El presidente de Ecuador, Rafael Correa, y el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, “son tal para cual” por los aparentes abusos a la libertad de expresión cometidos por ambos, según declaró el novelista Mario Vargas Llosa en un artículo publicado hoy en Lima.
Según el premio Nobel de literatura, existe “tal maraña de confusiones y mentiras” respecto a Assange que “hay millones de personas convencidas en el mundo de que el desgarbado australiano (…) es un perseguido político de los Estados Unidos al que ha salvado in extremis nada menos que el presidente Rafael Correa de Ecuador”.
Correa otorgó el asilo político a Assange, que está refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres, pero el Gobierno del Reino Unido ha insistido en que hará cumplir el pedido de extradición hecho por la justicia de Suecia en su contra por presuntos delitos de abuso sexual.
El gobierno ecuatoriano, después de los de Cuba y Venezuela, “ha perpetrado los peores atropellos contra la prensa en América Latina, cerrando emisoras, periódicos, arrastrando a tribunales serviles a periodistas y diarios que se atrevieron a denunciar los tráficos y la corrupción de su régimen”, apuntó Vargas Llosa.
En opinión del escritor peruano, el supuesto riesgo de que, si es entregado a la justicia sueca, el gobierno de Suecia pueda entregarlo a Estados Unidos es, por ahora, “una presunción desprovista de todo fundamento y no tiene otro objeto que rodear al personaje de un aura de mártir de la libertad que ciertamente no se merece”.
Vargas Llosa afirmó que “Assange no es en la actualidad una víctima de la libertad de expresión, sino un prófugo que utiliza ese pretexto para no tener que responder a las acusaciones que pesan sobre él como presunto delincuente sexual”.
Al analizar la popularidad ganada por Assange tras la difusión de miles de documentos secretos de Estados Unidos, el novelista indicó que sus partidarios deberían recordar que la otra cara de la libertad es la legalidad y que, sin ésta, aquella desaparece a la corta o a la larga.
“La libertad no es ni puede ser la anarquía y el derecho a la información no puede significar que en un país desaparezcan lo privado y la confidencialidad y todas las actividades de una administración deban ser inmediatamente públicas y transparentes”, agregó.
Según el laureado escritor, “en las actuales circunstancias no hay razón alguna para considerar a Julian Assange un cruzado de la libertad de expresión, sino más bien un vivillo oportunista que, gracias a su buen olfato, sentido de la oportunidad y habilidades informáticas, montó una operación escandalosa que le dio fama internacional y la falsa sensación de que era todopoderoso, invulnerable y podía permitirse todos los excesos”.
Vargas Llosa asegura que Assange se equivocó y “no es imposible que se le recuerde sobre todo por la involuntaria ayuda que ha prestado, creyendo actuar a favor de la libertad, a sus enemigos más acérrimos”.