En entrevista para SinEmbargo, el fotógrafo español y también activista, encargado del proyecto Tras los Muros y quien se mantiene en el anonimato para evitar disminuir las posibilidades de adentrarse en lugares tan inaccesibles, como son los rastros municipales y privados, denuncia que la legislación sólo ha puesto «parches», pero la crueldad es la norma a la hora de la matanza de animales en Chiapas, Jalisco, Hidalgo, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tabasco, Tlaxcala, Aguascalientes y el Estado de México, que son las entidades que documenta su investigación.
Las imágenes que Tras los Muros logró obtener muestran el terror que los animales sufren antes de morir: electrocución, degüello en plena conciencia, golpes con hachas y garrotes, patadas… Todo ello, además, cometiendo infracciones a las normas que el activista califica como simulaciones que no evitan el sufrimiento de los seres sin voz y menos ponen fin a esta problemática.
Ciudad de México, 26 de noviembre (SinEmbargo).- La matanza de vacas, cabras, pollos, cerdos, y, por primeras vez, de caballos, además de su transportación desde la granja hacia el matadero fue documentada por el fotógrafo español encargado del proyecto Tras los Muros quien logró infiltrarse en las entrañas de los sitios donde los animales sufren hasta la muerte.
En entrevista para SinEmbargo, el también activista quien se mantiene en el anonimato para evitar disminuir las posibilidades de adentrarse en lugares tan inaccesibles como son los rastros tanto municipales como privados, informó que los estados visitados fueron Chiapas, Jalisco, Hidalgo, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tabasco, Tlaxcala, Aguascalientes y el Estado de México.
Las imágenes que Tras los Muros logró obtener en 58 rastros mexicanos muestran el terror que los animales sufren antes de morir: electrocución, degüello en plena consciencia, golpes con hachas y garrotes, patadas. Todo ello, además, cometiendo infracciones a las normas.
Por ejemplo, la NOM-033-SAG/ZOO-2014 plantea cuáles son las maneras para provocar a los animales una muerte rápida y con el mínimo estrés, mientras la NOM-051-ZOO-1995 establece fomentar programas y elaborar normas oficiales de sanidad, además de supervisar y fomentar el trato humanitario a los animales durante su aprovechamiento, movilización y sacrificio.
Sin embargo, el activista subrayó que las normas son sólo «un parche» que si bien puede evitar parte del sufrimiento hacia los animales, no pone fin al problema.
«Mientras sigan existiendo mataderos seguirán sufriendo y muriendo animales injustamente», sostiene.
La investigación de Tras los Muros es la primera en mostrar la matanza de caballos en México, mientras la venta de su carne se hace pasar como de res, como reveló un estudio realizado por Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON) recientemente.
En el documental «Matadero. Lo que la industria cárnica esconde», el activista español muestra las imágenes que logró obtener entre 2015 y el año actual, mismas que destapan «la explotación y violencia sistemática que padecen los animales en los mataderos y que es mantenida oculta por la industria cárnica».
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El defensor de los animales platicó con SinEmbargo y esto fue lo que dijo…
–¿Por qué documentar lo ocurre en los rastros, cuál es el objetivo, qué te movió?
–En los rastros se lleva a cabo la mayor matanza de animales terrestres. Más de 60 mil millones de animales —según cifras de la FAO [Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura]— son enviados cada año a estos lugares. Allí se acaba con sus vidas y son sometidos a un auténtico tormento. Se cree equivocadamente que ciertas normativas de bienestar animal o cierto control gubernamental puede impedir que los animales sufran. Pero esto no es cierto. Son sólo un parche a un problema estructural, moral y político de base que es el especismo, esto es la discriminación y opresión que padecen los animales que no son humanos y el sistema sobre el que se vertebra.
–¿Qué hallaste, qué viste?
–Animales descargados de camiones a golpes y patadas y lanzados desde alturas al suelo. Caballos lisiados arrastrados por el cuello hasta la asfixia. Vacas resistiéndose a entrar al cajón de aturdimiento —el lugar donde disparan para aturdirlas— y empujadas a la fuerza con choques eléctricos. Cerdos convulsionando colgados de una pata boca abajo y agonizando hasta su muerte. El miedo en la mirada de cientos de animales.
–¿De qué manera lograste infiltrarte? ¿Qué les decías a los encargados de los rastros para que te permitieran acceder?
–Prefiero no responder a esta pregunta.
–¿Fue difícil ingresar a los rastros?
–Cuando comencé la investigación –y a pesar de que México se encuentra entre los 10 mayores productores cárnicos del mundo– aún no se había realizado ninguna investigación en rastros. No fue fácil pero sí más que en otros países donde sí han habido investigaciones que han puesto a la industria en mayor alerta.
–¿A qué dificultades te enfrentaste?
–La mayor dificultad es acceder, ganarte la confianza de los responsables y hacerles creer que estas imágenes no van a ser publicadas. Siempre se respira un ambiente de sospecha, miradas de desconfianza y a veces demasiadas preguntas.
–¿Tuviste miedo?
–Más que miedo, siempre hay cierta intranquilidad a ser descubierto, pero aprendes a trabajar con ella.
–¿Por qué mantenerte en el anonimato? ¿Tiene que ver con la violencia que existe contra los activistas en México o a qué se debe?
–Mantengo el anonimato para poder seguir realizando investigaciones. Si mi nombre real se relaciona con el proyecto disminuyen las posibilidades de poder acceder a lugares tan herméticos como en este caso.
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–¿Qué similitudes hallaste en las personas que laboran en los rastros?
–Los operarios son gente de bajos recursos que, por lo general, o ésta ha sido su única opción de trabajo o han tenido muy poco de dónde elegir. En las conversaciones que han mantenido conmigo suelen apelar a la cuestión moral de matar animales. Se justifican sin que les pregunte, como si hubiera cierto remordimiento. «Alguien tiene que hacerlo», dicen muchos, y en el fondo tienen cierta razón. Nadie debería tener que hacerlo, pero si la sociedad demanda carne siempre habrá quien tenga que hacer el trabajo sucio. Por eso el trabajo no hay que dirigirlo a quien mata sino a quien paga porque eso se haga y a quien fortalece el sistema que lo perpetúa: la industria cárnica.
–¿Qué fue lo peor que documentaste, lo más impactante?
–El peor momento lo viví en un rastro de Chiapas. Una vaca entró muy nerviosa al cajón de aturdimiento, resbaló y se quedó con la cabeza atrapada entre la puerta y la rampa. Tras unos minutos, un hombre le pegó un disparo en la cabeza con el fin de dejarla sin conocimiento. Al levantar la puerta la vaca se levantó y dando tumbos consiguió llegar al otro extremo del matadero. Allí la golpearon, la tiraron al suelo y le ataron una cuerda al cuello. Con ayuda de un motor fue arrastrada por el suelo hasta la zona de degüello recorriendo una distancia de unos 25 metros. Ya casi asfixiada recibió un nuevo disparo. Estas imágenes se pueden ver durante el documental.
–¿Qué observaste en el tema de las normas mexicanas, son violadas o se respetan?
–En muchos rastros la norma se incumple de forma reiterada, los animales son tratados a golpes, los equipos de insensibilización no funcionan, algunas personas no cuentan con la capacitación específica, etcétera. Pero aún cumpliéndose la norma hay que entender que siempre hay un margen de error donde los animales van a sufrir de forma inevitable y este margen es muy variable, pues los animales no son máquinas, se resisten a la muerte, pelean y no siempre es fácil aturdirles eficientemente. Tengo la impresión —por las conversaciones mantenidas con los gerentes— de que las autoridades competentes conocen perfectamente lo que sucede en los rastros pero sencillamente, no les importa. Pese a todo, y como he indicado antes, la normativa es sólo un parche que si bien puede paliar algo de sufrimiento a los animales no acaba con el problema. Mientras sigan existiendo mataderos seguirán sufriendo y muriendo animales injustamente.
–¿Harías algún llamado o recomendación a las autoridades mexicanas?
–El objetivo de mi trabajo no es llamar la atención a las autoridades mexicanas, sino a la sociedad. No tengo confianza en los gobiernos ni tampoco en sus leyes. En este sentido es importante señalar que en un marco de producción capitalista los gobiernos están supeditados al poder de grandes corporaciones.
–¿Qué le dirías a los lectores de SinEmbargo?
–Que se informen sin prejuicios sobre veganismo, antiespecismo y liberación animal.
–Sobre tu documental «Matadero. Lo que la industria cárnica esconde»…
–El documental es una puerta de acceso al hermético mundo de los mataderos y una herramienta que pongo a disposición de forma libre y gratuita para activistas, personas u organizaciones defensoras de los animales. Si bien el documental es fruto de la investigación que he realizado en México he seleccionado imágenes que pueden suceder en cualquier parte del mundo tal y como lo prueban decenas de investigaciones obtenidas por otras personas.
–¿Por qué verlo?
–La industria cárnica esconde lo que sucede en sus instalaciones y restringe el acceso a periodistas. En Estados Unidos se han implementado leyes, fomentadas por los grupos de presión de la propia industria, que prohiben y convierten en crimen filmar lo que sucede en granjas y mataderos. Ver algo que los grandes poderes económicos quieren mantener oculto a toda costa es un ejercicio de libertad y de responsabilidad. Yo lo vería sólo por eso. Con el documental pretendo aportar más información sobre la explotación que sufren los animales con el objetivo de acercar a la gente al problema de fondo. Contrarrestar la propaganda de la industria cárnica que oculta de forma deliberada lo que sucede en estos lugares.
–¿En qué plataformas puede verse?
–En las redes sociales que utilizo —Facebook, Instagram y Twitter— en la web del documental —documentalmatadero.com— y en la web del proyecto que llevo a cabo —Traslosmuros.com—. En Youtube también puede verse.
–¿Planeas presentarlo públicamente?
–El documental está ya en la Red y es de libre acceso. No voy a presentarlo personalmente pero animo a quien le parezca de utilidad a que organice una proyección pública. Lo concibo como una herramienta y me gustaría que así fuese utilizado.
ADVERTENCIA: LAS IMÁGENES SIGUIENTES PUEDEN SER MUY OFENSIVAS Y VIOLENTAS PARA MUCHOS. SE RECOMIENDA EVITAR QUE MENORES DE 18 AÑOS LAS VEAN.