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Óscar de la Borbolla

22/10/2018 - 12:00 am

Canto a la desmemoria

Envidio a quienes tienen una memoria poderosa, capaz de traer a la conciencia con pelos y señales cualquier día de su vida. En mi caso, el pasado es una masa informe y cuando me dicen imperativamente “acuérdate”, hago un esfuerzo y, a lo mucho, me parece que sí, que tal vez sí, que así como lo narran debió de suceder, pero no estoy seguro, porque, la verdad, no lo recuerdo, tan sólo me “suena”.

El pasado es un caos de ruinas. Foto: Óscar De la Borbolla.

Envidio a quienes tienen una memoria poderosa, capaz de traer a la conciencia con pelos y señales cualquier día de su vida. En mi caso, el pasado es una masa informe y cuando me dicen imperativamente “acuérdate”, hago un esfuerzo y, a lo mucho, me parece que sí, que tal vez sí, que así como lo narran debió de suceder, pero no estoy seguro, porque, la verdad, no lo recuerdo, tan sólo me “suena”.

Me pasa con los hechos, los dichos y las caras, aunque, afortunadamente, no con las historias, ni con los poemas, ni con la información que me interesa. Recuerdo… iba a decir “fielmente”, pero tampoco es cierto, pues mi memoria enmienda, afina las historias, rehace los versos y, cuando cotejo mis versiones con textos y fuentes, me doy cuenta de que los poemas o las anécdotas los he modificado según mi gusto estético.

Creo, sin embargo, que las personas no se dividen entre quienes recuerdan y quienes olvidan, pues en el fondo todos olvidan y todos acomodan las cosas a su conveniencia; los verdaderos bandos los conforman quienes, con el paso del tiempo, se van convenciendo más de su versión, quiero decir, quienes le restan ambigüedad a los hechos y se vuelven fanáticos de “así sucedieron las cosas”, y quienes no es que vayan disuadiéndose, sino que simplemente le van restando importancia a lo ocurrido y, por eso, como en mi caso, el pasad va desvaneciéndose .

Por eso envidio y no a los memoriosos, pues aunque me gustaría tener más a la mano los recuerdos para poder esgrimirlo en mi defensa, la verdad es que lo brumoso de mi memoria me pone a salvo de obsesiones y de rencores. Voy por la vida como por un limbo donde no entiendo nada, y pienso que aunque recordara puntualmente tampoco entendería gran cosa, pues no basta con poder citar lo que uno hizo o dijo, le hicieron o le dijeron, porque las cosas nunca son ni lo que se hace ni lo que se dice, sino un amasijo de significados contradictorios donde los hechos y los dichos se yuxtaponen y se enredan, y ni siquiera en su momento nada es lo que parece.

El pasado es un caos de ruinas, y los recuerdos un invento de la memoria; el presente es un invento de la conciencia y el futuro es menos todavía: una impostura que a la hora de la hora regularmente es otra cosa.

Twitter: @oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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