Opinión en video
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¬ Sugeyry Romina Gándara
¬ Nancy Gómez
¬ Sugeyry Romina Gándara
¬ Dulce Olvera
¬ Álvaro Delgado Gómez
20-01-2025 - 12:08 am
Ese manual existe. Desgraciadamente existe. No se nos olvide el papel indigno que jugó Trudeau durante su visita a Mar-a-Lago; los días tan difíciles que vinieron, los desatinos que precedieron su renuncia como Primer Ministro. Eso sólo puede suceder si estás acostumbrado a que te pateen el rostro o te den cachetadas mientras te comes un helado. Y no se nos olvide que con ese mismo manual en las manos invitó Luis Videgaray a Trump para que le escupiera a Peña frente a todos los mexicanos.
Qué horas más largas. Que días de angustia para el que espera. Todavía horas antes de que asumiera Donald Trump no había quién pudiera decir qué carajos contienen las órdenes ejecutivas que prometió a sus electores y con las que amenazó a todo mundo. No todas le pegan a México, pero muchas sí. Su promesa fue imponer un arancel al 25 por ciento en todas las exportaciones mexicanas; echar a millones de migrantes y declarar “terroristas” a los narcos para abrogarse el derecho a violar nuestra soberanía.
Rita Trichur, columnista y exeditora financiera de The Globe and Mail, se lamentaba el viernes por su país. “Canadá está aprendiendo una lección dolorosa, cortesía de Trump, sobre la importancia de la diversificación comercial”. Más adelante agrega: “Es hora de admitir que nos hicimos esto a nosotros mismos. Nuestra falta de intuición, imaginación y seriedad internacional como país es lo que causó este predicamento. No hemos estado prestando atención. El proteccionismo estadounidense no comenzó con Trump, ni siquiera con el Partido Republicano. Desde hace casi 20 años hay señales de que Estados Unidos está dispuesto a castigar a Canadá en materia comercial, sin importar quién esté en la Casa Blanca”.
Trichur criticaba tantos años de negligencia de los gobiernos de Canadá, pero también de los empresarios canadienses. Años en los que no pensaron más allá de Estados Unidos; años en los que todas las señales indicaban que Washington no es de fiar. Años de ofensas, cachetadas, patadas y traiciones. Y mucho de esto aplica a México. No es el mismo maltrato el que Canadá ha recibido de Trump, pero no seamos Canadá; no seamos Justin Trudeau o sus colegas liberales o conservadores, tan hipócritas con los mexicanos; buscando que amenacen a otros o enviando la amenaza a otros. Egoístas. No seamos como la clase política canadiense, que parece feliz de que le escupan el rostro a su Primer Ministro si eso les da una hora de tranquilidad.
Cuando usted lea mi texto o me escuche leerlo, quizás ya pasaron muchas cosas o quizás no pasó nada. Trump ha prometido mucho para el primer día: desde cerrar la frontera, hacer redadas contra migrantes o abolir la ciudadanía por nacimiento; terminar con los subsidios federales para vehículos eléctricos, abrir la perforación petrolera en mar abierto, ponerle “Golfo de América” al Golfo de México o prohibir a las personas transgénero competir profesionalmente en deportes y categorías de mujeres.
Cuando usted lea esto o me escuche leerlo quizás algo pasó o no pasó nada. Y lo que importa, no pierda el punto, es el trasfondo. Somos vecinos de un depredador a escala global. Somos vecinos de un vivales que presumió su estilo de vida como “el ideal”, como lo correcto, a pesar de que perfectamente sabía que para mantenerlo se necesita ser el pico de la estafa piramidal para quitarle recursos a los demás. Somos vecinos del que no tiene amigos, sino socios, y somos socios del socio traicionero. Somos vecinos del peor macho racista, clasista y abusón: el que tiene poder y dinero.
¿De qué manera podremos dialogar con él sin abrirle la puerta? Porque necesitamos dialogar con él. ¿De qué manera atender sus exigencias sin abrirle la puerta de nuestra casa? Porque si no lo atendemos, nos va a meter en la lista más negra, donde tiene a China o a Canadá.
Este texto no viene del futuro ni es sobre las cosas que vendrán. Es sobre el presente y lo que el presente advierte de aquello que vendrá. Y mis conclusiones son que no podemos confiar nuestro futuro a Estados Unidos; por más apetitoso que sea el mercado, es peligroso aportarle todo a la voluntad de Washington. México debe revertir, en los años por venir, con paciencia y sabiduría, con maña y con una cierta arrogancia por lo que somos, la política entreguista de los gobiernos del neoliberalismo. México debe abrirse con otras naciones, con otros bloques comerciales sin renunciar en lo absoluto a la relación que tiene con Estados Unidos. México debe colgarse uno o dos o tres paracaídas en la espalda, porque esa es la condición que impone nuestra supervivencia dado el tipo de vecino que somos.
¿De qué manera impulsar a los empresarios mexicanos para que abran otros caminos? Porque ellos son la maquinaria exportadora. ¿De qué manera sentarnos con otros países y sonreírle a otras regiones sin que se sienta que descuidamos a los gringos? Porque no se trata de abrazarse a China, por ejemplo, o abrazarse a otra potencia similar, sino diversificar.
Lo que no puede pasar es que nuestros hijos tengan que lidiar una situación similar a la de hoy, 20 años después. Lo que sería imperdonable es que este Gobierno y los que vienen no aprovechen cualquier oportunidad para abrir otros caminos hacia los lados, en vez se estar siempre viendo hacia arriba. Uno ve hacia arriba cuando te miran de arriba para abajo, como poca cosa. Veamos hacia los lados, con grandeza. Veamos a otros como socios, no como estamos obligados a ver al gigante corrupto y su último abusador, Trump.
Insisto en que no debemos perdernos la oportunidad de venderle de todo, hacer negocios con el vecino abusivo. Es una oportunidad, no hay que desperdiciarla. Pero no nos pongamos en sus brazos y esperemos cariño porque no habrá. No nos expongamos a su menosprecio porque lo habrá, y mucho. Busquemos nuevas alternativas a nuestros productos; conquistemos otros paladares y volvámonos indispensables en otras mesas.
En ese sentido, ¿es una buena decisión sustituir totalmente las importaciones de China, como se propone México? ¿Conviene? ¿Es una estrategia saludable en el largo plazo o una respuesta a la inmediatez?
Apenas el viernes se dio a conocer que México y la Unión Europea firmaron un acuerdo comercial que se viene negociando desde hace nueve años. Se firmó sin mucho ruido. Quizás la Presidenta quiera presentarlo en las horas posteriores al arranque del mandato de Trump. No hubo comunicado, no hubo anuncio, nada. Sólo en Europa; acá cero. Creo que es parte de un plan para que no se lea como reto a Trump, sino como parte de una estrategia de diversificación de mercados mientras Washington se define.
Trump tiene amenazada a Europa y le tiene fobia a China. Nuestra respuesta, o al menos así parece, es abrazar a Europa y distanciarnos dramáticamente de China. ¿Por qué alinearnos a Washington desde ya? Recuerdo cuando Jorge Castañeda, Enrique Krauze y toda esa generación de intelectuales pedían que México “no escatimara” su apoyo a la invasión de Irak sólo para ver si le caíamos bien al imperio y negociábamos algo. ¿No estamos haciendo lo mismo? El viernes hablaron Trump y Xi Jinping. En apenas unas horas negociaron lo de TikTok. ¿Y si el señor naranja decide retomar la relación con los chinos y abrazarse de Vladimir Putin, y nos creamos un problema gratis?
Estas y otras preguntas debemos hacernos todos los días, a todas horas, en momentos como los que estamos viviendo. Como digo, quizás cuando usted lea esto o me escuche leerlo algo pasó o no pasó nada. No perdamos, en la coyuntura, el tema de fondo. Nunca olvidemos que nuestro vecino es un depredador a escala global, pico de la mayor estafa piramidal de todos los tiempos; que no tiene amigos, sino socios y que somos socios de un traicionero. No olvidemos que este macho racista, clasista y abusón, con dinero y poder, actuará sin más convicción que sus intereses.
Y que es peligroso aportarle todo a esta potencia voluble. Que lo mejor sería que con paciencia, sabiduría, maña y mucha arrogancia diversifiquemos los intereses comerciales con tantos bloques como sea posible, sin renunciar a lo que tenemos con Estados Unidos. No podemos repetir este momento sin traer tres o cuatro paracaídas en la espalda. No debemos acostumbrarnos a las cachetadas, es decir: no podemos, a partir de la experiencia con Trump, sacar un manual para recibir cachetadas con una sonrisa. Son cachetadas. No nos acostumbremos.
Porque ese manual existe. Desgraciadamente existe. No se nos olvide el papel indigno que jugó Trudeau durante su visita a Mar-a-Lago; los días tan difíciles que vinieron, los desatinos que precedieron su renuncia como Primer Ministro. Eso sólo puede suceder si estás acostumbrado a que te pateen el rostro o te den cachetadas mientras te comes un helado.
Y no se nos olvide que con ese mismo manual en las manos invitó Luis Videgaray a Trump para que le escupiera a Enrique Peña Nieto frente a todos los mexicanos. Ese manual para recibir cachetadas con una sonrisa existe. No lo hagamos oficial.
Ayer, tres columnistas y personalidades públicas de Estados Unidos (David Brooks, Ross Douthat y Michelle Goldberg) discutían sobre los primeros cien días de Trump. El qué pasará.
–¿Qué es lo que Trump ha dicho o prometido que haría y qué crees que no hará, por la razón que sea? –dijo uno de ellos.
Brooks: “Imponer grandes aranceles a Canadá y México. Se conformará con algunas cosas simbólicas. Los efectos económicos de esos aranceles serían demasiado autodestructivos. Pero definitivamente sí invadirá Groenlandia”.
Douthat: “Predigo que la mayoría de las amenazas que hizo contra figuras como Liz Cheney serán en vano”.
Goldberg: “Bueno, no va a hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”.
Luego vino una última pregunta:
–¿Cómo cree que será el país después de los primeros 100 días de Trump?
Brooks: “Saldremos de esto. Tuvimos un liderazgo bastante terrible durante gran parte del siglo XIX. Hubo una corrupción desenfrenada en todo el sistema político. ¿Qué sucedió después de eso? El siglo americano. Todavía tenemos la economía más dinámica del mundo, y una de las personas más talentosas y productivas del mundo. Eso importa”.
Douthat: “Mucho menos obsesionado con la política de lo que estaba después de los primeros 100 días de Trump en 2016”.
Goldberg: “Honestamente, no tengo idea. En este momento espero persecución, corrupción repugnante y una sensación claustrofóbica de impotencia. Pero la naturaleza termostática de la política estadounidense significa que lo único con lo que siempre se puede contar es con que estas vibras van a cambiar”.
Sí, qué horas más largas. Que días de angustia para el que espera. Nadie está seguro de lo que viene, pero esta incertidumbre no debe doblegarnos. Firmes y adelante, mexicanos. No dejemos que este odiador nos baje el ánimo. Un 80 por ciento de la población cree que el país va por buen camino: defendamos aquello en lo que creemos. Preparémonos a defender el sueño mexicano. Los Eduardo Verástegui y otros mediocres sin Patria que apoyan a Trump desde México son un puñado. Que no gane la desesperanza, que no nos doble la primera cachetada. Firmes y adelante, y que esta lección forje el México de mañana. Que esta lección nos obligue a pensar en los que vienen después de nosotros. Rompamos el manual de la cachetada y llenemos nuestro espíritu de lumbre. El cara de naranja no estará para siempre. Ánimo. Fuerza. Dignidad.
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20-01-2025 - 12:03 am
"Nada en este universo resiste la pregunta ¿por qué? Dios, la ciencia, los padres de familia, los maestros, las autoridades en cualquier campo se derrumban ante la simple pregunta ¿por qué?".
Cuando uno está de acuerdo y, más aún, cuando uno se siente en la más compacta comunión, no hace preguntas; da por bueno lo que se le propone o lo que tiene delante, lo considera bien a secas o perfectamente normal; aunque también la falta de preguntas puede significar que lo que a uno se le presenta o le propone no le importa o no lo entiende en absoluto. En cualquier caso, quien no pregunta deja todo como está. El que pregunta, en cambio, introduce una distancia: quien pregunta manifiesta que no le basta lo que le proponen o no es suficiente lo que está; quiere más; quiere entender mejor o, francamente, cuestionar lo que aparece ante él.
No hay un preguntar que sea inocente: la pregunta crea una separación, pues con ella la comunión deja de ser compacta. La pregunta es de hecho lo que funda nuestra condición de seres humanos, lo que crea el abismo que nos separa del resto de los seres que componen el mundo, pues nos convierte en animales no naturales: las cosas no preguntan y tampoco ningún otro ser vivo lo hace. Preguntar es lo propiamente humano.
Y sin embargo, hay muchísimas personas que no preguntan, aunque ninguna, que no lo haya hecho, al menos, una vez. ¿Qué instancias o instituciones niegan o van en contra de nuestra naturaleza? ¿Quiénes odian las preguntas? La verdad absoluta prohíbe toda pregunta que no sea aquella que le permita aclararse más. La verdad absoluta no permite distancias, nos obliga a mantenernos en la más compacta comunión. Las religiones también odian las preguntas, son sacrilegios para ella. Y no se diga los tiranos que exterminan a los disidentes, a los críticos, a quienes se atreven a desertar del coro de quienes refrendan con alabanzas los designios del déspota. Pero también los grupos o individuos que creen tener razón, los convencidos de cualquier verdad odian las preguntas. En una palabra, el enemigo del preguntar es el poder, el poder del tamaño que se quiera le tiene miedo a las preguntas, reconoce el potencial destructivo que tiene toda pregunta y, sobre todas, a la que más temen es a aquella que interroga con el sintético ¿por qué?
Nada en este universo resiste la pregunta ¿por qué? Dios, la ciencia, los padres de familia, los maestros, las autoridades en cualquier campo se derrumban ante la simple pregunta ¿por qué? Se quedan sin habla, sin respuesta, se enmarañan en pobres justificaciones y cuando no, nos obligan a ahogar nuestras preguntas o tachan de impertinente y peligroso a quien insiste en preguntar, y es que el ¿por qué? resulta tan dañino que hasta la alegría, ese feliz estado que a veces nos invade, se desvanece —como bien lo hizo notar Schopenhauer—, cuando uno se pregunta: ¿por qué estoy alegre?
Hoy, sin embargo, pocos se preguntan. Pocos convierten el preguntar en su pasión; la mayoría duerme tranquila con su pequeña verdad y ni siquiera comprende o se interesa por preguntar. Casi todos levantan los hombros y desde la derrota pareciera que dicen: ¿para qué?
@oscardelaborbol
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20-01-2025 - 12:01 am
La investidura de Donald Trump y su desaire hacia la Presidenta Claudia Sheinbaum ya da tintes de lo que puede ser la política exterior.
Los usos y costumbres de la clase política norteamericana tienden a ser aparentemente austeros y apegados a lo que podríamos llamar “viejas tradiciones”. A diferencia de México, donde la barroca parafernalia es dominante, en los Estados Unidos las tomas de posesión o juramentos presidenciales, se acostumbran, hasta ahora, sin invitar a jefes de estado de otras naciones.
Recordemos el caso mexicano más grotesco: Carlos Salinas, al iniciar su usurpación, no sólo congregó a jefes de estado, sino a otros líderes políticos y hasta al mismo dictador Fidel Castro.
Como Donald Trump, que tomará posesión este lunes 20 de enero, es disruptivo, ha extendido invitaciones a personajes y gobernantes que le son afines políticamente, como Javier Milei, de Argentina; Nayib Bukele, de El Salvador; y Daniel Noboa, de Ecuador. El premier chino Xi Jinping no se prestó al juego, declinó asistir, entre otras razones porque es la potencia emergente y adversaria, en este momento en que los Estados Unidos va en declive, pero que con el discurso de Trump pretende alentar una nueva “grandeza”.
En ese contexto, se ha manejado tendenciosamente la situación en la que quedaría la Presidenta mexicana Claudia Sheinbaum. Seguramente sigue la regla de los estilos norteamericanos y sabe que no estaría presente en el acto de juramento de Trump, como no lo ha estado ningún Presidente mexicano antes. En este sentido es válida la respuesta de Sheinbaum de que “no pasa nada”; pero claro que sería un mensaje de desprecio, porque Estados Unidos privilegia otras invitaciones de mandatarios latinomericanos.
A final de cuentas esto será hojarasca, no será lo importante. Todos estaremos atentos a lo que suceda en la toma de posesión, a los decretos ejecutivos que firme Trump el día 20, y al impacto mundial, particularmente para México, y bordaremos sobre esa información para expresarnos en el futuro en nuestra plataforma.
Pero hay algo que ya preocupa desde ahora y que tiene que ver con la política interior. No está de más señalar que un sector de ultraderecha ve con beneplácito la llegada de Trump II, que están de acuerdo con su política intervencionista hacia el país, y que se frotan las manos para lograr, con el apoyo exterior, lo que no han podido obtener acá adentro. Medirán relaciones y correlación de fuerzas y actuarán en consecuencia.
Para la Presidenta de la República –y lo que digo es una obviedad–, construir y tejer fino en política exterior, será fundamental para salir de la compleja situación que tiene el país. Se advierten pronunciamientos frívolos y la puesta en escena de puntos de agenda secundarios, que a mi juicio se deben dejar de lado.
La tradición mexicana, de mucho tiempo acá, tiene pilares muy fuertes para construir una política exterior sólida y fructífera. López Obrador como Presidente, también disruptivo, la violentó: en primer lugar hizo campaña electoral para que Trump llegara en 2016 al poder, y luego siempre le otorgó la reputación de “amigo”, no obstante que decía venir de una izquierda defensora de la soberanía nacional frente a la larga lista de agravios que tiene México con relación a los Estados Unidos.
Pero más allá de esto, los principios constitucionales de no intervención y del arreglo pacífico de los conflictos de orden internacional, no se tomaron durante la primera etapa del lopezobradorismo, como piedras angulares para encarar al trumpismo inicial, que ahora llega más agresivo y buscará consolidar su visión hacia México en materia de considerarlo parte indiscutible de la hegemonía norteamericana, claramente frente a China. A la vez, el tema migratorio y el del tráfico de drogas marcarán un roce fuerte que alterará la vida del país. Aquí es donde el gobierno de la Presidenta Sheinbaum tendrá que demostrar de qué está hecho.
Por otro lado no debemos perder de vista que con Trump se le inyecta oxígeno a los nuevos polkos mexicanos, y aquí comento dos puntos: se intenta, por políticos desbancados y desprestigiados, crear un “partido republicano” en el país. La solicitud está en trámite ante el INE y su programa coincide simétricamente con el trumpismo, y obvio buscará su apoyo y cobijo. Por otra parte, se ha especulado que el ultraderechista mexicano, Eduardo Verástegui, sí fue invitado por Trump a su toma de posesión, como igual sucede con los representantes españoles de VOX, el nuevo rostro del franquismo peninsular.
Si apoya o no Trump estos instrumentos y personajes, habrá repercusiones graves en México; pero de todas maneras, y con cuerda propia, estarán alentando el fortalecimiento de un trumpismo mexicano. A ese siniestro fin, hay que decirlo, la tierra está fértil, para que personajes criollos providencialistas como Trump, o los del mismo populismo, sienten sus reales aquí en un futuro ciclo político.
Por eso hay que reivindicar al sistema democrático que erosionó la llamada “Cuarta Transformación”.
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19-01-2025 - 12:05 am
"En este jaloneo de rencillas, lo que se está dejando de lado es ¿qué van a hacer ahora con la plataforma de transparencia? Porque ni las cenizas del INAI se van a poder agandallar".
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19-01-2025 - 12:03 am
"Más allá de este exceso de optimismo, creo el llamado Plan México es en realidad la continuación de un proyecto de más largo plazo tejido justamente en los gobiernos neoliberales dirigidos por tecnócratas".
Un día después de presentarse masivamente ante la clase política del país y de simpatizantes de la Cuarta Transformación al cumplir 100 días de gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo convocó a la clase empresarial y capitalistas mexicanos más ricos en el museo de Antropología para presentarles su programa central para el resto del sexenio que llamó Plan México. Si bien se está preparando, como ordena la ley a cada periodo presidencial, el Plan Nacional de Desarrollo, el Plan México parece explicarse como una ruta de trabajo de cara a las eventuales adversidades que pueda acarrear la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en su segundo mandato a partir de este lunes 20 de enero.
Como lo dijo el ex candidato presidencial y ahora Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, el Plan México es la “carta de navegación para la nueva era” que viene cargada de incertidumbre. La exitosa convocatoria de la clase capitalista al evento encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum se debe, en buena medida, a los buenos oficios que ha logrado tejer la jalisciense Altagracia Gómez Sierra entre el sector empresarial del país y el segundo gobierno de la Cuarta Transformación.
Pero, ¿qué es en realidad el Plan México? Según lo definió la misma presidenta Claudia Sheinbaum su objetivo es muy ambicioso pues se trata de hacer de México el “mejor país del mundo”, ni más ni menos. “El objetivo es seguir haciendo de México el mejor país del mundo. Nuestro país es una potencia cultural y nuestro objetivo es disminuir pobreza, desigualdades, pero que cada uno de los mexicanos y mexicanas sepa que hay plan, que hay desarrollo, que frente a cualquier incertidumbre que venga en el futuro próximo, México tiene un plan y está unido hacia adelante”.
Como sea, el plan ha sido recibido con agrado por la clase empresarial y curiosamente, también es bien visto por no pocos intelectuales y comentaristas que fueron duramente críticos del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Más allá de este exceso de optimismo, creo el llamado Plan México es en realidad la continuación de un proyecto de más largo plazo tejido justamente en los gobiernos neoliberales dirigidos por tecnócratas, en su mayoría doctores en economía, que diseñaron la integración económica y comercial de México con Estados Unidos desde mediados de la década de 1980, primero integrando la economía mexicana a través del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros) y posteriormente mediante múltiples acuerdos de libre comercio con decenas de países del mundo y de manera destacada con Estados Unidos y Canadá.
En su discurso del pasado 13 de enero en el museo de Antropología, Claudia Sheinbaum enumeró al menos tres grandes objetivos del llamado Plan México, la gran mayoría de orden económico, entre ellos lograr que el país se consolide como la décima economía del mundo (en este momento está en el lugar número 12), aumentar inversión pública y privada arriba del 25 por ciento del PIB; generar 1.5 millones de empleos; lograr que 50 por ciento de la proveeduría y del consumo sean de productos hechos en México; reducir sustancialmente el tiempo de tramitación de las inversiones; facilitar el crédito bancario a la pequeñas y medianas empresas; aumentar el ingreso de turistas al país y formar al menos 150 mil profesionistas y técnicos anuales adicionales a los que ya se generan. El último objetivo enunciado por la presidenta es disminuir la pobreza y la desigualdad. Para ello, aseguró Sheinbaum en el evento, ya están comprometidas inversiones por 277 mil millones de dólares a través de dos mil proyectos empresariales.
Como está de moda ahora en los discursos oficiales, en su mensaje la presidenta Claudia Sheinbaum habló de relocalización, es decir el nearshoring, que por cierto es el termino de moda ahora con el que hace 40 años se hablaba de las maquilas.
Como sea, de la lectura general del discurso de la presidenta Claudia Sheinbaum, lo que se presentó parece ser más bien un plan de reindustrialización del país, así como un proyecto de relanzamiento de la sustitución de importaciones. Todo reeditado y modificado para acomodarse a las posibles exigencias y demandas que pueda plantear una forzosa renegociación del tratado de libre comercio que tenemos con Estados Unidos y Canadá.
Además de enviar un poderoso mensaje a la clase empresarial del país y del mundo (“Para invertir, mejor en México”, les dijo Altagracia Gómez a los empresarios que asistieron al Museo de Antropología), se manda un mensaje a las grandes trasnacionales de Estados Unidos que tienen presencia en México. A pesar de las diatribas de Donald Trump, se envía el mensaje a las trasnacionales estadounidense de que todavía les es más barato, y por tanto más rentable, asentarse y producir en México.
A juzgar por sus reacciones, parece ser que a la clase empresarial del país les gustó el discurso de la presidenta, pero parece ser un discurso extraño en un gobierno y una presidenta que se dice de izquierda. Si bien se dijo que el propósito es disminuir la desigualdad y la pobreza, no se detalló o profundizó como se alcanzarían estas metas y poco o nada se habló de otras formas de producir más allá del relanzamiento de la industrialización del país. Me refiero a formas cooperativas y solidarias de producción y distribución que bien podrían ser más útiles y eficaces para lograr las metas de disminución de pobreza y desigualdad.
Tampoco se profundizó cómo se lograrían cumplir las metas del Plan México sin generar las externalidades negativas que en el pasado generaron los planes de desarrollo e industrialización del país. Entre otros efectos perniciosos están llamados “infiernos ambientales” como los llamó el ex secretario de Medio Ambiente del gobierno López Obrador, el profesor Víctor M. Toledo.
En resumen el proyecto de Sheinbaum en su Plan México suena a más industrialización, más devastación ambiental, más explotación de la mano de obra y más subordinación a Estados Unidos. Externalidades de un plan que quizá, sea compensado por la entrega de programas sociales.
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19-01-2025 - 12:02 am
"Me transformo en quien toma esa mano tendida, para recordar las canciones de cuna que alguna vez guiaron mi sueño".
Pasaron las fiestas navideñas, se fueron mis amores, la casa quedó silenciosa y a mí me dio el síndrome del nido vacío. Hace 11 años que mi hija vive del otro lado del Atlántico y 17 o 18 que ya no compartimos casa, pero cada vez que se va me da una punzada en el corazón y me pregunto cómo haré para sobrevivir con ella lejos. No me he acostumbrado aún a no llevarle el café con leche a la cama cada mañana como lo hice durante 20 años (sí, he sido una madre consentidora, ¡y a mucha honra!). Así que hoy encendí las guirnaldas de luces por última vez como para llorar a gusto. Finalmente soy hija del melodrama -Manuel Puig mediante- como [casi] todos en este continente nuestro.
Después de haber llegado hasta el clímax del hipo, abrí el libro que me estaba esperando. Siempre los libros han sabido sacarme de la tristeza.
Esta vez fue Ru [Periférica, 2020] de la vietnamita Kim Thúy, nacida en Saigón en 1968 [2]. Un libro de una belleza dolorosa que me cautivó desde la primera página. Allí dice:
La historia de Kim Thúy fluye como un arroyo amargo y dulce a la vez, a través de pequeños fragmentos narrativos en los que habla de su infancia en Vietnam, de la huida a Malasia, junto con sus padres, de la vida de exiliada en Canadá, de su silencio ante la falta de palabras -en inglés o en francés, las lenguas del país que los acogió-, de una realidad en la que la familia perdió su situación privilegiada, y su madre comenzó a ganarse la vida limpiando pisos, de la resiliencia y la esperanza como insignias, pero también de la responsabilidad de ser una sobreviviente:“En francés, ru significa ‘arroyuelo’ y, en sentido figurado, ‘flujo’ de lágrimas -de sangre, de dinero (Le Robert historique). En vietnamita, ru significa ‘canción de cuna’, ‘arrullar’.”
"Estaba obligada a recordar lo que nos ocurrió porque es la historia de muchos de los que lograron sobrevivir y un homenaje a los que quedaron sumergidos en las aguas. Cada día no me dejo de repetir que soy una privilegiada y que estoy obligada a ser feliz", dijo en una entrevista [2].
La autora ha bordado un relato de aprendizaje y de gratitud, porque “La vida es un combate donde la tristeza implica la derrota” [p. 26] . Sus líneas transmiten paz a pesar de las heridas que revela, y se han vuelto también el arrullo al que remite el título, como el nuevo país, o como “la mano tendida [que] no es ya un gesto, sino un momento de amor prolongado hasta el sueño, hasta el despertar, hasta lo cotidiano” [p. 196], tal como lo escribe en las últimas líneas del libro.
Y yo me olvido, entonces, del nido vacío y las lágrimas y me transformo en quien toma esa mano tendida, para recordar las canciones de cuna que alguna vez guiaron mi sueño y que entoné más tarde para guiar el sueño de mi hija. Sus melodías tibias me dan el abrazo que esta noche necesito.
[1] Hay una película del mismo título basada en el libro. El tráiler puede verse aquí: https://youtu.be/wSLE_nPVHws?si=hkDj3MnIaoEhbGVi
[2] En “Sobrevivir a la tragedia”, en Babelia de El País (entrevista de Aurora Intxausti) https://elpais.com/diario/2010/10/09/babelia/1286583144_850215.htmlLEER
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19-01-2025 - 12:01 am
Gran parte de los libros de divulgación son escritos por verdaderos expertos en las materias, pero no suelen estar plagados de argumentos inextricables.
Durante varias de las temporadas de La Tertulia en el canal de SinEmbargo y de Estudio B, me di a la tarea de hacer una sección relacionada con libros de divulgación científica. Para nuestra sorpresa, al público le gustó pese a que, en una primera instancia, podría parecer que las recomendaciones eran sobre títulos complejos y no siempre de fácil lectura: de ésos que requieren conocimientos previos para poder acercarse a la comprensión de lo que dicen. Yo confieso, sin empacho ni pudor, que muchas veces, mientras leo esos libros, me quedo al margen, lejos del entendimiento que busco. Hay niveles de abstracción que no alcanzo y, más veces de las que quisiera, me quedo al margen a la hora de seguir el hilo de la explicación científica. Pese a ello, cada vez existen más contenidos de divulgación y es algo que celebro.
Uno de mis detractores favoritos alguna vez me comentó que uno de los grandes problemas de este tipo de libros es que les da a los lectores la falsa impresión de que saben de lo que están hablando. Nadie se vuelve filósofo por leer “El mundo de Sofía”, antropólogo por leer a Harari o físico por acercarse a los libros de divulgación de Kaku. Confieso que tiene razón.
Yo leí a Gaarder siendo adolescente, pues me lo regaló mi hermano. Leí “Sapiens” y “Homo deus” cuando salieron y, justo ahora, leo “Nexus”, me entretuve mucho con “Física de lo imposible” y otros libros del científico de marras y sigo acumulando lecturas en torno a estos temas. No soy, es evidente, pero nunca está de más decirlo, filósofo, antropólogo, historiador, físico ni ninguna otra de las profesiones o especialidades a las que me acerco a través de estos libros. Y he leído muchos. Quizá algunos centenares.
Gran parte de estos libros de divulgación son escritos por verdaderos expertos en las materias. Sin embargo, no suelen estar plagados de fórmulas complejísimas ni argumentos inextricables. No son, pues, libros para especialistas. Sobre todo, los de ciencias (con las humanidades y las disciplinas sociales el acercamiento suele ser más terso, a fin de cuentas, funcionan a partir del lenguaje y su objeto de estudio suelen ser las personas). He tenido en mis manos varios artículos académicos de ciencias. Me he rendido ante su complejidad. De ahí que agradezca todos estos libros de divulgación. En muchos casos, los mismos científicos que son capaces de entender símbolos y signos que a nosotros no nos hacen ningún sentido, se dedican a explicar grandes temas, a contestar enormes preguntas.
Ahora bien, si su lectura no nos vuelve pares de los autores, ¿de qué sirve leer un libro sobre, digamos, mecánica cuántica, si somos incapaces de elaborar un experimento, si las fórmulas se escapan de nuestra comprensión, si exige que abstraigamos elementos que parecen sacados de la ficción y si, desde determinada perspectiva, el comportamiento de las partículas subatómicas parece no tener relevancia tangible en nuestras vidas?
Supongo que la respuesta depende del sujeto. Para los afortunados que lleguen a estos libros en un buen momento de sus vidas, podría significar la puerta de acceso a una vocación. Para el resto de nosotros, nos muestra posibilidades existenciales que son apasionantes. Estoy convencido de que la ciencia, al igual que las disciplinas sociales e, incluso, la ficción, son diferentes formas de entender. Si nos acercamos, aunque sea un poquito, a esta comprensión, entonces valdrá la pena.
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18-01-2025 - 12:05 am
¿Cuántos productos consumen usted, sus hijos e hijas que contienen Rojo 3, el colorante recientemente prohibido por la Food and Drug Administration (FDA, Administración de Medicamentos y Alimentos) de los Estados Unidos por su vinculación con el riesgo de cáncer? No se trata únicamente de este colorante, del cual ya en la década de los 90 existían estudios en animales que demostraban un aumento en el riesgo de cáncer. Existe una larga lista de colorantes utilizados en productos ultraprocesados, principalmente diseñados, publicitados y comercializados para niñas y niños, que están, en la práctica, prohibidos en Europa. ¿Por qué en Estados Unidos se tardaron cerca de 30 años en prohibir el Rojo 3? ¿Por qué se siguen utilizando una serie de colorantes sintéticos, en su mayoría derivados del petróleo, en Estados Unidos y México, que no están presentes en los mismos productos, de las mismas empresas, en el mercado europeo?
La FDA ha argumentado que este colorante fue prohibido siguiendo el principio establecido en la Cláusula Delaney, que prohíbe el uso de aditivos alimentarios si se ha comprobado que causan cáncer en animales o humanos. Desde los años 90 se comprobó que el Rojo 3 causa cáncer en animales, pero la FDA actúa con gran discrecionalidad. La FDA no realiza evaluaciones propias; solicita a las empresas que presenten sus propias evaluaciones de riesgo, siendo juez y parte. Por otro lado, no existe ninguna evaluación sobre el efecto sinérgico del consumo de productos formulados con un cóctel de aditivos sintéticos, es decir, un conjunto de químicos. Tampoco se evalúa el riesgo acumulativo de estos productos. En el
caso de los colorantes sintéticos, los productos que contienen más aditivos son precisamente aquellos comercializados para niñas y niños. No se trata de productos consumidos de manera esporádica, sino de alimentos que pueden ser ingeridos diariamente, incluso en el desayuno, como los cereales de caja, que pueden contener dos, tres y hasta cuatro colorantes sintéticos.
Dicho esto, entre paréntesis, cabe señalar que esta información surge pocos días después de que se revelara un estudio que estima que una tercera parte de los casos de diabetes en nuestro país son causados por el consumo de bebidas azucaradas. Es decir, el muy alto consumo de azúcar a través de estas bebidas afecta a millones de personas en México que padecen esta enfermedad debido a los refrescos. Por supuesto, las empresas refresqueras han negado la relación entre sus productos y la diabetes, un hecho que debería llevarlas a juicio, al igual que ocurrió con las tabacaleras, que ocultaron información sobre los daños de sus productos a los consumidores.
Dentro de este paréntesis, y volviendo a hablar de los colorantes, es importante mencionar el reciente reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que desaconseja el uso de edulcorantes no calóricos. Estas empresas de bebidas los han introducido como una supuesta opción saludable a las bebidas con azúcar. La OMS ha señalado que no son efectivos para controlar el peso corporal ni para reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles (ENT). Además, los resultados de su revisión sugieren posibles efectos adversos por el uso prolongado de estos edulcorantes, como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos. Cabe recordar que la propia OMS clasificó al aspartame, un edulcorante no calórico ampliamente utilizado, como posible cancerígeno.
Volviendo a los colorantes, en gran parte de Europa han desaparecido los colorantes sintéticos, la mayoría de ellos derivados del petróleo. No han desaparecido únicamente por su riesgo de cáncer, sino también porque diversos estudios han demostrado que provocan hiperactividad en los niños y niñas, es decir, tienen impactos en el comportamiento. Todo comenzó en el Reino Unido, donde el Parlamento estableció un Foro sobre Alimentación y Salud, al que invitaron a instituciones de investigación y enseñanza, especialistas independientes, empresas y organizaciones no gubernamentales. En 2008, después de un largo proceso de reuniones con expertos y una exhaustiva revisión de la literatura científica, este organismo publicó su reporte: “El vínculo de la alimentación con el comportamiento: la influencia de la alimentación en la salud mental”.
La resolución fue solicitar a las empresas que dejaran de usar colorantes sintéticos en sus productos y, de no hacerlo, incluir una advertencia en losproductos que los contuvieran. Esto fue suficiente para que dejaran de utilizarlos. En una visita al Reino Unido en 2012, mientras asistía a una reunión de la organización Consumers International, me di a la tarea de revisar el etiquetado de los productos y, efectivamente, no encontré productos con colorantes sintéticos.
Hubo una excepción: una bebida energizante de color anaranjado brillante, comercializada bajo el nombre “Glucolade”. Según me confirmó Sue Davis, encargada de alimentación de la organización de consumidores Which, la más importante del Reino Unido, ese era el único producto que aún utilizaba uno de los colorantes asociados con cambios en el comportamiento. En el resto de los productos, habían desaparecido.
Hace dos años, la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California concluyó que el Rojo 3 representa un riesgo para los niños al favorecer el desarrollo de problemas de comportamiento, como la disminución de la atención. Esta oficina señaló que los niveles federales para la ingesta segura de colorantes alimentarios podrían no estar protegiendo la salud cerebral de los niños. Además, subrayaron que los niveles legales actuales, establecidos hace décadas por la FDA, no consideraron las investigaciones más recientes. Toda la evidencia muestra que la FDA es un organismo sometido a las presiones de intereses económicos. Este tipo de prohibiciones solo se implementan cuando los productos ya han causado graves daños durante años. Y no se trata únicamente de los colorantes y los edulcorantes no calóricos, sino también de los saborizantes y muchos otros aditivos sintéticos utilizados en la elaboración de productos ultraprocesados. De hecho, la evidencia sigue creciendo, con cientos de estudios que demuestran que el consumo de productos ultraprocesados aumenta el riesgo de una larga lista de enfermedades y también incrementa el riesgo de muerte por diversas causas.
En México, ya contamos con una Ley de Alimentación Adecuada y Sostenible, nuevos Lineamientos para alimentos y bebidas en las escuelas, y guías para la política pública alimentaria. Estas políticas deben aplicarse de manera rigurosa. México debe avanzar en la regulación de estos productos, que representan un grave riesgo para la salud y desplazan el consumo de alimentos naturales y nuestra rica cultura culinaria regional. Estos productos están diseñados, a través de aditivos sintéticos, endulzantes, grasas y sodio, para ser altamente adictivos, como ocurre con la llamada Drogacola. No podemos seguir pagando, con recursos públicos y el bolsillo de las familias, los daños generados por estas corporaciones. Es una forma brutal de subvencionar a quienes dejan profundos daños
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18-01-2025 - 12:04 am
"Los mexiquenses desde 2017 rompieron todas las cuerdas a las que estaban atados. Y fue por mera voluntad política, por entendimiento claro de la situación".
Escribo esta columna como mexiquense. Nací en 1991 en Tulpetlac, Estado de México y radiqué en esa entidad hasta mis 24 años de edad. Crecí en una familia por completo politizada, mi papá y mi mamá pusieron muchos temas políticos y sociales sobre la mesa desde que mi hermana y yo teníamos muy pocos años de edad y por lo tanto nos fuimos enterando en mayor o menor medida de los problemas que nos rodeaban.
Conforme fuimos creciendo, nos dimos cuenta que enfrentábamos obstáculos solamente por el hecho de vivir en el Estado de México. Por ejemplo, que los eventos culturales eran en la Ciudad de México [entonces Distrito Federal] y había que hacer un viaje por autopista de -si nos iba bien- una hora. Las librerías estaban allá, los conciertos, los eventos deportivos y desafortunadamente hasta la educación. Es más, hasta para protestar teníamos que ir a la Ciudad. A mis 14 años ya estaba yo tomando camiones y sufriendo asaltos en mi camino al CCH Azcapotzalco, pero era lo que tenía que enfrentar para poder acceder a un pase directo a la UNAM.
Durante todos esos años, también fue evidente que no solo las actividades recreativas eran un problema, lo era también la democracia. Recuerdo muy bien muchas elecciones porque la casilla en la que votan mis papás se ponía en mi primaria, la Rosario Castellanos. Mis papás siempre fueron a votar por la izquierda y con mucha esperanza. Pero llegaban a la casilla y todo se desvanecía: estaba siempre rodeada de cinco a 10 priistas [recuerdo hasta la fecha las caras de una comerciante y un fotógrafo, priistas hasta la raíz] monitoreando y haciendo lo que todos sabíamos: comprando votos con esas estrategias que los priistas llegaron a perfeccionar de tanto que las hicieron. Y bueno, en la noche, la sábana de resultados confirmaba que la operación era exitosa y el PRI ganaba siempre.
La primera elección de Gobernador que recuerdo a la perfección fue la de 2005, la que instauró el vergonzoso el Peña bombón te quiero en mi colchón. Fue ahí donde empecé a entender que el PRI controlaba en su totalidad el Estado de México, leí sobre el Grupo Atlacomulco, empezamos a conocer las corruptelas de Arturo Montiel y vimos con espanto lo que venía, un político de plástico que enloquecía a las mexiquenses. Sin ningún problema ganó y comenzó la era Enrique Peña Nieto, que al igual que como ocurrió a nivel federal, al llegar al poder, instauró un modelo todavía más corrupto que el de sus antecesores. O al menos más cínico.
Le siguió Eruviel Ávila que abandonó la entidad sin aclarar muchas de las observaciones que la Auditoría Superior de la Federación hizo a su Gobierno por millones de pesos, y finalmente tocó el turno de un heredero de la dinastía: Alfredo del Mazo Maza. ¿Cuáles eran sus méritos? Ninguno, fue apenas un funcionario al que su primo Peña Nieto le dio un puesto en Banobras [nada tontos] y había sido alcalde de Huixquilucan. Pero como sucede en la realeza, estamos ante familias parasitarias que reclaman un poder que sienten que les pertenece. Aquí ocurre que tenemos a ese PRI rancio que se comportaba como si el Estado de México fuera de su propiedad.
Cuento toda esta historia para llegar al día en que la izquierda partidista homenajeó a ese PRI. Al que PRI que mantuvo pobre al Estado de México [es la entidad con mayor población en pobreza hasta la fecha]; es el PRI que miró cómo incrementaban los feminicidios y no hizo nada; que miró cómo la calidad de la vida de los mexiquenses se deterioraba porque tienen que viajar dos horas para llegar al trabajo y dos horas para regresar a casa y no hizo nada; ese PRI que se llenó los bolsos del dinero que era para hospitales; ese PRI que llevó a sus empresas a construir autopistas y que le cuestan carísimas a la gente; ese PRI que dejó que las personas a diario sufran asaltos en el transporte público más caro y de peor calidad… la lista es larga y hace que duela el estómago. Lo digo como mexiquense.
Porque sí, todo México ha padecido al PRI pero un mexiquense tiene maestría en ello.
¿Habrá alguien que viva en Ecatepec, Toluca, Ixtapaluca, Tlalnepantla, Atizapán, Neza o Chimalhuacán que genuinamente piense que es necesario rendir homenaje a un exGobernador mexiquense? Yo no me había hecho esta pregunta hasta el pasado 10 de enero. Si me la hubiera hecho con toda certeza hubiera respondido que no. pero ahora sé de una mexiquense que sí y es nada más y nada menos que la Gobernadora, Delfina Gómez Álvarez.
“Son tiempos de unidad política para consolidar la transformación mexiquense. Hoy recordamos en su Sexto Aniversario Luctuoso al licenciado Alfredo Del Mazo González, un hombre que dedicó su vida al servicio público y al progreso del pueblo del Estado de México. A seis años de su partida, destacamos su legado, que permanece en la memoria de quienes compartieron su visión de un estado moderno. Seguiremos adelante con la transformación y con #ElPoderDeServir, convencidos de que la justicia social y el bienestar común son la base de un futuro mejor para la población de nuestro querido Estado”.
Ese es el tuit que escribió la maestra acompañado de fotografías sobre el evento.
Me surgen varias dudas, la principal sobre lo que señala de los tiempos de “unidad política para consolidar la transformación mexiquense”. Hace pensar que las inercias para poder hacer su trabajo son fuertes y que hay que ceder, tanto que no sólo hay que incluir y mantener a priistas en la estructura de Gobierno sino también rendirles homenajes luctuosos.
Sin embargo, los números de la maestra Delfina y de Morena chocan con esa aparente necesidad de mantener la unidad con el PRI mexiquense. En 2017, cuando Delfina compite con Alfredo, la diferencia entre ambos fue de apenas 2 puntos porcentuales, lo que es impresionante siendo el Edomex la entidad con el padrón electoral más grande del país.
En 2018, el Edomex le dio a Andrés Manuel López Obrador 4 millones 373 mil 267 votos, siendo la entidad que más sufragios sumó a su victoria y por lo tanto a la de todo Morena.
El triunfo de la maestra se dio en 2023 con el 52 por ciento de los votos a pesar del PRI que quería constancia de mayoría y no de buena conducta. Para 2024, cinco millones 125 mil 040 mexiquenses le dieron su voto a Claudia Sheinbaum y otra vez, fue la entidad que más abonó para la victoria de la izquierda.
Todos estos números me llevan a decir: ¿cuál unidad es la que quiere la maestra Delfina? Los mexiquenses desde 2017 rompieron todas las cuerdas a las que estaban atados. Y fue por mera voluntad política, por entendimiento claro de la situación, ya que la pobreza continúa pero hay una noción de que no se podía continuar por el camino de Atlacomulco. Y los mexiquenses sacaron al PRI pese a que la compra de votos no cesó y pese a que ese partido logró construir una estructura infalible para controlar la entidad.
¿Cuántos votos más necesita la maestra para decir NO a menos a esos eventos simbólicos? ¿Hubo presiones fuertes para que la maestra organizara y participara un homenaje a un priista que no es importante salvo para los priistas de la élite mexiquense?
Entonces queda la pregunta que es también preocupación: si aunque se cuente con el respaldo de millones de votos, que han venido creciendo elección con elección, ¿qué se requiere para enfrentar las presiones del PRI mexiquense? Claro, asumo que hay presiones porque no tengo otra explicación del por qué un homenaje de Morena al PRI.
Al llegar la alternancia al Estado de México sostuve que Morena había arrebatado por fin la guarida, el escondite priista, ya que era el lugar en el que podían hacer lo que quisieran, ya que al fin contaban con que el siguiente Gobernador, al ser de su partido, no se pondría a investigar a su antecesor.
Pocas veces se ve a un priista atacando a otro priista y cuando eso llega a ocurrir los episodios rara vez son protagonizados por priistas mexiquenses.
En la actual administración eso ha faltado o al menos no sabemos hasta la fecha si se rompió el pacto de corrupción pero no tenemos ni una sola declaración del inicio de alguna investigación a funcionarios del pasado y vaya que hay de dónde escoger.
Me remito a un reportaje que publiqué a mediados de 2024 sobre la jugosa licitación de la Línea 1 del transporte Mexibús. De acuerdo con los anexos del título de concesión ese proyecto cuenta con beneficios que se acumulan kilómetro a kilómetro. Y eso es literal.
De entre todos los documentos sobresale la lista de beneficios que el Gobierno otorgó únicamente al consorcio ganador de la Línea 1 de Méxibús, era el inicio del proyecto maestro de movilidad de Enrique Peña Nieto y Gerardo Ruiz Esparza.
Le garantizaron al consorcio ganador -conformado por las empresas Data Concepto, Latin ID y Grupo INDI- la concesión durante 30 años. Le entregaron el derecho de explotar la comercialización de locales que se abrieron en las estaciones terminales —convertidos en grandes plazas comerciales— , además de toda la publicidad que pudiera ser colocada en estaciones, terminales y camiones.
Aunado a ello, le corresponde al consorcio el 26.9 por ciento del total de la recaudación por peaje.
Pero los beneficios no quedaron ahí.
En uno de los anexos titulado “Pago al Concesionario”, el Gobierno del Estado de México estableció que pagaría a la empresa por “kilómetro recorrido”, esto desde el inicio de la Etapa Operativa, es decir, desde el día uno, y durante toda la vigencia de la concesión.
Antes de publicar ese reportaje, como se acostumbra, consulté a un funcionario del Estado de México para incluir la respuesta institucional. Le expuse los beneficios encontrados y luego expresó que había “peores” cláusulas como “afores garantizadas” y que se trataba de un “atraco al Estado”, así lo denominó. Como cualquier periodista, ante dicho comentario de inmediato y naturalmente solicité más información sobre ese dato o al menos algo que me acercara. Ya no hubo respuesta.
El Gobierno actual tiene documentos, archivos completos, recibió oficinas que fueron utilizadas para servir a un partido y no a la gente durante décadas. Nada se ha hecho público. Nada.
¿Qué le hace falta a la maestra Delfina? Tiene millones de votos y tiene en sus manos cientos de documentos que podrían probar cómo el PRI hundió y maltrató a la entidad más poblada de México para enriquecerse.
La unidad de la que habló para explicar el por qué un homenaje al PRI debe ser más con los mexiquenses que aguantaron por décadas a esos priistas que los gobernaron. No tenían el Gobierno que merecían, era el Gobierno que un partido les imponía.
Además de los resultados que se puedan dar como Gobierno, en el Estado de México hay una urgencia de justicia o… en nombre de la “unidad” ¿vendrán los homenajes al licenciado Peña Nieto? ¿A Arturo Montiel? ¿Al aliado Eruviel? Ya no me sorprendería. Morena ya homenajeó a un Del Mazo, integrante de ese PRI dañino que arrebató calidad de vida a millones de personas durante décadas.
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18-01-2025 - 12:03 am
"Dinamarca es uno de los países que se ostenta hoy como uno de los más civilizados".
Uno de los mejores pabellones de la pasada Bienal de Venecia fue el de Dinamarca. Se le otorgó al artista groenlandés Inuuteq Storch. Rise of the Sunken Sun, rememoró a la bandera de su país: un círculo rojo saliente y a la vez hundido en la tierra; es claramente un acto de perdón por años la colonización danesa. La exhibición del pabellón fue collage de fotografías en la que Storch nos adentra en su universo. Imágenes captadas por él y que nos permiten conocer un entorno actual y las consecuencias de ser colonia, vivir en el asedio capitalista y en la provocación consumista, se mezclan con otras antiguas que fue recolectando en sus viajes por Groenlandia. Cada una es una declaración: el tiempo para los habitantes de Kalaallit Nunaat (tierra verde), es distinto al que marcan los relojes y la ambición occidental. Un diario que expresa un sentimiento y que muestra la belleza mesurada, auténtica; a veces cruda, otras dolorosa. Eso son los inuit.
Conocidos erróneamente como esquimales, inuit quiere decir la gente. Habitan las zonas árticas del norte, Canadá, Alaska, Siberia y Groenlandia. Por desgracia, presas de la vorágine del capitalismo, primero de Dinamarca y ahora peor, de los Estados Unidos de Donald Trump.
Los inuit caminaron desde Siberia a Alaska, cruzando el estrecho de Bering; se fueron expandiendo hasta llegar a Groenlandia, hace 2 mil 500 años. Muchas de las tribus no resistieron las terribles condiciones de vida, y desaparecieron. Los Thule, es el grupo más conocido. De constitución adaptada a ese difícil medio, son pequeños de estatura y de piernas cortas para poder conservar el calor en sus cuerpos. Sus ojos rasgados y sus pestañas pesadas, los protegen de los intensos rayos de sol.
Viven en una permanente fragilidad que, curiosamente, ha sido su fortaleza. El frío, el aislamiento, la falta de infraestructura, las condiciones en las que deben proveerse de alimentación y vivienda. No importa el progreso del mundo, ellos se constituyen socialmente como tribus. Algunos siguen siendo nómadas, con una movilidad sorprendente que depende de las estaciones. Otros se han establecido en pequeñas y rudimentarias poblaciones incomunicadas unas de otras. La economía de los inuit se basa en la pesca de ballena y del caribú principalmente.
Su vida no es para planearse a largo plazo. La sobrevivencia diaria es su máxima meta. A pesar de ello, o tal vez por esa razón, su comprensión del tiempo es otra. Viven envueltos en mitos donde las cosas ocurren siempre, en el centro de un imaginario que teje relatos que los acompañan a lo largo del día, y que en ciertos momentos revelan infinitos. Sus narraciones se ocultan en los intersticios donde habita el misterio y en un horizonte que no parece tener límites. Contra todo, los inuit son privilegiados, su sabiduría se teje de la experiencia inmediata y mezcla la práctica con la belleza. Son grupos unidos delante de la inexplicable naturaleza que los obliga a protegerse entre ellos, a compartirlo todo, a rechazar el egoísmo.
Los viejos son los sabios que dan consejos, que cuentan historias. Los jóvenes aprenden de ellos. Generación tras generación cada inuik (persona) adquiere una forma de conocimiento que lo acompañará y lo convertirá en un propagador de su cultura. Sus principios religiosos son animistas y chamanistas. Los animales tienen alma y cuando son cazados se debe celebrar un ritual, así los acompañarán al mundo de los muertos. Hay un cielo y un infierno y quien muere transmuta parte de su alma en los recién nacidos.
Mientras los hombres salen a cazar, las mujeres cuidan su axis mundi. Sitio de reunión, el hogar es donde siempre se guardará con celo la vida familiar. Se trata de un iglú o, si acaso, una pequeña construcción de madera. Mientras tejen y bordan sus telas, enseñan a los niños a seguir sus tradiciones. Su arte es la representación de animales y seres míticos hechos de madera y huesos, en sus bordados desbordan sus anhelos, sus miedos convertidos en monstruos y sus ángeles protectores. También curten las pieles del caribú que dicen en sus leyendas fue enviado por los dioses para alimentar al pueblo. Su carne se come, su piel se convierte en vestidos y en muebles. Con ella forran su entorno para guardar el calor. Las mujeres son capaces hasta de elaborar kayacs que sirven a los hombres para salir a pescar.
Dinamarca es uno de los países que se ostenta hoy como uno de los más civilizados. Copenhague, su capital, está considerada como una de las mejores ciudades para vivir; se habla de la educación, amabilidad y buen humor de los daneses. Pero no todos saben sobre el oscuro pasado que tuvieron como imperio. Un asunto que sería irrelevante ante la crueldad de portugueses, belgas, alemanes, holandeses, ingleses, y sabemos que también españoles. Aunque estos insistan en que no deben pedir perdón.
El imperio colonial danés existió desde el siglo XIII y en su asociación con Noruega abarcó regiones como Groenlandia y cierta parte de Islandia. Para el siglo XVII se había extendido a África, el Caribe y la India. Se caracterizó por el mal trato a los esclavos y su comercio descomunal. Después de tener que vender y perder la mayoría de sus territorios colonizados, solo restó Groenlandia a la que cedió su libertad en 1953 considerándola como una región autónoma y condado danés.
En un artículo de El País, Antonio Jiménez Barca narra cómo, en los años cincuenta, más de veinte niños inuit fueron arrancados de sus familias y obligados a emigrar a Dinamarca. La idea era que aprendieran danés y se formaran en esa cultura para después modernizar Groenlandia. Resultó un fracaso. Desarraigados, se convirtieron en parias, alcohólicos y mendigos. Dinamarca ha pedido perdón por ello a los sobrevivientes que a estas alturas son ya unos ancianos. No menos terrible es el Caso espiral cuyo objetivo era controlar la demografía. Sin autorización, miles de niñas inuit fueron esterilizadas y a otras se les colocó un doloroso dispositivo intrauterino. Los pescadores no tuvieron mejor suerte. Con el pretexto de mejorar sus condiciones, más bien para poder controlarlos y explotarlos, fueron reubicados abandonando sus tierras de origen. La mayoría no resistió el cambio y cayó en desgracia. Como condado de Dinamarca, Groenlandia recibió algunos beneficios como derechos a la salud y educación. Pero aún sigue habiendo una brecha infranqueable entre un joven danés y uno groenlandés. Especialmente los inuit.
Una paradoja más es la riqueza de recursos. Petróleo, gas, oro, hierro y los nuevos minerales que están sirviendo para las baterías de autos eléctricos, despiertan el apetito de los norteamericanos que están disponiéndose a negociar su dominio o tal vez inaugurar una nueva era imperialista.
¿Cuánto puede durar esta riqueza en manos de una explotación depredadora?
Ni Dinamarca ni Estados Unidos han sido respetuosos en su afán de expandirse. No puedo olvidar una fotografía tomada a Trump en su primer periodo como Presidente durante los tratados con Alaska para extracción de petróleo y la construcción de un gasoducto. En la difundida imagen de prensa, un grupo inuit lo rodeaba. La expresión aparentemente triunfadora de cada uno, fue como un anuncio apocalíptico. Inyectados de ambición y como si hubieran sido lobomotizados por el ambicioso político, que no cree en el calentamiento global y la crisis ambiental, pero sí en su poder. Y que ahora viene por más.
Lejos de estos hombres quedaban las sabias enseñanzas, el respeto a sus tierras. Pero a cambio de eso recibirían mucho dinero. Frente a un paisaje que soporta y se hunde en la incertidumbre, los rituales continuarán, la madre tierra resiste. Mientras sus cantos antiguos acompañados del tambor y la esperanza se siguen escuchando en las noches eternas, las costumbres ancestrales de una cultura que se niega a desaparecer acompañan el día a día de los inuit y les da el coraje para sobrevivir ante la espeluznante maquinaría de la modernidad y el capitalismo.
@Suscrowley
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