Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Ventanas hacia la intimidad

01/07/2017 - 12:03 am

Una de las peleas constantes en mi casa se suscita porque mi hermana es una intrusa. Entra en la intimidad de los otros como si fuera la propia, se adueña de lo que encuentra y en ocasiones, por descuido, deja algún objeto como prueba de su inoportuna visita.

Por Haydée Fuentes

Ciudad de México, 1 de julio (SinEmbargo).- Curiosamente, los demás miembros de la casa no tienen acceso a su intimidad. A pesar de estar en un espacio pequeño, cada quien tiene su propia área entre puertas y paredes. No obstante, hay una regla implícita: nunca cerrar ese mundo, debemos mantener la puerta abierta. Eso no sucede en el universo de mi hermana. El portal nunca está disponible para una bienvenida cálida y aunque en apariencia no tiene nada que ocultar, defiende su privacidad con uñas y dientes. ¿Estará tomando una actitud exagerada o nosotros pecamos de ser muy abiertos?

Esta situación me hizo pensar que entrar a una recámara es introducirse a lo más profundo de un individuo. Es un depósito de expectativas, hábitos, proyectos, recuerdos y experiencias. Si buscáramos una prueba física del “Yo personal” de Husserl, probablemente ahí estaría. En el gran teatro del mundo, cada quien tiene su propio escenario en la comodidad de su hogar.

Si buscáramos una prueba física del “Yo personal” de Husserl, probablemente ahí estaría. Foto: RAM

Este lugar no es completamente privado. De una u otra forma, alguien entra a ese mundo o incluso hay quienes deben compartir su propio universo con el de otro en ese mismo lugar. Y por eso seguimos construyendo una imagen, aunque de modo inconsciente y, en ocasiones, más contradictoria que nuestra imagen pública. Se trata de una improvisada maqueta que en sus huecos deja entrever aspectos del individuo que ni las más refinadas palabras podrían expresar.

En Recámaras con vista, de la mano de Eric Scibor-Rylski, somos testigos de esas contradicciones. Se nos presenta la información de la persona retratada en su entorno y muchas veces no coincide con lo que fácticamente vemos en la fotografía. Sin embargo, estas diferencias, en cierto modo extraño, vinculan a los sujetos de esas recámaras con sus “compañeros de página”, a pesar de pertenecer a contextos contrastantes.

Scibor-Rylski nos muestra, entre muchas otras cosas, tres reflexiones respecto a la persona y su recámara. Primero, que dentro de nuestras posibilidades, intentamos que la alcoba hable por nosotros; que exprese lo que estamos imposibilitados de revelar verbalmente o con el cuerpo. Ya sea reafirmar lo que ya decimos a los demás o cómo queremos ser vistos, existe un estrecho enlace entre lo que somos mediante nuestros objetos y el sistema en los que los disponemos.

Scibor-Rylski nos muestra, entre muchas otras cosas, tres reflexiones respecto a la persona y su recámara. Foto: RAM

Segundo, la recámara es un espacio en el que consciente o inconscientemente nos prolongamos y hasta desbordamos. Dejamos rastros de lo que experimentamos en el exterior junto con con el ideal que buscamos construir. Llámese basura, trastes, ropa u objetos, el cuarto se convierte en una especie de collage, que expresa nuestras vivencias cotidianas.

Por último, es una prueba física del estado mental de una persona en constante construcción y estrechamente ligada con los otros. Hay quienes deben constituirse con quienes comparten cuarto. Los que no lo hacen eventualmente tienden a incluir al otro en ese proceso formador. Dado que nuestra esencia está en continua “obra negra”, resulta a veces incómodo, tanto para el que se muestra como para el que observa, entrar en este espacio, ya que al visitarlo, al mismo tiempo lo transformamos al cuestionar los componentes que lo conforman. Sería tan impertinente como debatir con nuestro anfitrión sobre su forma de pensamiento o de vida.

Sería tan impertinente como debatir con nuestro anfitrión sobre su forma de pensamiento o de vida. Foto: RAM

Quizá por eso mi hermana es hermética y las personas que participaron en Recámaras con vista son tan valientes. Por eso, cuando observemos estas fotografías, será como si visitáramos, más que su alcoba, su constitución como individuos. Seremos partícipes de un secreto tan íntimo, como los que confiesan los amantes en una noche apasionada, y lo más sorprendente es que sucederá sin haber tenido más contacto que el que se da entre la impresión y el ojo, entre la hoja y la punta de los dedos.

Recámaras con vista, con fotografías de Eric Scibor-Rylski y textos de José Luis Trueba Lara, Artes de México, Colección Luz Portátil, 2017, está disponible en esta página. Una sección curada por Artes de México para SinEmbargo.

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