. En su estilo de orador que incluye pasajes históricos, el 25 de febrero, las luces eran suyas. Empezó con el reconocimiento de que este tema a México le ha llevado dos siglos. “La preocupación por el tema educativo tuvo ya sus primeros barruntos en el Congreso del Anáhuac que, por cierto, este año cumple doscientos de haber sido convocado e inaugurado por José María Morelos y Pavón”. Luego, tornó el mensaje a dardo: “Frente a los nuevos vientos de la transparencia y de la calidad que inspira la reforma, hay quienes izan por intereses particulares las banderas de la confusión”. Hablaría después, el Presidente. El paradero de la entonces dirigente magisterial, Elba Esther Gordillo, que en el pasado se enfrentó con Chuayffet por la dirigencia del PRI, era desconocido.

Transcurrieron 24 horas. Y la ex lideresa apareció. Iba a abordar un vuelo a San Diego, California, desde el Aeropuerto de Toluca. Ahí la detuvo la Procuraduría General de la República bajo la acusación de ser artífice principal de movimientos financieros fraudulentos con recursos del movimiento magisterial.

La reforma educativa y sus leyes secundarias continuaron su curso. La detención de la ex dirigente no evitó que el movimiento disidente se desbordara. La CNTE y algunas secciones del SNTE ocuparon el Zócalo en un movimiento que –desalojado hacia el Monumento a la Revolución– no ha concluido.

Se están cumpliendo cuatro meses de protestas cuya organización ha logrado desquiciar el tránsito y colapsar las llegadas de pasajeros al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Las manifestaciones en Chiapas continúan con el impedimento de la aplicación de la reforma. En Guerrero y Oaxaca, el movimiento ha dado tregua pero no aceptación. El plantón continúa en torno al Monumento de la Revolución de la Ciudad de México. ¿Cómo puede resumirse este conflicto que no encuentra punto final? Promulgada ya, la Ley General de Servicio General Docente (secundaria de la reforma educativa) ordena evaluación a los docentes mexicanos de Educación Básica y Media Superior. Tendrán hasta tres oportunidades para aprobar una evaluación obligatoria. De reprobar tres veces, serán sancionados. La primera, será la reasignación a otras tareas. La segunda, el despido. El 80 por ciento de los disidentes son maestros de las zonas indígenas y más pobres de México. Ellos y sus alumnos caminan más de dos horas en promedio para encontrarse y realizar una clase. En la protesta en la capital del país -en las marchas, en el capital del país, frente a a epítetos como “huevones”-, la cuestión permanece: “¿Qué es lo que van a evaluar si no nos conocen?”

LOS REMIENDOS DEL PACTO POR MÉXICO

Antes, este pacto ya se había roto. La causa fueron los pobres. En abril, estalló como bomba la administración de la Cruzada Nacional contra el Hambre, programa estelar de la política social y presentada en Las Margaritas, Chiapas, una de las regiones más marginadas. En Veracruz, por lo menos, sus recursos no estaban dirigidos a amainar la crisis alimentaria; sino al chantaje a cambio de votos a favor del PRI. Habrían participado 59 servidores públicos, hoy bajo proceso por delitos electorales. Para el observador de esos procesos en el territorio nacional, Eduardo Huchim, este pasaje en el primer año de gobierno peñanietista implica un juicio más allá del ámbito político: “Deben blindarse de una vez y para siempre los programas sociales destinados a los pobres. Dejarlos sin candados para su lucro posterior se acerca a los terrenos de la infamia”.

Fue el PAN el partido que presentó la denuncia penal en abril y la fuerza que decidió amagar al Pacto. Hizo lo mismo el PRD, a la postre. Ambos partidos condicionaron el remiendo del convenio al blindaje de la Cruzada y a la destitución de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles. Fue en este vaivén que Peña Nieto pronunció una de sus frases más marcadas en la memoria social: le dijo a Robles en Zinacantán, Chiapas –y al lado del ex Presidente de Brasil, Luis Inácio Lula, en cuya idea se basó la Cruzada-: “No te preocupes, Rosario. Hay que aguantar”.

Pero al romperse el Pacto, Peña Nieto se vio obligado a posponer unas semanas la presentación de la Reforma Financiera. Con este pendiente, se presentó en la Convención Nacional Bancaria de Acapulco. Y su imagen de reformista empezó a desmoronarse. De modo que sí blindó la Cruzada, aunque no destituyó a la secretaria. El 6 de mayo, el Presidente y los dirigentes de los tres principales partidos políticos, signaron un adéndum al Pacto por México. A los pocos días, la reforma financiera fue enviada al Congreso.

¿QUÉ PASARÁ?

Hoy se cumple un año del gobierno de Enrique Peña Nieto. El destino legislativo de la reforma energética –en cuya aprobación, el Presidente Enrique Peña Nieto sembró parte de la esperanza para impulsar el crecimiento económico- es de lo más incierto porque el Pacto por México no llega a este primer aniversario. En su contra, tiene un movimiento dirigido por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, dirigente moral del PRD e hijo del General Lázaro Cárdenas del Río, el ex Presidente asociado con la defensa del petróleo como un bien estratégico nacional. En contra, también, está el dirigente del Movimiento Nacional de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador. Y aunque históricamente opuestos, la intención de que esa reforma detenga su curso, los ha unido. Es probable que hoy salgan al Centro Capitalino a dar discursos, a protestar, a reunir gente. Se les unirá el movimiento magisterial de la CNTE. Y el Movimiento #Yosoy132, que nació por la oposición a Peña Nieto cuando era candidato. En este punto, el Presidente de México inicia su segundo año de gestión. Y un ciudadano, Santiago Castro, dice que él ve, que él observa, que su país está cansado.

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