La fiscalía destacó que Shamo era un criminal implacable que vivía dándose lujos —haciendo fiestas en botes, gastando grandes sumas en apuestas y comprando costosos vehículos— con el dinero que obtenía de la venta ilegal de fármacos sin prescripción médica a personas atrapadas en la adicción.
Estados Unidos, 1 de septiembre, (RT).- Un estadounidense de 29 años fue sentenciado el pasado viernes a cadena perpetua por operar una extensa y multimillonaria red de narcotráfico desde el sótano de su casa en la ciudad de Cottonwood Heights, Utah, informa The Salt Lake Tribune.
Aaron Shamo fue arrestado en 2016 por vender más de medio millón de píldoras de fentanilo —un opioide con un efecto analgésico y anestésico similar al de la morfina pero más potente— en todos y cada uno de los 50 estados del país norteamericano mediante la "dark web", es decir, la Internet oscura.
El jurado deliberó durante un total de nueve horas en el transcurso de dos jornadas antes de encontrar a Shamo culpable de 12 cargos relacionados con la venta de drogas a gran escala. Sin embargo, dejó pendiente el fallo por la responsabilidad que tuvo el acusado en la muerte por sobredosis de un californiano de 21 años.
La fiscalía destacó que Shamo era un criminal implacable que vivía dándose lujos —haciendo fiestas en botes, gastando grandes sumas en apuestas y comprando costosos vehículos— con el dinero que obtenía de la venta ilegal de fármacos sin prescripción médica a personas atrapadas en la adicción. E, incluso si sabía que sus clientes se enfermaban, les seguía enviando píldoras.
Por su parte, el abogado defensor, Greg Skordas, argumentó que su defendido no puede ser el líder de una asociación delictiva ya que no es lo suficientemente listo. Para demostrar su postura, el abogado aduce que Shamo adquirió a su propio nombre los elementos más obvios para incriminarlo, como una máquina prensadora de píldoras, elementos de empaquetado y otros insumos para la elaboración de drogas.
A su vez, el propio condenado aseguró al jurado que inicialmente pensó que hacía bien en proporcionar analgésicos a personas que no lograban obtenerlos de sus médicos, aunque luego cambió de parecer tras su encarcelamiento, al presenciar cómo algunos reclusos adictos sufrían a causa de los síntomas de abstinencia.