Carlos Kazuga Osaka tiene bajo su cargo a 3 mil 100 empleados que ayudan a la producción de 3 millones 600 mil frasquitos diarios de Yakult. El producto que lleva el mismo nombre de su empresa. A pesar de ser un reconocido empresario, habló sobre la inestabilidad laboral que hay en el país y del estado de indefensión en el que se encuentran los trabajadores.
Mazatlán, Sinaloa, 23 de marzo (SinEmbargo).– El empresario de origen japonés Carlos Kazuga Osaka, presidente del Consejo Directivo de Yakult México, habla como quién conoce el mercado alimenticio en México. Durante un encuentro con SinEmbargo sostuvo que las condiciones laborales en las que las empresas mantienen a los trabajadores mexicanos son con frecuencia inestables, al tiempo que el Gobierno federal se ha encargado de ahogar el emprendedurismo de muchos jóvenes que anhelan poner un negocio.
Hace más de 30 años, Kazuga Osaka fue uno de ellos. Importó una máquina para embotellar en ocho horas 100 mil frascos de un producto lactoso que contienen la bacteria Lactobacillus casei Shirota, que ayuda a mejorar digestión.
“¿Sabes cuántos vendimos por día el primer año?, 2 mil 568 y teníamos una deuda de más de un millón de dólares”, recordó.
En la actualidad, aseguró, su empresa ha logrado sobrellevar las constantes crisis económicas que afectan al país, entre ellas, la que generada durante el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.
Kazuga cuenta, durante una charla llena de alusiones a la cultura japonesa, que ha intentado centrar su empresa en el desarrollo del personal. No cree que haya otra fórmula para salvaguardar la calidad sanitaria de sus productos. Aunque, lamentablemente, la mayor parte de empresarios no comparte esta visión.
PRIMERO EL TRABAJADOR Y LUEGO EL TRABAJADOR
—¿Cuáles son las condiciones laborales en las que se encuentran los empleados del ámbito empresarial?
–Lo que le pasa mucho al trabajador mexicano es que no tiene seguridad de trabajo. Siempre anda con miedo de que lo vayan a correr. Entonces, cómo esa persona va trabajar al cien por ciento, con esas dudas. Me vas a decir ahora: ¿en Yakult nunca corren a la gente? No, nosotros contratamos a la gente como si fuéramos a adoptar a un hijo. Porque la empresa se compromete a educarlos, capacitarlos, formarlos, hacerlos grandes y felices.
—Entonces, ¿Yakult sería una excepción a la norma?
–Ojalá tú tengas oportunidad de conocer Yakult. No creas que yo tengo un baño privado, un escritorio privado. No. Todos somos iguales. Nunca corremos a nadie porque el dólar bajo, el petróleo bajó de precio, o porque a China le va mal, y al país le está yendo mal. En ese caso al que deberían de correr es al presidente de la empresa, no al trabajador. El trabajador qué culpa tiene.
—¿Qué tendría que pasar en Yakult para que despidan a alguien?
–Sólo despedimos gente por cinco razones: porque llega muchas veces tarde; porque falta mucho; porque se roba algo, no importa el importe, es el hecho, no hay perdón; porque llegue tomado o drogado, o porque dé la valiosísima información de Yakult a Chamyto de Nestlé.
—Recientemente diversas investigaciones científicas han demostrado el impacto de las largas jornadas en la salud. Incluso, Carlos Slim propuso una jornada de tres días de trabajo. ¿Cuál es su perspectiva sobre la posibilidad de trabajar menos?
–Tenemos la producción 24 horas al día entonces tenemos que dividirlo en tres turnos. No lo podemos dividir en cuatro, porque sería nada más aumentar los gastos. A mayor personal, mayor gasto. Entonces, ¿cómo le hacemos? Con tecnología. Porque no es lo mismo estar trabajando y que todo lo haga la máquina y que tú sólo estés supervisando a hacerlo todo tú. Hay de trabajos a trabajos.
—¿Es necesario ya la implementación de tecnología en los trabajos de producción?
–Es obligación del empresario buscar la mayor tecnología para que el desgaste del trabajador sea el menor posible. Y eso es lo que nos toca a nosotros, porque los pescados se pudren por la cabeza, no por la cola. No es lo mismo, al menos para mí, el desgaste mental que tiene un trabajador en las horas de trabajo, que si ves que tiene un desgaste físico. Tienes que pensar, cómo hacer para que carguen menos, que transporten con mayor facilidad. Con un botoncito se pueden mover dos toneladas de mercancía.
—¿Qué pasa cuando las máquinas sustituyen el trabajo de las personas?
–Es otro reto, no porque ahora una máquina que me fabrica 100 mil frascos en ocho horas a través de un solo trabajador, y antes necesitaba ocho trabajadores, ¿voy a correr a los otros siete?. Ahí tienes que hacer el balance de cómo puedes hacer que los gastos sean menores para que puedas vender más y no tener que correr a esa gente.
— ¿Cómo ve la situación económica actual? El Gobierno ha pasado por estragos y ha hecho recortes. ¿Amenaza también a la iniciativa privada?
—Desde que Yakult es Yakult, México ha pasado por crisis. Y se nos enseña que en las crisis debemos ser como las mariposas. Un gusano que empieza a comer, llega el invierno y se hace capullo. Se cuelga en la hoja y parece que está muerto, pero dentro se está haciendo una gran metamorfosis, esperando que lleguen los tiempos buenos, esperando que lleguen los tiempos de romper el capullo y salir, ahora, como mariposa.
—Pero, ¿considera que el Gobierno propicia las condiciones idóneas para el empresariado?
–Yo he estado asesorando a muchos jóvenes emprendedores. Y se desaniman en las primeras. Porque les ponen que todos los empleados tienen que estar en el seguro social. Aunque no hayan empezado. Y son una de trámites en Hacienda. Que ahí los matan psicológicamente. Los desmotivan.
—¿Qué les dice en esos casos?
–Yo les pregunto a los jóvenes, quiénes son los empresarios en México. En cualquier pueblo que vaya yo me encuentro que son árabes, libaneses, judíos, turcos, armenios, franceses, chinos y hasta japoneses. Y les digo: jóvenes, ¿ustedes creen que los Slim, Servitje, los Ley, cuando llegaron a México llegaron con títulos universitarios?, ¿con dinero? No, llegaron sin siquiera hablar español, como mis padres. Pero al pisar esta bendita tierra, y ver todo lo que México tiene, trabajaron 14 ó 16 horas diarias. Sábados y domingos. Y se volvieron empresarios. Pero nosotros queremos trabajar ocho horas.