Desde que Tales de Mileto tuvo la genial idea de frotar ámbar, y descubrió sin saberlo la electricidad estática, cientos de hitos tecnológicos a lo largo de la historia han hecho posible que hoy disfrutes de tu móvil de última generación, algunos con polémica incluida. La pila eléctrica, el telégrafo, el ‘teletrófono’, la aplicación del código binario, las pantallas de cristal líquido o los sensores CCD son algunos de ellos. Viajamos al pasado para descubrirlos.
Por Cristina Sánchez, especial para SinEmbargo
Madrid, 30 de enero (ElDiario.es/SinEmbargo).- Todos nos enojamos con nuestro teléfono inteligente cuando es incapaz de pensar rápido, se queda dormido sin que haya pasado un día entero o no puede almacenar todas las aplicaciones que desearíamos. En esas ocasiones, no estamos valorando la ingente cantidad de hitos tecnológicos que han hecho posible que tengamos ese ‘smartphone’ en nuestro bolsillo. Físicos, ingenieros, químicos o matemáticos han exprimido sus neuronas a lo largo de la historia para, sin saberlo, ayudar a que puedas escribir por WhatsApp.
DEL ÁMBAR AL TELÉGRAFO: LA ELECTRICIDAD, UNA ÚTIL FORMA DE ENERGÍA
A Edison no fue al primero que se le encendió la bombilla eléctricamente hablando. El filósofo y científico griego Tales de Mileto describió en el 600 a.C. la capacidad del ámbar (‘elektron’ en griego) para atraer las partículas más livianas cuando se frotaba con la ropa. Sin saberlo, Tales estaba descubriendo el fenómeno que ahora conocemos como electricidad estática. Para entender la importancia de su hallazgo, hubo que esperar hasta que el inglés William Gilbert estudió las propiedades de atracción del ámbar en 1600, en su obra ‘De Magnete’, que se convertiría en un ‘best-seller’ para los científicos de la época. Este médico privado de la reina Isabel I fue el primero en hablar de fuerza eléctrica, y la estudió a través de un electroscopio inventado por él mismo.
Los siglos XVIII y XIX son fundamentales para este viaje a través de los electrones. El italiano Alessandro Volta desarrolló un invento fundamental para que tu móvil actual sea autónomo: la pila eléctrica, tatarabuela de las baterías. Como tantos otros inventos, la pila surgió de una controversia. El anatomista Luigi Galvanidiseccionaba ranas cuando se percató de que, al chocar con un gancho de bronce, sus ancas se contraían espontáneamente. Galvani denominó al fenómeno ‘electricidad animal’, pero Volta se propuso demostrarle que no estaba en lo cierto y que los músculos de las ranas no ‘producían’ electricidad.
Para ello, construyó la pila voltaica con discos de zinc y plata, separados por un paño mojado en salmuera, que transformaban la energía química en un flujo de corriente eléctrica. Cuando concluyó su invento, mostró la pila a la Royal Society de Londres en 1800 y al mismísimo Napoleón, que quedó maravillado.
Ya en 1820, Hans Christian Orsted estableció que una corriente eléctrica que fluye a través de un hilo conductor crea un campo magnético capaz de desviar la aguja de una brújula. Para entendernos, este danés fue el primero en relacionar electricidad y magnetismo, una amistad sin la que tu móvil no podría existir.
Michael Faraday fue un paso más allá. Nacido en el seno de una familia humilde y aficionado a la lectura de los obras que le mandaban encuadernar, este británico descubrió las leyes de inducción electromagnética: en 1832, demostró ante el Royal Institute el modo de transformar el magnetismo en electricidad.
Los experimentos de Faraday permitieron al físico James Clerk Maxwell publicar la primera teoría unificada electromagnética treinta años después. Artífice de las famosas ecuaciones de Maxwell presentes en todo libro de física que se precie, predijo incluso la existencia de esas ondas electromagnéticas gracias a las cuales puedes hablar por tu teléfono móvil.
Carl Sagan llegó a decir que “las ecuaciones de Maxwell han tenido un impacto mayor en la historia de la humanidad que diez presidentes”. Ahí es nada.
De forma paralela a estos avances, en el siglo XIX surgieron otros protagonistas que sí se podían tocar: los telégrafos eléctricos. Antes de que el inventor y pintor Samuel Morse presentara su telégrafo en 1837, que terminaría por imponerse a los demás por su simplicidad, hubo muchos otros por el camino, uno de ellos con nombre español. El científico barcelonés Francisco Salvá y Campillo construyó el suyo en 1804, permitiendo la transmisión de mensajes a distancia. Un pequeño paso para este nuevo medio de comunicación.
GRANDES INVENCIONES, GRANDES DISCUSIONES
Las rivalidades han sido frecuentes en materia de inventos, especialmente cuando hay dinero de por medio. Antonio Meuccilogró conectar dos habitaciones con un sistema de comunicación novedoso, su ‘ teletrófono’, que presentaría públicamente en 1860, aunque no pudo patentarlo porque no disponía del dinero necesario. Desesperado, el italiano mandó un modelo a la compañía de telégrafos Western Union, que lo engañó.
Alexander Graham Bell acabaría patentando el teléfono en 1876. Aunque Meucci lo demandó por fraude y falsedad, nunca se benefició de su invento y murió arruinado. En 2002, el Congreso de Estados Unidos reconoció por fin a Meucci como el verdadero inventor del teléfono y el padre de las comunicaciones modernas. En cierto modo, nuestros ‘smartphones’ nacieron de una injusticia.
Otra de las batallas más famosas en la historia de los inventos es la guerra de las corrientes entre el serbio Nikola Tesla y el inventor de la bombilla, Thomas Alva Edison. Edison era un firme defensor de su sistema de corriente continua. También fue jefe del brillante Tesla, aunque desestimó sus ideas sobre las ventajas de la corriente alterna. El serbio desarrolló por su cuenta el motor de corriente alterna, apoyándose en el mecenas George Westinghouse. Así que la guerra entre la corriente alterna y la corriente continua, con Westinghouse contra Edison, había comenzado. Los dos se disputaban el imperio eléctrico. El tiempo ha demostrado que el serbio llevaba la razón.
A Tesla también lo timaron con otra de sus invenciones: la radio. El serbio patentó un primer diseño en 1897. Posteriormente, el italiano Guglielmo Marconi presentó su radio, en la que utilizaba más de una decena de patentes de Tesla, y en 1901, utilizó su sistema de transmisión de señales para mandar el primer mensaje transatlántico de la historia. Marconi fue reconocido como autor del invento y llegó a ganar el Nobel de Física por ello. Hasta 1943, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos no reconoció finalmente a Tesla como el verdadero padre de la radio. Él nunca lo supo. Había muerto meses atrás.
NUESTROS MÓVILES HABLAN EN BINARIO, UN CÓDIGO CON UNOS CUANTOS SIGLOS DE VIDA
Aunque nuestro móvil parece ser capaz de adivinar nuestros deseos, en realidad procesa la información en forma de unos y ceros, como cualquier otra máquina. El famoso código binario cuenta con siglos de existencia. Según algunos estudios, el matemático indio Pingala, autor del ‘Chanda-shastra’, un libro en sánscrito, ya describió un sistema de lógica binaria entre el año 500 y el 200 a.C. Tuvieron que pasar unos cuantos siglos hasta que el alemán Gottfried Leibniz documentó en 1703 su sistema de numeración binaria, explicando cómo se podrían hacer cálculos de forma sencilla a través del 1 y el 0.
Ciento cincuenta años después, George Boole avanzó en esa idea. Este matemático utilizó el álgebra para resolver problemas de lógica: un 1 representa un ‘sí’, un ‘verdadero’ o un ‘on’; mientras un 0 representa un ‘falso’, ‘no’ u ‘off’. Había nacido la famosa álgebra booleana. Sin embargo, este sistema no pasó a la práctica hasta que a mediados del siglo XX al estadounidense Claude Shannon, pariente lejano de Edison, se le ocurrió la genial idea de implementarla en los circuitos digitales.
Shannon fue además un notable criptógrafo en la II Guerra Mundial. Precisamente gracias a esa labor conocería a otro de los personajes más famosos de la historia de la informática: Alan Turing. Shannon quedó asombrado cuando el británico le enseñó la documentación de su máquina universal. Mucho antes de la reunión entre estos dos genios, Ada Lovelace había descrito el primer algoritmo procesado por una máquina, allá por 1843. Lovelace fue la primera programadora de la historia; Turing, el padre de la informática moderna; y Shannon, el pionero de la teoría de la información. Tres genios que predijeron el desarrollo de los ordenadores, primero, y de tu pequeño móvil después.
PANTALLA LCD, SENSORES CCD, CÁMARA DE FOTOS… TU MÓVIL ESTÁ LLENO DE INVENTOS
Seguro que alguna vez, leyendo las características del móvil o de tu televisión, te has topado con las siglas LCD (‘liquid crystal display’), aunque no te hayas parado a reflexionar por qué diantres han llegado a tus dispositivos. El origen se sitúa en el descubrimiento casual de los cristales líquidos por parte del botánico austríaco Friedrich Reinitzer a finales del siglo XIX.Reinitzer realizaba experimentos con zanahorias para extraer el colesterol cuando se dio cuenta de que, al calentar un tubo de ensayo lleno de esa sustancia, se obtenía un líquido turbio. Tras fundirlo de nuevo, se formaba un cristal líquido, y la organización de sus moléculas podía cambiar la polarización de la luz.
Una simple investigación de hortalizas revolucionaría la electrónica, aunque hasta 1968 el ingeniero George H.Heilmeier no desarrolló la primera pantalla LCD. Pronto comenzaría a utilizarse en relojes digitales, televisores y calculadoras.
Otro componente sin el que no sería posible tu ‘smartphone’ es el CCDo dispositivo de carga acoplada, antecesor del CMOS. Estos sensores ayudan a que la imágenes queden registradas en las cámaras digitales. El CCD supuso tal avance que sus creadores, Willard S. Boyle y George E. Smith, fueron galardonados con el Premio Nobel de Física en 2009.Además, su invento sería utilizado por otro ingeniero célebre, Steven J. Sasson. Si no te suena su nombre, has de saber que es el responsable indirecto de que puedas hacerte ‘selfies’ con el móvil. Sasson fue el creador de la primera cámara digital, un pesado aparato de color azul que disparó su primera fotografía en 1975.
Tu móvil inteligente tampoco podría funcionar sin su cerebro, el procesador, al que exigimos cada vez más potencia. El primero, sin embargo, no valía para mucho. El Intel 4004, de tan solo 4 bits, se convirtió en el primer microprocesador comercial de la historia en 1971. Con sus 2.300 transistores, no era muy potente – se utilizaba en calculadoras -, pero por algo había que empezar.
Por aquellas fechas, Microsoft y Apple despuntaban en el panorama tecnológico. Bill Gates y Paul Allen fundaron su compañía en 1975, y tan solo unos años después lanzaron un nuevo sistema operativo, el MS-DOS, que seguro que recuerdas por su entrañable pantalla negra. No vamos a negarte que tu Android o tu iOS son mejores, pero MS-DOS supuso un primer paso hacia el más accesible Windows que empezaron a comercializar en los 80 de la mano de IBM.
Por su parte, Steve Jobs y Steve Wozniak fundaban Apple en 1976 con su primer producto bajo el brazo, el Apple I, un ‘kit’ de ordenador personal construido en madera que vendían por 666.66 dólares (unos 570 euros en la actualidad). Un modelo rústico que puso la primera piedra de un edificio, el de la manzana mordida, que creció hasta llegar al sofisticado iPhone.
Tu móvil tampoco sería el mismo si no dispusiera de una batería de iones de litio que permite su autonomía. Aunque se habían desarrollado otras con anterioridad, la de litio se impuso por ser pequeña y ligera. Ya en los 80, el japonés Akira Yoshino desarrolló el primer prototipo.
Estos avances (y muchos otros) fueron dando forma a la tecnología que utilizaban los primeros móviles, e incluso ‘smartphones’ primigenios como el Simon de IBM, una reliquia que celebró hace unos meses su vigésimo cumpleaños y que permitía, además de llamar, mandar faxes o recibir correos. Aunque fue un auténtico fracaso (que su batería durara una hora no ayudaba mucho), al menos la idea era acertada.
Los ‘smartphone’ han logrado conquistar el mundo, impulsados por el sinfín de hitos tecnológicos que tienen a sus espaldas.
Las imágenes de este reportaje son propiedad de Wikimedia Commons ( 1, 2, 6 ), Thierry Ehrman, Open Plaques y Burnick