Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).– Aunque el Presidente Enrique Peña Nieto ha condenado los "actos de barbarie" ocurridos en Guerrero, movilizado a las fuerzas de seguridad federales, prometido cero impunidad y reconocido que las instituciones de México han sido "puestas a prueba", no ha ido a Iguala, a pesar de que lo acontecido la noche del 26 de septiembre representa "por mucho su mayor crisis y una de las peores atrocidades de México en medio siglo", publica The Financial Times.
"Esto no es "Mover a México", el lema del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, este es el viejo México, donde las autoridades locales son ineptas, corruptas y están en colusión con el crimen organizado; donde la vida no vale nada y la justicia es difícil de alcanzar", agrega el Times.
Por medio de un artículo de opinión, el medio británico da cuenta de cómo el gobierno de Peña Nieto se ha esforzado para distinguirse de la administración de Felipe Calderón. Sin embargo, dice, "Calderón sí contrarrestó las críticas en 2010, dando la cara a las madres furiosas de Ciudad Juárez después de la masacre de 15 adolescentes en una fiesta cuando la ciudad fronteriza estaba bañada en tal derramamiento de sangre que llegó a denominarse la 'Ciudad de la Muerte'".
"Ese era su Iguala [de Calderón]. La visita ayudó a impulsar una asociación cívica que resultó fundamental para el renacimiento de la ciudad [...] Peña Nieto aún tiene que ir a Iguala [...] su programa ha sido el de siempre: viajes a todo el país y discursos en eventos como la apertura de un hospital o asistir a un foro sobre medios de comunicación del estado [...] Peña Nieto, aclamado como el salvador de México hace sólo ocho meses en la portada de la revista Time, ahora está viendo los titulares internacionales dominados por una mala prensa que estaba trabajando para desterrar", publica el Times.
En el artículo que firma Jude Webber, corresponsal de The Financial Times para Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, dice que las principales preocupaciones de la administración de Peña Nieto son la economía, la corrupción y la seguridad. Dice que cuando la economía se paró en seco el año pasado con un crecimiento del 1.4 por ciento, los expertos criticaron cómo su gobierno pudo haber fallado en predecir "las consecuencias nefastas de su propia desaceleración en el gasto público y un cambio de la política de vivienda que azotó las empresas de construcción".
En cuanto a la estrategia de seguridad del gobierno, dice "que es algo incomprensible especialmente cuando las encuestas muestran que la clase media los mexicanos, afectados por nuevos aumentos de impuestos y desconfiados de sus promesa, no compran sus reformas".
La publicación da cuenta de las aptitudes de Peña Nieto como un operador político que en casi dos años de gobierno ha logrado sacar 11 reformas estructurales para colocarlas frente a los ojos de los inversores. Sin embargo, refiere como el caso Iguala lo ha puesto contra la pared; como prueba menciona el hashtag #EPNDemandoTuRenuncia que se colocó durante dos días como tending topic nacional.
"El gobierno también tiene dificultades para improvisar cuando las bolas curvas empiezan a llegar - tal vez porque algunos de los asesores clave, como jefe del Estado Mayor Aurelio Nuño, son jóvenes y relativamente inexperto en el gobierno. Peña Nieto no es Álvaro Uribe, el ex Presidente colombiano obsesivamente micro-empresarial que tomó una línea dura en las guerrillas izquierdistas", dice The Financial Times.
Cuestiona por qué el gobierno de Peña Nieto pensaba que las cosas iban a ir tan bien: "la agenda de la reforma es verdaderamente audaz e histórico y, con la perspectiva de que decenas de miles de millones de dólares que fluyen hacia México, cuando un sector energético cerrado por casi 80 años se abre, se podría tener una transformación. México, una potencia manufacturera, ha escapado a la desaceleración de los productos básicos que han lastimado otros países de América Latina y ha resistido los mercados emergentes recientes ventas masivas".
Sin embargo, señala que Iguala se ha apoderado de la atención nacional e internacional "tal vez precisamente porque el flujo de noticias sobre la muerte y el crimen se había desacelerado bajo esta Presidencia", dice el Times.