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La COVID-19 redujo la economía de los cárteles y, es inevitable, que las vacunas la estimulen: Insight

01/01/2021 - 7:30 pm

El coronavirus fortalecerá las alianzas entre criminales y élites o abrirá la puerta para nuevos pactos. Estas alianzas se han forjado a lo largo de los años, e incluyen pactos para financiar elecciones, acuerdos para proteger operaciones delictivas y contratos para llevar a cabo actividades económicas lícitas e ilícitas. El virus ha profundizado estos vínculos, ya que las élites políticas y económicas tratan de reponer sus arcas y obtener capital para sus debilitados proyectos empresariales, lo cual, como se detalla a continuación, quizá no levante tantas alarmas.

Por Jeremy McDermott y Steven Dudley

Ciudad de México, 1 de enero (InSightCrime).- El crimen organizado tuvo que apretarse el cinturón en 2020; las cosechas siguen siendo magras, en tanto las economías mundiales se contraen y la movilidad continúa restringida. Sin embargo, es probable que esta crisis sea temporal y que a finales de 2021 la actividad delictiva vuelva a toda velocidad.

El crimen organizado vive en el mismo mundo que el resto de nosotros y ha sufrido con la reducción de la actividad económica como resultado de los confinamientos. El trasiego de productos ilegales se ha visto afectado por las restricciones a la movilidad. Varios aspectos de las lucrativas economías criminales, como las drogas y la prostitución, se han visto perjudicados por la disminución en la actividad social.

Por eso el anuncio de las aprobaciones de las vacunas y el inicio de los programas de vacunación a finales de 2020 fueron celebrados tanto por los hampones como por las personas de bien. Los principales mercados de consumo del mundo (y los que van de primeros en la fila para recibir vacunas) podrán volver a sus acostumbrados negocios hacia el segundo semestre de 2021. América Latina y el Caribe sin duda quedarán rezagados, pero las estimaciones más optimistas sostienen que el virus estará controlado en el hemisferio occidental para finales de 2021.

La pregunta es si la crisis del coronavirus pasará simplemente como una incidencia pasajera en el radar de los criminales o si habrá consecuencias a largo plazo y cambios permanentes en las economías criminales, su modus operandi, el reclutamiento y otros aspectos del crimen organizado.

Incineración de droga. Foto: Nacho Ruz, Cuartoscuro.

CONSECUENCIAS CRIMINALES 

InSight Crime cree que a finales de 2021 los mercados criminales no se verán afectados de manera permanente. De hecho, es probable que algunos mercados criminales se expandan considerablemente. Sin embargo, habrá algunas “resacas” del COVID-19, así como varias tendencias que ya estaban surgiendo antes de la aparición del coronavirus, y que se han expandido por la crisis actual. Estas pueden tener profundas consecuencias para el panorama criminal, principalmente a favor del crimen organizado.

A continuación presentamos una lista de posibles consecuencias:

Más gobernanza criminal. La confianza en la gobernabilidad democrática de la región ya estaba debilitada antes del COVID-19. La deficiente reacción de muchos presidentes ante la crisis del coronavirus ha debilitado aún más al Estado, mientras que la respuesta de varias organizaciones criminales ha permitido que su estatus aumente en muchos lugares. Esto podría reforzar la idea de que son los grupos criminales, y no el gobierno, los que están manejando el contrato social y proporcionando asistencia vital para las comunidades allí donde los Estados no pueden hacerlo.

Como lo señalamos en el artículo introductorio a los GameChangers de 2020, grupos criminales de Brasil, El Salvador, Colombia, México y Venezuela aprovecharon la crisis desde el principio para establecer mayor autoridad en sus áreas de operación. La corrupción y las protestas por los confinamientos y por la insuficiencia de los paquetes de asistencia del gobierno durante 2020 en estos países, así como en Perú, Bolivia y Guatemala, fueron indicio de la profunda frustración de la gente con respecto a sus gobiernos, y de la posibilidad de que las agitaciones continúen durante todo 2021.

“Si la población sintió que los grupos criminales ayudaron durante la crisis, y que el gobierno fracasó cuando la gente más lo necesitaba, entonces esto podría aumentar la legitimidad de estos grupos y les daría más poder para llevar a cabo sus actividades, a la vez que la comunidad los protege”, afirma Federico Varese, profesor de criminología en la Universidad de Oxford y autor de varios libros sobre el poder de los grupos criminales.

“Las implicaciones para la democracia podrían ser dramáticas. La legitimidad de las instituciones está bajo una amenaza real”, advierte el profesor.

Además, el coronavirus fortalecerá las alianzas entre criminales y élites o abrirá la puerta para nuevos pactos. Estas alianzas se han forjado a lo largo de los años, e incluyen pactos para financiar elecciones, acuerdos para proteger operaciones delictivas y contratos para llevar a cabo actividades económicas lícitas e ilícitas. El virus ha profundizado estos vínculos, ya que las élites políticas y económicas tratan de reponer sus arcas y obtener capital para sus debilitados proyectos empresariales, lo cual, como se detalla a continuación, quizá no levante tantas alarmas.

Más corrupción y presupuestos gubernamentales más apretados. En los años siguientes, los efectos sobre el mercado van a comprometer la economía regional, que ya estaba tambaleante; además, gran parte del trabajo que se había hecho para reducir la pobreza ha retrocedido debido a la crisis. Los presupuestos para los organismos de seguridad pueden verse afectados, y los de los programas sociales y educativos quizá sean las primeras víctimas de los recortes. El crimen organizado encontrará menos resistencia para sus actividades, más espacio para los sobornos y la corrupción, y una nueva fuente de reclutamiento.

Más oportunidades para el lavado de dinero. En relación con el punto anterior sobre los daños económicos, es probable que en los próximos años disminuyan las medidas contra el blanqueo de capitales. Si bien actualmente hay menos dinero ilegal moviéndose a través del sistema debido a las restricciones por el COVID, las oportunidades pueden aumentar en el corto plazo, una vez que los negocios enciendan motores de nuevo. Es probable que los gobiernos de la región que padecen recesiones económicas ignoren el dinero sucio si este mantiene sus economías a flote.

Soldados arrancan arbustos de coca durante una operación de erradicación en Colombia. Foto: Ivan Valencia, AP.

“Muchos países de la región tendrán pocos incentivos para ir tras el dinero ilegal. Especialmente aquellos afectados por la crisis económica, los que se encuentran al límite”, afirma Kevin Mills, consultor de seguridad radicado en Colombia, quien recientemente se retiró de la Agencia Nacional contra el Crimen, del Reino Unido, después de una carrera de tres décadas.

También es probable que el crimen organizado ayude a levantar a las empresas que queden en bancarrota tras la crisis. Esto generará nuevas formas de blanquear los ingresos criminales y permitirá fortalecer el control sobre la economía legal en áreas de influencia de los criminales. Como se ha señalado, ello le permitirá al crimen forjar vínculos aún más estrechos con los bloques económicos y políticos tradicionales.

Aumento de la ciberdelincuencia. La aceleración hacia una sociedad digital y sin efectivo es casi irreversible, lo que aumenta las oportunidades para los ciberdelincuentes. Y no se trata solo de las habituales estafas de phishing y de la clonación de tarjetas de crédito y débito durante las transacciones de los consumidores en línea, sino de efectos en todo el proceso de mover dinero, establecer empresas, crear y administrar hipotecas, y muchas otras formas de realizar negocios en línea.

A esto se añade el creciente uso de bitcoin y otras criptomonedas para pagar servicios criminales, mover dinero por el mundo sin ser detectado y blanquear fondos. En Venezuela, presionada por el colapso económico y las sanciones internacionales, el ejército ha recurrido a la minería de bitcoin con el objetivo de generar “ingresos no bloqueables”.

Uso de comunicaciones cifradas e intermediarios para hacer transacciones. Las restricciones a la movilidad han hecho casi imposible que los delincuentes lleven a cabo las reuniones en persona que suelen ser necesarias para cerrar tratos. Por lo tanto, las estructuras criminales que tienen presencia permanente en América Latina y otras regiones, o que cuentan con intermediarios confiables, han logrado comprar drogas y organizar el transporte mucho más fácil que las que recurren exclusivamente a los encuentros en persona.

“Los negocios se están realizando a través de Internet o con intermediarios, dado que no hay disponibilidad de vuelos ni opciones para reunirse cara a cara. Es probable que los viajes aéreos sea lo último que se recupere por completo”, afirma Mills.

Por supuesto que el uso de estos intermediarios no es nuevo, pero su aparición durante esta época en ciertas redes puede dar lugar a un nuevo subgénero de organizaciones criminales en torno a ellos.

Mayor uso de submarinos para el transporte de drogas. La mayoría de los submarinos son semisumergibles, dado que pocos pueden navegar bajo el agua durante un período indefinido. Aun así, las autoridades dicen que estos llamados “buques de bajo perfil” (LPV por sus iniciales en inglés) han demostrado ser un método a prueba de COVID para transportar grandes cantidades de drogas (de hasta seis toneladas), sin ser detectados, evadiendo el movimiento de las corrientes y los controles de viaje.
Según H.I. Sutton, autor de un libro sobre narcosubmarinos y especialista en el seguimiento y análisis de los informes sobre estos buques y la evolución de su tecnología, se había identificado una cantidad récord de LPV incluso antes del coronavirus. El número de casos reportados en 2020 es ligeramente menor, pero Sutton sugiere que ello puede deberse a que los gobiernos han estado distraídos por la crisis del coronavirus, y las fuerzas de seguridad han tenido otras prioridades.

Tradicionalmente, estos buques han sido ubicados a lo largo de la costa del Pacífico: zarpan de Colombia para llevar cargamentos de drogas hacia México. Sin embargo, el descubrimiento de un semisumersible frente a las costas de España en noviembre de 2019 demostró que estas embarcaciones pueden hacer travesías transatlánticas.

“Se están descubriendo nuevos tipos de narcosubmarinos todo el tiempo”, afirma Sutton. “Una de las tendencias es que los cargamentos están volviendo a ser más grandes, tal vez porque otras rutas están restringidas”.

EFECTO PROLONGADO Y UN NUEVO COMIENZO

Una vez las vacunas se administren y la vida vuelva a la normalidad, InSight Crime cree que muchas economías criminales se recuperarán rápidamente. A medida que los principales mercados de drogas de Europa y Estados Unidos se reactiven en el segundo semestre de 2021 y se levanten las restricciones sociales, habrá una explosión en el consumo de drogas dado que la gente, confinada durante tanto tiempo, celebrará su liberación.

Igualmente, es probable que a regiones como Latinoamérica les tome más tiempo recuperarse del virus. La distribución de la vacuna se retrasará (o será desviada debido a la corrupción o a las presiones políticas), y la resaca económica descrita anteriormente persistirá más tiempo que en gran parte del resto del mundo. Esto generará más caos y, por supuesto, más crimen organizado.

Esto ocurrirá sobre todo en Venezuela. Contra todo pronóstico, el presidente Nicolás Maduro no solo ha sobrevivido al colapso económico y a las crecientes sanciones internacionales durante 2020, sino que ha fortalecido su control sobre el poder. Tomó el control de la Asamblea Nacional —el último organismo oficial controlado por la oposición en el país— mediante unas elecciones en diciembre que no fueron reconocidas por la Unión Europea, Estados Unidos, ni por varios países latinoamericanos.

Dos de las estructuras criminales más poderosas de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y la mafia ex-FARC, tienen una presencia significativa en Venezuela, donde operan fuera del alcance de las fuerzas de seguridad colombianas, con la anuencia del régimen de Maduro.

No todo son malas noticias. Es probable que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca determine un cambio significativo en la estrategia del coronavirus, un nuevo compromiso entre Estados Unidos y América Latina y un enfoque más estratégico frente al crimen organizado transnacional que el del presidente Donald Trump.

Es probable que la Casa Blanca reconstruya la necesaria cooperación internacional y que centre la ayuda en la construcción de la resiliencia nacional no solo frente al malestar económico causado por el virus sino además frente al crimen organizado en toda la región, que se está beneficiando de la pandemia. Si se hace énfasis en la transparencia, las iniciativas contra la corrupción, la libertad de prensa y la reducción de los daños, esta puede ser una oportunidad para un nuevo comienzo.

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