El sueño desempeña un papel en la regulación emocional ya que restaura los circuitos emocionales y con ello nos prepara para los retos y las interacciones sociales del día a día.
Ciudad de México, 31 de marzo (SinEmbargo).- Nuestro metabolismo, las capacidades de aprender, de memoria y atención se ven afectadas de manera grave cuando presentamos falta de sueño.
Mantener activo el cerebro, una alimentación saludable, ejercicio constante y dormir bien, son algunos hábitos que podrían contribuir a retardar la presencia de alguna alteración demencial.
Irma Yolanda del Río Portilla, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, explicó que existe una interacción entre sueño y emociones: “son menos las alteraciones conductuales cuando se establecen patrones saludables del sueño”, por lo que es necesario tener hábitos desde pequeños y mantenerlos durante toda nuestra vida.
De acuerdo con el neurocientífico británico Matthew Walker, “el sueño restaura los circuitos emocionales y con ello nos prepara para los retos y las interacciones sociales del día a día. Por el contrario, el insomnio rompe los mecanismos que nos protegen de las enfermedades mentales”, refirió la universitaria.
Al no tener un sueño reparador, la amígdala cerebral (el resorte que mantiene las emociones bajo control) se vuelve hasta 60 por ciento más reactiva, lo que ocasiona que las personas tengan una actitud más irritable y reaccionen por impulso.
Cuando los ciclos de sueño no se cumplen, los cambios emocionales están en aumento debido a un incremento de sustancias como cortisol, testosterona, adrenalina, noradrenalina y hormonas de crecimiento.
De acuerdo con estudios realizados en personas normales, cuando son inducidas al insomnio presentan ansiedad. Los insomnes pueden tener características secundarias como depresión, ansiedad, y es más común en mujeres por cuestiones hormonales.
