Por Mayela Sánchez, Sandra Rodríguez y Sergio Rincón
Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).- Cuatro meses han pasado desde que un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos fue atacado por policías y presuntos criminales en Iguala, Guerrero. Cuatro meses, desde que tres de esos estudiantes fueron asesinados y uno más quedó en coma tras el ataque; y cuatro meses desde que 43 fueron desaparecidos forzadamente por los policías.
Pero aunque han pasado ya cuatro meses de esos hechos, acontecidos el 26 de septiembre de 2014, la exigencia de las madres, padres, familiares y compañeros sigue siendo la del primer día: que las autoridades los busquen y los encuentren con vida.
Ayer, cuatro marchas simultáneas colmaron la capital del país para respaldar esa demanda, como parte de la octava Acción Global por Ayotzinapa. Decenas de miles de personas acompañaron a los padres de los normalistas desaparecidos en sendas movilizaciones en el norte, sur, oriente y poniente de la ciudad, que confluyeron hacia la tarde en el Zócalo capitalino.
El vocero de los familiares de los normalistas, Felipe de la Cruz, explicaría más tarde que las cuatro rutas recorrieron, en total, la simbólica distancia de 43 kilómetros.
En Guadalajara, Mérida, Chihuahua, Puebla, Querétaro, Oaxaca, Saltillo, Cuernavaca, entre otras ciudades del país, también hubo movilizaciones o actos de apoyo.
La solidaridad con los familiares de los normalistas desaparecidos encontró eco, una vez más, en ciudades de Estados Unidos, España, Reino Unido, Bélgica e Italia, como ha ocurrido anteriormente desde que la noticia de los 43 estudiantes desaparecidos por agentes del Estado cimbró a nivel internacional.
Acompañados por organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la Unión Nacional de Trabajadores y estudiantes y trabajadores de la UNAM, los familiares de los normalistas caminaron desde la mañana, a paso lento, desde las estaciones del Metro Indios Verdes, Taxqueña, Zaragoza y Auditorio, hacia el Zócalo.
Por la tarde, al tiempo que los manifestantes avanzaban hacia la principal plaza pública de la capital, en la Estela de Luz el sacerdote y defensor de los derechos humanos Alejandro Solalinde Guerra encabezó una misa por los estudiantes, para después sumarse al contingente de manifestantes.
Se trató de la primera gran movilización por el caso Ayotzinapa de este año, tras el periodo vacacional de diciembre, cuando los padres de los normalistas desaparecidos advirtieron que no descansarían y organizaron mítines en las cercanías de la residencia presidencial de Los Pinos la víspera de Navidad y del Año Nuevo.
Quienes acompañaron a los padres en las movilizaciones de ayer, les demostraron que tampoco han olvidado el agravio perpetrado contra sus hijos entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del día siguiente.
El contingente que avanzó desde avenida Calzada de Tlalpan fue el primero en arribar a su destino final. “Guerrero llega al Zócalo con la frente en alto”, exclamó el que partió por mañana de Taxqueña. La marcha entró a la plaza cívica al ritmo de música y aplausos para los padres de los normalistas que encabezaron esta protesta.
En el monumento del Ángel de la Independencia, fue colocada una enorme manta con el mensaje "Ejército Asesino 43", pintado en letras negras y rojas.
Un grupo que partió de ahí avanzó en ambiente de fiesta y rebeldía. “Qué chido movimiento, qué chida subversión”, coreaban algunos manifestantes, mientras una joven mantenía en alto una cartulina con la lista de agravios soportados por los mexicanos: Tlatelolco, Acteal, Aguas Blancas, Villas de Salvárcar, Tlatlaya…
En ese contingente destacó el grupo de seminaristas de Acapulco, que por primera vez viajó a la Ciudad de México para apoyar la demanda de justicia por los estudiantes. ”Guerrero es violencia, injusticia, impunidad”, dijo José Trinidad, de 24 años e interno del seminario Consagrado Santísimo Salvador.
En la marcha que partió de la estación del metro Auditorio, los manifestantes coreaban "Ayotzi vive, la lucha sigue, Ayotzi vive vive, la lucha sigue, sigue" y repetían una y otra vez el conteo del 1 al 43, para recordar a los estudiantes cuya ausencia no ha logrado explicar convincentemente el gobierno.
A los padres de esos muchachos, la versión que respalda la Procuraduría General de la República (PGR) de que los estudiantes habrían sido asesinados por sicarios del grupo criminal Guerreros Unidos y sus restos calcinados, no les convence.
Y así lo hicieron saber una vez que los cuatro contingentes arribaron a la plancha del Zócalo, donde se organizó un mítin al que concurrieron al menos 27 mil personas, de acuerdo con estimaciones preliminares de la policía referidas por la agencia de noticias dpa.
Uno tras otro, varios padres y madres de familia tomaron el micrófono ante la multitud para expresar su rechazo a la versión de la PGR, que responde a la única línea de investigación que, en estos cuatro meses, siguió la fiscalía federal, como señaló hace unos días la organización Amnistía Internacional.
Si las palabras de esos padres de familia -entre ellos el de César Manuel González, el de Jorge Álvarez y la madre de Jorge Aníbal Cruz- tuvieran que resumirse en un solo mensaje, bien podría ser este: No les creemos y no aceptamos su versión de que nuestros hijos están muertos. Y hasta que no nos demuestren lo contrario, para nosotros ellos siguen vivos. Y así, vivos, es como tienen que buscarlos y encontrarlos.
Pero de la voz de cada uno de ellos también se escucharon palabras cargadas de rabia y hartazgo ante el actuar del gobierno, que desde la semana pasada ha dado visos de querer cerrar el caso y no ha abierto una línea de investigación sobre la posible responsabilidad del Ejército, como le han exigido. Por eso el padre de César Manuel, Mario González, espetó: “Somos humildes, mas no pendejos. Los pendejos son otros”.
El señor Epifanio Álvarez se dirigió a las autoridades en su mensaje: “Queremos decirles que no creemos en tantas mentiras que nos han dicho […] el gobierno lo que ha hecho solamente es lastimarnos, con tantas mentiras".
El vocero de los padres de familia, Felipe de la Cruz, refrendó la postura que dieron a conocer desde diciembre pasado, de rechazar la realización de elecciones en Guerrero en junio próximo. “Votar es votar por el crimen organizado. En Guerrero no habrá elecciones”, advirtió.
Además le dijo al Presidente Enrique Peña Nieto que “ha dejado de ser el presidente del país por inservible, por corrupto y por asesino de estudiantes”.
Omar García, normalista en Ayotzinapa y uno de los sobrevivientes del ataque del 26 de septiembre, rechazó las acusaciones de funcionarios y medios masivos de que los familiares de los 43 son manipulados por un grupo que “tiene sus propios intereses”, e ironizó sobre la nota de El Financiero, diario que publicó que el vocero Felipe de la Cruz es “aviador”, como se les nombra a los empleados que sólo cobran su sueldo pero no trabajan.
El estudiante respondió diciendo que, bajo esa lógica, no son uno sino “43 aviadores”, haciendo alusión al número de padres que tuvieron que dejar sus trabajos para dedicarse a la búsqueda de sus hijos, y que han encontrado en la solidaridad ciudadana su único sostén tras cuatro meses de buscar a sus hijos.
“Es la solidaridad lo que ha mantenido este movimiento y nos ha financiado”, expresó.
El joven también llamó a pasar de las movilizaciones a impulsar cambios de fondo que garanticen que los eventos del 26 de septiembre no se repitan “y para ello hay que transformar al país”.
El último en hablar fue el padre de Alexander Mora Venancio, cuyos restos fueron los únicos supuestamente identificados de los que la PGR habría encontrado. Como el gobierno no le ha entregado los restos, advirtió que ahora lo busca con vida.
La semana pasada, el Procurador Jesús Murillo Karam informó que los especialistas del laboratorio de Innsbruck, en Austria, no habían conseguido identificar las muestras enviadas de los restos calcinados. Para el funcionario, el hecho de que dos de esos restos sí hayan correspondido con uno de los normalistas significa que los otros también lo son, pero para los padres la lógica es opuesta: si no puede demostrar que son ellos, entonces no puede darlos por muertos.
Por ello el abogado de los familiares de los normalistas, Vidulfo Rosales, reiteró que “en tanto no exista prueba científica, no vamos a aceptar que nuestros compañeros están muertos. Están vivos y vivos los seguiremos buscando”.
“Le decimos desde aquí a Peña Nieto que no vamos a olvidar a nuestros desaparecidos”, lanzó el integrante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.
El evento terminó con un llamado de los padres de los normalistas desaparecidos a no caer en provocaciones y mantener la lucha de manera pacífica.
“Uno, dos, tres… cuarenta y tres”, contaron esta vez los padres de familia.
Al final lo que se escuchó fue una demanda unísona de justicia, la misma que se escucha desde hace cuatro meses.