El prestigiado historiador John Womack, autor del célebre libro “Zapata y la Revolución Mexicana”, subestima en esta entrevista el triunfo de Andrés Manuel López Obrador el pasado 1 de julio por no representar a la “izquierda histórica”.
Con López Obrador, argumenta el también profesor emérito de la Universidad de Harvard, ganó una izquierda que surgió del PRI, “una mezcla de elementos idealistas y seguidores devotos” del carismático líder. Womack afirma que la única izquierda digna de llamarse así es la izquierda marxista y los únicos que merecen la etiqueta son los comunistas mexicanos que denunciaron la victoria de López Obrador por garantizar que la “dictadura de clase de la burguesía continuará”.
Cambridge, Massachusetts, 28 de julio (SinEmbargo).– Hace dos meses, entrevisté a John Womack, el prestigiado profesor emérito de la Universidad de Harvard y reconocido historiador, para conocer su opinión sobre el momento político que vivía el país de cara a la elección más grande de su historia. En México no hay multipartidismo, me dijo, pues todos los partidos están hechos a imagen y semejanza del PRI, del que solamente queda el membrete (SinEmbargo, 13/05/2018).
En esta segunda y última entrega, el autor de “Zapata y la Revolución Mexicana”, subestima el triunfo de Andrés Manuel López Obrador por no representar a la “izquierda histórica”. Con López Obrador, argumenta, ganó una izquierda que surgió del PRI, “una mezcla de elementos idealistas y seguidores devotos” del carismático líder. Según Womack, la única izquierda digna de llamarse así es la izquierda marxista y los únicos que merecen la etiqueta son los comunistas mexicanos que denunciaron la victoria de López Obrador por garantizar que la “dictadura de clase de la burguesía continuará” (Partido Comunista de México, Declaración del Buró Político, 04/07/2018).
Paradójicamente, el mentor de Carlos Salinas de Gortari, el ex Presidente mexicano que provocó el levantamiento de los zapatistas en Chiapas y malbarató las paraestatales a los hombres más ricos del país, es seguidor de las teorías de Karl Marx. Su interpretación de la historia toma como referencia el pensamiento del coautor del “Manifiesto Comunista”. “Los historiadores marxistas —como me gusta considerarme— están interesados en lo que supongo podríamos llamar la lucha de clases… en la esencia del conflicto mismo”, explicó en entrevista (The Washington Post, 01/01/1983).
Desde la publicación de “Zapata y el Revolución Mexicana” en 1968, su obra más emblemática, Womack se ha dedicado a investigar la historia del movimiento laboral y de la industria en México, temas que dice entender mejor cuando los analiza desde la perspectiva marxista. Su plan es publicar cuatro libros, si la vida le presta tiempo. Tiene 80 años.
Los días de Womack transcurren entre los 3.5 millones de libros y archivos de la Biblioteca Widener, institución benemérita fundada en 1915 para honrar la memoria de un estudiante de Harvard que murió en el Titanic. Womack me citó en la puerta trasera del edificio, ubicado en el corazón del campus universitario, a las 3 de la tarde de un día inusualmente caluroso para los veranos de Cambridge. Caminamos al Café Pamplona, una frugal taberna estudiantil donde el profesor, luciendo el clásico atuendo de los liberales de Massachusetts —sombrero de palma y pantalón blancos, camisa azul– me invitó un café doble con hielo que se prolongó por más de dos horas.
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LA RUINA DEL PRI
–¿Qué significado histórico tiene la victoria de López Obrador?
–El gran significado histórico de la elección es la ruina de los otros dos partidos. Es decir, que el PRI y el PAN hayan sido destrozados y que las dos maquinarias que dominaron la política en los últimos 20 años ahora están en ruinas. Eso tiene un gran significado histórico. No es tanto que haya ganado López Obrador sino que ninguno de los dos partidos—PRI y PAN—pudo enfrentarlo. Ningún adulto sensato, que no fuera pagado u obligado, iba a votar por el PAN o el PRI. Votaron por el menos malo. Eso representa gran parte del voto que obtuvo. Aquí la gente votó por Hillary Clinton porque era mejor que Trump. Entonces la decisión de votar por el menos malo se vuelve la esperanza de que el menos malo cumpla lo prometido. La gente está esperanzada, no es gente de izquierda, sino gente que tiene la esperanza de que ocurran algunas reformas sólidas y decentes. Es positivo. La pregunta es qué tanto puede hacer y qué tan pronto. Creo que habrá decepción.
–¿Es el fin del PRI?
–Supongo que algunos priistas sobrevivirán y alguien intentará revivirlo. Pero no sé, no tengo ese tipo de visión para adivinar que puede pasar en los próximos años.
–La derrota que sufrió el PRI no tiene precedente.
–Lo sé, pero nunca se sabe. La gente se harta de los ganadores y de repente, todo mundo, milagrosamente puede voltear al PRI. Puede decir: mejor el PRI que la decepción de lo que tenemos. Pero no voy a vaticinar qué puede pasar en uno u otro bando en el largo plazo. Con todo, me parece poco probable que el PRI pueda reconstruirse como para hacer una campaña presidencial competitiva.
–¿Atribuye el triunfo de López Obrador al hartazgo de la gente?
–La gente ha estado harta desde el día en que pudo razonar. No conozco a nadie que haya estado contento con el status quo en México, con la excepción quizá de Wall Street en los últimos 35 a 40 años. Fuera de esa gente los otros son los pollos de ayer y los peces de hoy. Votaron por el PRD, o por el PRI, PAN y no funcionó. Y quieren una vida decente como cualquier pequeño burgués en el mundo.
–¿Qué es Morena?
–Es un movimiento, no es un partido. No se puede hacer un partido en cinco años. Se pueden hacer coaliciones o alianzas, pero no partidos. Mira a Emmanuel Macron en Francia, un país más organizado. Macron no tenía partido y el partido del que depende ahora está dividido. Ha sido muy difícil para él y eso que Francia es un un país más institucionalizado que México. México, con Morena, es un caso más difícil que Francia.
–¿Será Morena el nuevo PRI?
–Creo que eso es más o menos lo que va a pasar. López Obrador es priista, nació y fue creado como priista. Era veinteañero durante el sexenio de José López Portillo. Hizo carrera política en el PRI hasta 1988 y aún así siguió siendo priista, sólo que el PRI se fracturó en dos partes. En la mejor de las circunstancias y con la mejor suerte, López Obrador podrá convertir a Morena en una especie de nuevo PRI. Si cumple al menos algunas de sus promesas creo que empezará a ser coherente con un nuevo PRI. Si no lo hace, esa gente se va a escindir en otra cosa y la política mexicana va ser aún más incoherente.
LA POBREZA DE LA IZQUIERDA
–¿Ganó la izquierda en México?
–Mucha gente vio sus sueños izquierdistas realizados en el triunfo de López Obrador, pero lo que ahora llaman izquierda es una izquierda que, como tal, es muy pobre. No es la izquierda de Valentín Campa de los 50 y 60. Campa era comunista. Eso era la izquierda mexicana. Una izquierda marxista. ¿Qué es López Obrador en relación a eso? Para mi no hay izquierda fuera del marxismo. La izquierda no es izquierda a menos que sea marxista. El marxismo es crucial. El capitalismo es el punto central. O estás favor o estás en contra. Ningún partido en México postuló un candidato que pueda llamarse anticapitalista. Nadie habló de socialismo o se dijo socialista. El último fue el Partido Socialista Unificado de México, en 1982, que era lo que quedaba del partido comunista.
–¿Qué es López Obrador?
–Según el criterio de los capitalistas más feroces, López Obrador es izquierdista. Pero eso es sencillamente un invento del periodismo y de los políticos. Hasta la derecha ha participado en esa invención porque dice que cualquier persona que esté a favor de la decencia común y la integridad es izquierdista, porque quiere robar al rico para dárselo al pobre.
–¿A quien considera de izquierda en México?
–Antes de la elección, las fuentes de análisis que encontré más sensatas –además de The Wall Street Journal y The Financial Times– fue un pequeño partido que se llama Partido Comunista de México. Según mis búsquedas en la Internet, los integrantes son veteranos del Partido Comunista Mexicano, que se desintegró en 1981, además de antiguos elementos del Partido Popular Socialista. Estas tres fuentes, bastante disímiles, anticiparon que la elección sería un reacomodo del capitalismo en México.
–La prensa en general califica a López Obrador de izquierdista, algunos hasta lo llaman radical.
–A Nueva York y Monterrey, López Obrador podrá parecerles de izquierda, pero su triunfo es sencillamente una reconfiguración de las mismas fuerzas del capitalismo.
–López Obrador dijo a las casas de inversión de Wall Street que no habrá expropiaciones.
–Eso, para mi, revela la pobreza de la izquierda mexicana. La llamada izquierda de López Obrador es una izquierda muy limitada por la realidad, pero también autolimitada por no plantear claramente un cambio verdadero en beneficio del pueblo. Si López Obrador nacionalizara la banca y defendiera la nacionalización —no como López Portillo en los 80 que dejó a los mismos a cargo de los bancos– entonces habría ganado la izquierda anticapitalista.
–¿Cómo define, entonces, a los ganadores?
–Como izquierda que surgió del PRI y de otros partidos. No una izquierda histórica. Una mezcla de elementos idealistas y seguidores devotos de López Obrador. Gente que quiere impulsarlo a adoptar ciertas tendencias medio socialistas y otros que quieren una Noruega del trópico. Es una mezcla. Gente para la que López Obrador representa la mejor oportunidad de hacer las reformas que consideran necesarias.
ECOS DE LA GUERRA FRÍA
–Su definición de izquierda data de la Guerra Fría.
–De acuerdo. Se debe a que el capitalismo cree que ganó la Guerra Fría. Es cierto que se dio el derrumbe de la URSS, pero el capitalismo no gobierna China o Vietnam, o Norcorea, por más loco que cierta gente cree que es. Hay algunos países no capitalistas en el mundo. Creo que es un error profundo, una rendición miserable, decir que el capitalismo es eterno. O que es como la atmosfera, algo permanente. Veamos a Estados Unidos. El capitalismo no ha resuelto nada fuera de la abolición de la esclavitud.
–Dada la historia y la vecindad, francamente no me parece realista esperar que una izquierda marxista vaya a tomar el poder en México.
–¿Y Cuba?
–Eso fue en 1959. Estamos en 2018.
–Pero Cuba sigue ahí.
–Mal que bien.
–Mal que bien, pero está mejor a que si no hubiera habido Partido Comunista de Cuba. Si Cuba no fuera socialista, sería otro Puerto Rico, sólo que más grande, u otro Haití. Pero creo que tienes razón. Luchar contra el capitalismo en México, y no digo las “hojitas” sino las raíces del árbol, es enfrentarse a Estados Unidos. No tanto a su gobierno—que, además de repugnante, es inepto a no ser para hacer volar al mundo–, sino al imperialismo de los bancos del gran capital. Hay mucha gente ingenua y cínica en la política de los dos países. Quieren “cambio” en Estados Unidos o “transformación” en México. Cambio para qué. Qué tipo de transformación.
–Se dice que el triunfo de López Obrador es histórico porque la izquierda tomó el poder de forma pacífica.
–Palabrería. Material de columna. Aquí en las salas de redacción se les conoce como “fillers” [textos sin importancia que se usan para llenar páginas o espacios]. Se necesitan palabras largas, como transformación, para alcanzar el límite de una columna de 600 palabras.
López Obrador se compara a Juárez, Madero, Cárdenas.
–Así como fue muy difícil creerlo cuando salía de la boca de los priistas, es difícil creerlo ahora que sale de la boca de López Obrador. Es priismo puro. Es el PRI que recuerdo cuando primero empecé a viajar a México en los 60. Los priistas tenían la misma retórica, la misma oratoria, la misma demagogia para la gente que no reflexiona. Que no piensa. Todo mundo quiere hacer una transformación pacífica. Nadie la ha hecho. No es porque no quieran o no tengan asesores competentes. Es porque no tienen el poder para hacerlo, ni la claridad ideológica o política para decir que no los tienen. Si se quiere una transformación verdadera, se necesitan cambios y el primero, finalmente el más critico, es recuperar el control de las finanzas y de la balanza de pagos del país.
–No es realista. Wall Street y Washington jamás lo permitirían.
–No lo permitirían, pero esa es la norma consuetudinaria de la política mexicana.
–No creo que vaya a cambiar.
–Por supuesto que no. No hay nadie que reconozca que no puede haber oportunidad de cambio hasta que eso suceda. Quieren transformación, pero tienen miedo de decir que el capitalismo mata. Que el capitalismo es turbulencia permanente. Es la concentración constante de la riqueza y de los privilegios. El capitalismo no va a mejorar la vida de 90 por ciento de la población.
TESIS, SIN ORIGINALIDAD
–¿Qué opina de la tesis de López Obrador?
–Me pareció mediocre. Desde entonces habla de una cuarta transformación. Es la simplificación de una antigua historiografía que fue popular en los 70. Proviene de un historiador muy interesante del Colegio Nacional, de los grandes de su época, cuyo nombre no recuerdo. Tenía la idea de que México ha tenido tres grandes transformaciones: la Independencia, Juárez y los liberales, y la gran Revolución que mató a Zapata. De alguna manera esas han sido las grandes transformaciones. AMLO cita a Jesús Silva Herzog y gente que ya en los 90 no era significativa. Se basa en libros y documentos existentes. No vi una sola referencia a una ficha de investigación en los pies de páginas y la bibliografía. Se basa en libros muy usados y abusados. Si la hubiera escrito para su maestro de historia de secundaria, entonces hubiera sido impresionante por su extensión. Pero la escribió un hombre de 33 años. O no tuvo tiempo o creyó que no tenía que producir algo mejor. Cuando finalmente terminó la tesis, estaba muy ocupado haciendo política. Supongo que no tenía mucho tiempo para investigar. No vale la pena leerla a no ser como referencia de lo que creía y evidentemente sigue creyendo sobre esa cuarta transformación.
–¿Cuál es su impresión de López Obrador?
–Creo que es sincero. Puede abrigar falsas ilusiones sobre México, sobre él, sobre lo qué puede hacer, sobre lo qué tiene que decirle a la gente qué puede hacer, y aún así ser sincero. No creo que mienta.
–¿Lo conoce?
–No en persona, pero he escuchado su voz en discursos recientes. Algo así como Porfirio Muñoz Ledo revivido. Menos como Cuauhtémoc Cárdenas, quien no tenía carisma. En cada sexenio se expresaban las voces de la izquierda del PRI. Priistas que representaban el izquierdismo del PRI. López Obrador suena exactamente como uno de ellos.
CORRUPCIÓN, HERENCIA HISTÓRICA
–López Obrador ganó, en gran medida, prometiendo que acabaría con la corrupción. ¿Podrá?
–¿Qué otra cosa iba a decir? Quería ganar la elección. Pregunto: ¿pudieron los jueces más limpios de Europa erradicar a la mafia siciliana? No. Si uno quiere construir un edificio en el sur de Nápoles, puede tratar de hacerlo sin la mafia, pero se derrumbará porque no habrá acceso a buen material de construcción. Sin pagarle comisión a la mafia no se puede hacer nada.
–¿Así funciona en México?
–Muy parecido. No sé hasta qué medida, pero si quieres resultados rápidos y buenos en México, tienes que pagar extra para obtenerlo.
–¿Cuándo empieza la corrupción?
–No comenzó con Peña Nieto. Desde el inicio de la Nación siempre ha habido corrupción sistémica. Viene desde la Independencia, yo diría desde las Guerras Napoleónicas que les partieron la madre a la monarquía española. La cuestión era la falta de control político por parte del Estado. En medio de guerras y revueltas y del derrumbe del Imperio de la monarquía española, México declara su independencia, pero como Estado necesita dinero. Pide préstamos, pero no tiene la capacidad de cobrar o de recibir ingresos por concepto de impuestos. Los banqueros o los capitalistas de Londres le prestan, pero no paga y alguien tiene que manejar la situación. Los agiotistas dominaron todo hasta la Guerra de la Reforma. Pero no terminó ahí. Los grandes agiotistas murieron o se regresaron a Suiza, pero sus negocios permanecieron. Ya no les llamaban agiotistas sino comerciantes de capital y banqueros mercantiles. No sólo manejaban el comercio, sino la minería.
–¿Ha sido una constante?
–Así es. La corrupción está institucionalizada desde entonces. Durante la Revolución Mexicana se vino abajo. Pero al cabo de varios años, Plutarco Elías Calles estableció, de mano del capital estadounidense, de JP Morgan, un tipo de orden institucionalizado en México que eventualmente se volvió el PRI. Funcionó hasta 1980 cuando ocurrió el crack financiero del que México nunca se ha recuperado. La idea de que empezó con el PRI es ignorancia pura.
INFLUENCIA MARXISTA
–¿Es marxista?
–Sí.
–¿Siempre ha sido marxista?
–Bueno, ser marxista es ser algo y a veces no saber bien el significado de ese algo. Diría que durante casi 50 años, quizá antes, el marxismo ha tenido mucho sentido para mi, en parte por Cuba. Para mi fue la confrontación más clara de lo que estaba mal. Después vino Vietnam. Esas historias y esos tiempos me dejaron huelas profundas. Con los años he logrado entender mejor el marxismo y a Vladimir Lenin. Cada vez tienen más sentido. Tengo 80 años. No creo que a estas alturas súbitamente diga que he vivido medio siglo equivocado.