DAGUERROTIPO DEL VIVIDOR

22/11/2011 - 12:00 am

Esta es la historia de un niño bien, un Junior, un pirruris; un chico que creció observando como su padre jugaba a comprar aves exóticas para después liberarlas en la selva; un chiquillo que tuvo la fortuna de darse cuenta que ese romanticismo impostor no llevaba a ninguna parte y entonces creció como heredero del reino, se convirtió en un político profesional para vivir del sistema, sufrió una gran metamorfosis hasta convertirse en depredador rapaz y aprendió a perpetuarse en un partido como una meretriz al mejor postor.

“Crecí como Junior, es mi origen, me acostumbré desde que entré a la política”, dice sin ambages Jorge Emilio González Martínez mejor conocido como el “Niño Verde”, un personaje que concentra los vicios, corruptelas y lacras del sistema político mexicano.

Es miembro de la dinastía del Partido Verde Ecologista, la antítesis de cualquier formación en defensa del medio ambiente, hijo de Jorge González Torres, amo y señor del negocio familiar más exitoso de la flora y fauna del politiqueo de este país, fundador del PVEM que en sus inicios fue funcionario de la Secretaría de la Reforma Agraria y jefe de un Departamento de Tierras Comunales.

Su árbol genealógico está repleto de presupuesto gubernamental y empresas: nieto del ex gobernador de Tamaulipas, ex precandidato presidencial y dos veces secretario de Estado, Emilio Martínez Manatou, y sobrino del Doctor Simi, Víctor González Torres, candidato independiente a la Presidencia de la República, dueño de las Farmacias Similares.

El “Niño Verde” (16 de abril de 1972), a quien sólo le queda el mote, porque ya no es niño y menos verde, ingresó a la política a los 20 años y fue asambleísta por el Distrito Federal a los 22, diputado federal a los 25, senador a los 28, diputado federal plurinominal a los 34 y pretende ser nuevamente senador a los 40 años; aunque nunca ha dejado de vivir del presupuesto estatal, es decir, del dinero de los mexicanos, porque cuando no ha ostentado puestos de representación proporcional, ha tenido cargos directivos dentro del partido.

 

Hijo de tigre pintito

El ecologista Guillermo Martínez Berlanga recuerda a Jorge González Torres fundador del PVEM como un hombre a quien le gustaba alardear de su hombría rodeándose de mujeres hermosas incluso aún casado: “Hace como 30 años lo vi bajando las escaleras de un hotel de Monterrey en bata y con patas de gallo, rodeado de cuatro mujeres espectaculares, presumiendo de sus gustos por el sexo comercial”.

En realidad el papá del “Niño Verde” dio el “braguetazo” de su vida cuando se casó con Leticia Martínez, hija de Martínez Manatou, priísta que amasó una inmensa fortuna en la política gracias a su amistad con los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo y que enriqueció la vida de la familia González Torres.

El ex polio realizado por Martínez Manatou cuando fue secretario de la Presidencia, diputado, senador y gobernador fue valorado en miles de millones de dólares que astutamente sacó del país y tenía depositado en paraísos fiscales. Esa fortuna mal habida, sirvió para incubar un auténtico parásito del sistema que no llegó a construir ninguna carrera política dentro del Partido Revolucionario Institucional, pero sí un imperio sustentado en el Partido Verde Ecologista, una formación apoyada por Carlos Salinas de Gortari a través del entonces regente de la Ciudad de México, Manuel Camacho Solís, que cambió tres veces de nombre.

La familia González Torres llegó al Verde Ecologista gracias al sacerdote Emilio González Torres, ex rector de la Universidad Iberoamericana y cercano al obispo Ernesto Corripio Ahumada, en 1991. El padre del “Niño Verde” fue candidato por el PVEM en 1993 pero no consiguió el 1% de los votos por lo cual su partido se quedó sin registro, algo que obtuvo hasta 1997 cuando se presentó a la jefatura del Distrito Federal y obtuvo 7% de los sufragios. Luego hizo alianza con Vicente Fox y en 2000 y consiguió 5% de votos.

El padre del “Niño Verde” permaneció en su puesto de presidente del partido durante 10 años, luego como si de una monarquía se tratara heredó su cargo a su hijo varón para perpetuar la dinastía. El 16 de noviembre de 2001 se realizó el traspasó de poderes en el Hotel Chanká Ruinas de Palenque, Chiapas, bajo estricto secreto y con la prohibición del acceso a la prensa. Los 39 delegados votaron en una urna transparente ante la atenta mirada de los monarcas en un proceso seudo democrático que no permitió la llegada de Josefina Guadalupe Noriega, a pesar de contar con la simpatía de la mayoría de los miembros del partido. Las boletas electorales para presidente del Partido Verde Ecologista de México solo tenían como candidato único al “Niño Verde”.

Al llegar al poder, el Junior se sirvió con cuchara grande e hizo lo que quiso. Modificó las estatutos para que el presidente tuviera el poder del veto, puesto que ostentó durante una década. De esta manera, si la Asamblea decidiera destituirlo él podría vetar y permanecer en su puesto a pesar del deseo de la mayoría: “el poder del veto no es auténticamente democrático, es para dar orden”, ha explicado a la prensa.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó al PVEM reformar sus estatutos en 2003 porque eran antidemocráticos ya que casi todos los órganos deliberativos internos estaban controlados por la dirigencia nacional.

Pero en 2005 consiguió su reelección con los mismos métodos antidemocráticos. En Ciudad Victoria, Tamaulipas, se realizó la pantomima. El Junior obtuvo 179 votos a favor de los delegados nacionales y uno en contra, el de Fermín Martínez, regidor del PVEM en el municipio de Ciudad Juárez, Chihuahua: “Fue una asamblea amañada. Todo esto es una negociación, tu me pones, yo te pongo, si no votas por mi, sales del partido verde, son arreglos entre los mismos delegados y la dirigencia nacional”, dijo visiblemente molesto.

 

Dispendio y corrupción

Y si algo aprendió el “Niño Verde” de su padre, fue el derroche, la malversación y el dispendio de los recursos del partido. Desde un principio la organización política fue cuestionada por el desvío de dinero  público. En 1991, por ejemplo, se quedaron con el presupuesto que debieron repartir entre los candidatos para sus respectivas campañas. Cometieron un nuevo fraude en 1997 cuando se comprobó que habían desviado un millón de dólares con 16 facturas falsas.

El dispendio de fondos públicos ha sido escandaloso, público y notorio. En solo un año intentaron comprobar, con facturas falsas, que gastaron 150 mil dólares de gasolina en el Distrito Federal. Por supuesto, la empresa inmiscuida en el fraude era propiedad de un amigo de la familia.

Los presupuestos del PVEM no son cualquier cosa. En 2009, por ejemplo, el financiamiento público del partido ascendió a 304 millones de pesos y en los tres años anteriores le fueron entregados alrededor de 800 millones de pesos. El Junior, su padre, sus amigos y demás familiares, han utilizado todo el poder del Verde Ecologista para enriquecerse, a pesar de las multas por el manejo irregular de sus fondos, a pesar de las denuncias de corrupción, a pesar de las pruebas que demuestran sus actividades ilícitas. La impunidad invita a la repetición y la expansión del delito.

Fue el periódico español El País el que publicó la existencia de un video en donde Jorge Emilio González, el Niño Verde negociaba un soborno de 2 millones de dólares en 2004 cuando era senador. La imagen del Junior empezando el diálogo en plan pirruris es memorable: “¿Qué pedo? ¿Tu eres el del proyecto?”. El proyecto consistía en la construcción de un hotel en zona protegida de manglares en Cancún: “... sacamos el permiso y, ¿cuánto dinero nos va a tocar?”, pregunta el “Niño Verde” a lo que el empresario contesta levantando dos dedos: “¿Dos millones de dólares?, pregunta y recibe una respuesta afirmativa.

El Junior se defendió primero diciendo que el video era falso, luego lo aceptó. Y finalmente se justificó declarando que lo habían “chamaqueado” injustamente y que él sabía que era una trampa.

Las pruebas de este escándalo de corrupción de poco sirvieron. La impunidad, el poder y sus protectores lograron que el “Niño verde” no fuera requerido por la justicia y permaneciera impune en su puesto y en la política mexicana.

El “Niño Verde” tuvo un 77% de faltas de asistencia al Senado y en marzo de 2004 se le comprobaron tres viajes a Francia con dinero público, donde gastó más de un millón y medio de pesos. El ex diputado Santiago León Aveleyra denunció y exhibió copia de las facturas, cheques y estados de cuenta, donde se demuestra que estuvo en los hoteles Byblos en Saint Tropez entre el 13 y 18 de julio de 2003 y Four Seasons en Paris en dos ocasiones; primero, entre el 30 de octubre y el 3 de noviembre del 2002, y luego, entre el 23 y 28 de julio de 2003.

Entre los gastos demostrados están desayunos por valor de mil 514 euros; cenas que superan los 500 euros, servicio de habitación que rondan los mil 151 euros y hasta el pago de limosinas por más 590 euros.

Al “Niño Verde” se le conoce también por su afición a las fiestas, su gusto por la vida nocturna y sus placeres relacionados con mujeres y amigos. En esos tres viajes hubo gastos excesivos en una discoteca denominada “Les Caves Du Roys”. La primera factura de una noche de copas y baile fue de 4 mil 790 euros, la segunda fue similar: 4 mil 776 euros y la tercera el dispendio se elevó a 6 mil 040 euros.

González Martínez está acostumbrado al lujo porque viene de una familia adinerada, dijo su amigo el diputado federal Jorge Kahwagi al considerar que en su propio caso como en el del “Niño Verde” tienen la “capacidad” para gastar esas cantidades de dinero en cualquier viaje.

 

Ni verde, ni ecologista

Los principios ideológicos del Partido Verde Ecologista de México han sido seriamente cuestionados, a tal grado de ser considerado una franquicia empresarial propiedad de una familia y sus amigos, que un partido político con fines en beneficio del país: “El ‘Niño Verde’ y su papá no conocen ni siquiera la definición de lo que es el medio ambiente. No podemos hablar de sustentabilidad. Son un cáncer para México, dan asco”, dice el ecologista Guillermo Martínez Berlanga, dedicado a la defensa del medio ambiente toda su vida, quien conoce la génesis del Partido Verde de México y los vicios de sus dirigentes”.

“Son unos vividores del sistema”, añade. “Padre e hijo encontraron una veta muy sensible, redituable que es proteger entre comillas al medio ambiente, ellos aportan una cuota de cuatro o cinco millones de votos de verdes a nivel nacional que usan como moneda de cambio para lucrar en lo personal”.

En lugar de que el tráfico de influencias, las corruptelas, las parrandas con los amigos a cargo del erario público, el dispendio, la desviación de recursos públicos, la venta de curules y las alianzas satelitales con el PRI y el PAN hayan provocado la desaparición de un partido que en realidad es una simulación, en México esas practicas inmorales y delincuenciales han fortalecido al PVEM: “En su vida han apoyado un movimiento abierto en contra de depredadores del medio ambiente, de quienes están invadiendo los ecosistemas de los litorales mexicanos entregados a las empresas españolas, los manglares, los humerales, los arrecifes, ya se robaron todo con el aval, el coyoteo y el cabildeo de los Verdes”, dice Martínez Berlanga con un tono indignado.

Sus negociaciones con otros partidos, le permiten al “Niño Verde” ofrecer a familiares y amigos los puestos plurinominales: “Es mejor trabajar con amigos que con enemigos, si no que le pregunten al PRD, caray”, ha dicho en varias ocasiones González Martínez cuando se le cuestiona el nepotismo y amiguismo típico de su partido.

Y como muestra ha colocado a sus mejores cuates en puestos plurinominales y directivos del partido: Arturo Escobar, Francisco Abundis y Bernardo de la Garza; también a sus primos como José Antonio Arévalo González, incluso a la mamá de una chica que trabajaba en las oficinas de la familia, Esveida Martínez Bravo, y a la señora que hacía la limpieza en casa de los González Martínez. Muchos de los miembros fueron sus compañeros en los colegios de los Legionarios de Cristo, la Universidad Anáhuac o la Iberoamericana.

¿Realmente los miembros del partido Verde tienen una filosofía egocéntrica, destinada a la defensa del medio ambiente? La desgracia de México es que el Partido Verde Ecologista no es verde, ni ecologista, y por tal motivo el partido controlado por el “Niño Verde” fue expulsado de la Unión Internacional de Partidos Verdes particularmente por ir en contra de los principios básicos y despreciar la ideología sustentada en la defensa de la vida.

De hecho, rompió con los principios del ecologismo internacional. La última gran campaña del partido en 2009 es la instauración de la pena de muerte contra secuestradores y violadores, protagonizada por artistas famosos de Televisa. Mónica Frassoni, presidenta de los diputados verdes en el Parlamento Verde, cuestionó la campaña de muerte: “Es el único partido verde del mundo que defiende la pena de muerte y estamos escandalizados”. Los intereses del “Niño Verde” incluso están más cerca de las empresas contaminadoras que de la defensa sustentable del medio ambiente.

El objetivo principal del Niño Verde es conseguir el mayor número de escaños y de poder. Para ello no ha dudado en ser el máximo exponente del fenómeno vergonzoso conocido como las “Juanitas”, que consiste en que las propietarias de curules son sustituidas por suplentes hombres. En este caso tiene a varios representantes de las elecciones dl 2009: Sara Isabel Castellanos Cortes, quien fue sustituida por Jesús Sesma Suárez en el Congreso de los Diputados donde también Érika Laguerri Nagel ofreció su curul a Manuel Salgado Amador; en el Senado Gabriela Aguilar García cedió su puesto a Javier Orozco Gómez.

El partido verde mexicano está convertido en un club de familiares y amigos, una especie de esperpento político ligado al mejor postor muy lejos de la ideología de izquierda y en pro del cuidado ambiental que, supuestamente, le dio origen. Su alianza con el PAN fue un reparto de poder y con todo cinismo el Junior lo declaró: “Ellos nos buscaron para formar la Alianza; ellos, Fox, Bravo Mena, Aguilar Zinser, Diego Fernández de Cevallos. Con ellos hablamos en casa de mi abuelo Emilio Martínez Manautou. Y mandamos a hacer encuestas, el PAN y nosotros. Fox traía 34.1%, Labastida 46% y Jorge González Torres 5.6 por ciento. Con base en esa encuesta hicimos las negociaciones, nos repartimos las posiciones”. Pero su alianza con Vicente Fox terminó mal, según el “Niño Verde”, porque incumplió convertir en Secretario de Medio Ambiente a su padre.

“El ‘Niño Verde’ tuvo récord de faltas en el Congreso, en el Senado, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, manejan sus diputados como estrellas de la televisión”, dice Martínez Berlanga.

Sus alianzas con el PRI a partir de 2003 se han estructurado en intercambio de beneficios, al igual que con el duopolio televisivo, de hecho el PVEM cedió su primer puesto plurinominal a Ninfa Salinas, hija de Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca y ofreció una diputación al yerno de Manlio Fabio Beltrones, Pablo Escudero.

Su alianza anunciada a bombo y platillo con Enrique Peña Nieto como candidato a las presidenciales de 2012 es más de lo mismo: “Es el mejor hombre que representa las nuevas generaciones que necesitan oportunidades en este país”, dice el “Niño Verde”.

Los partidos verdes en Estados Unidos o en Europa son el factor de equilibrio político y tienden alianzas en favor del medio ambiente: “En México tendríamos que empezar de cero. La ignorancia de nuestra clase política es mala, pero en términos ambientales es de la era de las cavernas, no entienden la biodiversidad. Y el Partido Verde es como la prostituta de la política. Se acuestan con el que les paga un poquito más”.

Para el ecologista regiomontano Martínez Berlanga, el partido Verde Ecologista es una burla que debería desaparecer: “El ‘Niño Verde’ que ya no es niño, y nunca fue verde, es un vividor que nunca ha trabajado, se prostituye por muy poquito, suficiente para mantener sus lujos, sus francachelas, sus fiestas, sus derroches, sus abusos, como el  violentar a mujeres y usarlas, es la especialidad de estos hombres, incluido Jorge Kahwaghi, son coyotes de la misma loma”.

 

Trata de mujeres

La imagen de Jorge Emilio González Martínez corresponde a la de un auténtico Junior: polos y camisas de Ralph Lauren, Lacoste, Versace, Hugo Boss; corbatas Hermes, reloj Audemars Piguet valorado en 150 mil pesos en su versión más barata, coches de lujo como Audi y Mercedes, yates, departamentos de lujo en la playa...

Su ritmo de vida se centra en las relaciones públicas, en juntas quincenales con los miembros del PVEM y, por supuesto, en reuniones periódicas con el dirigente del PRI, Humberto Moreira, su referente moral.

Entre sus viajes a Estados Unidos destaca el más reciente realizado a Disneylandia acompañado de su novia. El gusto de Jorge Emilio González Martínez, de 40 años, por las menores de edad ha sido público y notorio. De hecho su novia, María Couttolenc era menor de edad cuando empezó a salir con él. La adolescente estudió en el Colegio Bosques y es hija de José Alberto Couttolenc Güemez, diputado asambleísta por el Verde: “Yo creo que las parejas que se llevan muchos años son las más exitosas y las más felices”, dice en su defensa el Niño Verde en una reciente entrevista publicada por la revista Quién.

El Junior es asiduo de las revistas de la prensa del corazón: “Todas las mujeres tienen su atractivo. En el Verde nos gusta darles participación no por el físico, sino por el talento propio de su género”.

La relación del “Niño Verde” con las mujeres, sin embargo, se ha visto empañada por la reciente revelación de sus conexiones con la trata de mujeres con fines de explotación sexual en Cancún, lugar donde el periódico Reforma publicó que el líder y otros miembros del Partido Verde tienen departamentos de lujo por valor de más de 20 millones y medio de dólares y en donde se “suicidó” de manera sospechosa Galina Chankova, ciudadana búlgara de 25 años que asistió a una de las múltiples fiestas que organiza el “Niño Verde” y sus amigos y compañeros de partido.

La joven búlgara cayó de la terraza del departamento 19B de la Torre Emerald de Cancún el pasado 2 de abril, cuya propiedad niega Jorge Emilio González, dirigente del Partido Verde, pero cuya versión que está plenamente sustentada por fuentes inmobiliarias y documentos de condominos, algunos a nombre de prestanombres.

El “Niño Verde” se ha defendido diciendo que se siente difamado y ha negado que asistiera a esa fiesta y que conociera a Galina, pero movió sus influencias sustentadas en la amistad que le une al gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, para que el supuesto suicidio quedará enterrado y no trascendiera a la prensa. La procuradora general de la República, Marisela Morales, ha dicho que la PGR no investiga al “Niño Verde” a pesar de las sospechas y evidencias en su contra.

Para Martínez Berlanga no hay dudas: “Estoy seguro que el ‘Niño Verde’ cabildea para proteger a los que mueven el mercado sexual en Quintana Roo, que incluye trata de mujeres. No tengo la menor duda, porque es un tipo repugnante que puede traficar hasta con su mamá”.

La versión de que el “Niño Verde” siente “amor” por la Riviera Maya y sus alrededores, sentimiento que empezó cuando su padre supuestamente compraba aves exóticas para liberarlas allí, es falsa según Martínez Berlanga: “Son inventos. Cuando fumas cannabis y no la controlas, hechas a volar su imaginación. Este tipo tiene antecedentes de pegarle a la droga, a los estimulantes, etcétera, etcétera; esto no lo digo yo, lo dicen sus amigos más cercanos. Y ahora quiere ser Senador para quedarse con el paraíso terrenal que es Quintana Roo”.

 

Futuro senador

Las aspiraciones del “Niño Verde” llegan hasta lo más alto: “Tal vez en 12 años podría ser candidato a la Presidencia de la República”, dice sin ningún tipo de complejo.

Mientras tanto, el líder del Partido Verde Ecologista prepara su prominente futuro político de la mano de Enrique Peña Nieto y negocia con el PRI volver a ser senador.

El pasado mes de septiembre, el “Niño Verde” perpetró otra de sus maniobras antidemocráticas para seguir ostentando el control del partido. La farsa fue necesaria debido a los señalamientos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que le ordenó reformar sus estatutos.

Y lo hicieron, pero para perpetuar el control del Junior. Desaparecieron la figura de presidente y facultaron a otros para la toma de decisiones. Obviamente el “Niño Verde” colocó a sus grandes amigos incondicionales: en la Secretaría General al senador Arturo Escobar y en la Secretaría Ejecutiva a Francisco Abundis.

Con el control y el uso indiscriminado de recursos, el “Niño Verde” mueve sus hilos para ostentar otra vez el puesto de Senador. Ha fundado la asociación civil “Niños Verdes por Amor a México IAP” que, según dijo, no “esta ligada a ningún partido político” y desde hace meses reparte despensas a más de 4 mil familias que las denomina “becas” con el fin de que los niños “no tengan que trabajar y se dediquen a estudiar”.

Y es que Jorge Emilio González Martínez se siente muy decepcionado de la clase política mexicana: “los partidos ven más por ganar las elecciones y por sacar algún beneficio, que por el país”.

 

Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.
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