El crecimiento mediocre persigue a México: tiene cuatro sexenios en descenso continúo

22/05/2015 - 12:05 am

Por Ilse García y Juliana Fregoso

Ciudad de México, 22 de mayo (SinEmbargo).– En medio de cifras optimistas sobre empleo, consumo y ventas de las tiendas de minoristas, ayer el subsecretario de Hacienda Fernando Aportela deslizó un dato que fue, al final, el que alcanzó la nota central de los diarios: la dependencia redujo el estimado de crecimiento para 2015 de un rango de entre 3.2 a 4.2 por ciento, a uno de entre 2.2 y 3.2 por ciento.

Lo que se supone sería una buena noticia, por las cifras de crecimiento alcanzadas al primer cuatrimestre de este año, que fueron de 2.5 por ciento, se convirtió en un dardo que nuevamente puso a los analistas a pensar por qué México es un país que tiene más de tres décadas con un crecimiento mediocre y por debajo de las expectativas, a pesar de ser la décimo tercera economía más grande del mundo, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Cifras históricas muestran que México tiene 50 años, desde 1964, cuando se ubicó en 11.01 por ciento, sin alcanzar un crecimiento de dos dígitos. A partir de ese año, la economía del país ha venido de más a menos y la constante en la historia han sido devaluaciones, inflación, deuda externa e inestabilidad social, coinciden expertos consultados por SinEmbargo.

En los últimos 26 años, es decir cuatro sexenios y casi la mitad del actual, el crecimiento del Producto Interno Bruto del país ha ido de más a menos: con Carlos Salinas de Gortari el crecimiento promedio anual fue de 3.96 por ciento; en la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León se situó en 3.4 por ciento; ya en la alternancia, con el Presidente Vicente Fox Quesada, cayó a 2.13 por ciento, mientras que con Felipe Calderón Hinojosa se ubicó en 2 por ciento. En los primeros dos años de la administración del priista Enrique Peña Nieto ese promedio se colocó en 1.84 por ciento.

A nivel internacional hay una crítica constante sobre cómo se esfumó, en menos de dos años, el “Mexican Moment” (El Momento Mexicano), la manera con la que se identificó en un principio el regreso del priismo a la Presidencia de la República.

Un informe presentado ayer por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) pintó un escenario de pobreza, crisis financiera, mayor desigualdad, una mayor informalidad en el mercado laboral y una creciente población de adultos mayores que vivirá en la miseria.

Gabriela Ramos Patiño, directora del Gabinete de la OCDE, sostuvo que “lo más importante es reconocer que hay una tendencia que ya existía del crecimiento de la desigualdad del ingreso, se añade el impacto de la crisis que en México, como en el resto de los países OCDE, ha tenido como consecuencia que se han incrementado las disparidades económicas. Pero además el tema que se documenta muy bien es que la desigualdad no sólo tiene una connotación negativa en términos de los hogares más vulnerables, sino que además impacta en el crecimiento económico”.

Destacó que esto no sólo se trata de una cuestión social, ni moral, ni ética, sino que “tenemos un argumento económico importante” para combatir la desigualdad.

“La desigualdad en México disminuyó en los noventas, pero está volviendo a crecer. No es para llamarse a la sorpresa, obviamente en un periodo de inestabilidad financiera, de inestabilidad económica, de alto desempeño, en donde muchos de los motores de la economía global han estado a la mitad de su potencial, México es muy dependiente de lo que ocurre en el ámbito internacional, sobre todo lo que ocurre en Estados Unidos”, abundó.

LA HISTÓRICA DESIGUALDAD

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En el documento “Todos juntos ¿Por qué reducir la desigualdad?, el organismo internacional destaca que en 2012 el ingreso promedio de la población en el 10 por ciento superior de la escala de ingresos fue 30.5 por ciento veces más alto que el del 10 por ciento inferior. Mientras que el ingreso familiar también se ha quedado estancado: en 2010 el ingreso familiar promedio fue 11 por ciento más bajo que en 2008.

“De forma preocupante, este fenómeno no ocurrió sólo durante la crisis sino que se trata de una tendencia de largo plazo. Durante las últimas tres décadas, el crecimiento de los ingresos medios de los más ricos fue mucho más alto que el de la media y e de los pobres. De hecho, en términos reales, el ingreso promedio en el extremo del 10 por ciento inferior es menor que el de 1984”, advierte el documento de la OCDE.

“Los elementos dicen que el PIB es muy bajo, y viene desacelerándose desde 2013. Hay una tendencia a la recesión y los riesgos están fijados por un lado por el contexto internacional y por el otro lado por las políticas económicas que está implementado el gobierno”, expresó Abelardo Mariño Flores, investigador del Departamento de la Universidad Nacional Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Azcapotzalco.

Juan Lozano Tavor, secretario general de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS), señaló que en el país “antes la desigualdad se medía en función de factores que tienen que ver con el ingreso, había pobres y ricos medidos en función del ingreso, pero ahora hay dimensiones que son diferentes y que nos permiten observar la gravedad del problema que estamos enfrentando”.

“Hay otro componente el de acceso y no acceso a la información. Ya no sólo tenemos pobres, ricos, personas con acceso y sin acceso a la información, también tenemos personas con acceso y sin acceso a salud. Eso reduce no solamente las expectativas de vida, sino también las expectativas de seguridad”, abundó.

El especialista señaló que para abatir la desigualdad en el país es necesario que haya una “política pública aplicada en el momento correcto”

Sostuvo que hay una extraordinaria necesidad de seguir incentivando los programas sociales, pues advirtió que entre más inversión social se hace en cualquier país, más se ayuda a abatir la desigualdad”. Sin embargo, dijo, “la gran pregunta es, ¿de dónde vamos a sacar los recursos en estos tiempos tan complejos para poder seguir dedicando cada vez más a la protección social, cuando además los costos cada vez son más grandes?”

Las 11 reformas estructurales implementadas por el actual Gobierno federal, tampoco serán la varita mágica. Especialistas coinciden en que las reformas de Enrique Peña Nieto tardarán al menos una generación en aterrizar, a pesar de que la promesa era que los primeros resultados se verían en este 2015.

Para Jorge Alonso Ortiz, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), México simple y sencillamente no ha encontrado la fórmula del crecimiento sostenido, pues desde 1810 ha mostrado picos muy pronunciados en los que el país entra en un corto periodo de abundancia para luego caer en largas etapas de crisis.

Así lo muestran las cifras históricas: en 1905, el crecimiento fue de 10.34 por ciento, y después vino un largo periodo en el que el país no volvió a alcanzar los dos dígitos hasta 1933, cuando cerró en 10.95 por ciento.

Posteriormente, la economía siguió en una montaña rusa hasta 1964, cuando logró un crecimiento de 11.01 por ciento, el más alto que ha alcanzado el país desde que se tiene registro de esa medición. A partir de entonces, la cifra más alta se reportó en 1979, en pleno auge del petróleo y el populismo priista, cuando el PIB registró un avance de 9.70 por ciento.

El problema, dice el experto, es que México viene arrastrando problemas ancestrales como un inadecuado enfoque de los programas sociales, la petrolización de la economía y un sistema educativo que en nada ayuda a tener ciudadanos que sean más preparados y capaces de producir valor agregado.

LA RECETA DE LA OCDE

La OCDE considera que México debe implementar cuatro iniciativas para romper el ciclo negativo de crecimiento mediocre:

La primera es la puesta en marcha de servicios adecuados en apoyo a la salud y educación de calidad.

La segunda es transparentar las los recursos que se dedican a los programas de apoyo a grupos vulnerables como mujeres, adultos mayores, niños e indígenas. En este rubro incluye la ampliación de programas de estancias infantiles para madres trabajadoras.

La tercera es la ampliación de un mercado laboral en el que se estimule la creación de un mayor número de mujeres a puestos de trabajo formales.

Propone, además, avanzar hacia un sistema de seguridad social universitario y fomentar la integración de empleados al sector formal gracias a prestaciones como el seguro de desempleo y la pensión universal.

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