Ciudad de México, 30 ene (SinEmbargo).– El reciente asesinato de los integrantes del grupo Kombo Kolombia, acontecido en Monterrey, Nuevo León aun con toda su ferocidad y alcance (se trata de 20 personas entre los músicos y los miembros de su staff) es apenas otro triste eslabón de una larga cadena de crímenes del que han sido víctimas los artistas populares en México. En particular en el último sexenio, el de Felipe Calderón, en el que se presentaron casos similares, en los que destaca el de Valentín Elizalde.
El caso de Kombo Kolombia es, además, el primero del sexenio de Enrique Peña Nieto, quien llegó a la Presidencia del país apenas el 1 de diciembre de 2012.
Desde el 2006 a la fecha, las autoridades han investigado crímenes cometidos contra personalidades del espectáculo. Sin embargo y más allá de los procesos, los casos han quedado impunes como tantos otros.
El pasado viernes, familiares de la agrupación musical denunciaron que los intérpretes de cumbia y vallenato fueron secuestrados después de que amenizaran una fiesta privada en un local llamado La Carreta, en el municipio de Hidalgo. Jorge Domene Zambrano, vocero de Seguridad de Nuevo León, confirmó que uno de los integrantes de Kombo Kolombia logró escapar con vida y que fueron sus informes los que permitieron localizar los cadáveres de los músicos en una mina.
Los últimos asesinatos, los primeros de este tipo para la administración de Enrique Peña Nieto, se distinguen de los anteriores en el sentido de que se trata de un grupo que no hacía narcocorridos, género criticado en diversas ocasiones por hacer apología del delito y otras más investigado por acusaciones sobre que los músicos supuestamente están ligados al crimen organizado.
LA LISTA NEGRA
Fueron muchos los artistas que en México murieron por las balas del crimen organizado y algunas de esas muertes resultaron tan absurdas como las de los dos miembros del grupo La Excelencia que fueron acribillados en Guadalajara porque no quisieron hacer un bis.
En marzo de 2012, la agrupación musical Cártel de Sinaloa, en el que falleció uno de sus integrantes, Rodolfo Gómez Valenzuela, fue agredida a balazos en el interior de una vivienda particular en la localidad de San Pedro.
Se trataba del segundo ataque a la agrupación de música tradicional mexicana, que el 26 de septiembre de 2009 perdió a otro de sus integrantes, José Antonio Sánchez Velázquez, víctima de disparos.
Balas de metralleta cegaron la vida del músico mexicano Valentín Elizalde en 2006, en un hecho que se suma a varias muertes violentas padecidas por diversos representantes de lo que se conoce en este país como “música de banda o grupera”, generalmente a causa de cantar en fiestas de narcotraficantes rivales.
En junio de 2010, el cantante Sergio Vega, conocido como “El Shaka”, fue asesinado por sicarios que le dispararon más de 30 veces.
A menos de cuatro años de haber perdido a su hijo Trigo Figueroa, quien en agosto de 2006 recibió un disparo en la cabeza al final de un concierto que su padre había dado en Texas, Joan Sebastian enterró en junio del 2010 a su hijo Juan Sebastián, asesinado en un hotel de Cuernavaca.
El muchacho tenía 32 años y en las puertas de un centro de diversión habría tenido una discusión con un guardia de seguridad que le costó la vida. El hecho fue reivindicado por El Cártel del Pacífico, grupo integrado por los hermanos Beltrán Leyva y que se adjudicó la responsabilidad del asesinato, aparentemente por el amor de una mujer.
Sergio Gómez, vocalista del grupo K-Paz de la Sierra, fue ultimado por orden de Nazario Moreno González “El Chayo”, extinto líder de La Familia Michoacana, de acuerdo con nuevos expedientes de la Procuraduría General de la República.
El músico fue privado de la vida el 1 de diciembre de 2007 y cuatro años después, aunque sin saber exactamente las causas por las que se llevaron a cabo su secuestro y muerte, se conoció la identidad del asesino intelectual.
Ese mismo día y año, mataron también a la cantante Zayda Peña; cuando estaba siendo atendida por los médicos en un hospital de la localidad norteña de Matamoros, luego de un atentado, un sicario ingresó a la sala de operaciones y la remató, una muestra de la crueldad que suele rodear a estos sangrientos hechos donde cantantes o familiares de músicos pierden la vida.
LAS FIESTAS DEL DIABLO
No hay razones para un crimen, pero puede haber un ambiente, un clima, que lo contenga. Tal parece ser el caso en territorios donde la violencia es reina y donde la falta de autoridad siembra el camino para que la impunidad aumente la cifra de víctimas.
En las zonas donde manda el crimen organizado son habituales las fiestas donde los capos del narco solicitan los servicios de artistas de alto rango, por caso la recientemente fallecida Jenni Rivera, quien habría amenizado fiestas de Édgar Valdez Villarreal “La Barbie”, narcotraficante actualmente en prisión, según declaraciones de un testigo protegido.
MUERTE JENNI PODRÍA ESTAR LIGADA A LOS ZETAS: La muerte de la “Diva de la Banda”, la Gran Señora, Jenni Rivera podría estar ligada a la organización delictiva mexicana más sanguinaria del hemisferio, Los Zetas, y no precisamente como resultado de las amenazas de twitter aparecidas en los medios a este respecto y que eran totalmente falsas, sino al lavado de dinero de este Cartel mexicano en suelo estadounidense
La cantante Alejandra Guzmán habría animado en 2006 una fiesta para sicarios de Los Zetas, dijo otro testigo protegido, un hecho que la artista jamás confirmó o desmintió.
Lo que es vox populi, sin embargo, es que muchas veces, los cantantes y ciertos actores o actrices no tienen opción frente a la posibilidad de ser contratados por narcotraficantes.
Salvo el poderoso grupo Los Tigres del Norte, que maneja los contratos en forma personal, cuidando de no ser conchabado por el crimen organizado, el resto está más expuesto a participar como atracción principal en una fiesta privada para delincuentes.
Así lo ha admitido públicamente la popular Paquita la del Barrio, quien declaró en 2009 que “ya he trabajado para narcotraficantes. Uno no se da cuenta hasta que llega a la fiesta”, dijo la intérprete y compositora de canciones como “Rata de dos patas” y “¿Me estás oyendo, inútil?”.
Sus declaraciones se dieron a conocer cuando fueron detenidos, en diciembre de 2009, el cantante de música ranchera Ramón Ayala y los integrantes de su grupo, por haber animado presuntamente una fiesta del narcotraficante Beltrán Leyva, quien una semana después fue abatido por fuerzas militares en Cuernavaca.
En 2008, una figura de largo alcance popular como el creador del “Chapulín Colorado” y “El Chavo del ocho”, Roberto Gómez Bolaños, fue acusado por Carlos Villagrán, que se hizo famoso por personificar a “Quico”, de actuar para un ex miembro del Cártel de Cali, algo que el dramaturgo y actor negó en forma tajante.