Por Jan-Albert Hootsen/RadioNederland
Ciudad de México, 26 de mayo (SinEmbargo/RadioNederland).— El pasado mes de febrero, cuando miembros de la marina mexicana capturaron a Joaquín “El Chapo” Guzmán, el narcotraficante más poderoso de México, recibieron ayuda desde el aire. Una pequeña aeronave sin tripulación voló aquellos días sobre Culiacán, capital del estado de Sinaloa. Y aunque ese robot no participó en la eventual captura del capo en Mazatlán (según las autoridades mexicanas era imprescindible su uso para acabar con la carrera delictiva de “El Chapo”), ayudó a documentar la presencia del capo en Sinaloa y aceleró su caída.
A nadie le debe sorprender que las autoridades mexicanas hayan recibido ayuda de un Vehículo Aéreo No Tripulado (VANT), más conocido como ‘drone’, en la captura de “El Chapo”. Estos artefactos voladores han cosechado fama a nivel mundial en las últimas dos décadas. Tienen un amplio uso, tanto para civiles como periodistas y académicos, como para autoridades para recabar información o, en los casos más siniestros, para liquidar a sus enemigos.
México (a pesar de que el fenómeno de los VANT es relativamente nuevo en el país) se encuentra hoy en plena vanguardia dada la urgencia de combatir la delincuencia organizada. Un artículo de la revista mexicana Contralínea, publicado en octubre del año pasado, reveló el incipiente uso de drones en México. Según este medio, las diferentes dependencias del gobierno federal cuentan con, por lo menos, nueve drones de diferentes tamaños, orígenes y aplicaciones. Tal y como revelaba el artículo, aludiendo a información oficial, el gobierno federal ha gastado aproximadamente 1 millón de pesos mexicanos (75 millones de dólares) en la compra de drones entre 2008 y 2013.
Nueve drones para un país del tamaño de México parece muy poco y, efectivamente, lo es. Según fuentes internas del cuerpo de inteligencia federal consultadas por RadioNederland, tan sólo la Policía Federal cuenta con nueve drones. Comentan que la cifra total de los VANT usados por el gobierno federal se acerca a los treinta o quizás cuarenta. La recopilación de información para la lucha contra la delincuencia organizada es uno de los usos para los que el gobierno federal utiliza drones. Los de mayor tamaño en servicio son del tipo Hermes 450, construidos en Israel, los cuales miden 8,3 metros de longitud, con 15 metros de envergadura, pesan más de una tonelada y pueden cargar hasta 350 kilogramos.
Se pueden equipar con cámaras de alta calidad para que transmitan imágenes en vivo, con radar o incluso con equipos sofisticados de escucha para interceptar comunicación telefónica. También hay numerosos drones más pequeños en servicio mexicano.
Según fuentes federales, su uso ha sido exitoso. Los drones han asistido en la resolución de casos de secuestro en Sinaloa, en la detección de movimientos de narcotraficantes en la zona fronteriza con Estados Unidos y el robo de combustible en el Bajío, en el centro de México.
“El grado de éxito que puede tener un drone viene determinado principalmente por su nivel de autonomía”, comenta un oficial de inteligencia mexicana que pide el anonimato.
“Los VANT tipo Hermes 450 de mayor tamaño, desplegados por la Policía Federal, cuentan con largo alcance y sistema satélite que les permite volar prácticamente solos. Con su mayor capacidad de carga pueden ser equipados con sistemas COMINT, los cuales pueden triangular equipos telefónicos. Aún más importantes son las cámaras que disponen para transmitir imágenes en vivo. Son capacidades que otros drones más pequeños no tienen”, añade.
Sin embargo, los drones tienen sus limitaciones. Los más grandes VANT tipo Hermes pueden volar solos hasta 20 horas pero requieren pistas de aterrizaje. Y aunque cuenten con sistema de dirección por satélite, todavía necesitan conductores en tierra para llevar a cabo maniobras más sofisticadas, lo cual limita su alcance una vez que entran a la ‘zona de acción’. Cuando un drone pierde la conexión con el equipo conductor en tierra, corre gran riesgo de perderse.
Fuentes oficiales revelan que se perdieron por lo menos tres drones desde 2008. Dos perdieron el control en Culiacán y Acapulco respectivamente, mientras que otro fue llevado “por el viento” en Ciudad Juárez y estalló en El Paso, en territorio estadounidense. “Fue la segunda vez que invadimos el territorio de los Estados Unidos desde el ataque de Pancho Villa en Nuevo México”, bromea el anteriormente mencionado oficial de inteligencia.
“Pero al final no causó tensión con nuestros vecinos porque se pudieron recuperar las piezas del equipo, fue un accidente”.
Sería poco probable que las autoridades estadounidenses se molestaran porque un pequeño drone mexicano se haya estrellado en su territorio, ya que desde 2011 los mismos Estados Unidos aplican vuelos de larga distancia en México, penetrando profundamente el territorio del país y deplegando VANT mucho más avanzados que cualquier equipo mexicano. El país vecino cuenta con drones tipo ‘Predator’, tan grandes como los Hermes 450. Estos Predator tienen fama de ser armas letales, ya que se los puede equipar con misiles que, por ejemplo, en Afganistán mataron a más de 2000 personas, incluso civiles inocentes, en el contexto de la guerra contra el terrorismo.
Tanto las autoridades estadounidenses como las mexicanas niegan que haya vuelos de drones armados sobre territorio mexicano y hasta la fecha no han sido reportados casos de ataques de VANT estadounidenses en México. Tal y como los drones mexicanos, los Predator están equipados con sofisticados sistemas de detección, como cámaras térmicas e infrarrojas, las cuales se utilizan principalmente en operaciones contra la delincuencia organizada.
No obstante, los vuelos de drones estadounidenses en México han generado preocupación sobre posibles violaciones de la soberanía territorial mexicana, pero fuentes federales descartan que sea así. Según ellos, las autoridades en Washington no cruzan la frontera sin el permiso explícito de México y los pocos casos que ha habido de drones estadounidenses sobrevolando sin permiso, fueron equivocaciones.
Puede que las autoridades experimenten con cuidado con drones, pero también hay una naciente industria drone. La empresa 3DRobotics, fundada por el estadounidense Chris Anderson y el joven mexicano Jordy Muñoz, ya tiene fábrica en Tijuana donde producen pequeños drones de bajo costo con amplia aplicación. Mientras tanto, en Guadalajara, la empresa mexicana Hydra Technologies produce drones más grandes que compiten con los Hermes y los Predator. El futuro aéreo en México, al parecer, será uno sin tripulación.