Hace 24 años que el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) obtuvo su registro. Desde entonces, afirma, defiende causas ecológicas y de bienestar animal en nuestro país. Pero los hechos –que van desde su origen, ideología, perfil de militantes, iniciativas– y expertos consultados cuestionan la afirmación.
Ciudad de México, 25 de octubre (SinEmbargo).– En el mundo había una ola verde. Los setenta y los ochenta del siglo pasado fueron las décadas que presenciaron el apogeo de la institucionalización de los movimientos ecologistas alrededor del mundo. Eran grupos abanderados con un discurso que abogaba por la consideración de la defensa del medio ambiente en los programas políticos. En Nueva Zelanda, Gran Bretaña, Alemania, Austria y otros países europeos, los partidos verdes se fundaban por militantes activos en causas ecologistas. En México, por allá de 1986, el Partido Verde Mexicano, la antesala del actual Partido Verde Ecologista de México (PVEM), era fundado por un ex priista.
El ex priista quien, en palabras del periodista José Martínez M., “siempre lucía chamarras de piel de distintas especies animales, por eso a quienes lo conocíamos nos sorprendió que un buen día se presentara como un ‘ecologista’”.
Aquel hombre de chaquetas de piel, lograba en 1991 el registro de uno de los primeros partidos verdes de América Latina. Un partido que, según un artículo de Pablo Becerra, hacía referencia del régimen priista y sus políticas relacionadas con el medio ambiente como un “’Depredador de México’, ‘Destazador de bosques, ríos, montañas y fauna’, ‘Contaminador del aire’”, y mucho más.
Pero, al parecer, se arrepentiría pronto. Para 2003 ya había creado una alianza con aquel partido “depredador”, misma que sostiene hasta nuestros días.
“Lo que sucede es que el PVEM nunca ha sido verde –explica a SinEmbargo el historiador y analista político, Lorenzo Meyer Cossío– Éste surge en la necesaria coartada de que México era un sistema democrático y pluripartidista; pero se trata de un partido sin estructuras ideológicas: se dice verde, pero nunca lo fue: tomó esa postura porque era un nicho vacío en México. Buscó donde podía tomar alguna idea, una bandera; se envolvió en ella (y sigue en ella), pero nunca la defendió”.
“Ellos retoman un discurso con temas que a cualquier corazón sensible le gusta: tener el agua limpia, el aire limpio, que no tiren los árboles… uno que, frente al discurso tradicional, suena bien, y apela a los buenos sentimientos de una parte del electorado que no se ha tomado la molestia de analizar a fondo quién es quién en el espectro político…”, agrega.
El PVEM sostiene que es verde. Que lo es porque su declaración de principios dice que se rigen por el “Amor, Justicia y Libertad para todos los seres que habitan el planeta Tierra, incluyendo vegetales, animales y humanos. Igualmente, respeto para con los elementos fundamentales de la vida, que son agua, aire, tierra y sol”.
El Verde dice que es verde aunque en 2009 fuese desconocido por más de una treintena de partidos políticos que forman parte de la organización Partido Verde Europeo, hecho que, de acuerdo con reportes de prensa, representaba la virtual expulsión del PVEM de la máxima organización mundial de partidos ecologistas: Global Verde.
Esa expulsión virtual sucedió a raíz de la negativa del partido de retirar su propuesta para establecer la pena de muerte en México, faltando a uno de los principios esenciales de los verdes del mundo: la defensa de la vida. Pero, aparentemente, la propuesta de castigar con la privación de la vida a delincuentes no es el único acto incongruente del partido.
En 2012, en San Miguel Allende, Guanajuato, el Ecologista de México, en alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), nominaba a Mauricio Trejo Pureko como candidato a la Alcaldía de la región; un hombre que, previamente, había coleccionado una serie de reconocimientos por su participación en torneos de caza de grandes mamíferos e incluso presumía sus premios (cadáveres de animales) en alguna que otra fotografía en su perfil de Facebook.
A mediados de este año, el PVEM, que recientemente ha promovido la prohibición de corridas de toros en distintos estados, postulaba para una diputación local en Chiapas, también en alianza con el PRI y además con el Partido Nueva Alianza (Panal) y Chiapas Unido, a Rubén Peñaloza, un empresario taurino cuya familia es propietaria de una plaza de toros y se dedica, además, a la cría de toros de lidia.
Finalmente, en agosto pasado, Joaquín Badillo Escamilla, ex candidato a la Presidencia Municipal de Acapulco, Guerrero, fue ampliamente criticado por publicar en sus redes sociales una imagen con la que presumía haber pescado a 22 ejemplares jóvenes de tiburón sedoso. En seguida, el PVEM condenó, mediante un comunicado, “la acción ilegal que llevó a cabo al pescar una especie en peligro”, afirmación hecha aun cuando la especie no se encuentra clasificada en riesgo o bajo protección por legislación federal.
“… Eso es el Partido Verde: un partido sin ideología, uno hecho a la medida de la partidocracia que tenemos en México, en donde los partidos políticos no representan a la complejidad de la sociedad mexicana. Nada tiene que ver con el bienestar del medio ambiente o de los animales”, define Lorenzo Meyer.
“SE DICE VERDE, PERO NUNCA LO FUE”
En su página oficial, el PVEM enlista 31 iniciativas presentadas y aprobadas, mismas que forman parte de sus cuatro programas de acción para los años 2012-2015: bosques y selvas, residuos sólidos, cambio climático y vida silvestre. Sus iniciativas aprobadas engloban reformas, adiciones y derogaciones a diversas leyes, principalmente a la General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, la General de Vida Silvestre y la ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos.
Fomentar una política forestal integral que tenga como eje la conservación de la biodiversidad; impulsar iniciativas que coadyuven a mitigar el cambio climático; trabajar para lograr la protección y conservación integral de la flora y fauna nacional, así como el bienestar animal, y contribuir a la solución del problema de los residuos y falta de reciclaje en México, son algunos de los logros reflejados en sus iniciativas, asegura el partido.
Raúl Estrada, director de Comunicación Social de Greenpeace, no opina lo mismo. Para él, quien forma parte de una de las asociaciones ambientalistas internacionales con más carrera en el mundo, tales logros no existen. De hecho, dice, no existe ningún logro.
“Desde que nació, el PVEM no ha tenido una profunda convicción de comprometerse con la defensa del medio ambiente. Sus estatutos lo dicen pero, aunque esté escrito, no ha construido iniciativas o estrategias de largo plazo que se traduzcan en proyectos o la mejora de políticas públicas en defensa del medio ambiente […] El PVEM no tiene interés en trabajar en estos temas: no hay compromiso para generar discusiones y liderar un debate público sobre temas ambientales trascendentes para la sociedad”, asegura Estrada.
Mientras tanto, el Verde ha dedicado una pestaña especial en su página bajo el nombre de “logros”. Lo primero que salta a la vista es la aprobación, en 2013, de la Ley Federal de Responsabilidad Ambiental, “en la cual se establece un sistema de responsabilidad ambiental en el que se hace realidad el principio [de] que el que contamine pague y repare el daño”.
“Ésta se basa en una propuesta legislativa que diversas organizaciones proponíamos en 2008. Se trata de una iniciativa ciudadana absolutamente desvirtuada –denuncia Raúl Estrada, de Greenpeace–: no se trataba de darle un permiso a las empresas para que contaminaran, sino de valorar los elementos científicos, ambientales y económicos que podrían impactar en un ecosistema [a partir de un proyecto industrial] y, a la luz de eso, valorar cuál sería realmente la posible compensación y, sobre todo, una Ley muchísimo más fuerte para aplicar sanciones.
“Se trataba pues, de crear una política pública, no sólo una Ley, que impulsara el principio de prevención de la destrucción del medio ambiente como un eje transversal para analizar el aceptar o no el desarrollo de proyectos industriales. Ahora, lo que hay es esta frase tácita de que ‘el que contamina paga’, lo que claramente quiere decir que, con el hecho de que tú pagues, tienes derecho a contaminar”, explica.
“El que contamina paga” es el famoso lema de la iniciativa de Ley. “… y le sale barato”, complementa un artículo de la editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente del noticiero Primer Movimiento, de Radio UNAM: “la primera crítica que podemos hacerle a este principio es que […] a la larga su aplicación se puede convertir más en un impuesto que en un castigo que prevenga una conducta”.
“[Además] también se señala que cuando no sea posible reparar el daño [ecológico] se deberá ‘cubrir la compensación ambiental que proceda’. Esto es preocupante [porque] en vez de que la Ley se vuelva estricta, el tema queda en una multa.
“Como podemos ver […], al que contamina, paga… y le sale barato […]. Esto es un mal negocio para el país y para sus habitantes, quienes terminamos pagando los platos rotos”, concluye el análisis.
Otro de los logros enlistados por el partido es la aprobación de la Ley General para la Prevención y Gestión integral de recursos sólidos. Ley que ha sido sometida a adiciones y reformas, por parte del mismo partido, al menos cuatro veces y que en su primer artículo establece el prevenir la contaminación de sitios con residuos peligrosos, sólidos urbanos y de manejo especial.
Se trata de una ley propuesta por el mismo partido que cara a los comicios del pasado 7 de julio, fue multado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) con un millón 181 mil 963.08 pesos por haber distribuido calendarios elaborados con materiales no biodegradables ni reciclables. Entre otras, la frase “el que contamina paga” lucía en esos cuatro millones de calendarios promocionales.
Muy poco tiempo después, el Instituto Nacional Electoral (INE) ordenaba la suspensión de entrega de kits escolares del partido, pues éstos no eran ni biodegradables, ni reciclables, ni hechos con materiales textiles. Mochilas, plumas, termos, reglas y hasta relojes formaban parte de esta miscelánea de “productos verdes”.
“Los hechos demuestran que el PVEM no tiene una postura en defensa del medio ambiente. No es verde. Es solamente un concepto que no está respaldado por la acción –critica el director de comunicación de Greenpeace– No es la primera vez que se expone públicamente, y hay más ejemplos puntuales. Uno de ellos es la Reforma Energética”.
De acuerdo con información del partido, uno de sus ejes de acción está orientado a crear alternativas de energías renovables y a no contribuir a el cambio climático, entre otras cosas, mediante la reducción de emisiones de carbono y, según diversas organizaciones internacionales, un requisito para ello es la reducción y gradual desaparición de la quema de combustibles fósiles.
“Durante todo el proceso de discusión de la reforma, y hasta su aprobación, el PVEM estuvo alineado con la propuesta del Ejecutivo en continuar con el uso del petróleo como energético principal y también el uso del fracking para obtener hidrocarburos, en lugar de ofrecer opciones de energías alternativas en el país.
“Mientras que la generación del uso de energías renovables como la solar, la eólica, geotérmica o de pequeñas hidroeléctricas […] no quedó como un elemento que hiciera el factor de diferencia para el tránsito hacia un uso de energías amigables con el medio ambiente y que contribuya al cumplimiento de objetivos internacionales en los que se ha comprometido México para poder generar menores emisiones de carbono”, plantea Estrada.
Particularmente sobre el fracking, diversas asociaciones civiles y miembros de la academia han advertido de un inminente daño socioambiental.
La Alianza Mexicana contra el Fracking señala entre sus impactos ambientales la disminución de disponibilidad de agua (para la fracturación de un solo pozo se requiere entre 9 y 29 millones de litros), lo que pondría en peligro a los ecosistemas y al derecho humano a este líquido; la contaminación de fuentes de agua, que incluye contaminantes de alta toxicidad, metales pesados e incluso materiales radioactivos que ponen en peligro la salud del medio ambiente y los humanos y; finalmente, la emisión de gases de efecto invernadero y su consecuente contribución al calentamiento global.
Mientras activistas y científicos advertían del daño, los licenciados en administración, contaduría, derecho y ciencia política (ninguno con estudios o especialización en materia ambiental) del grupo parlamentario del PVEM, aprobaban la Reforma Energética.
En junio de 2015, el Doctor en Ciencias Sociales Juan Carlos Ruiz Guadalajara escribió sobre el tema en el diario La Jornada.
“De todas las falacias que caracterizan [al PVEM] sin duda la más perversa es su discurso supuestamente ecologista de defensa del medio ambiente […] Ejemplo de ello es la defensa a muerte que […] ha hecho de la Reforma Energética de su socio Peña Nieto, abriendo la puerta a la depredación ambiental del país”.
Y añadió: “Lo mismo ha sucedido con la indiferencia cómplice del PVEM respecto a las propuestas ciudadanas para reformar la ley minera, que entre otras cosas han exigido cambios drásticos en el modelo extractivo y una inmediata prohibición de la minería de tajo a cielo abierto para obtención de metales preciosos, acciones necesarias para garantizar el derecho humano a un medio ambiente sano. La indolencia del PVEM ante la destrucción del territorio nacional y sus ecosistemas por acción de proyectos empresariales depredadores es más que evidente”.
Pero el reclamo no se queda allí. A la crítica de algunas de las prácticas del partido se suma, además, la ausencia de otras, como la de su pronunciamiento público con relación a temas medioambientales que han representado graves daños a los ecosistemas y destacado entre la opinión pública.
“Ninguna. Ninguna es la participación del PVEM en denuncias ciudadanas. No he visto que hubiera una postura como partido político ante hechos como el derrame del Río Sonora [clasificado por el Gobierno federal como el peor desastre ambiental en la industria minera del país de los tiempos modernos] ni demandando a Grupo México que aporte los recursos suficientes para resarcir a la población afectada o los daños al medio ambiente.
“No lo vi pronunciarse por el caso reciente de corte de manglares en Tajamar; no lo veo pronunciarse en contra de la aprobación de la siembra de transgénicos que afecta a la Península o que desaparecerá a variedades de maíz… ¡No vemos ese tipo de posturas en el PVEM! Pero sí en otro tipo de intereses, de temas, de iniciativas, que responden a intereses particulares, no a los relacionados con el medio ambiente”, critica el Director de Comunicación de Greenpeace.
“¿BIENESTAR? ¡NO! SE TRATA DE SU BIENESTAR”
Contemplado en su programa de Vida Silvestre 2012 –2015, el bienestar y protección animal es una causa más con la que el PVEM se ha abanderado. En este tenor, “el Partido Verde ha propuesto Políticas Públicas en materia de conservación y protección de la Vida Silvestre”, expone.
Entre sus logros en el rubro, menciona la de “Circos sin animales”, ley que impulsaron, indican, “comprometidos con la protección y el trato digno a los animales”.
Ciertamente, el uso de animales para espectáculos tales como los circos es ampliamente criticado por la comunidad animalista; no obstante, tras la adición al último párrafo del artículo 78 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y de la Ley General de vida Silvestre que rezaba que quedaba prohibido el uso de ejemplares de vida silvestre en circos, fueron pocos quienes quedaron satisfechos.
Diversas asociaciones se pronunciaron por una falta de planeación en la legislación que dejaba en el limbo a las especies. Entre ellos, Gustavo Larios, representante de la Asociación Mexicana por los Derechos de los Animales (Amedea) y especialista en la materia:
“En principio, la sola publicación de la prohibición de uso de animales en circos es buena, en definitiva. No obstante, el PVEM debió pensar que no sólo se trataba de hacer ‘lo que debía’, sino de vigilar muy bien su debido cumplimiento. No se trata de sacar leyes por sacarlas, sino de hacerlas de muy buena calidad y luchar porque sean cumplidas”, dice a SinEmbargo.
Asesorados por la asociación Animal Heroes, el PVEM presentó una iniciativa que, en su texto final, contemplaba la entrega por parte del gremio circense de una lista con el número de animales de los que eran propietarios y, posterior a ello, la entrega voluntaria de los mismos.
Llegada la fecha de entrada en vigor de la ley, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), anunciaba que dichas listas aún no habían sido entregadas por completo, lo que había “impedido conocer el número exacto [de animales] para determinar sobre [su] depósito”.
Así que la Ley entraba en vigor sin saber a ciencia cierta el número de animales que existían en los circos (o el número de circos, en principio). Adicionalmente, después de haber ofrecido a los 108 zoológicos del país, seis Centros para la Conservación e Investigación de la Vida Silvestre (CIVS), así como la posibilidad de que Unidades de Manejo Ambiental (UMA’s) recibieran a las especies, la dependencia anunciaba que los circos podían conservar a sus animales, siempre y cuando éstos no fuesen utilizados para espectáculos, sino únicamente para exhibición.
En entrevista para SinEmbargo, Antonio Franyuti, representante de la asociación que asesoró al PVEM para ésta y otras iniciativas, admite que existió una debilidad en la Ley.
“Cuando asesoramos al principio, propusimos prohibir el uso de animales en un plazo de dos años y no de uno como se hizo. Eso trajo algunas complicaciones, pero parece que fue el único problema. Porque en realidad, en cuanto a resultados, sólo murió un animal (aunque no debió haber muerto ninguno). Los demás están en refugios o santuarios y la otra mitad sigue en posesión de los circos”, destaca.
Hasta la fecha, las cifras oficiales sólo reconocen la muerte de un animal. Pero Armando Cedeño Álvarez, presidente de la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circo, declaró en julio pasado que decenas de animales habían muerto de hambre. Y, por otro lado, surgieron iniciativas como las de Santuaai, cuya presidenta es Fernanda Quinzaños, que ofrecían la creación de un santuario para recibir animales de circos, bajo el argumento de que el Gobierno federal no solucionó a cabalidad el tema de reubicación de los animales.
“Este es sólo un ejemplo de Ley que refleja la ignorancia de los militantes del PVEM con temas relacionados al derecho y bienestar animal. Otros dos ejemplos son las últimas penalizaciones en Guanajuato y Oaxaca por maltrato animal, que contemplan penas muy bajas. En fin: la falta de técnica legislativa y falta de sentido común con la que han legislado, muestra una pésima calidad de sus asesores o de los propios legisladores”, afirma Gustavo Larios, representante de Amedea.
Apenas el pasado mes, distintas asociaciones animalistas entre las que se encuentran Proyecto ARPA, AnimaNaturalis y Amedea, mostraban su rechazo ante una propuesta de Ley Estatal de Bienestar Animal por parte de un Diputado del Verde en Veracruz, pues argumentaban que se trataba de una ley “retrógrada y hecha al vapor”.
“Dicha iniciativa de ley es alarmante pues define a los animales como ‘recursos naturales renovables’ para uso y disfrute del hombre y propone, como solución a los problemas que padecen los no humanos, su matanza indiscriminada. [Es una ley] encaminada a proteger los intereses de los sectores que se benefician de la explotación de los animales”, expuso en aquella ocasión AnimaNaturalis, sobre el asunto.
Aquella ley, causó particular rechazo debido a que también contemplaba el sacrificio de perros de guardia y protección después de terminada su “vida útil”. “Este artículo es, además de impensable, incongruente: no se puede establecer la eutanasia a un animal de ese modo, es como si a los humanos nos sacrificaran por hacernos viejos. Yo creo que el Diputado no querría que le maten una vez que termine ‘su vida útil’ ¿o sí?”, declaró a SinEmbargo, Miriam Hernández, representante de Amedea, delegación Veracruz.
***
“Los Partidos Verdes tienen un movimiento que se basa en la ética y que, por tanto, deben considerar el sufrimiento de todos los seres del planeta. En este aspecto, el PVEM debería de ser, esencialmente defensor de los animales. No obstante, se trata de un partido que ve por sus intereses de mantenerse en el poder con cierta cantidad de votos.
“Un partido que no defiende los intereses de una sociedad (que incluyen en respeto al ambiente y los animales). Hay casos de sus miembros cazadores o taurinos que le deberían obligar a tener un sistema cuidadoso de selección y a trabajar buscando resultados. No se puede continuar así. Cuando los representantes de la sociedad, los legisladores, no tienen ni una posición ni conocimiento de los temas que deberían estar trabajando”, expone Larios.
“¿Bienestar?” –se pregunta el mismo Lorenzo Meyer en la entrevista. “¡No, no!: se trata del bienestar del partido”.