¿Cuánto dormir? Edad, genética y reloj biológico responden

01/02/2015 - 12:00 am

Ciudad de México, 28 de enero (SinEmbargo).- Cada vez es más común que los especialistas resalten las propiedades y beneficios a la salud de tener un sueño reparador cada noche, sin embargo, distintas investigaciones recientes han concluido que el tiempo indicado puede variar de persona a persona y hay factores, como la edad y el reloj biológico de cada quien, que definirán las horas que idealmente deberían pasar en cama.

Con unos 100 trastornos del sueño reconocidos, de los cuales alguno afecta a aproximadamente a un 40 por ciento de la población mexicana, según datos de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es común que las personas reporten somnolencia a lo largo del día, fatiga, mal humor, dolor de cabeza, depresión y hasta sufrir accidentes automovilísticos, debido al insomnio u otros padecimientos como la Apnea Obstructiva del Sueño.

De acuerdo con el libro Tiempo interno: Cronotipos, Jet Lag Social, y por qué estás tan cansado del cronobiólogo alemán Till Roenneberg, presenta un gráfico de curva en el que se refleja que la mayoría de la gente necesita entre siete y nueve horas de sueño cada noche y se puede ver que los tiempos van desde las cuatro hasta las 12 horas.

En el libro, el autor menciona que cada persona posee un cronotipo natural o reloj biológico interno, el cual muchas veces está peleado con los horarios establecidos por la sociedad, el cual llamó “jet lag social”, por el que muchas veces las personas que se despiertan más tarde son percibidas como perezosas, aun sin saberse la hora en la que concilian el sueño o si duermen más o menos que aquellos que logran desprenderse de las sábanas más temprano.

Un estudio reciente realizado por la Academia de Ciencias de Rusia concluyó que existen cuatro cronotipos naturales entre las personas. Primero están los conocidos como “aves nocturnas”, quienes están más cómodos permaneciendo en estado de alerta y activos hasta altas horas de la noche; luego, los madrugadores, cuyo término en inglés early birds les ha ganado un reconocimiento por mantenerse en actividad desde las primeras horas de la mañana.

Foto: Shutterstock
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Entre los hábitos de estos dos grandes grupos están otros dos, quienes suelen dormir hasta más tarde que los madrugadores e ir a la cama antes que los nocturnos. La diferencia entre ellos es que las pertenecientes a uno se sienten cansados tanto al anochecer como en las mañanas y los otros tienen altos niveles de energía en estas dos etapas del día.

El problema viene cuando los horarios de trabajo, escuela y compromisos sociales no están alineados con el cronotipo, por lo que es probable que la gente se sienta agotada y fuera de sincronización.

Y aunque el cronotipo tiene bases genéticas difíciles de cambiar, existe un truco recomendado para ayudarlo a sincronizarse con los horarios sociales, que recae en la exposición a la luz, solar de preferencia, en las mañanas para poder despertar más temprano debido a que el cuerpo asume que entonces es hora de ponerse en estado de alerta.

Lo contario para dormir más temprano en las noches, es decir, apagar las luces, y dispositivos móviles con luz azul para que el organismo produzca la melatonina natural necesaria para relajarse y quedarse dormido.

Datos de la Fundación Nacional del Sueño recogidos por una investigación de Bussines Insider señalan que las entre siete y nueve horas de recomendación es un estándar para los adultos, pues los niños necesitan más tiempo, hasta 14 horas en el caso de los menores de tres años, o de 10 a 11 en los infantes en edad escolar (de cinco a 10 años).

Asimismo, algunas personas mayores requieren menos tiempo, mientras que lo recomendado para los adolescentes va de ocho horas y media a nueve y media.

Roennenberg explica también en su libro que los cronotipos también varían según la edad pues mientras que los niños pequeños suelen despertar temprano y dormir apenas entrada la noche, cuando se convierten en pubertos o adolescentes van cambiando a ser más bien “aves nocturnas”, lo cual vuelve a cambiar para irse a la cama más temprano entrados los 20 años.

Y mientras que la investigación científica continúa arrojando datos sobre la cantidad ideal de tiempo para dormir, como el estudio encabezado por Shawn Youngstedt de la Universidad Estatal de Arizona, quien aseguró a mediados del año pasado que eran siete, y no ocho, el monto de horas ideal para dormir, debido a que las tasas de mortalidad eran menores en este caso.

Otros estudios también han señalado que perder aunque sea 20 minutos de sueño cada día puede afectar la memoria y el rendimiento al día siguiente. O que dormir demasiado también está relacionado con el desarrollo de problemas de salud como la diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares y altos índices de muerte.

El experto Roennenberg señala que lo mejor para conocer la cantidad de sueño que cada quien necesita es necesario averiguar que es lo que mejor le funciona personalmente, dándose la oportunidad de dormir naturalmente algunos días de la semana, es decir, irse a la cama cuando se siente cansado y despertarse naturalmente. Esto, controlando la ingesta de alcohol, cafeína y otros distractores, podría dar la idea de lo que un individuo necesita cada noche.

en Sinembargo al Aire

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