Sí, en la ciudad también hay tianguis dedicados a los músicos, uno de los más conocidos es el que cada martes se coloca en la calle de Puerto Rico, detrás del Gran Forum y a unos pasos del paradero de camiones del metro Taxqueña. Ahí, entre smog y mentadas, se venden instrumentos, discos, partituras, pedales, revistas y más.
El martes 21 de marzo de 2017, a eso del mediodía, el legendario tianguis de instrumentos y artículos musicales de Taxqueña, al sur del monstruo encantador también llamado Ciudad de México, fue testigo de las tres historias, o más bien episodios, siguientes.
1- Bajo los necios rayos de sol, dignos del primer día de la primavera y frente a un puesto donde la oferta consiste en un viejo acordeón, una inservible caja de ritmos y alguna que otra mercancía más, un hombre con fluorescente playera rosa, playera en cuyo costado se lee “New York New York”, apoya su zapato derecho en la caja de un dedicado bolero, quien a pesar del calor porta una gruesa sudadera negra con el dibujo del famosísimo y muchas veces imitado letrero “Welcome to Fabulous Las Vegas”. Unos cinco metros atrás de ellos se encuentra un autobús con publicidad de la no menos popular serie House of Cards. Desde ahí Frank Underwood (Kevin Spacey), ficticio Presidente de los Estados Unidos, parece vigilar con gesto autoritario la actividad del bolero y su cliente. Dos días después de haber contemplado esta escena, sigo masticando el curioso simbolismo que transpira.
2- Un convoy del metro, frenando para detenerse en la terminal Taxqueña, y un enorme tanque, o cisterna, o tinaco, o qué sé yo, del laboratorio farmacéutico Lilly, son el telón de fondo de dos postadolescentes deathmetaleros que comen parados, y conversan exaltados, en El Sinditaco, taquería callejera de nombre más que pertinente (el tianguis se localiza detrás del Sindicato de Músicos) y cuyo cartel de precios incluye imágenes de una guitarra acústica, una Gibson Les Paul y, creo, una Gretsch. A continuación, un fragmento de su acalorada charla:
— Güey, si le bajas a tu desmadre puedes llegar a ser un bajista bien verga, güey.
— Ya sé, güey... pero entiende que me laten un chingo las viejas, güey.
— Eso está chido, güey... tú sabes que me refiero a la otra mamada... Güey, si sigues haciendo puras pendejadas, te vamos a sacar de la banda.
— ¡Güey, güey! ¡No mames!
— Neta, güey.
3- De pie junto a dos pares de bocinas, en las cuales suena a todo volumen un aburrido tutorial para tocar maracas y junto al muy simpático anciano que interpreta el solo de “La Grange”, cierto joven melenudo con la portada del Dark Side of the Moon estampada en la camiseta, que lleva en la mano izquierda un estuche de dibujo técnico, de donde sobresale una regla “T” y en la derecha una guitarra, que por todo esto me recuerda a mis amigos de la preparatoria, observa un papel pegado en un poste. Cuando decidido corta un pedacito, para inmediatamente después desaparecer de la escena, me acerco sigilosamente y leo: “Se busca guitarrista. No borracho”. También me percato que el estudiante arrancó el teléfono del anuncio y deduzco que, o no es alcohólico o pretende disimularlo. Sea como sea, pienso: “Eso sí que lo diferencia de mis compañeros preparatorianos”.