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Germán Petersen Cortés

01/07/2014 - 12:02 am

Seguridad, prosperidad y justicia

Desde la percepción de los ciudadanos, los tres principales problemas de México son inseguridad, estancamiento económico y bajo desarrollo social. Así consta en cualquier encuesta que se consulte. La manera en que los encuestados denominan los problemas principales del país varía de una encuesta a otra, dependiendo de la formulación de la pregunta y las […]

Desde la percepción de los ciudadanos, los tres principales problemas de México son inseguridad, estancamiento económico y bajo desarrollo social. Así consta en cualquier encuesta que se consulte. La manera en que los encuestados denominan los problemas principales del país varía de una encuesta a otra, dependiendo de la formulación de la pregunta y las opciones de respuesta, pero si se subsumen estos problemas específicos en estos tres problemas generales se obtiene casi el 100 por ciento de las respuestas.

A casi un año de las elecciones federales del 5 de julio de 2015 sostengo que hay tres principios normativos a partir de los cuales pueden enfrentarse estos problemas. Los principios son seguridad, prosperidad y justicia, que se oponen a inseguridad, estancamiento económico y bajo desarrollo social, respectivamente. Estos principios podrían convertirse en las coordenadas para organizar la discusión pública rumbo a los comicios del próximo año.

Solo es concebible darle cierto orden a la enorme cantidad y diversidad de propuestas que circularán de aquí a las elecciones si se les acomoda en grandes compartimentos. Construir estos compartimentos a partir de principios generales asegura que sean amplios. Ahora bien, cerciorarse que tales principios esbocen caminos de solución a los principales problemas percibidos por los mexicanos garantiza que los compartimientos sean incluyentes. A continuación comparto las acciones del Estado que considero prioritarias en los años por venir, organizadas bajo los principios de seguridad, prosperidad y justicia.

En materia de seguridad, desde que comenzó el sexenio ha habido un descenso en el número de homicidios, pero un incremento en el de secuestros y extorsiones. Se han presentado dos grandes explosiones de violencia regional, primero en Michoacán y luego en Tamaulipas. Ante estas explosiones, el gobierno ha reaccionado adecuadamente en la coyuntura, pero no ha puesto en marcha proyectos que aseguren la seguridad a largo plazo.

En el futuro cercano, me gustaría ver estrategias mucho más ambiciosas para aplicar todo el rigor de la ley a los funcionarios cómplices del crimen. También es apremiante una reingeniería del sistema de procuración e impartición de justicia, que dé bases para reducir sustancialmente la impunidad, así como una ofensiva más decidida contra las finanzas de las organizaciones criminales. El gobierno federal adeuda logros en materia de prevención del delito, que eviten casos como los de Michoacán y Tamaulipas.

México lleva más de tres décadas en el estancamiento económico. A lo largo de este periodo, los años buenos no han sido tan buenos, los malos han sido muy malos y el desempeño en promedio ha sido mediocre. Hay un problema en el modelo de desarrollo del país. El neoliberalismo seguido a pie juntillas no ha traído los beneficios que prometió, ni siquiera en términos de crecimiento.

Espero un México donde se combata a monopolios y oligolopolios, porque frenan la innovación, aceleran la concentración de riqueza, y tienen incentivos para ofrecer productos y servicios caros y malos. Urge una cruzada por la productividad en México, con la participación de los tres niveles de gobierno, empresarios y sindicatos. Esta cruzada debe atender las causas estructurales de la parálisis en que se encuentra la productividad desde hace décadas, incluyendo tanto las causas relativas a la disponibilidad de capital como las asociadas con la tecnología.

Las reformas estructurales en materia económica aprobadas en lo que va del sexenio están en posibilidad de tener un efecto positivo sobre la economía. Que haya este efecto depende de la aprobación de leyes secundarias que prioricen el crecimiento por encima de intereses particulares. De manera complementaria, es básico que el gobierno se dedique más a implementar las reformas que a inflar las expectativas sobre ellas.

La cuestión social en general –desigualdad, marginación, pobreza– se encuentra apenas en las orillas de la discusión pública, aun cuando es uno de los más agudos retos del país. Los indicadores sociales oscilan marginalmente año con año: a veces para arriba, a veces para abajo, pero no presentan el descenso sustantivo al que está obligado un país que consagra en su Constitución los derechos económicos y sociales.

En este sentido, me parece de primera importancia un sistema fiscal progresivo, que cobre más a quien más ingresa y menos a quien menos ingresa, en aras de generar mayor igualdad y fortalecer financieramente al Estado. Espero que el impulso a los más desaventajados alcance un lugar prioritario en la agenda del Estado, mediante políticas sociales que doten a los más desfavorecidos de capacidades –no solo educativas y de salud, como ha sido hasta ahora, sino también financieras– y les ofrezcan oportunidades para salir adelante. Esto supone repensar la relación entre política económica y política social, actualmente separadas, cuando no enfrentadas.

No es que carezcan de importancia aquellos problemas que caen fuera de la inseguridad, el estancamiento económico y el bajo desarrollo social. Los gobiernos deben velar también por aquellos asuntos trascendentes que no son problemáticos para la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, arrancar la discusión de cara al 2015 desde los principales problemas percibidos por los ciudadanos, orienta la acción del Estado hacia las preferencias de estos, elemento básico en un sistema democrático. He ahí la ventaja de colocar los principios de seguridad, prosperidad y justicia como coordenadas para el intercambio de ideas rumbo a la elección. Mucho por discutir de cara a 2015. Vamos comenzando ya.

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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