Quien hace dos décadas firmó el TLCAN, Carlos Salinas de Gortari, aseguró en entrevista televisiva que es “injusto” responsabilizar al acuerdo comercial de la desigualdad y pobreza existentes en el país, ya que solo fue un instrumento dentro de una reforma integral que incluyó el programa social Solidaridad.
Sin embargo, voces del campo y de la economía en México respondieron que el acuerdo comercial generó una competencia desleal que desplazó a la producción industrial y agropecuaria, lo que provocó más pobreza, desempleo y migración. Aunque el incremento en las exportaciones impulsó al sector manufacturero, la mano de obra barata –única ventaja competitiva– no permitió un desarrollo local, dijeron.
“El Tratado de Libre Comercio de América del Norte no es el único causante de la desigualdad en el país, sino también la corrupción e inseguridad que traemos desde [Gustavo] Díaz Ordaz y [Luis] Echeverría”, aseguró el consultor financiero Abraham Vergara.
Ciudad de México, 27 de diciembre (SinEmbargo).– El ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, quien publicó su quinto libro Aliados y adversarios. TLCAN (1988-2017), declaró esta semana en entrevista con Noticieros Televisa que considera “injusto” responsabilizar al acuerdo comercial de la desigualdad en México, ya que no “es una varita mágica que iba a resolver los problemas”, sino parte de una reforma integral que iba a permitir crecer al país entre 6 y 8 por ciento anual, pero, dijo, el “Efecto Tequila” lo imposibilitó y las prácticas clientelares del programa Solidaridad obstaculizaron el combate a la pobreza.
“Nuestro país está enfrentando un reto enorme en el que han habido grandes reformas del Presidente Enrique Peña y también hay grandes reclamos de la sociedad. Por ejemplo, hay sectores que tienen una gran molestia y quieren una explicación de por qué está pasando lo que está sucediendo y propuestas claras de cómo resolverlo”, aseguró Salinas en televisión abierta nacional.
Entre esos sectores enojados, el más afectado ha sido el agrícola. En entrevista, Max Agustín Correa, miembro del Campo es de Todos, explicó que el TLCAN estableció un conjunto de condiciones a México, Canadá y Estados Unidos para alinear políticas públicas internas que generaron “una competencia desleal”. Dado que se prohibieron subsidios que supuestamente podrían distorsionar la comercialización entre los socios, en México se eliminaron las instituciones de apoyo rural: desapareció Banrural, Tabamex, Inmecafé y empresas de fertilizantes.
“Mientras México destruyó todo su andamiaje de apoyo al desarrollo rural, los norteamericanos cada cinco años fueron incrementando los montos de subsidios a sus agricultores. Eso en México generó más pobreza, desempleo rural (unos seis millones de empleos se perdieron), migración hacia las ciudades y luego hacia Estados Unidos, y los salarios bajos se convirtieron en la ventaja comparativa”, expuso.
Daniel Zúñiga, campesino de Coordinadora Nacional Plan de Ayala – Movimiento Nacional CNPA-MN, dijo que el TLCAN sólo fue la cereza del pastel pues el problema de fondo es que la política económica del Gobierno mexicano no impulsó la producción nacional agropecuaria sino favoreció a la inversión extranjera, lo cual aumentó la importación de los alimentos básicos como el maíz, arroz o frijol.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) desde 2011 a la fecha tiene etiquetado a México como un país importador neto de alimentos.
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El consultor financiero Abraham Vergara también coincidió parcialmente con el ex Presidente Carlos Salinas de Gortari.
“El Tratado de Libre Comercio de América del Norte no es el único causante de la desigualdad en el país, sino también la corrupción e inseguridad que traemos desde [Gustavo] Díaz Ordaz y [Luis] Echeverría”, aseguró.
Aunque reconoció que este acuerdo comercial perjudicó principalmente al sector campesino y al de transporte de carga.
En estas dos décadas del TLCAN, documentó, se dejó de permitir la entrada de los vehículos de México a Estados Unidos por temas de contaminación y revisiones en el marco de sus medidas contra la migración y el tráfico de drogas.
En contraste, del sector manufacturero, incluyendo la industria estrella automotriz, sale la mayoría de las exportaciones mexicanas. Aunque se vio beneficiado por el boom de exportaciones, agregó Vergara, fue por su mano calificada y barata ante la falta de valor agregado a la producción. La industria manufacturera de Estados Unidos pagó a sus trabajadores 20.8 dólares por hora en junio de 2017, mientras que la mexicana desembolsó 2.3 dólares por hora, registró el sindicato United Steelworkers.
Pero la Reforma Fiscal recién aprobada por el Congreso estadounidense podría modificar el panorama, visualizó Vergara Contreras, ya que las empresas irán a invertir y generar empleos donde menos les cobren impuestos.
El campesino Max Correa también determinó que, además del sector agrícola, México dio la espalda a la industria hasta devastar su producción y ser desplazada por las trasnacionales. Además, aunque las maquiladoras en la frontera en un momento “fueron un destello de oportunidades”, no generaron estabilidad local ni ingresos dignos para los trabajadores mexicanos.
EL CRECIMIENTO PERDIDO
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El 17 de diciembre de 1992, entre sonrisas y aplausos, los mandatarios Carlos Salinas de Gortari, de México; George W. Bush, de Estados Unidos; y Brian Mulroney, de Canadá, atestiguaron la firma del TLC por parte de sus representantes. El primero de enero de 1994, el mismo día del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, entró en vigor.
Veintitrés años después, Carlos Salinas de Gortari expuso que Estados Unidos entró en un periodo de expansión desde 1995 hasta el año 2000. Ahí, dijo el ex Presidente en la entrevista, el Tratado le iba a permitir a México tener un horizonte de crecimiento cuando menos de entre 6 y 8 por ciento al año.
Pero llegó la crisis económica de 1995 y actualmente el país no se expande más de 2 por ciento anual.
“Hay que ver cómo impactó a las posibilidades que tenía México una crisis que no tuvo que ver con el Tratado”, expuso. En solo 24 meses, más de 10 millones de mexicanos pasaron a formar parte de la pobreza extrema; “fue un cataclismo social que no se veía en nuestro país desde la Revolución Mexicana de 1910”.
En otra entrevista concedida a Milenio Televisión en noviembre, celebró que con el TLCAN la relación entre México y Estados Unidos se comenzara a dar a partir de reglas esclarecidas. Respecto a los beneficios, “las cifras hablan por sí mismas”. Expuso que cada día exportamos mil 500 millones de dólares de productos nacionales hacia Estados Unidos y los trabajadores vinculados a las industrias de exportación reciben salarios 40 por ciento por encima de los salarios promedio de la economía. Además ha permitido un flujo de inversión hacia acá de más de 300 mil millones de dólares, por lo que su fin afectaría al país en términos económicos e históricos.
La Secretaría de Economía reporta que las exportaciones mexicanas a Estados Unidos pasaron de 41 mil 878 millones de dólares en 1994 a 269 mil 455 millones de dólares en 2017.
Abraham Vergara, académico de la Universidad Iberoamericana, determinó que, como está sucediendo con las reformas estructurales de este sexenio, aunque se auguraba desarrollo económico lo que falló con el TLCAN fue la implementación.
“En la modernización del Tratado en lugar de hacerse de manera recurrente, se dejó crecer una bola de nieve en esos sectores [campo y transporte de carga] y ahora con esta nueva renegociación pueden salir más raspados”, consideró.
El campesino Max Agustín Correa reflexionó que “no solo fue culpa de una crisis financiera, sino que el Tratado es todo un conjunto de reglas que generan un entorno económico desfavorable para la industria y para la agricultura mexicana”.
Ante la devaluación del peso registrado en esa crisis, muchas importaciones para el medio rural se encarecieron y, además, se recortó el presupuesto al campo.
“Salinas ofreció que el Procampo iba a sustituir a los precios de garantía y durante los 10 primeros años incrementarían gradualmente, pero nunca fue tal el apoyo”, evocó.
Daniel Zúñiga, de Coordinadora Nacional Plan de Ayala – Movimiento NacionalCNPA-MN, añadió que la crisis no solo repercutió en el campo, sino en todos los sectores. Sin embargo, si el campo había sufrido una baja en la inversión en infraestructura y estaba abandonado, “con la crisis hubo una gran migración de los campesinos ante la falta de medidas para impulsar la producción mexicana”.
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