NL: EL RETO DE AMLO ESTÁ EN EL NORTE

01/06/2012 - 12:00 am


MONTERREY, NL
. De cara a las elecciones presidenciales, Nuevo León es un estado tradicionalmente priista o panista, afecto a aplicar voto de castigo a uno u otro partido según su desempeño, pero sin romper el paradigma; con casos de gobiernos municipales con preferencias muy arraigadas, como por ejemplo San Pedro Garza García y San Nicolás de los Garza, de fuerte tendencia blanquiazul, o en el caso tricolor, Apodaca y Escobedo. Aunado a ello, el panorama experimenta un hecho inédito en la entidad: un sector del empresariado, antaño exclusivamente de ideología conservadora, favorece el proyecto del Movimiento Progresista, cuyo candidato Andrés Manuel López Obrador representaba para ellos hace seis años el peor de los escenarios posibles. No obstante lo anterior, la tendencia electoral en el caso nuevoleonés no perfila grandes cambios a corto plazo.

“En términos generales vamos a seguir viviendo el bipartidismo. PRI y PAN seguirán manteniendo entre 80 y 90 por ciento de los votos. No se moverá mucho a lo visto en 2006”, opina Jesús Cantú Escalante, director de la Maestría en Análisis Político y Medios de Información en el EGAP-Tecnológico de Monterrey Campus Monterrey.

“El escenario en Nuevo León es complejo. El PRI se ha venido fortaleciendo en las últimas elecciones de 2009, recupera muchas posiciones en el ámbito legislativo. Es un partido que en los últimos tiempos se ha rearticulado y ganado mucha fuerza. El escenario es complejo porque hay un clima de inseguridad sensible para la población; los partidos políticos, adicionalmente, han tenido que reposicionarse, pero pareciese que hay una debilidad en ellos”, dice Carlos Piña Loredo, politólogo por la UANL con maestría en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Autónoma de Madrid.

Se trata de un fenómeno que va más allá de la tradición. Sobreviven estructuras muy fuertes en operación permanente, como la gubernamental, construida desde la época priista y que sigue presente a pesar de la alternancia panista, y es nutrida por sindicatos a nivel municipal y estatal. En contraparte, existe la maquinaria corporativa vinculada al sector empresarial, que implica a los sindicatos blancos.

“Nuevo León es la única parte del país donde sindicatos tradicionales como la CROC o la CTM tienen prácticamente el mismo número de afiliados que los sindicatos blancos, si no es que hoy los blancos tengan más. Tienes por una parte el aparato priista funcionando y por otra al resto de esos otros aparatos. Quizá éste se está debilitando, por este alejamiento de algunos empresarios de lo que hoy está haciendo el PAN”, refiere Cantú Escalante. Un obstáculo infranqueable para cualquier candidato que no provenga de otro partido que no sea el Revolucionario Institucional o Acción Nacional.

“Está la pregunta de cuál de estos candidatos puede ser. Está la decepción de la partidocracia muy patente. Una decepción muy fuerte de la política de Calderón, entre panistas y no panistas. Y entre los lopezobradoristas hay un dejo de esperanza, pero creo que no como en 2006”, opina Cordelia Rizzo Reyes, integrante del colectivo multidisciplinario Nuestra Aparente Rendición y catedrática de Humanidades de la UDEM. La percepción ciudadana, menciona, es un “cualquiera de los que gane va a tenerla muy difícil”. La sensación de no hay a quién irle.

A decir de Santiago Roel Rodríguez —director general de Próminix, compañía de consultoría para gobiernos y creador del Semáforo del Delito, sistema mensual que monitorea los índices delictivos por estado, municipio y colonia, aplicado en Nuevo León, San Luis Potosí, Tabasco y Sonora, entre otros—, el panorama se resume en un PRI y un gobierno estatal que buscarán ejercer su posición a favor de Enrique Peña Nieto, en los diversos grupos panistas que brindarán su apoyo a Josefina Vázquez Mota, y un Andrés Manuel López Obrador entre las simpatías de un creciente número de habitantes inconformes con el status quo.


“En el primer plano hay quienes se dejan llevar por el candidato que lleva mayoría supuesta en las encuestas. Un segundo grupo votará buscando compensar al posible ganador: si el partido ‘A’ gana la Presidencia de acuerdo a las encuestas, voto por el partido ‘B’ en los diputados federales y senadores para poner un contrapunto al poder. Y por supuesto, un tercer grupo es influido por las encuestas ‘dirigidas’”, explica.

Desde la perspectiva de otros grupos de la sociedad civil, la situación es distinta. “Hay en el electorado un temor fundado del reestablecimiento del viejo régimen, al que culpan de todo; que pocos sabemos que tuvo aciertos, logros y claroscuros. Pero para la gente es restituir todo lo perverso del PRI. Por otra parte, hay un desencanto porque ese panismo de oposición, puro, impoluto, no ladrón, no delincuente, con ética y principios, demostró ser capaz de corromperse, destruirse y repetir las conductas que combatió. Y hay un discurso del cambio, de carácter progresista de izquierda, que no se adecua a la sociedad regiomontana, básicamente conservadora”, refiere Claudio Tapia Salinas, abogado, ecologista e integrante del colectivo estatal No al chapulinazo, conformado por más de 30 asociaciones civiles.

En Nuevo León existe una delgada línea entre el conservadurismo, la decepción por la política y quienes la ejercen, y la falta de cultura cívica. Paradójicamente, la participación en las urnas se mantiene y a ratos supera —no por mucho— la media nacional. El estado no juega un papel trascendente en las urnas numéricamente hablando; su potencial estratégico se deriva del poderío económico, de su imagen como estado fuerte económicamente, después del área metropolitana del Distrito Federal. Un peso más simbólico que real en cuestión de votos, pues casi la cuarta parte de los sufragios nacionales se concentran entre el Distrito Federal y el Estado de México, seguidos por Veracruz, Guanajuato, Jalisco y Puebla, refiere Cantú Escalante. Sin embargo, tradicionalmente los aspirantes a la presidencia buscan reuniones con el empresariado nuevoleonés.

“Una encuesta que hicimos en 2009, revelaba que casi se dividían a tercios los electores, estoy diciendo lo que decía el elector, no que necesariamente eso corresponda, pero en aquel entonces decía que una tercera parte votaba en función del candidato, una tercera por el partido y una tercera por las propuestas. Ésta es una parte. Está la otra que tiene que ver con el voto retrospectivo y prospectivo, y tiene que ver con cómo les ha ido en el pasado y a quién responsabilizan. Si es cuestión económica es mucho más probable que culpen al gobierno federal; si es cuestión de seguridad, servicios y de condiciones de la comunidad, probablemente culpen más a los gobiernos locales. Y las cuestiones prospectivas tienen que ver más con lo que piensan que puede suceder a futuro; en este sentido depende mucho de cuáles sean las ofertas”, explica.

Piña Loredo da un ejemplo clásico de la alternancia PRI-PAN. “El 2000 fue un año muy interesante porque hubo alternancia política, y durante 12 años ha gobernado el Partido Acción Nacional. Para la entidad hubo alternancia política en 1997, y eso no duró mucho, pasaron seis años y de nueva cuenta la gente salió a las calles y vota por el PRI, que en un modelo democrático hablaríamos también de una alternancia”.

Por otra parte, Roel Rodríguez describe al votante nuevoleonés promedio como alguien que pretende ser crítico, bien informado, imparcial, escéptico y apartidista, pero muy influenciado por los medios de comunicación locales, por lo que su opinión resulta idéntica a la de gente cercana que obtiene información a través de los mismos medios.

REPÚBLICA AMOROSA Y LA TRINCHERA DEL MAINSTREAM

Como vicepresidente del Foro Libre y Democrático de México, asociación civil cuyo objetivo es ampliar la participación ciudadana en las políticas e instituciones públicas, Tapia Salinas narra una anécdota. “En un complot muy claro, que yo presencié, desayunamos con Poncho Romo, y llegan y dicen lo siguiente: somos apartidistas, no somos ni de izquierda ni de derecha, no le vamos a ningún candidato, pero estamos organizados para impedir que El Peje llegue a como dé lugar, nuestro propósito es impedirlo. Y seis años después (Romo) dice: me equivoqué, pido disculpas y ¿a qué no saben qué? Ya se le salió el diablo (a López Obrador), les doy permiso de quererlo”, dice Tapia.

La lectura de lo ocurrido hace seis años es opuesta a la opinión de Roel Rodríguez, respecto al acercamiento de algunos empresarios al plan de gobierno enarbolado por el candidato del Movimiento Progresista (PRD-PT y Movimiento Ciudadano).

“La respuesta que ellos mismos me dan, es que AMLO es el único que los escucha y quizá más importante, que México requiere un verdadero cambio. Algunos de ellos son empresarios con un sentido social. Es genuino el apoyo”, afirma.

En este sentido, la diversidad de lecturas ante el fenómeno es evidente. “El empresariado siempre ha tenido ciertas políticas conservadoras, y más para el caso de este candidato en particular, que en 2006 se le vinculó con Hugo Chávez, presidente de Venezuela, o que si es populista, que apoya políticas económicas para no beneficiar al sector empresarial. Es una paradoja. Aún más cuando muchos de estos personajes del empresariado nuevoleonés no se asumen de izquierda; está el caso por ejemplo de Ricardo González Sada (ex dirigente de la Coparmex y ex presidente del consejo de administración del Aeropuerto de Norte, hoy candidato de Movimiento Ciudadano para la alcaldía de San Pedro), que hace poco hizo una declaración en función de eso, que dice: yo no soy izquierdista, simplemente veo una opción política que me está permitiendo participar”, comenta Piña Loredo.

Rizzo Reyes aventura una hipótesis. “Lo que nos hace muy aptos para el conservadurismo, va a sonar como una cosa mística, mágica, pero son las raíces judaicas. Es como una anuencia plena, total, reforzada desde todos los polos de la vida regiomontana. Lo que los motiva, creo yo, es como una fuerza de la permanencia de las cosas, y de ahí se derivan energías y proyectos y estilos de vida”.

Además de Ricardo González Sada y Alfonso Romo Garza, quien fuera accionista mayoritario de Seminis, empresa de semillas hoy en manos de la transnacional Monsanto, otros miembros de la comunidad empresarial se han sumado al proyecto del Movimiento Progresista, como Fernando Turner —presidente de la compañía fabricante de partes de automóvil Katcon y propuesto como titular de Economía de ganar AMLO las elecciones—; Cristina Sada Salinas, candidata al Senado por Movimiento Progresista e hija de Roberto Sada Jr., del linaje fundador del Grupo Vitro, y de Irma Salinas Rocha, heredera de la cadena de tiendas Salinas y Rocha, que luego pasarían a manos de su familiar Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca. Vía Morena también se han unido ex panistas como Mauricio Sada y Fernando Canales Stelzer, hijo de Fernando Canales Clariond, un panista de la vieja cúpula, que fue el primer gobernador albiazul de Nuevo León y ex titular de Economía y Energía durante el sexenio foxista.

El antecedente: el PAN surge en 1939 como reacción al gobierno cardenista, y su vínculo estaría más relacionado a la ideología empresarial que al empresariado mismo; en el caso de la entidad, este vínculo es directo. La paradoja: aquí no es posible vincular al neopanismo con el sector empresarial, a diferencia de la idea a nivel nacional. En la región es lo opuesto, pues en Nuevo León al neopanismo lo integran ciudadanos que llegan desde las bases del PAN. “No digo que muchos hoy no estén enriquecidos, pero en su momento no eran precisamente gente que representara intereses ideológicos, sino ciudadanos que vieron en la política un proyecto de vida”, dice Cantú Escalante.

Éste ha sido el contexto en años recientes a nivel local y al interior del partido, campo de batalla entre grupos tradicionales y neopanistas, éstos últimos considerados por los otros como oportunistas, sin escrúpulos, que no honran el ideario ni los valores del panismo. Este factor puede considerarse una de las razones del acercamiento de sectores de la IP hacia AMLO. La consolidación de este asunto es un misterio que se extenderá más allá de los comicios.

“¿Cómo entendería este viraje? Diría que este grupo, que no me atrevería a calificar si es pequeño, grande o mediano, es un fenómeno muy similar al que se vive en otros sectores de la población; un hartazgo, una decepción con la política, un decir: intentamos un partido, no funcionó, intentamos otro, no funciona, vamos a seguir explorando a ver cuál puede resolver nuestros problemas. Los empresarios están tomando esta opción porque de alguna manera les está permitiendo trabajar en una propuesta de política económica, concretamente en políticas de apoyo a sectores empresariales, me refiero a política industrial, política comercial, financiamiento”, refiere Cantú Escalante.

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