Ciudad de México, 24 de abril (SinEmbargo).– Fuera de los números –esos que refieren que se lee poco en México–, expertos aseguraron que si bien hay mucho por hacer también existe una ola creciente de lectores en el país, la cual se ha podido ver reflejada en ferias de libro y salas de lectura; sin embargo, afirman, a los mexicanos les falta apreciar a los libros como un objeto de uso diario y a la lectura como un acto de mero placer, como se hace en algunos puntos del extranjero.
En algunos países la lectura más que un ejercicio impuesto, es un habito, el cual está relacionado con el hecho que en casa haya un librero, producto de la recolección de obras que se ha dado de generación en generación, coincidieron los especialistas.
Si bien, en el contexto mexicano hay mucho camino por recorrer, una oferta cara y políticas de Estado que no han avanzando, las iniciativas culturales, Internet y el fenómeno de los best sellers han generado nuevos lectores nacionales –coinciden los entrevistados–, los cuales, con todo y contrastes, se desenvuelven en dinámicas de lectura similares a las de otras sociedades.
El escritor, editor y coordinador del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Héctor Orestes Aguilar, opinó que el libro debe ser considerado como un objeto que acompaña la vida, antes que consultarlo como una fuente de conocimiento o información.
“Hay sociedades en donde la lectura se inculca prácticamente desde los dos años. Antes de que los niños aprendan leer, el hecho que sus padres les lean los va habituando a esta practica cotidiana y se ve entonces como algo más que un ejercicio escolar o una obligación”, explicó.
–Ha estado en varios países de Europa y ha vivido 12 años fuera de México ¿cómo son los lectores del extranjero?
–Los lectores europeos a diferencia de los lectores mexicanos tienen una costumbre mucho más arraigada de acompañar su vida cotidiana con la lectura. Yo lo veo en casa, mi esposa es francomexicana y la lectura la trae desde la infancia. Su madre era una gran lectora y ella también lo es, y no puede terminar el día sin leer. Todas las noches, aunque sean 25 minutos lee antes de dormir, y esto le permite leer uno o dos títulos a la semana. Ella es editora, pero independientemente de su trabajo, por gusto lee al menos seis títulos al mes. Esto es algo que no sucede con el lector mexicano.
Para el editor, escritor y crítico Sergio Huidobro, la concepción de la lectura, independientemente si es alta o baja, debe cambiar, apostando a una actividad que se realice en el tiempo libre
“Despegándome un poco de la ‘numeritis’ que contagia a la medición de la lectura, creo que una de nuestras principales fallas –y de los pies que más cojeamos–, es que no hemos sacado a la lectura de nuestra lista de obligaciones pendientes, de las tareas por hacer, para ponerla dentro de nuestros placeres meramente hedonistas. Creo que esto ha sido una falla constante, no sólo en México, pero principalmente aquí, tanto del lado de políticas públicas como del lado de la concepción misma del imaginario popular”, dijo Huidobro.
–Ha participado en muchos festivales y en salas de lectura, incluso como parte de la organización, ¿considera que hay una ola creciente de lectores en México?
–Sí veo una ola creciente de lectores. También veo una diversidad creciente en ese tipo de lectores que ya no se reduce a al universitario o al estudiante, ya hay otros públicos. Sin embargo, lo que me preocupa son las razones que motivan esa ola creciente, porque veo que mucha de esa nueva ola de lectura está impulsada por las publicaciones que están dictadas por el mercado, las listas de popularidad, ‘los más vendidos’, las adaptaciones del cine. Eso es lo que me sorprende, más que el aumento numérico de los lectores.
–¿Este tipo de lectores, impulsados por la industria, se ven en otros países?
–Este fenómeno lo he visto replicado en otros países. La literatura de consumo –llamémosla así– ha hecho crecer el número demográfico de lectores pero en función de ese tipo de lectura. Llama la atención cuando esta conducta se ve en sociedades con una oferta tan amplia y establecida, como la francesa, belga, británica e incluso como en la española. La diferencia es que cultivan sus propios best sellers pero en versiones locales. Mientras que en México nos vemos invadidos por la décimo quinta impresión de las 50 Sombras de Grey, en Francia escriben sus propias 50 sobras de Grey, es un ejemplo de este fenómeno que en esencia es la réplica de lo mismo. Llegó un momento que muchas librerías de Europa tenía una sala especial de libros de vampiros, con adaptaciones locales, pero estructuralmente se trata de la réplica de lo que se vio en cines.
CIFRAS DE MÉXICO Y EL EXTRANJERO
Una encuesta nacional realizada en 2014 por el Fomento de la lectura, AC, arrojó que al 65 por ciento de los mexicanos de entre 12 y 66 años no le gusta leer.
El 69 por ciento de los consultados dijo que en un mes no gastaba nada en la compra de libros, mientras que 13 por ciento respondió que destinaba entre 50 y 250 pesos. Como resultado, el número que los mexicanos lee al año es de 2.94.
En la lista de los 20 países que más leen, México se ubica en un sitio muy abajo, en el puesto 24 -con 5.5 horas a la semana por persona-, según publicadó la revista Forbes en 2013 y que encabeza la India con 10.7 horas de lectura a la semana, seguida por Tailandia, China, Filipinas y Egipto con 7.5 horas, países que ocupan los primeros cinco lugares.
De acuerdo con el estudio “Panorama del Libro Digital en México” realizado por Casa del Libro, 25 millones de mexicanos carecen de acceso a la lectura, ya que se encuentran a más de 1 hora de distancia de una librería o biblioteca; situación que se agudiza en algunos estados de la República en dónde son más escasos este tipo de espacios.
En el estudio “Hábitos de Lectura”, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), México ocupa el puesto 107 de 108 países, con aproximadamente dos libros anuales por persona, mientras que en países como España esa cifra llega a 7.5 libros, y en Alemania se lee en promedio 12 libros.
En los países de habla hispana, según datos del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) España ocupa el primer puesto con 10.3 libros al año; Le sigue Argentina con 4.6; Chile con 5.4 y Colombia 2.2.
NUEVOS PÚBLICOS, NUEVOS HÁBITOS
Al ser cuestionados sobre las estadísticas, tanto Héctor Orestes Aguilar y Sergio Huidobro aseguraron falta profundidad en esas investigaciones, puesto que no empatan con el número de obras publicadas, la convocatoria en festivales del libro, salas de lectura y con los públicos que han surgido en plataformas de Internet en México.
“No podemos cantar victoria pero tampoco creo que la situación sea tan oscura y negativa. Yo pongo en tela de juicio esos estudios, no sabemos cuál sea su rigor. Yo creo que habría que registrar los nuevos públicos”, detalló Orestes.
El coordinador del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia también aseguró que ahora también ya se puede acceder a libros digitales, incluso obras difíciles de conseguir y eso también ha cambiado los hábitos de lectura de los mexicanos.
“Tenemos que sacar a la lectura de la numeralia, y ponerla en un debate más abierto, más casual. Tenemos que aspirar a hablar de literatura en los cafés, en las cantinas, después de coger, y no solamente en los foros especializados”, criticó Huidobro.
El escritor también consideró que hay un cambio, que ha avanzado tan rápido que no se ha podido investigar.
“La oferta online no sé si ha favorecido al lector mexicano, pero sí te puedo decir que la ha modificado. Es un fenómenos que ha surgido y se sigue desarrollando a una velocidad mucho mayor a la que nos ha dado para estudiarlo, o para entenderlo. Además en Internet se escribe más de lo que se lee. […] Con esto, no sólo el mexicano, sino en general se ha cambiado sus hábitos de lectura. Por ejemplo, entras a una red social –como Facebook– y tienes en la misma pantalla un enlace hacia un cuento de Conrad, abajo el anuncio de un carro, más abajo el saludo de tu mamá o una noticia de una masacre. Esta oblicuidad, no digo que sea mala, pero nos hace falta tomarnos el tiempo para entenderla”, explicó Sergio Huidobro, quien fue en 2014 uno de los jóvenes críticos de Cannes.
Ambos aseguraron que entre las diferencias que existe entre sociedades lectoras de las que no lo son se puede apreciar: la conciencia de civilidad y búsqueda de la libertad.