El diario estadounidense The New York Times señala hoy que las autoridades mexicanas “son eficientes” para las llamadas “ejecuciones sumarias”. Generalmente, durante sus enfrentamientos con grupos criminales, mueren más personas de las que son heridas. Si actúa el Ejército, mata a 8 y deja vivo a uno. Si actúa la Marina en un operativo, queda viva una persona y mata a 30. Estos promedios contrastan dramáticamente con los internacionales, de acuerdo con la Cruz Roja: en un combate cualquiera quedan 4 heridos por cada muerto…
Ciudad de México, 26 de mayo (SinEmbargo).– Las Fuerzas Armadas en México son sumamente eficientes para matar a sus enemigos. Incluso, el número de muertos contra el número de heridos en enfrentamientos supera los estándares internacionales, según revelan las estadísticas de la milicia.
Un trabajo periodístico del diario The New York Times, firmado por Azam Ahmed y Eric Schmitt, sugiere, de acuerdo con las cifras del propio Gobierno mexicano, que las Fuerza Armadas del país “son excepcionalmente asesinos eficientes que apilan cuerpos a tasas extraordinarias”.
De acuerdo con una evaluación de las guerras desde finales de 1970 realizada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, cita el diario, en muchas formas de combate entre grupos armados, el saldo es de cuatro personas heridas por cada muerto. Incluso, a veces, el número de heridos es mayor.
Pero en México el número de muertos se invierte. Por una parte, el Ejército mexicano mata a ocho enemigos por cada uno que hiere; mientras que en las fuerza de élite de la Marina, la diferencia se hace aún más pronunciada: los datos que ellos mismo proporcionan, dicen que matan a 30 por cada uno que lesionan.
El medio destaca que mientras las autoridades mexicanas dicen que los soldados simplemente están mejor entrenados y son más hábiles que los cárteles que combaten; los expertos que estudian el tema señalan que la tasa de abatimiento en México es prácticamente inaudita y argumentan que “los números revelan algo más siniestro”.
“Son ejecuciones sumarias”, dijo al NYT, Paul Chevigny, profesor retirado de la Universidad de Nueva York y pionero en el estudio de letalidad entre las Fuerzas Armadas.
El reportaje dice que las estadísticas oficiales, que el Gobierno dejó de reportar desde principio de 2014, ofrecen una mirada poco común: el Ejército mexicano asumió su papel en la guerra contra el crimen organizado sin vigilancia.
En tanto, en los últimos diez años, como los soldados y marinos se vieron obligados a estar al frente de la línea de batalla, las violaciones a los derechos humanos aumentaron.
Sin embargo, dice el diario, los militares siguen estando en gran parte intactos, protegidos por un Gobierno que reacciona tomando medidas enérgicas contra la única fuerza capaz de asumir la lucha. Poco se ha hecho por investigar las miles de denuncias de tortura, desapariciones forzadas y ejecuciones extraoficiales que se han acumulado desde que el Presidente Felipe Calderón Hinojosa declaró la guerra contra las drogas, en diciembre de 2006, que hasta ahora ha dejado más de 100 mil muertos y una cifra oficial reconocida de 27 mil desaparecidos.
De las 4 mil denuncias de tortura que la Procuraduría General de la República (PGR) ha revisado desde 2006, sólo 15 han terminado en condenas, agrega el NYT.
Por otra parte, el relator especial de las Naciones Unidas sobre la tortura, Juan E. Méndez, dijo al medio que “no sólo es la tortura generalizada en México, [ésta] también está rodeada de impunidad”.
“Si el Gobierno sabe que es frecuente, y todavía no recibe ningún procesamiento, y los que logran procesar en general terminan en ninguna parte, la culpa recae en el Estado”, agregó Méndez.
El diario hace constar que no obtuvo respuesta a sus solicitudes de entrevista a las Fuerzas Armadas.
Señala además que alrededor de 3 mil personas han sido asesinadas por los militares de 2007 a 2012, mientras que 158 soldados murieron. Algunos críticos incluso llaman a la matanza a manera de pragmatismo: En México, donde menos del 2 por ciento de los casos de asesinato se procesaron con éxito, las Fuerzas Armadas matan a sus enemigos porque no pueden confiar en el sistema legal.
Sin embargo casos recientes de tortura, como el video en el que se observa a una militar, con ayuda de una Policía Federal, asfixiar a una mujer detenida en Ajuchitlán Guerrero y la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, ha convertido en un tema polarizado el papel de los militares y la protección de la que gozan.
El New York Times detalla que aunque las quejas de tortura en contra de las Fuerza Armadas se han reducido desde 2011 – que coincidió con una reducción en el número de tropas desplegadas a lo largo de México- la letalidad de sus encuentros no se redujo, según datos oficiales de principios de 2014.
El diario recuerda casos como el de Tlatlaya, Estado de México, donde la CNDH determinó que 15 civiles, de los 22 abatidos ese día, fueron ejecutado extraoficialmente. Pese a ello, los últimos militares acusados fueron absueltos la semana pasada.
Algunos casos también se han abierto camino a los organismos internacionales, lo que ha generado preocupación en el Gobierno mexicano.
El diario indica que la impunidad en estos hechos se da pese a los crecientes vínculos con el Ejército de Estados Unidos, a través de ejercicios, entrenamientos y ventas de equipos militares que procuran mejorar la profesionalidad, y por extensión, el historial de los derechos humanos de las Fuerzas Armadas mexicanas.
Hace dos años, incluso, se acordó la venta de helicópteros Black Hawk a México en un pacto que los oficiales del Ejército dijeron podría ascender a más de 1 mil millones de dólares a 25 años. Con esa venta se pretende llevar al Ejército mexicano más cerca de los estándares de los militares estadounidenses.
Un ex alto funcionario del Pentágono, Todd M. Rosenblum, dijo al NYT que no solo se vendieron las aeronaves, “les vendimos 15 años de trabajar juntos íntimamente que de otra manera no podríamos”.