El “Envirobot” es capaz de detectar metales pesados en el agua y medir su nivel de toxicidad por medio de sensores biológicos.
Ginebra, 18 de julio (EFE).- Un grupo de investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) ha desarrollado una anguila robótica que puede encontrar las fuentes de contaminación y medir la toxicidad del agua contaminada gracias a sus sensores, tanto de forma remota como autónoma.
El invento, llamado “Envirobot”, se mueve como una anguila, está equipado con sensores químicos, físicos y biológicos que miden el agua a su alrededor que está a 1.5 metros “sin perturbar la vida acuática” y envía los datos a un ordenador en tiempo real, explicó la escuela en un comunicado.
El instrumento, que está aún en periodo de prueba, logró mapear con éxito las variaciones de conductividad en el agua y generó un mapa de temperatura, lo que representa un primer paso para el objetivo final del robot que es el de ser capaz de detectar metales pesados como el mercurio u otros contaminantes.
Los robots que nadan “pueden tomar medidas y enviar datos en tiempo real -mucho más rápido que si tuviéramos estaciones de medición instaladas alrededor del lago Leman”, destacó el director del Laboratorio de biorobótica de la escuela de Lausana, Auke Ijspeert.
El experto recordó, además, que “en comparación con los propulsores convencionales impulsados por robots submarinos, es menos probable que el robot se quede atrapado en algas o ramas a medida que se mueven”.
Además de poder seguir una trayectoria programada con anterioridad, este robot tiene “el potencial de tomar sus propias decisiones y rastrear independientemente la fuente de contaminación”, por ejemplo, nadando constantemente en la dirección a las zonas que presenten más toxicidad.
El robot se compone de numerosos módulos que contienen cada uno un pequeño motor eléctrico lo que le permite moverse suavemente a través del agua, un diseño modular que también posibilita a los ingenieros cambiar su composición y variar su longitud según sea necesario.
“El robot puede ser fácilmente desmontado, transportado a un depósito de agua remoto, por ejemplo, y volver a poner juntos para comenzar las pruebas”, dice Behzad Bayat, miembro del equipo de investigadores.
Algunos de los módulos contienen sensores de conductividad y temperatura, mientras que otros tienen cámaras pequeñas y sofisticadas que se llenan de agua cuando el robot nada.
Estas cámaras contienen sensores biológicos miniaturizados que albergan bacterias, pequeños crustáceos o células de peces.
Los sensores observan cómo reaccionan estos organismos cuando entran en contacto con el agua, indicando los niveles de toxicidad del agua en general.
Estos sensores ya han demostrado ser altamente eficaces en experimentos de laboratorio, aseguran los responsables del proyecto, financiado por el Programa Nano-Tera, una iniciativa gubernamental que busca situar a Suiza en la vanguardia de la revolución tecnológica.