Ashley Malixi Miranda Pérez, de 19 años y estudiante de Derecho, desapareció el 9 de diciembre de 2017 en Poza Rica, Veracruz. Cinco días después fue localizada sin vida y con múltiples huellas de violencia. Aunado a la pérdida de su hija, Silvia Pérez, mamá de Ashley, ha tenido que vivir el calvario de aguantar la indolencia y desdén de las instituciones, al grado que ni siquiera le informaron de la detención de la presunta autora material e intelectual del crimen.
La madre, pese a ser la ofendida, no estuvo presente en la primera audiencia de formulación de imputación, porque no fue notificada; se enteró de la captura por los medios de comunicación.
Ciudad de México, 22 de octubre (SinEmbargo).- Silvia recuerda que le queda otra hija, aún adolescente, y toma fuerzas para seguir adelante ante el dolor por el feminicidio de su primogénita, Ashley Malix Miranda Pérez. La sed de justicia es otra “pastilla” para poder lidiar con el desdén con el que siente ha sido tratada por las autoridades veracruzanas encargadas de investigar el crimen ocurrido en diciembre de 2017, en Poza Rica, Veracruz
“[Los funcionarios de la Fiscalía] son inmunes al dolor. Son indiferentes ante la desesperación y angustia de las víctimas”, describe Silvia Adriana Pérez Sierra, madre de la víctima en entrevista con SinEmbargo.
Dos personas, un hombre y una mujer, ya están en proceso penal por el feminicidio de la joven estudiante de derecho. Sin embargo, los días de Silvia están llenos de pavor: teme que no se haga justicia. A eso se le suma el pánico y la zozobra que le provoca el hecho de que la presunta autora intelectual lleva el proceso penal fuera de la cárcel y está arraigada en un domicilio donde vive en compañía de su esposo y familiares, justo frente a la iglesia a la que Silvia acude.
“… sí tengo miedo. Siento mucho temor de esas personas que le hicieron daño a mí hija Ashley, y no solo de ella -la presunta asesina- sino a demás gente que esta detrás de ella que nos pudieran hacer algo a mí o a mi otra hija.”
LA DESAPARICIÓN
Ashley Malixi Miranda Pérez estudiaba derecho en el Centro de Estudios Superiores del Norte de Veracruz (CESUNV) en Poza Rica, Veracruz. Iba para su segundo año en la carrera. Previamente estaba estudiando dos licenciaturas al mismo tiempo: también cursaba la licenciatura de Comercio Internacional en la Universidad de la Huasteca, pero dejó esta carrera para concentrase en Derecho. La joven quería terminar su licenciatura y tenía planes de estudiar en Canadá.
La última vez que fue vista fue el 9 de diciembre de 2017. Ese día Silvia, tenía que dar un curso a una hora de distancia de Poza Rica. A las 09:30 horas emprendió el viaje, pero olvidó una parte del material y tuvo que volver a casa. Silvia recuerdo que lloraba de desesperación porque “ya se me estaban olvidado las cosas”. Al llegar a casa, cerca de las 10 horas, Ashley la esperaba, aun en pijama, a la puerta de la casa y se lo entregó. Sería la última vez que hablarían.
“Yo sentí algo en mi pecho, cuando la alcancé a ver y ella me sonrío. Me dio sentimiento de verla, de que fue obediente de que me había sacado el material y que ya me estaba esperando afuera de la casa, PozaRica. […] Yo estaba llorando. Y ella me abrazó mucho y me dio muchos besos. Era la última vez que ella me iba a abrazar, que me iba a decir que me amaba. Yo la abracé sin saber que era una despedida”.
Ashley se preparó. Vistió pantalón de mezclilla y suéter blanco. Acudió a la universidad. Regresaría a su hogar, como siempre, pero al atardecer dejó de atender mensajes y llamadas en su celular.
Silvia concluyó su jornada y al volver a casa fue notificada de la ausencia de respuestas de su hija. Entonces se trasladó, junto a un amigo de la joven, a las instalaciones del colegio. No había nadie. Ashley no estaba en el lugar.
“Le hablamos a sus compañeros, a sus amigos. Estábamos desesperados. Le hablé a mis familiares. Empecé a preguntar por ella por Facebook, por si alguien la había visto. Se me hizo fácil sacar copias a un costado de la Universidad, poner su imagen y dar mi teléfono. Pregunté en un paradero de taxis cercano. Nadie la había visto”, detalla la madre.
A las 21 horas del 9 de diciembre, la mamá de Miranda Pérez levantó la denuncia ante la Fiscalía de Poza Rica. Entre preguntas (incluida la de si su hija tenía novio) pasó la noche. Las autoridades le entregaron fichas y comenzó a repartirlas en hospitales, con policías…
Silvia hizo manifestaciones durante el fin de semana en busca de su hija. En sus propias indagatorias, supo que Ashley llegó a la universidad. “No alcanzo ni a sentarse a su primera clase cuando recibió una llamada, y ella salió muy alterada de la universas.
“Dicen que estaba muy nerviosa al tomar la llamada. Llevaba su celular en la mano, una tablet y su bolsa. Dicen que tomó un taxi, alrededor de las 15: 30 horas”, narra la madre de Ashley.
EL CRIMEN, PRESUNTAMENTE POR CELOS
El jueves 14 de diciembre fue localizado el cuerpo maniatado de Ashley entre hierbas y maleza de una brecha que está en la comunidad de Cerro Grande Escolín, en el municipio de Papantla.
La joven había sido golpeada en la cara, apuñalada más de once veces en su cuerpo y degollada.
“¿Por qué tanto dolo, por qué tanta saña?”, se cuestiona Silvia entre lágrimas.
Un taxista había acudido el 13 de diciembre a la Fiscalía General de Veracruz –al parecer motivado por las manifestaciones– e informó que el sábado 9 de diciembre le pidieron un servicio extraño, alrededor de las 17:30 horas, desde el Motel las Fuentes hasta Papantla. Al solicitar el servicio, le pidieron comprar dos bolsas grandes de color negro.
Cuando arribó al hotel notó que tres personas salían de unas escaleras que dan a una de las habitaciones. El chofer dijo, según su declaración ventilada en las audiencias, que sólo vio el rostro de dos personas: la mujer que le pagó el servicio y el hombre que le pidió abrir la cajuela del auto, un movimiento que hizo desde su asiento.
En el camino, el hombre le pidió tomar una brecha, le ordenó detenerse y abrir la cajuela. El chofer declaró que nuevamente abrió la cajuela desde su asiento, "se quedó jugando con el celular, y que el muchacho dejó las bolsas sobre la carretera”, dice Silvia.
“Eso es algo que yo no entiendo, porque el taxista dijo que le pidieron el servicio. El señor dijo que, afuera del motel, abrió la cajuela desde donde él estaba sentado, que no vio lo que el hombre echó a la cajuela. La mujer es la que le pagó, otra mujer salió hacía la calle y el otro muchacho se subió al taxi. Pidió el servicio a Papantla, le dijo: 'métete por aquí y échate de reversa. Abre la cajuela' y que él [el chofer] se quedó con el celular jugando, y que el muchacho descendió, bajó las bolsas. Yo no sé si fue así, porque a mi hija la encontraron tapada con unas hierbas, unas plantas, sobre la tierra, y las bolsas dicen que estaban a unos metros del lugar donde ella estaba”, narra la madre de Ashley.
Veracruz es la segunda entidad federativa, seguido de Estado de México, con el mayor número de femincidios en el país. En el mismo año en que Ashley fue asesinada, las autoridades reconocen 79 feminicidios. La cifra aumentó con relación a los dos años anteriores: E¡en 2015 se registraron 40 feminicidios, y 58 en 2016.
La Alerta de Género fue declarada en 23 de noviembre de 2016 en 11 municipios: Boca del Río, Coatzacoalcos, Córdoba, Las Choapas, Martínez de la Torre, Minatitlán, Orizaba, Poza Rica de Hidalgo, Tuxpan, Veracruz y Xalapa. Mientras que en la misma entidad, en noviembre de 2017 se declaró otra Alerta por agravio comparado a los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Esta entidad destinó un monto de 14 millones 329 mil 821 pesos a la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en 2018, mientras que para los años 2017 y 2016 el Presupuesto de Egresos estatal no desglosa el monto destinado a está medida.
LA DETENCIÓN
El 29 de agosto pasado detuvieron a Lluvia “N”, una joven embarazada, como presunta responsable del asesinato de Ashley y quien presuntamente actuó en complicidad con un hombre identificado como Moisés “N”. Este último fue detenido el 4 de septiembre.
Silvia señala que los dos detenidos fueron reconocidos por el taxista testigo.
Las investigaciones indicaban que Lluvia presuntamente privó la vida a Ashley por celos, porque supuestamente la universitaria tenía una relación con su pareja. Moises, aclara Silvia, no es la pareja de Lluvia. "Yo no sé si él es su amigo, empleado o qué relación tengan".
“Yo no sabía que Ashley estaba siendo amenazada, y dicen que [la asesinó] por celos, que se enteró que Ashley estaba con su novio. Yo no sé si eso sea cierto, y si esta persona tenía a mi hija amenazada. […] El año pasado la vi muy alterada, y le pregunté qué pasaba, y me dijo que una mujer, una fulana que se llama Lluvia, le estaba diciendo que andaba con su novio, pero me juró que no andaba con él. Yo le dije que tuviera cuidado”, añade.
ENTRE LA BUROCRACIA Y EL DESDÉN
Aunado a la pérdida de su hija, a Silvia ha tenido que padecer también de la indolencia de las instituciones.. En los meses de la investigación, sufrió el calvario de navegar en la Fiscalía donde sólo le daba largas y tenía que tragarse las malas caras de los funcionarios cuando solicitaban información, porque, además, duró meses sin asesor jurídico, según comenta.
“Las personas que atienden en la Fiscalía son déspotas con uno que va con su dolor. Cuando iba ver cómo iba la investigación a veces no encontraba a la Fiscal y me traían a puras vueltas”, comparte.
El desdén de la Fiscalía llegó al grado que ni siquiera le informaron de la detención de Lluvia "N", y pese a que ella es la ofendida no estuvo presente en la audiencia de formulación de imputación porque no fue notificada. La madre se enteró de la captura por los medios de comunicación.
“Yo no estuve la primera vez, en la primera audiencia. A ella la agarraron un miércoles en agosto y yo me vine enterando... yo fui por casualidad el viernes a la Fiscalía. Me enteré por el periódico primero, luego ya me citaron y me dijeron que ya había habido una audiencia el jueves anterior”, platica la ofendida.
Fue hasta la segunda audiencia, de vinculación a proceso, cuando Silvia estuvo presente. Ahí escuchó el relato de la investigación y supo que la detenida llevaría su proceso bajo arraigo domiciliario porque está embarazada y presentó documentación médica que dice que tiene “embarazo de alto alto riesgo”.
“A ella [la detenida] le dieron privilegio de estar en su casa, que es enfrente de la Iglesia a donde yo asisto. Ella está arraigada en su casa”, relata.
PIDE JUSTICIA
"No hay justificación ni nada para privarle la vida a nadie. Yo pienso que eso no se debe de hacer nadie. No encuentro palabras para describir esta situación”, añade Silvia quien lanza un llamado y un clamor para que se haga justicia a Ashley.
La mamá de la joven está convencida que hay más personas involucradas, “porque la persona que fue a testificar dice que hubo una segunda mujer, que salió del Motel de la habitación. Que de las escaleras, bajaron dos mujeres, una le pagó y otra se siguió de largo, y como estaba viendo ala mujer que le pagó a la otra no la alcanzó a ver,” comenta.
El arraigo domiciliario a la imputada y que los abogados lleguen con la carpeta de investigación, -que tiene toda la información- , a la casa donde vive le genera una constante zozobra s Silvia: cree que otros pueda tener acceso a la carpeta, de ver quienes son los testigos y coaccionarlos o intimidarlos.
“Los abogados traen la carpeta de investigación y aunque los testigos tienen identidad resguardada ahí viene toda la información en la carpeta de investigación y esta en casa de ella, cuando van y la interrogan o ven. En la casa donde donde esta resguardada ella, vive su pareja, su suegro, la familia, yo pienso que todo mundo ve la carpeta ¿ qué caso tiene que haya identidad resguardada?”, señala.
La mujer también teme por su la integridad de ella y su familia: "La verdad yo sí temo por mi vida y por la de mi hija. Que me pueda pasar algo. Uno ya no vive tranquilo”.
Silvia reitera que lo único que pide es que se castigue con la pena máxima a los responsables del feminicidio.
“A Ashley la golpearon mucho. No tuvieron compasión de ella, lo hicieron con saña, dolo. Fue muy golpeada, muy mal tratada. La hicieron sufrir mucho, y aunque creo que haya algo con que esa gente pueda pagar lo que hicieron a mi hija, solo pido justicia, la justicia. Hay un daño tremendo”, finaliza.