Un reportaje del New York Times destacó que el robo de gasolina en México comenzó a empeorar a finales de los años 2000 con el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa y continúa con Enrique Peña Nieto. Los expertos consultados por el medio mencionaron que este problema se ha convertido en una epidemia que el Gobierno parece incapaz de detenerlo debido al débil Estado de derecho. Consideraron que el combustible hurtado no sólo se comercializa en el mercado negro de México, tal vez incluso en Estados Unidos y Centroamérica.
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Ciudad de México, 27 de abril (SinEmbargo).– El robo de combustible en México se ha convertido en una epidemia que el Gobierno parece incapaz de detenerlo debido al débil Estado de derecho. Se incrementó durante el sexenio de Presidente Felipe Calderón y sigue con Enrique Peña Nieto, aseguró el diario New York Times.
“El rápido y abierto comercio de gasolina es una de las manifestaciones más evidentes de la epidemia nacional de robo de combustible en México. Los ladrones perforan grifos en tuberías y lo están vendiendo en el mercado negro de México y tal vez incluso en Estados Unidos y Centroamérica”, destacó el medio estadounidense.
De acuerdo con el New York Times, la crisis del combustible robado es cada vez mayor ya que más de mil millones de dólares al año se reflejan en pérdidas para Petróleos Mexicanos (Pemex), además de poner en peligro los esfuerzos de México para atraer la inversión extranjera en la industria energética.
“El problema se reduce al hecho de que el Estado de derecho es débil en México”, dijo al diario Dwight Dyer, analista del sector energético mexicano. “Esta es una parte del mercado donde se debe trabajar el Estado de derecho para que el sector privado diga: ‘realmente quiero invertir’”.
La publicación destacó que el aumento incesante de los robos ha sido impulsado por la creciente participación y sofisticación de algunas de las organizaciones criminales del país que han utilizado el soborno y la violencia para cooptar a funcionarios de todos los niveles del gobierno, incluyendo trabajadores de Pemex .
Los grupos criminales, advirtió, también han cultivado un amplio apoyo entre los residentes locales, algunos de los cuales han encontrado empleo lucrativo con las pandillas y muchos de los cuales están dispuestos a pagar los precios mucho más bajos para el combustible del mercado negro.
El Times enfatizó que el estado de Puebla es el epicentro de la crisis. “Los ladrones son vistos como héroes de estilo Robin Hood que han cambiado la fortuna de pueblos que antes eran empobrecidos durante la noche como producto del flujo comercial hacia las economías locales”, explicó.
“Es realmente una barrera para los negocios”, dijo al NYT Carlos Murrieta Cummings, director general de transformación industrial de Pemex. “Tenemos este problema en muchos lugares diferentes, no sólo en una parte”.
El New York Times destacó que el robo de gasolina comenzó a empeorar a finales de los años 2000 en medio de la guerra contra el crimen organizada dirigida por el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa. “Su estrategia para desmantelar las organizaciones transnacionales de tráfico de drogas creó subgrupos más pequeños que diversificaron sus empresas criminales, ramificándose en el robo de gasolina”, señaló.
Con el aumento de los precios internacionales del gas, el robo de combustible se volvió particularmente lucrativo, dijeron las autoridades mexicanas, y a menudo mucho más fácil que el tráfico de drogas.
En 2010, al menos 27 personas murieron, resultaron heridas y numerosas casas fueron destruidas cuando un oleoducto explotó en San Martín Texmelucan de Labastida, una ciudad del estado de Puebla.
A pesar de los votos del presidente Calderón para detener a las bandas de robo de combustible, ellos continuaron creciendo.
“La verdad es que Pemex no le dio mucha importancia”, dijo al NYT Eduardo Guerrero, consultor de seguridad en la Ciudad de México. “Se consideró como pérdidas marginales”.
En 2009, las autoridades descubrieron 462 tomas ilegales en los oleoductos de la nación y estimaron que se perdían menos de 126 mil galones diarios. El año pasado descubrieron 6 mil 873 grifos, un aumento de casi 15 veces, de acuerdo con reportes de Pemex.
A partir de enero de este año, proliferaron las ejecuciones en los municipios del llamado Triángulo Rojo —Acajete, Acatzingo, Ciudad Serdán, Huixcolotla, Esperanza, Tepeaca, Palmar de Bravo, San Salvador el Seco, Tlalancaleca, Tecamachalco, Tepatlaxco, Molcaxac, Los Reyes de Juárez— en donde un total de 30 personas fueron acribilladas, torturadas y hasta quemadas por los grupos que pelean la plaza.
En enero pasado, SinEmbargo publicó cómo el Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Zetas libraban una guerra en los límites de Puebla y Veracruz por el control del robo de combustible, que arreció en agosto de 2016 cuando Jesús Alfredo Beltrán Guzmán, “El Mochomito” –sobrino y heredero de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera– cerró su alianza con miembros del Cartel Jalisco Nueva Generación.