El Alcalde Ángel Robles Bañuelos describe dos problemas entrelazados que en un pueblo resultan más apremiantes que cualquier conflicto de seguridad: el hambre y el olvido. En esta entrevista huye de complejidades. Acepta que conoce bien a la madre de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, que la primera inversión de la carretera Badiraguato-Parral en el triángulo dorado la puso Rafael Caro Quintero y que en el municipio que gobierna se cultiva mariguana. Pero eso no le parece prioritario. Lo que lo mantiene preocupado es la exclusión de la Cruzada Nacional contra el Hambre, lo que es, dejar el municipio en manos del poder económico del narco. Y quiere que Enrique Peña Nieto visite la sierra para que conozca cómo se vive ahí. ¿Cómo se gobierna a un pueblo con mala fama? Dice el Alcalde que Badiraguato -la cuna de los narcos famosos de México, la génesis de la violencia nacional-, se hunde en la miseria bajo la marca del estereotipo
Cuando el 9 de agosto se supo que Rafael Caro Quintero –nacido en La Noria, una comunidad de Badiraguato, Sinaloa– estaba libre, se pensó que una fiesta colmada de borrachera y banda sinaloense atravesaría al municipio. Se creyó que la fiesta iba a extenderse más allá de las horas. Se imaginó que este poblado de silueta verde, en la cima de la sierra, carente de luz eléctrica en el 30 por ciento de su cuerpo, se iluminaría sólo por la magia que provoca el gusto. No fue así. Y el profesor normalista, Ángel Robles Bañuelos, Presidente municipal, triunfador por la coalición Para Ayudar a la Gente (PRI-Panal y Verde Ecologista), quien en diciembre culminará el trienio, tuvo que responder que no, que lo único que hubo ese día en Badiraguato fue un aguacero.
Veintiocho años después de que Rafael Caro Quintero se convirtiera en el epicentro del cultivo y trasiego de drogas en México; Badiraguato, su terruño, se deshace atajado por un binomio: la miseria y el estigma. Este es un pueblo poderoso en la geografía del cultivo de amapola y mariguana; pero al tiempo, uno de los enclaves más marginados del país. Basta adentrarse en la biografía de cualquier narco mexicano sobresaliente para dar con Badiraguato. En su accidentado mapa se ramifican tres generaciones de nombres de hombres con enigmáticas e intrincadas leyendas. En los 40, nacieron ahí Pedro Avilés, Ismael “El Mayo Zambada” y Juan José Esparragoza Moreno; 10 años después la misma tierra parió y crió a Ernesto Fonseca Carrillo, Rafael Caro Quintero e Ignacio Coronel Villarreal. Luego, Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo” Guzmán, vio la primera luz y se hizo adolescente en los montes, casi al mismo tiempo que sus primos, los cinco Beltrán Leyva.
Desde los 70, el Ejército está entre esos cerros. Llegó con la Operación Cóndor que implicó el despliegue de 10 mil soldados. Se consideró que ahí estaba la puerta de entrada a la región bautizada como “triángulo dorado” cuyos vértices son Sinaloa, Durango y Chihuahua. El tiempo ha pasado. Los soldados no se han ido. Y nadie parece acostumbrarse.
El más remoto y calcado recuerdo es la pobreza. La carencia de todo, por décadas, se ha repartido en once comunidades dispersas en la tierra seca. En agosto de 2013, Badiraguato es de los 200 municipios con la miseria más dramática de México. En otras palabras, en la cuna de los narcos más famosos, en la génesis de la violencia en el país, la mitad de los 30 mil habitantes vive en crisis alimentaria, en casas de lámina, sin zapatos y con pocas posibilidades de estudiar.
“No, no, no, no es el narco el problema. Ni lo que queda del narco. O lo que vaya a ser del narco. Es el hambre”. Resume así a su pueblo Ángel Robles, quien en esta entrevista parece ahogarse en suspiros, enojos y la afectación que deja la desesperanza. Se recompone: “Es el hambre. Y el hambre no puede atacarse porque estamos solos. Nos temen por un mote mal puesto. Por un estigma equivocado. El estigma del narco lo estamos pagando con hambre”. ¿Cómo se administra la mala fama de un pueblo? “Dicen que hieren más las palabras que un puñal. Dicen que matan más los estereotipos que las balas”, alcanza a decir el Alcalde ante el cuestionamiento.
Antes de ocupar la silla principal del Ayuntamiento, Ángel Robles pasó 25 años en la sierra, dando clases en escuelas sin techo y entre polvo, con un caballo o un burro como únicas opciones para emprender un regreso. Esta mañana de agosto, sentado en su oficina, huye de las complejidades. Responde la llamada con generosidad. Parece que se ha acostumbrado. Desde la liberación de Rafael Caro Quintero ha hablado con reporteros de varios sitios del mundo. No le interesa marcar el territorio con afanes de diplomacia. Nada le importa mencionar que conoce bien a la madre de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, el hombre con el superlativo de “el más buscado del mundo” y cuya leyenda tiene como punto de partida la cima del poblado de cerros pelones que él gobierna. Nada le importa decir que ella contribuyó con la construcción de una Preparatoria en La Tuna. Nada le importa contar otra vez que sí, que Caro Quintero hizo el tramo Badiraguato-Parral, la única carretera del triángulo dorado y que es probable que ande por ahí, como es probable que no. Nada le importa decir que sí, que en su municipio se siembra mariguana pero que, incluso, a ese cultivo se lo ha llevado la desgracia.
El Presidente niega que algún recurso de la Cruzada Nacional contra el Hambre haya llegado a Badiraguato. Tampoco alguna ayuda del Gobierno del Estado. Tampoco de organizaciones civiles. Habla de su soledad. La que siente al gobernar el territorio que echó al mundo a los narcotraficantes de México. “Yo voy a otra parte del estado, y me preguntan que de dónde soy Presidente, cuando se ofrece la plática. Les digo que de Badiraguato. Y ponen el grito en el Cielo. Yo les digo: acuérdense que los dichos llevan mensaje. Y el León no es como lo pintan”. Después, hace una invitación. Es para Enrique Peña Nieto, Presidente de México. “Yo le hago una invitación directamente. Que voltee los ojos a ver a los municipios pequeños y estigmatizados. Marcados por algo que ya no es real”.
– Aunque el Inegi reconoce a Badiraguato como uno de los 200 municipios con pobreza extrema del país, la Cruzada Nacional contra el Hambre del Presidente Enrique Peña Nieto lo excluyó, ¿qué piensa?
– A ninguna comunidad de Badiraguato le llegó. Es una política equivocada. Equivocada. Sumamente equivocada. Quizá, las personas que la organizaron no conocen la sierra. No conocen realmente cómo vive la gente que radica en lugares que ni se imaginan que existen. Se abocaron a las ciudades. Sé que en las ciudades también hay cinturones de miseria. Yo no me despego de la razón. Pero hay municipios pequeños, como Badiraguato, donde existe esta pobreza histórica.
– En proporción, ¿a cuántos afecta el hambre en el territorio que usted gobierna?
– Al 50 por ciento. Es muchísimo. La mitad de la población tiene problemas de alimentación.
– Badiraguato se encuentra en el corredor agrícola de Sinaloa, ¿por qué no contribuye con la producción de maíz, frijol y sorgo?
– La actividad agrícola es muy poca; por los cerros, por la orografía. Allá arriba hay pequeñas siembritas de calabaza, chile y maíz, y muy poquito frijol y cacahuate. Mariguana, póngale. La gente tiene la costumbre. Decir que no es como si quisiera tapar el sol con un dedo, pero el Ejército es permanente en Badiraguato.
– La siembra de mariguana, atribuida a esa tierra, ¿de qué sirve en estos momentos? ¿Es aún una opción para mitigar los problemas de la vida?
– De nada les sirve. Llegan los militares y las tumban. O los helicópteros extienden el líquido a los sembradíos y los queman. Aparte los chantajean. Les dicen que a lo mejor se las van a cuidar. La gente vive con la esperanza. Y la esperanza ya no es real. Yo estoy de acuerdo que se tiene que combatir la siembra de estupefacientes. Se tiene que combatir, pero el gobierno debe ponerles formas de empleo lícito a las familias para que sobrevivan. Ahí no llega nada. Nada llega. Que el programa nacional del hambre… Para Badiraguato, cero. Que la construcción de los espacios deportivos para que los jóvenes le entren con su energía en el deporte y que el día de mañana sean grandes personas… Cero, cero. No hay nadie que venga a decirnos: señor Presidente, ¿qué ocupas? Estoy solo. Muy solo.
– No obstante esta pobreza reflejada en las estadísticas del Inegi y la Sedesol, Badiraguato sobresale cuando se aborda la historia de un narco. La liberación de Caro Quintero hizo que algunos voltearan hacia allá. ¿Qué significa esa paradoja?
– A Badiraguato lo tienen en un concepto de que hay mucho dinero. Es todo lo contrario. Aquí, en Badiraguato el dinero está en muy pocas manos. Personas como Caro Quintero, aquí no las conocemos. Lo único que sabemos es lo que sabe la sociedad. Pero acaba de salir (de la cárcel) y le da revuelo nuevamente a Badiraguato. La gente que escucha esta palabra (narcotráfico), la asocia con dinero. La realidad no es esa. Sí, es cierto que en un principio, en los años 80, el señor navegaba por la sierra de Badiraguato. Vimos una carretera que sí, que todo mundo sabe fue una inversión personal de este señor. Luego ya lo privaron de su libertad. Lo de la carretera es un secreto a voces. Después de los 90, los gobiernos federales la tomaron y empezaron a trabajar por tramos. Y ahora es un éxito para el gobierno del estado y la federación, porque ahorita ya vamos un poquito más de la mitad de la Sierra Madre Occidental con la carretera Badiraguato-Parral.
– Y entonces, a usted le preguntan por el paradero de Rafael Caro Quintero…
– Me preguntan que si ha estado aquí. Pues yo no sé –les digo. Yo veo igual el municipio, tranquilo, muy bonito. Me preguntaron que si había fiesta. Yo le hice hice fiesta a mi señora, pero por su cumpleaños, no por otra cosa. Es más, no sabemos si está aquí o dónde está.
– También le preguntan por el “Chapo” Guzmán Loera, de vez en vez (El Presidente cambia de tema de inmediato)
– Yo no escondo nada. Yo vengo a transformar a Badiraguato. Yo lo voy a transformar de acuerdo a mis posibilidades. Lo que está en mis manos lo hago; lo que no, lo voy a seguir gestionando, a ver si hay una autoridad en el estado o en el país que realmente voltee a ver cómo ayudar a salir del subdesarrollo de los municipios pequeños y estigmatizados.
– Presidente, en el municipio que usted gobierna vive doña Consuelo Loera, la madre del hombre más buscado del mundo, de “El Chapo” Guzmán…
–Yo a la señora la conozco. Es una señora muy amable. Cuando anduve como inspector me tocaba quedarme en su casa. La conozco muy bien. Ella es de una religión.
– Uno de los objetivos de su plan de gobierno es edificar preparatorias en las comunidades rurales. Una era en La Tuna, en los terrenos donde habita doña Consuelo Loera, ¿se requirió de su colaboración para iniciar esta escuela?
– Esa escuela de La Tuna era un sueño para todos porque es de concentración.
– ¿Incluso un sueño de ella?
– Sí, también, de la señora. Ella se entregó a Dios. Es buena la señora… Si ella donó el terreno (para la Prepa) no sé por qué se extrañan… Yo no lo puedo decir porque no soy el indicado para decir las cosas, si yo tuviera el acta de donación, yo lo diría. Yo, hasta ahorita, sé que el Ejido San José El Barranco donde ella vive, donó el terreno y del Cobaes tipo EMSAD que depende directamente del gobierno del estado hizo la construcción.
– Después de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, en el operativo de la Marina en Cuernavaca en 2009, Badiraguato volvió al escenario de la seguridad nacional como territorio peligroso. Se temió el surgimiento de células en la sierra. Se temió por la posible violencia, ¿qué apoyo tuvo el municipio para el rubro de seguridad del gobierno del estado en los últimos tres años?
– No ha sido necesario. En mis tres años de gobierno ha sido el municipio más tranquilo del estado. Aunque se diga otra cosa. La realidad es que es el más tranquilo, el más pacífico. Yo, como Presidente, nunca he tenido ningún problema en la sierra ni en ninguna parte. Yo no uso escolta. Mi familia es mi escolta. Y aquí estamos trabajando hasta el último día, que será el 31 de diciembre.
– ¿Con cuánto presupuesto ha trabajado usted?
– El año pasado fue de 45 millones y en 2013, 41. Bajó porque el Inegi decía que Badiraguato ya tenía mejores condiciones de vida. En 2011, me bajaron también de 45 a 41 porque teníamos menos habitantes. Es una regla que tiene el Inegi, pero negativa para municipios pobres y extensos. Nos bajó la población, pero las comunidades son las mismas y las necesidades son las mismas. Aquí, es lo mismo atinarle que herrarle, herrarle con “h”.
– En este destino intrincado y en resumen, ¿cómo le va a Badiraguato en el gobierno de Mario López Valdez?
– Mal, mal, mal…
– Parece que es un callejón sin salida. Un destino de mucha desgracia, ser badiraguatense…
– Traes un sello negativo. A quienes nacen aquí parecen decirles: a ti, de grande, no te queda otra cosa…
– ¿Permanece el sueño de ser narcotraficante en la nueva generación?
– Ya pasó aquel tiempo en que los niños y los jóvenes querían imitar a ese tipo de personajes. También eso ya quedó en el pasado. Anteriormente era muy común que los niños y los jóvenes rechazaban ir a la escuela sencillamente por eso, porque no era la perspectiva de ellos. Ahora, los años no pasan en balde, ven que es un espejismo. Que eso nada más es llamarada de petate porque saben bien y han visto que el que hace cosas ilícitas tiene dos caminos: el panteón o la cárcel.
– Entonces, la pregunta es: ¿Cómo escapar del estigma de Badiraguato?
– La esperanza nunca muere. Yo espero que el Presidente Enrique Peña Nieto venga a Badiraguato. Yo invito al Presidente Enrique Peña Nieto y a sus funcionarios. Vengan a ver cómo vive la gente y vean las carencias que hay. Que haya programas sociales que lleguen en forma directa a las familias. Cada chango a su mecate. Zapatero a sus zapatos. El Ejército a su trabajo y nosotros al de nosotros. Cada uno a lo suyo.