Los niños en Alemania, pasan al menos, 5 años de su vida en situación de pobreza, perdiéndose actividades sociales y culturales, básicas en su desarrollo formativo.
Berlín, 23 de octubre (EFE).- Alrededor del 21 por ciento de los niños en Alemania vive al menos cinco años de forma permanente o recurrente en situación de pobreza, mientas que para otro 10 por ciento este estado constituye un fenómeno puntual, según un estudio que publica hoy la Fundación Bertelsmann.
Así, según el estudio, realizado en colaboración con el Instituto de investigación del mercado laboral y profesional (IAB), uno de cada cinco niños vive en familias cuyos ingresos son inferiores al 60 por ciento de los ingresos medios del conjunto de la población o que perciben prestaciones sociales básicas.
Especialmente amenazados se encuentran los menores pertenecientes a tres grupos: los de familias monoparentales, los que tienen al menos dos hermanos y aquellos con padres poco cualificados.
"La pobreza infantil en Alemania es una condición permanente. El que es pobre una vez, sigue siendo pobre durante mucho tiempo. Muy pocas familias son capaces de liberarse de la pobreza", señaló el presidente de la Fundación Bertelsmann, Jörg Dräger.
La pobreza infantil en Alemania implica tener medios únicamente para cubrir las necesidades básicas y supone tener que renunciar a muchas cosas que para otros niños son elementales en su proceso de crecimiento, principalmente lo que respecta a las actividades sociales y culturales.
El estudio, para el que durante un periodo de cinco años (2011-1015) se tuvieron en cuenta los ingresos anuales de las familias de 3 mil 180 niños, analizó a qué bienes y aspectos de la participación social habían tenido que renunciar por razones económicas.
La lista incluye elementos como tener una vivienda lo suficientemente grande, una lavadora, un ordenador con acceso a internet, pero también la posibilidad de podar ahorrar mensualmente una cantidad fija.
Entre los aspectos sociales se tuvieron en cuenta cuestiones como poder ir al cine una vez al mes o tener la posibilidad de invitar a comer a casa a los amigos.
Según el informe, los menores que se encuentran en una situación de pobreza permanente deben renunciar a 7.3 de estos 23 bienes y aspectos de participación social; en el caso de los que se ven afectados puntualmente por un estado de pobreza, se reduce a 3.4.
Por contra, los niños de familias con ingresos garantizados deben renunciar sólo a una media de 1.3 bienes.
"Está demostrado que el que ya es pobre de niño y no puede participar de la vida social tiene menos oportunidades en la escuela. Eso reduce las posibilidades de poder llevar en un futuro una vida autónoma lejos de la pobreza", advirtió Dräger sobre las consecuencias a largo plazo de estas carencias.
En este sentido, subrayó que "las futuras políticas sociales y familiares deben romper con el hecho de que la pobreza sea hereditaria" y debe ofrecer para ello los instrumentos necesarios y un cambio de paradigma en el que las necesidades de los menores y de los jóvenes pasen a un primer plano.