Alejandro Páez Varela
@paezvarela“Vemos normal que Sheinbaum juste a la baja el déficit fiscal después de un cierre poderoso en obra pública y en gasto; y debe verse normal que haga ajustes a la estrategia de seguridad. Es más: prepárense para un ajuste en migración porque Donald Trump y sus ultras vienen duros contra México. Y todas estas son decisiones que López Obrador no tomó y que Claudia asume porque son propias. A nadie le extrañe –y debe verse muy normal– que la Presidenta ajuste el Gabinete antes de 2027 y busque nuevos liderazgos”.
“El conservadurismo del Poder Judicial tiene un repentino momento de lucidez y le pegan en la frente las verdades de Perogrullo. Se da cuenta lo que todos vemos, de tiempo atrás: que ni uno de ellos tiene cara para pedir apoyo de la gente. Se entera que no basta declararse en resistencia; que no es suficiente con que Norma Piña se pare en una marcha y levante el puño; que no se toman edificios públicos como lo hacen los huelguistas de verdad y ya, con eso se tiene la solidaridad de la gente. Las verdades de Perogrullo duelen de tan obvias. La derecha, que tiene en el Poder Judicial un bastión nada despreciable, entiende en apenas un verano por qué no se le quiere y trata de remendarlo con galletitas gratis”.
“Hablo de las élites que habitan de tiempo atrás una nación propia. Es una nación que ocupan ministros y magistrados, intelectuales que defecan canapés de tanto que comen en recepciones y ricos y muy ricos que se sirven de los demás. Hablo de la burocracia dorada y de académicos encumbrados, que son parte de esta nación dentro de la Nación mexicana, y también de un puñado de periodistas que ha ganado fortunas destruyendo por encargo. De una nación dentro de otra que se ve a sí misma demócrata y libertaria y es la nación desde la que se dictan discursos y se escriben verdades o mentiras o mitades de las dos y no importa porque se acatan y ya. O se acataban, y ya”.
“El menosprecio a la gente tuvo un alto costo para los teóricos y para las generaciones que abrazaron la doctrina neoliberal. Pequeño detalle: los ciudadanos votan. Durante cuarenta años se les trató de imbéciles, inútiles, incapaces, corruptos, viciosos, imposibilitados para saber qué les conviene hasta que repentinamente alguien les dijo que eran todo lo contrario. Lo que Andrés Manuel López Obrador hizo fue decirles: si yo puedo enfrentarme a todos, ¿se imaginan qué tanto podremos hacer juntos, si somos millones?”
“Hay decenas de preguntas que ayudarían a comprender el entorno de una decisión trágica que condujo al asesinato de cientos de miles de mexicanos; a la desaparición de decenas de miles y en desplazamiento forzado, desde principios de 2007 hasta nuestros días, de al menos un millón de personas. Son preguntas que arman una historia y tienen, además, dos efectos colaterales: uno, si se quiere desnudar la cadena de mando para posteriores cargos criminales (sean en este sexenio o en futuros sexenios); y dos, para efectos de la recuperación de la memoria histórica con miras a la reparación y a la no repetición”.
“¿Van a armar un nuevo partido en 2025? Adelante. Deben razonar la posibilidad de dejar a Santiago Creel en el PAN por llorón falso, a “Alito” en el PRI por el tufo a podrido, a Vicente Fox en su rancho por menso y nocivo, a Calderón en Madrid por todo lo anterior y por su actitud de resaca eterna, lo cual los llevará a preguntarse con quiénes tienen que armar su partido. ¿Con Lilly Téllez y Ricardo Salinas Pliego, con América Rangel y Eduardo Verástegui, con Jesús Ortega y Chumel Torres? ¿Y qué van a ofrecer en su proyecto de Nación si cargan con esos? ¿Y qué tipo de democracia pretenden impulsar si les molesta tanto que la gente decida?”
“El destino de Piña y de su séquito está echado. No hay manera de que evadan su encuentro con la historia. Las élites que tanto la adulan y adulan a las y los ministros que la acompañan no podrán mantener sus privilegios. Los van a perder, como sea. Es en un año, o es en dos. Los perderán. Pero parecen no darse cuenta. Piensan que pueden decir azul aunque sea rosa, o rosa aunque sea azul, e imaginan que la gente se los cree y que si no se los cree, no abrirá la boca. Dicen que vivimos una dictadura pero nadie ve tanquetas en las calles o bayonetas desfilando en el barrio; dicen que se va a acabar “el equilibrio de poderes” cuando ese poder corrupto que tanto defienden siempre sirvió a los intereses del Presidente en turno. Acusan que se instaura una monarquía en México pero corren a España a refugiarse en los brazos de una monarquía corrupta”.
“El taquero de Tlaxcala que sabe de la Reforma Judicial y la viuda nunca tuvo nada para ella y me presume que le llegaron tres mil pesos extras y se los piensa gastar en lo que se le pegue la gana. El migrante que se justó un dinerito para viajar desde Connecticut hasta Tabasco con su esposa para presumirle, aunque sea por fuera, la nueva refinería de Dos Bocas. Los jóvenes que rentaron un cuarto de hotel en el Zócalo para despedir a su Presidente, el último día. Los que contaron las mañanas para ser los primeros en subirse al Tren Maya, aunque fuera en un tramo corto”.
Millones de personas tuvieron un despertar en la política. Millones abrieron los ojos en los últimos años y tienen hambre de ver y ver más. Esos millones quieren aprender a distinguir entre la verdad y la mentira. Son millones que se volvieron necesariamente más demandantes. Quieren un nuevo Poder Judicial, pero más adelante querrán resultados de la reforma; quieren que el sistema de salud sea como el de Dinamarca y saben que llevará tiempo, pero sí esperan que suceda. Salen a las calles a apoyar a su Presidente y a su Presidenta pero también esperan seguridad.
Un expresidente mexicano que condensa la hipocresía; la búsqueda de un voto “santo” para aprobar la Reforma Judicial; el odio convertido en una droga dura como el fentanilo y las fuentes que alimentan ese odio se convierten en un collage de temas; varias pólaroid sobre un fin de sexenio.
La declaratoria de validez de la Reforma Judicial fue firmada la noche de este viernes durante la transmisión en vivo de “Los Periodistas” para ser enviada al Poder Ejecutivo que la publicará este domingo en el Diario Oficial de la Federación.
Todos estos años, el sexenio en el que por primera vez quedaron fuera del reparto de beneficios porque López Obrador les arrebató el Poder Ejecutivo, los nombres y apellidos de una casta política, económica, académica, mediática y cultural de México se han mantenido agazapados, fingiéndose demócratas y liberales, sin hacer mucho ruido respecto a dónde cobran y cuántos de los privilegios mantienen sin tocar.
Le lanzan cosas al ring como se las lanzaban a Peña Nieto al final del sexenio. Y Peña Nieto corrió a su esquina a esconderse en el cubo de agua por los ramalazos que le aplicaban los poderes de facto. Pero López Obrador no. Le pegan y lo provocan más. Intentan decirle que no tire golpes en el último round. Es una mala idea. Es alguien que ha esperado toda su vida este momento. Y no les va a dar el gusto de aflojar en el último round sólo porque es el último. Todo lo contrario. Le dan razones para buscar una nueva foto, una foto mejor, girando la cintura con el puño recto sobre la mandíbula de un enemigo que sangra desde 2018 y no ha dejado de sangrar, seis años después.
El Poder Judicial será opaco, corrupto, antinacional, déspota, antipopular, poco solidario, acomodaticio, convenenciero, antidemocrático, agachón con los poderes de facto, símbolo del priismo más podrido, vendepatrias, aliado del panismo más hipócrita y, para terminar pronto: el Poder Judicial será un hijo de la tiznada –no soy tan vulgar como Roosevelt y mucho menos como Kissinger–, pero es el que le gusta al Embajador de Estados Unidos y a los intereses que representa. Y con eso basta, y por eso lo defiende.
Se le llamó “red set” a una oleada de izquierdistas que volvió a Chile a finales de los 1980 y principios de los 1990. Muchos habían huido de Pinochet y no eran hijos de obreros, necesariamente, porque los obreros y sus familias se quedaron a tragarse la represión. Éstos otros, al volver, sabían de literatura y traían las llaves de la democracia moderna, como nuestro José Woldenberg; mezclaban inglés y francés con español, y distinguían un buen vino o un buen libro a un kilómetro, parados en un pie y fumando un habano salido de alguna Embajada de Cuba, como nuestro Jorge Castañeda. Los padres de la generación “red set” o ellos mismos muy jovencitos habían olido el palacio de La Moneda con Allende antes de que las bestias lo bombardearan y volvían feministas y citaban a Simone de Beauvoir, al tiempo que eran buenos para las finanzas personales, como nuestro Aguilar Camín. Abrazaban el liberalismo y a ese término le colgaron lo de “social” para llamarlo “liberalismo social”, como nuestro Carlos Salinas o nuestro Enrique Krauze.
La atención de la prensa se ha centrado en Rocha Moya cuando Héctor Melesio Cuén, a quien “El Mayo” llama “amigo”, tiene documentados encuentros con Xóchitl Gálvez, Marko Cortés, Alejandro Moreno Cárdenas y Jesús Zambrano. Están las fotos de ellos juntos. Están los comunicados de prensa y los testimonios. Y no me extrañaría que el mismo Cuén se reuniera con Claudio X. González durante 2023 o 2024 porque el fundador de Mexicanos contra la Corrupción estuvo varias veces en Sinaloa haciendo campaña y porque el exrector era la referencia opositora allá. Pero los medios ayudan a distorsionar la realidad: crea escenarios alternativos (Rocha) para desviar la vista de los hechos (Cuén). Eso es posverdad.