Martín Moreno-Durán
25/01/2017 - 12:00 am
¿Debería Peña Nieto pedir licencia?
*Un Presidente sin apoyo, sin credibilidad *Se aferrará al cargo…a pesar de todo Más allá de fanatismos, filias o fobias, hay, al menos, seis razones válidas y de fondo por las cuales Enrique Peña Nieto debería considerar, en algún momento, solicitar licencia al Congreso como Presidente de México. (Razones aplicables, por supuesto, en cualquier país […]
*Un Presidente sin apoyo, sin credibilidad
*Se aferrará al cargo…a pesar de todo
Más allá de fanatismos, filias o fobias, hay, al menos, seis razones válidas y de fondo por las cuales Enrique Peña Nieto debería considerar, en algún momento, solicitar licencia al Congreso como Presidente de México. (Razones aplicables, por supuesto, en cualquier país con rasgos de democracia, aún incipientes o en desarrollo):
- NULO APOYO CIUDADANO. Bajo cualquier circunstancia, ya es muy difícil gobernar con un raquítico 12% de respaldo ciudadano (Fuente: Encuesta de REFORMA 18/Enero/2017). Si solamente 12 de cada 100 apoyan a un mandatario, es momento de reflexionar en Los Pinos y ver qué tan conveniente es para el país tener a un Presidente con nulo apoyo popular. Sin credibilidad ni confianza. Es momento de evaluar cómo quiere pasar Peña a la historia: como el peor Presidente de México o como el Presidente que prefirió hacerse a un lado en aras de intentar rescatar a un gobierno que naufragó en su cuarto año. Aún le queda tiempo para hacerlo.
- CAUSAS DEL NAUFRAGIO. Lo más grave para Peña Nieto – y lo peor para México-, son los motivos por los cuales los ciudadanos retiraron su respaldo al Presidente: la corrupción del gobierno peñista; la Casa Blanca y los conflictos de interés con grupos empresariales (Grupo HIGA y OHL); la adquisición oscura de mansiones a cambio de favores (familia Peña Rivera y Luis Videgaray); caso Ayotzinapa y una investigación gubernamental amañada y manipulada; la protección desde Los Pinos a gobernadores corruptos (Moreira, los Duarte, Medina, Borge, etc); los gasolinazos (las falsas promesas de Peña y su equipo de erradicarlos); la ineficacia a la hora de gobernar. Todos estos factores generaron un caldo de cultivo propicio para que, a solo 20 meses de concluir su sexenio, los mexicanos decidieran retirar su respaldo al Presidente.
- DAÑO IRREVERSIBLE. Peña Nieto no tiene ni remedio ni solución. Sus pecados no los absolverán los mexicanos. Es un político repudiado y odiado, pero no de manera gratuita: allí están – abiertos, impunes- sus abusos de poder. Cada vez escucha menos y está más aislado de la realidad nacional. Sus oídos únicamente están abiertos para Videgaray, Nuño y Eduardo Sánchez. Todos los demás son enemigos. Para colmo, sigue diciendo disparates: en Puebla se ufanó de que los poblanos “no protestaran tanto por el aumento a las gasolinas”. Iluso el señor Peña: el autoengaño radicó en que Moreno Valle solamente rodeó al Presidente de aplaudidores oficialistas y le evitó cualquier momento desagradable a la vista. Un mundo feliz a la medida del mandatario repudiado. No en balde se han cancelado giras presidenciales.
- NO HAY SOLUCIÓN. A 20 meses de su salida de Los Pinos, no se vislumbra que el país mejore en sus parámetros más sensibles y urgentes: más seguridad, mejor economía, menos corrupción, castigo a los corruptos, mayor sensibilidad gubernamental a los reclamos ciudadanos, menos pobreza. Muy al contrario: la situación podría empeorar con el embate racista y enfermizo de Donald Trump que ya le causa estragos a la economía nacional con la cancelación de inversiones y empleos. De entrada, Trump le marcó agenda a Peña Nieto. Es el gringo quien fija hora, fecha, temas de discusión, etc. Enfrentar a Peña contra Trump es como enfrentar a los Gallos Blancos contra el Real Madrid. No hay punto de comparación.
- VACÍO DE AUTORIDAD. Al aislarse del país y, por tanto, de lo que sucede en su entorno, Peña Nieto ha provocado un vacío de autoridad que está siendo devorado por la dinámica de la sucesión presidencial en 2018. Los vacíos se llenan: los grupos que pretenden arrebatarle a Peña el control sucesorio, han entrado en franca batalla por la candidatura presidencial. Allí están Videgaray – al frente del equipo de Los Pinos-; Osorio Chong – arrinconado aunque, precisamente por ello, peligroso-; Manlio Fabio Beltrones – engallado por la ausencia de autoridad presidencial y dispuesto a buscar la candidatura apoyado por gobernadores, teniendo como plan B a su cachorra, Claudia Pavlovich-; Ivonne Ortega – ex gobernadora yucateca que ya está, sin tapujos, buscando la candidatura presidencial priista-. Los grupos de poder priistas, ante la evidente debilidad de Peña Nieto, buscan la candidatura y, en ese lance, darían el tiro de gracia a un país que sería rehén de las ambiciones políticas en lo que resta del gobierno de EPN.
- 2018 Y LA CRISPACIÓN POLÍTICO-SOCIAL. Si Peña Nieto se aferra a una presidencia débil, desprestigiada e inoperante, la crispación social y el entorno político rumbo al 2018 se agravarían. El empecinamiento de un mandatario disminuido como Peña Nieto al tratar de imponer al candidato presidencial del PRI e intentar descarrilar a López Obrador – cada vez más consolidado-, podrían desembocar en una crisis nacional de consecuencias aún más funestas para el país. Cada día que transcurre con Peña en Los Pinos, es un día que acumula mayores rencores políticos y sociales. Bien ganado lo tiene el mexiquense. Peña ya no une. Desune. Por ello, se necesitaría a un gobierno de transición que llevara a buen puerto las elecciones presidenciales del 2018. Evitar el choque mortal y frontal.
*****
Estoy seguro que Enrique Peña Nieto se aferrará a la presidencia, sin importar que en su necedad, lleve al país a una crisis político-económico-social aún más grave y que se agudice de cara al 2018.
Al no ser estadista, Peña optará por la imagen personal en lugar de anteponer la viabilidad de México a futuro.
De ser estadista, Peña ya estaría considerando solicitar licencia al cargo, reconociendo el fracaso de su gobierno y permitiendo a un gobierno de transición medio enderezar las cosas de aquí a 20 meses.
Pero no lo hará. Al Presidente le importa Peña Nieto. No México.
TW: @_martinmoreno
FB / Martin Moreno
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