Baux Tox es un labrador diferente a los demás, pues su madre lo aplastó mientras lo gestaba, lo que le provocó malformaciones en el rostro. Vivió los primeros años con dueños que lo maltrataron y lo desatendieron hasta que cumplió nueve años y una mujer lo adopto.
Ciudad de México, 25 de abril (La Opinión/SinEmbargo).- Desde que nació, los cuidadores de Baux Tox advirtieron que la vida no sería muy fácil para el perro. El canino de raza labrador nació con una notoria deformación facial, la que obligó a sus ex dueños a regalarlo en lugar de venderlo como a todos sus hermanos.
Esta notoria malformación, que hundió su cráneo y “juntó” sus ojos, fue la consecuencia de ser aplastado por su madre dentro del útero en una camada de 6 cachorros. A pesar que esto no afectó su personalidad e inteligencia, estas características “interiores” no fueron suficientes para poder vender al perrito, quien terminó en manos de un hombre en Texas, Estados Unidos.
A los pocos días de su adopción, el nuevo dueño de Baux decidió que el perro viviría en el exterior de su casa porque espantaba a sus gatos. Ahí estaba la mayoría del tiempo atado, al sol y con escasa agua y comida, y así pasó cinco años.
Las consecuencias de esa vida fueron evidentes: desnutrición, parásitos internos y externos, enfermedades y una evidente tristeza. Durante ese tiempo muchas personas intentaron rescatarlo, hasta que un joven publicó su foto en Facebook para encontrarle un nuevo hogar de forma urgente. Fue ahí cuando Jamie Huilt lo conoció.
En el portal animalista The Dodo, la mujer cuenta que fue a la casa del hombre para llevarse al perro. “Su caja torácica sobresalía debajo de su pelaje rubio, el que prácticamente colgaba de su cuerpo demacrado. Estaba cubierto de pulgas y tenía los oídos infectados”, recuerda sobre la imagen que vio cuando llegó.
“Quería que tuviera estabilidad y un lugar que reconociera como su hogar. En realidad, solo quería que fuera un perro”, expresa Jamie, quien se lo llevó para ayudarlo.
Para ello, la mujer llevó a Baux Tox al médico veterinario Jay Rydberg, quien determinó que el perro tenía un 50 por ciento de posibilidades de morir y que necesitaba un tratamiento intensivo. Incluso indicó que padecía Dirofilaria immitis, un parásito que daña los órganos.
“Le dije al veterinario que no me importaba”, dijo y detalló: “No me importaba lo mal y enfermo que estuviera. No quería que volviera a entrar en casas de acogida y lo devolvieran”. La mujer asumió el compromiso y costeó dos años de tratamiento para el perro, tiempo en que no pudo vivir con él.
Cuando el canino cumplió 9 años, Jamie lo adoptó.
Hulit confesó que se sentía identificada con Baux Tox porque ella vivió una infancia difícil en la que pasó de un hogar a otro.
Una vez en su nuevo hogar, Jamie Huilt le presentó al perro a su nuevo amigo y hermano, Riley, otro perro labrador que la mujer adoptó para que se hicieran compañía. “Riley y Beaux se adoran”, aseguró la mujer que suele compartir imágenes de ambos.
Actualmente, el perro mantiene una vida feliz, muy alejada de los maltratos que sufrió durante sus primeros años de vida. “Hoy está lleno de vitalidad y nos da mucho cariño. Es muy hiperactivo y alegre como un cachorro“, contó al portal.
Esta alegría la demuestran las fotos de Baux, quien luce sano, feliz y nutrido.