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Día 53. Padres de Tierra Blanca luchan por que sus hijos no sean otros más entre 27 mil...

26/02/2016 - 10:41 am

Han transcurrido 53 días desde que la tragedia tocó la puerta en Tierra Blanca. Los padres de cinco jóvenes secuestrados por policías el 11 de enero se ofrendan a cambio de la vida de sus hijos. Sin embargo, ellos no son los únicos. El padre de un joven desaparecido en abril de 2013 ha gastado los 180 mil pesos de su liquidación en psíquicos y brujos y en recorridos en los penales “buscando una pista”. Una madre y siete hermanos buscan a otro hijo a quien se lo llevaron policías estatales del Secretario de Seguridad Pública de Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita. Mientras, un agente de seguridad refugiado en Estados Unidos dijo a una madre de otro secuestrado: "Yo levanté a sus dos hijos. Me dieron la orden. De seguro los mataron”.

En México hay más 27 mil desaparecidos. La cifra crece día con día, pero la respuesta de las autoridades federales puede resumirse en la del Gobernador Javier Duarte de Ochoa: cero. La impunidad en México es tal, que apenas un 1 por ciento de los casos se investiga.

Nueve padres que han ofrecido sus vidas por la de sus hijos secuestrados hace un mes en Tierra Blanca han mostrado los rostros de miles de desaparecidos veracruzanos. Foto: BlogExpediente
Nueve padres que han ofrecido sus vidas por la de sus hijos secuestrados hace un mes en Tierra Blanca han mostrado los rostros de miles de desaparecidos veracruzanos. Foto: BlogExpediente

Por Miguel Ángel León Carmona

Tierra Blanca, Veracruz, 26 de febrero (SinEmbargo/BlogExpediente).- Han pasado 53 días desde el secuestro de los cinco jóvenes de Playa Vicente, Veracruz. Más de un mes de acampar en el Ministerio Público de Tierra Blanca.

Nueve padres que han ofrecido sus vidas por la de sus hijos secuestrados hace en Tierra Blanca han mostrado los rostros de miles de desaparecidos veracruzanos. La primera fue Araceli Salcedo Jiménez, madre soltera que encaró al Gobernador Javier Duarte de Ochoa en la temerosa cuidad de Orizaba. Territorio tomado por el cártel de Los Zetas y blindado por la impunidad judicial.

“Aquí está su pueblo mágico, donde nos desaparecen a nuestros hijos”, dijo con voz ardiente ante la impotencia de no ver a su hija Fernanda Rubí Salcedo Jiménez desde hace tres años y cinco meses.

De igual modo, se da pase de lista a los cinco padres de Playa Vicente que han dejado a un lado sus comodidades, para vivir entre ratones y perros enteleridos, durmiendo en el piso, aguardando noticia de sus hijos, levantados por policías estatales el pasado 11 de enero de 2016. Carmen Garibo Maciel, madre soltera de Susana Tapia Garibo, de 16 años; José Benítez Herrera y Gloria de la O Santos, padres de José Benítez de la O, de 24 años; Bernardo Benítez Herrera y Columba Arróniz González, padres de Bernardo Benítez Arróniz, de 25 años; Alfredo González Manzanilla y María del Carmen Díaz Garrido, padres de José Alfredo González Díaz, de 25 años y Dionisia Sánchez Mora, madre viuda de Mario Arturo Orozco Sánchez, son los familiares que hoy aguardan frente a las instalaciones del Ministerio Público de Tierra Blanca.

Esta semana, el informe anual de Amnistía Internacional (AI) 2015 reveló que los atropellos a los derechos humanos en México se agravaron en comparación con un año atrás. La organización sostuvo que la política del Gobierno federal de no reconocer la crisis derivó en que el país sea junto con Venezuela, el más atrasado en la región en materia de derechos humanos.

“En Latinoamérica hay dos países que nos preocupan y que resaltamos, uno es México y el otro es Venezuela. También, a nivel mundial México es uno de ellos. Estaría en la lista de los 20 donde más atención se necesita”, dijo el director de Amnistía Internacional México, Perseo Quiroz Rendón.

Amnistía dijo que en México se mantiene la impunidad por delitos como la tortura, las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales. Y que existen poblaciones vulnerables, entre ellas las mujeres, las comunidades indígenas y los migrantes, al tiempo que las amenazas a la prensa son constantes.

De acuerdo con el informe, el Estado no sólo ha sido incapaz de proteger a los mexicanos de la violencia, sino que, en algunos casos, ha sido coparticipe de los atropellos a los derechos humanos de la población a través de las fuerzas de seguridad pública. “En algunas partes de la república, las fronteras entre lo que son las fuerzas y el crimen organizado son muy borrosas. Una política como esta, de mano dura, lo que te genera son consecuencias de altos índices de tortura”, dijo Quiroz. En México no sólo hay 27 mil desaparecidos, sino que la búsqueda por la justicia tiene amplios rezagos. De acuerdo con AI, las desapariciones, tanto a manos del Estado, como de grupos criminales, son una práctica generalizada.

“Hemos tendido a normalizar varias de las cosas que suceden en este país. Y no hemos entendido que esto en realidad nos afecta a todos”, consideró el director de AI México.

CRÓNICA DE LA ESPERA

A las 5 horas con 15 minutos, don Bernardo Benítez Herrera se levanta de la colchoneta donde duerme desde hace 53 días, cuando policías estatales raptaron a su hijo. El hombre arrastra sus sandalias hasta una cafetera instalada en el Ministerio Público de Tierra Blanca y sirve seis cucharadas de Café Colón. Enciende un cigarrillo Marlboro Rojo, el primero de los 35 que consume en el día. De los 1540 que ha inhalado desde que inició la múltiple tragedia. 

“¿Qué otra cosa puedo hacer? Se debe matar el tiempo estando aquí. Esperando a que esto termine. No pienso moverme. No señor”. Luego de beber las primeras tres tazas cafeteras, de las quince que sorbe, además de leer los diarios en su computadora portátil y analizar las noticias de los cinco jóvenes de Playa Vicente, se dirige al baño compartido por quince personas.

Sigiloso, toma su toalla, sus ropas delineadas que su esposa plancha cada noche sobre un escritorio abandonado, junto al Cuarto de Indicios de la dependencia estatal. Don Bernardo es el primero en despertar y el primero en bañarse. Al terminar, el amanecer ya comienza a vislumbrarse. Y la rutina comienza para los demás padres victimizados, a las 7:00 horas.

La única regadera eléctrica disponible, adaptada por los mismos padres, la comparten 10  personas: nueve familiares de desaparecidos y un reportero. A las nueve de la mañana el baño se desocupa y la decena de acampantes inician sus labores: 

A las madres, Carmen Garibo Maciel y Dionisia Sánchez Mora, las llevan al mercado de Tierra Blanca por rosas rojas, nubes blancas y margaritas amarillas, así como veladoras de San Judas, La Virgen de Guadalupe y El Señor de la Misericordia, los seres celestiales a los que se encomiendan, desde el día en que su fe hacia las autoridades estatales se agotó.

Columba Arroniz González y Gloria de la O Santos, se encargan de servir el desayuno: casamiento, frijoles machacados revueltos con carne de cerdo y chicharrón, huevo con chorizo y plátanos cocidos, que la gente de Playa Vicente y Tierra Blanca comparten desde el inicio del plantón. “No quisiéramos que se vayan, desde que los señores están aquí la ciudad está más vigilada. Cooperamos para que no se rindan” comparte una visitante terrablanquense.

Don José Benítez platica con tres de sus empleados que vienen a visitarlo y a rendirle reportes de su rancho. “A las vacas les dimos sal para que no se nos enfermen”, entre la plática, el reportero aprende que esos animales, a falta de minerales, optan por tragar piedras y mueren.  

Los alimentos entonces son compartidos. Una que otra broma ameniza la inquietante espera de respuestas sobre los desaparecidos. Las 10 horas con 30 minutos marca el reloj, mientras la temperatura en la ciudad llamada La Novia del Sol ya ronda los 30 grados. La humedad y el calor liberan los líquidos del cuerpo y los olores de drenaje se escapan desde las fétidas alcantarillas.

Decidieron dar la cara por sus hijos desaparecidos. Foro: BlogExpediente
Decidieron dar la cara por sus hijos desaparecidos. Foro: BlogExpediente

Los moscos asedian a doña Columba, mientras recoge los desperdicios de comida y los comparte a un perro llamado Oso, al que los padres han librado del raquitismo desde su llegada al ministerio público. Don Bernardo atiende las llamadas de la prensa, con una mano toma el móvil y con la otra fuma su cuarto, quinto y sexto cigarrillo de la tanda diaria. 

Carlos Benítez, el hermano del desaparecido, Bernardo Benítez Arróniz, decide refugiarse en su cama a la que llama King Size: cuatro colchonetas unidas por mecates que hace más grande su espacio de descanso, además el piso violenta menos su cuerpo. Ahí el joven nubla los pensamientos lúgubres sobre su hermano y juega Preguntados y Candy Crush en su celular.

Doña Gloria barre el estacionamiento donde ahora vive con su esposo. Las señoras Carmen y Dionisia, “Nicha”, como la conocen sus amistades, terminan de arreglar el altar de sus hijos, tiran las flores marchitas y decoran el santuario donde se aprecian las cinco fotografías de los suyos. 

Acto seguido, doña Carmen se dirige al lavadero y friega los trastos sucios, mientras doña Nicha hace guardia en la ofrenda; reza en silencio y de vez en cuando desprende lágrimas: “Ya no sé qué invertirle a mi nietecita, seguido me llama y me pregunta por su papi. Yo le digo que está trabajando y ella me dice que cuando regrese a Playa, me lo lleve también, que no se me olvide”.

Así las horas se van consumiendo, al igual que los cigarrillos de don Bernardo, unas 14 colillas se han tirado al cesto de basura para entonces. La impaciencia de los presentes se ve mermada por los 32 grados que ya se filtran bajo el techo de lámina del inmueble. 

Son diez mismos rostros que han compartido casa y desgracia durante 44 días. Nadie sale a la calle sin reportarle a la Guardia Civil, pues allá afuera las amenazas pueden ejecutarse. Algo parecido al encierro de una prisión, pero en este caso los padres no planean salir hasta que sus hijos sean regresados, aseguran en unanimidad.

Las madres llaman a comer a las 15: 00 horas, el menú del día es chileatole; caldo rojo con elote y carne de res, chiles rellenos capeados con huevo y picadillo, arroz y agua de jamaica; alimentos que prepara la abuela de Bernardo Benítez Arróniz y José Benítez de la O, viuda del tres veces alcalde de Playa Vicente, Manuel Benítez Sánchez, plagiado por los malosos y jamás devuelto. 

La señora Hilda Herrera confiesa entre llantos que no podrá superar una posible muerte de sus nietos: “Serían tres, joven, es muy duro, ¿por qué la gente se aferra en arruinarnos la vida? ¿Por qué a nosotros?” Llora mientras se cuestiona y prefiere sentarse para recuperar el ánimo. 

Una vez terminada la comida, los presentes gastan el tiempo en más labores: don José Benítez se desespera por el molestar que le provocan los moscos, se monta a la espalda una bomba  fumigadora y rocía el estacionamiento del M.P. Los vecinos aseguran: “Aquí nunca se atendía a la gente, ahora fumigar, menos… Los padres pusieron a trabajar a estas personas”.

A las 19: 00 horas, Columba Arróniz, llama a las otras tres madres al rosario de todos los días. Las señoras cierran sus libros, dejan a un lado el esmalte de uñas o las fotografías de sus desaparecidos y asisten a la intercesión frente al altar.

Don José aprovecha para tomar una siesta. Carlos Benítez, pasa de la pantalla del celular a la televisión. Don Bernardo, pensativo, se distrae en su ejercicio del humo. Para las 19:00 horas la primera cajetilla con 20 cigarrillos se ha terminado. El reportero entonces le cuestiona sobre su pasatiempo. El mismo de los escritores, George Orwell y Ernest Hemingway. 

“Empecé a fumar cigarros Raleigh a los 12 años, los mismos que mi padre. En la Universidad cambié por los Baronet, eran económicos, pero ya sabes, como chamaco me gustaba presumir y los disfrazaba en una cajetilla de Marlboro. Por lo regular fumo una cajetilla, pero bueno, después de lo de mi hijo no encuentro otra distracción aquí, supongo que es la pinche ansiedad”.

En la charla se recuerdan a grandes hombres que han sido relacionados con el cigarrillo, por ejemplo, Sigmund Freud fumó desde los 20 años, primero tabaco y luego cigarrillos, de los cuales fumaba 20 por día; quince menos que Bernardo Benítez.

No pierden la esperanza. Foto: BlogExpediente
No pierden la esperanza. Foto: BlogExpediente

Freud, a pesar de los consejos médicos, decía que el cigarrillo aumentaba su productividad. En 1923 se le encontró un cáncer de boca que lo llevó a una cirugía donde se le extirpó parte de la mandíbula. Pese a su estado de salud, nunca dejó de fumar. Don Bernardo tampoco disminuirá su dosis de humo hasta que el problema en que se ve envuelto termine.

Adolfo López Mateos, a consecuencia de intensos dolores en la cabeza provocados por su aneurisma, se encerraba en su oficina a fumar numerosas cantidades de cigarrillos para mitigar sus malestares. Los historiadores aseguran que cuando se encerraba le decía a su entonces secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz: “Ahí te encargo el changarrito”. 

De igual manera, Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido como Juan Rulfo, autor de Pedro Páramo y El Llano en Llamas, sobreviviente de la Rebelión Cristera, durante sus entrevistas también incineraba cigarrillos al por mayor en los programas que era invitado, prueba de ello, en el programa A Fondo, en la Radio Televisión España. 

Don Bernardo, Benítez va en el número 30 de su cuenta diaria. Voltea a su alrededor y ve los mismos rostros amargos, pensando sobre el paradero sus hijos. Caminan de un lado a otro. El reloj ya marca las 21: 00 horas. Los ánimos parecen apagarse. Otro día sin noticias.

El padre está próximo a acostarse, llega a su cuenta personal de 1540 cigarrillos inhalados en 44 días. Sorbe la taza de café número 524 y se despide de sus demás compañeros.

Así termina el día para los que viven en el ministerio público de Tierra Blanca, quienes se adaptan ante las incomodidades. No se detendrán, asegura José Benítez.

Las madres seguirán persiguiendo respuestas mediante plegarias.

Don Bernardo seguirá arriesgando la vida, asegura sin titubear.

Luego apaga la última colilla y apaga las luces en el campamento…

SEMBLANZAS

He aquí una remembranza de 31 desaparecidos en Tierra Blanca, Veracruz, registrados en 31 días. Padres que han desprendido gritos efervescentes, como tambores de batallas que han desgajado racimos de historias de impunidad que han atraído reflectores internacionales. Voces mudas de historias sórdidas, ellos son los escritores de lágrimas.

David Barbis Yepez secuestrado en abril de 2013. Foto: BlogExpediente
David Barbis Yepez secuestrado en abril de 2013. Foto: BlogExpediente

DÍA 1, 06 DE ABRIL DE 2013: DAVID BARBIS YEPEZ

“Desde hace tiempo me acabé los 180 mil pesos de liquidación buscando a mi hijo. He gastado en psíquicos y brujos que solo se aprovechan de mi desesperación. En salidas a los penales de Villa Aldama y Palma Sola, a buscarlo entre criminales. He contratado psicólogas para calmar la depresión de mi esposa. No supera la pérdida, quisiera por lo menos encontrarlo muerto”.

El padre de David Barbis Yepez, desde el refugio del anonimato, reconoce que si ha retomado su caso, se debe al coraje de los familiares de Playa Vicente. “Te dan fortaleza. Te hacen decir, bueno si ellos tienen valor por qué yo no. Sé que están sufriendo, pero gracias a ellos se está levantando el pueblo”. A su hijo de 16 años lo encajuelaron en una camioneta Expedition color roja. “Fue uno de muchos que levantaron por mi barrio, no soy el único que sufre por allá”.

Juan de Dios Gómez López, secuestrado también en septiembre de 2013. Foto: BlogExpediente
Juan de Dios Gómez López, secuestrado también en septiembre de 2013. Foto: BlogExpediente

DÍA 2, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2013: JUAN DE DIOS GÓMEZ LÓPEZ

“Voy a pagarle a la gente para que desaparezcan a tus hijos” advirtieron a la madre de Juan de Dios Gómez López, Elvira Reyes López, un día antes de su doble pérdida. Desde entonces, ella y sus siete hijos que le quedan buscan entre los sombríos barrios de Tierra Blanca a Juanito, un joven risueño que le gustaba bailar; pero que nunca aprendió. Doña Elvira fue de las primeras en desempolvar su miedo. Clavó una lona a punta de pedradas en la pared del ministerio público: “A mis hijos se los llevaron los estatales”.

Rodrigo Gómez López secuestrado también en Tierra Blanca en 2013. Foto: BlogExpediente
Rodrigo Gómez López secuestrado también en Tierra Blanca en 2013. Foto: BlogExpediente

DÍA 3, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2013: RODRIGO GÓMEZ LÓPEZ

A Rodrigo Gómez se lo llevaron junto a su hermano. A su madre, Elvira Reyes López, le llamó por teléfono un ex Policía Estatal refugiado en los Estados Unidos: “Yo los levanté, señora. A mí me dieron la orden. Seguramente los mataron”, confesó el hombre. El agente se resguarda en el país vecino por las amenazas de muerte en su contra. Rigo, lo llaman sus siete hermanos de cariño, un muchacho alegre, coqueto, amante de las motocicletas y la cumbia.

La madre de la doble llaga, a diario acude al ministerio público de la cuidad. Desciende y asciende de la moto de su hijo, lo único que recuperó luego de su desaparición. Las respuestas negativas no la detienen. Es una rutina enfermiza que le produce la ansiedad de recuperar a los suyos. Se persigna frente al altar de los cinco de Playa Vicente. Ha hecho amistad con los padres. El compartir la similar desgracia es un vínculo que va de gane.

DÍA 4, 15 DE OCTUBRE DE 2013: JOSÉ RODOLFO LÓPEZ CRUZ

“Desgraciadamente nos tocó vivir en este lugar que la gente llama La novia del Sol, pero esas son pendejadas, estamos en el mero infierno”. Son palabras que desprende Sara Cruz ante la resaca de una pérdida que le ha durado 27 meses. Fue también una de las primeras en unirse al campamento de los de Playa Vicente. No hay día que se ausente; come con ellos, barre el inmueble y se une a las plegarias celestiales.

A “El Pelucas”, como los amigos le apodan por su cabello crespo e inmanejable, un joven de 15 años, se lo llevaron de un evento de motociclismo, en presencia y custodia de elementos de la Seguridad Pública del Estado. José Eduardo Bravo, alias “El Pocho”, fue quien entregó al menor de edad a un comando armado, afirma Sara Cruz. El Ministerio Público de Tierra Blanca lo declaró inocente. A la fecha, suele pasearse por las calles de la ciudad y gusta de sonreír a la madre cuando coinciden.

DÍA 5, 05 DE DICIEMBRE DE 2014: MIGUEL ÁNGEL PULIDO SAN JUAN

“Mi esposo con lo que saca de limosnas sobre la carretera en su silla de ruedas, ha ido ahorrando para que me vaya a México a pedirle ayuda a la Señorita Laura. Yo digo, si aquí la Policía no lo encuentra, a lo mejor ella si lo halla. Los vecinos dicen que es re’ buena para eso”, comparte la madre de Miguel Ángel pulido, María Adolfina Sanjuan Sanjuan, de 68 años.

Ella reparte su tiempo atendiendo a su esposo paralítico y buscando a su hijo autista en localidades aledañas a la comunidad de Rodríguez Tejera, Tierra Blanca. “Allá, donde dicen que se juntan todos Los Zetas”, ubica la madre el territorio donde su hijo desapareció a los 18 años. Apenas puede hablar, apenas bañarse por sí solo. No sabe si donde lo tienen, o si por lo menos le dan de comer.

DÍA 6, 16 DE JUNIO DE 2015: FRANCISCO DAMIÁN RODRÍGUEZ BAZÁN

El rostro de Francisco Damián Rodríguez Bazán, fue visto por primera vez en pancartas con su fotografía, la noche del 04 de febrero, durante la misa oficiada por el Obispo de Veracruz Felipe Gallardo Martín del Campo. Su nombre fue dictado en una plegaria solemne, junto a otros 22 desaparecidos terrablanquenses.

Del joven acaso se hallan datos frívolos en Google. Se sabe que fue privado de su libertad a los 23 años, que solo cursó hasta la secundaria y que posee un tatuaje de dragón en la pierna izquierda. Su expediente fue negado en el ministerio público. Se ignora si sus padres son víctimas del temor a las represalias. Voces mudas de historias sórdidas.

DÍA 7, 03 DE SEPTIEMBRE DE 2015: REMIGIO DÍAZ PARRAGUIRRE

Remigio y Ernesto Rafael Díaz Parraguirre, de 33 y 34 años, fueron levantados el 03 de septiembre de 2015 y hallados muertos en el kilómetro 17 de la carretera federal 145, tramo La Tinaja a Ciudad Alemán, en el municipio de Tierra Blanca, Veracruz.

Los padres llevan esperando 56 días los fragmentos de sus hijos; piezas óseas retorcidas y talladas de tizne, lo único que se encontró de ellos entre cañaverales que ardieron. “Ya hasta compré los ataúdes, pues el mismo Fiscal me aseguró que en 24 horas me iba a llamar para recogerlos. Pero marco y marco y nomás suena la contestadora”, comparte la madre desde el anonimato, evidencia de su pavor a la muerte. Al fuego. A los cañales.

DÍA 8, 03 DE SEPTIEMBRE DE 2015: ERNESTO DÍAZ PARRAGUIRRE

Aparentemente fue el más azotado por la malicia de las llamas; sus pies fueron los primeros en desintegrarse, pues sus calcetines estaban adheridos a los maléolos de los tobillos. Su viuda y sus tres pequeños no han podido hallar el polvo cenizo del ser amado; mucho menos el consuelo.

Dos hermanos inseparables hasta el último segundo de existencia. “Reme”, como le llama su madre, fue un joven dicharachero, bromista y apegado a “sus viejos”. El mayor, por el contrario, apenas se le veía sonreír de vez en cuando. Un padre consentidor y marido cariñoso. Ambos ayudaban al papá en las labores campesinas. Seguido lo acompañaban a la zafra, a sembrar el machete en los carrizos. En prados similares donde la muerte los arropó.

DÍA 9, 01 DE OCTUBRE DE 2015: TOMÁS MAZA GARCÍA

Ni el rostro ni la información de Tomás Maza García se encuentran en la página de Personas Desaparecidas Gobierno del Estado de Veracruz http://sitiosappver.veracruz.gob.mx. Se infiere que su familia prefiero anotarlo en la lista de intenciones del obispo Francisco Damián Rodríguez Bazán, que en la libreta de denuncias del ministerio público de Tierra Blanca.

DÍA 10, 09 DE OCTUBRE DE 2015: JOSE ABRAHAM BARRERA LICONA

“Venir a Tierra Blanca me causa mucho miedo, pero yo debo de seguir preguntando por el paradero de mi hijo. Hace tres meses que me lo desaparecieron junto a otros tres de sus compañeros. Se los llevaron con todo y motocicletas. No hay rastro de ellos, es lo único que me dicen las autoridades”.

Elvia Licona, la madre del desaparecido de 21 años de edad, conoció a los padres de los cinco de Playa Vicente, producto del rezago en sus investigaciones. Les prepara tamales rancheros y café negro como gesto solidario. No pierde la esperanza de volver a ver a su besucón, como lo llama de cariño. “Su abuela le dice que parece un gatito, porque se pone a darnos de besos y a acariciarnos con sus mejillas, hasta parece que ronronea”.

DÍA 11, 09 DE OCTUBRE DE 2015: DAVID RUÍZ PEREZ

Del señor David, de 45 años, solo se halló su motocicleta Carabela Enduro, en colores blancos y rojos, con la llanta trasera tipo Todo Terreno. La última vez que se les vio con vida a los cuatro viajeros, fue en la localidad de Joachín, Tierra Blanca. El hombre solicitó compañía en su grupo de WhatsApp de motociclistas, pues debía recoger la boleta de calificaciones de su hija.

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