Seleste formó pareja con Pedro hace 14 años, y ambos se casaron hace cuatro. Su hijo, Juan, fue diagnosticado con parálisis cerebral y una severa discapacidad mental a los diez meses de edad y, debido a que ella sufre de ciática, Pedro ha sido el principal responsable de cuidarlo, darle de comer, bañarlo, y cargarlo a la cama o a su silla de ruedas.
Por María peña
Estados Unidos, Ciudad de México, 28 de septiembre (La Opinión/SinEmbargo).- Ni la intervención de la Iglesia Católica, las protestas de activistas o la extensa cobertura mediática lograron impedir que EU deportara este jueves a México a Pedro Hernández, quien durante 14 años había cuidado de un hijastro con parálisis cerebral y severa discapacidad mental.
Aunque reingresó de forma ilegal a EU en varias ocasiones, Hernández no tenía antecedentes criminales y durante casi 14 años era el principal encargado de cuidar de su hijastro, Juan Pino, de 28 años, quien depende de otros para todo.
Luciendo el grillete electrónico que la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) le puso en un tobillo, Hernández apenas pudo despedirse de su esposa, Seleste Wisnewski Hernández, una ciudadana estadounidense que movió cielo y tierra para impedir su deportación.
En entrevista telefónica hoy con este diario desde el aeropuerto en Cleveland (Ohio), Seleste confirmó que los agentes de ICE no le permitieron siquiera ingresar con él a la puerta de embarque.
“Acabo de dejar a mi esposo en custodia de ICE. Estoy en el garaje del aeropuerto, en su camioneta, sin saber cómo vamos a vivir sin él… no lo van a soltar porque se negaron a suspender su deportación; le dije que por favor no firmara ni un sólo papel, porque no habla inglés, y me dijo que no lo haría”, dijo Seleste, sin contener el llanto.
“Pensé que el Presidente (Donald) Trump iba a tener compasión con nosotros. ICE nos dijo que deportarían a Pedro porque es 'un nuevo gobierno', pero yo pensé: sí, cambió el gobierno, cambió la Administración, pero seguimos siendo la misma familia”, dijo.
BUSCÓ AYUDA EN TODAS PARTES
En las últimas semanas, Seleste contactó a la prensa, a la Iglesia Católica, a sus representantes en el Congreso, y a grupos pro-inmigrantes como America’s Voice, pero “no sirvió de nada”.
Seleste formó pareja con Pedro hace 14 años, y ambos se casaron hace cuatro. Su hijo, Juan, fue diagnosticado con parálisis cerebral y una severa discapacidad mental a los diez meses de edad y, debido a que ella sufre de ciática, Pedro ha sido el principal responsable de cuidarlo, darle de comer, bañarlo, y cargarlo a la cama o a su silla de ruedas.
Para Seleste, la deportación de Pedro traerá la ruina financiera porque su solo salario no bastará para el alquiler y para cubrir todas las necesidades de su hogar en la localidad de Elyria, a 25 minutos de Cleveland.
“Pedro tenía su permiso, sus tarjetas de crédito, pagaba sus impuestos, siempre trabajamos en equipo porque había que atender a nuestros otros tres hijos, es un trabajo a tiempo completo, todos los días. Hicimos todo lo posible porque nuestra familia funcionara normal”, afirmó Seleste, cuyo hijo en común con Pedro tiene 9 años.
Hernández, originario de Acapulco, no tenía ni una infracción de tráfico y su expediente policial en Elyria estaba “limpio”. Su permiso de trabajo estaba vigente hasta febrero de 2018 y, según Seleste, tenía aprobado el formulario “I-30”, con el que ciudadanos estadounidenses solicitan la residencia permanente de un familiar inmediato.
Al compartir numerosas fotos de la vida en familia con este diario, Seleste señaló que Pedro y Juan eran “inseparables” pero esta mañana, ella se fue al aeropuerto con sus otros tres hijos y un vecino. Juan quedó en manos de amigos porque ella es incapaz de cargarlo a su silla de ruedas, una tarea que siempre recayó en Pedro.
ICE no ha respondido aún a una solicitud de comentario, pero en el pasado siempre ha dicho que entre sus prioridades de deportación están los que reingresan ilegalmente a EU, y los que tienen órdenes de deportación finales. También argumenta en casos semejantes que siempre ha ejercido “discreción”, dejando en libertad a quienes están en proceso de deportación para que arreglen su salida del país.
"¿EN QUÉ MUNDO SE JUSTIFICA ESTO?"
En declaraciones a este diario, el abogado de la familia Hernández, David Leopold, condenó la deportación “sin razón” de su cliente, quien “cumplió con todas las reglas, con todo lo que le pidió ICE”.
“¿En qué mundo se justifica el separar a un fiel esposo, padre y cuidador de su hijo que sufre de parálisis cerebral? Trump le dice al pueblo estadounidense que sólo se está deshaciendo de ‘malos hombres’, pero ICE se ensañó con Pedro, un hombre que cuida de su hijastro severamente discapacitado y que ama a su familia. Esto es una absoluta abominación”, afirmó Leopold.
Lo más probable es que ahora Juan Pino necesite ayuda en programas de servicios sociales, a un alto costo para los contribuyentes.
El obispo de la diócesis de Cleveland, Nelson Pérez, acompañó a la familia el martes pasado a su cita con ICE, y aunque no pudo entrar a la entrevista con Hernández sometió, infructuosamente, una carta en la que pidió que EU suspendiera la deportación.
“Esto me conmovió. Leí sobre el caso, y las circunstancias y penurias que sufre esta familia, me conmovió el corazón y quise acompañarlos en este movimiento”, explicó Pérez al canal 8 de la cadena Fox.
También Lynn Tramonte, directora de America’s Voice en Ohio, condenó la “falta de compasión” de ICE.
“Cuando estábamos orando con el obispo, en un momento pensé que podíamos salvar a esta familia de la deportación… ¿Ahora qué le depara a Seleste y sus hijos? ¿Pondrá a Juan en una institución, o podrá cuidarlo en casa? ¿Cómo consuela a su hijo de 9 años, que crecerá sin su padre?… esto demuestra una falta de humanidad, y toca elevar las voces de protesta”, dijo Tramonte.
Con ira en la voz, Seleste fue contundente: “ellos ganaron la batalla, pero no la guerra”.