Entre las exigencias de Washington, sobresale la de aumentar la cuota de productos fabricados en EU, especialmente en el sector del automóvil y una de las piezas claves del pacto comercial; y la cláusula “sunset”, que obligaría a revisar el tratado cada cinco años y haría que quedara suspendido si alguno de sus tres miembros no estuviera de acuerdo en extenderlo.
Dada la distancia entre los puntos de vista, los analistas reconocen las dificultades y no son muy optimistas acerca de que las conversaciones lleguen a buen puerto.
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Ciudad de México, 20 de octubre (SinEmbargo/EFE).- La cuarta ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hizo emerger tensiones entre EU, México y Canadá por la beligerante retórica de Washington, y forzó un retraso hasta el primer trimestre de 2018, lo que a día de hoy arroja aún más sombras sobre un posible acuerdo.
“Todavía no”, dijo con sequedad Sarah Huckabee Sanders, portavoz de la Casa Blanca, al ser preguntada acerca de si el pacto comercial entre los tres países estaba muerto, tras las disputas internas que sacó a la luz la última ronda de conversaciones celebrada esta semana en Arlington (Virginia), a las afueras de Washington.
Sin embargo, la publicación inglesa The Economist dice que las demandas estadounidenses son tan extremas que algunos sospechan que con ellas, Estados Unidos no planea llegar a un acuerdo, tras acabar la cuarta ronda de renegociaciones del TLCAN.
En el artículo llamado “En el TLCAN, Estados Unidos, Canadá y México están a millas de distancia”, la revista semanal explica que aunque unas partes de la modernización del tratado están progresando bien como la política de competencia, las aduanas, el comercio digital y las practicas regulatorias. Hay otras que “tensan” para que el tratado no avance.
Las reglas sobre el antidumping para proteger los productos agrícolas como lácteos, aves de corral y huevos, generan indignación. Las demandas para eliminar el sistema canadiense del suministro de estos productos son “políticamente explosivas”, este tema delicado, recuerda Economist, remonta a un capitulo en 1987 cuando el tema provocó una retirada canadiense de las negociaciones comerciales
Para México tampoco para ser un panorama favorecedor. La industria automóvil, que abarca una cuarta parte de las importaciones, está en riesgo. Trump, que desea recuperar empleos para los estadounidenses, eliminará el déficit comercial bilateral.
El presidente estadounidense, Donald Trump, habitual fustigador del TLCAN, que ha calificado de manera repetida el pacto como un “desastre”, mantiene un poco habitual silencio en su red social favorita, Twitter.
Al término de las reuniones, que se postergaron dos días más de lo previsto, el comunicado conjunto trilateral reconocía las “significativas diferencias conceptuales” y anunciaba que se alargaba el calendario de negociaciones al primer trimestre de 2018.
Minutos después, el representante de Comercio Exterior y jefe del equipo negociador estadounidense, Robert Lighthizer, criticó la “intransigencia” de México y Canadá al encarar las propuestas de EU que buscan, a su juicio, reequilibrar el comercio trilateral.
“Nuestros socios son reticentes a dejar ventajas injustas”, dijo ante los periodistas Lighthizer, quien insiste en que la prioridad de Estados Unidos es reducir el déficit comercial.
La réplica más contundente la ofreció el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, al relativizar el tono estadounidense y asegurar que es parte “de la estrategia de negociación”.
“Lo que para EU es intransigencia para nosotros es sensatez”, afirmó Guajardo, visiblemente contrariado por la actitud estadounidense, en una rueda de prensa en Washington.
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Más conciliadora fue la ministra canadiense de Asuntos Exteriores, Chrystia Freeland, al afirmar que todavía es “alcanzable la meta” de un acuerdo beneficioso para las tres partes.
“Aunque eso -recalcó Freeland- no se podrá lograr con una actitud de que el ganador se lo lleva todo”, en clara referencia a EU.
Tras cuatro rondas de conversaciones, las partes reconocen que ha habido pocos progresos y comienza a crecer la preocupación y las posibilidades del fin del TLCAN.
El artículo de The Economist dice que el mes que habrá de receso entre la puerta y la quinta ronda de renegociaciones podría dar un respiro, pero se asegura que en el escenario es “poco probable que exista un acuerdo que satisfaga a los mexicanos”.
Las renegociación del acuerdo, en vigor desde 1994, comenzó en agosto impulsada por Trump, y desde entonces ha continuado con sus amenazas de terminarlo de manera unilateral.
Gran parte de las críticas al Gobierno estadounidense proceden del gremio empresarial, y hace unos días el presidente de la Cámara de Comercio de EU, Thomas Donohue, hizo sonar las alarmas en una conferencia en México al criticar las propuestas del Ejecutivo de Trump como “píldoras envenenadas”.
En el mismo sentido, Hun Quanch, vicepresidente de comercio internacional de la Asociación de Líderes de la Industria Minorista, subrayó que “un derrumbe del acuerdo comercial entre EU y sus dos más grandes socios comerciales sería una catástrofe económica, con enormes impactos en agricultura y manufacturas y mayores costes para los consumidores estadounidenses”.
Entre las exigencias de Washington, sobresale la de aumentar la cuota de productos fabricados en EU, especialmente en el sector del automóvil y una de las piezas claves del pacto comercial; y la cláusula “sunset”, que obligaría a revisar el tratado cada cinco años y haría que quedara suspendido si alguno de sus tres miembros no estuviera de acuerdo en extenderlo.
Dada la distancia entre los puntos de vista, los analistas reconocen las dificultades y no son muy optimistas acerca de que las conversaciones lleguen a buen puerto.
“La situación es muy tensa, pero el hecho de que habrá una quinta ronda de negociaciones es una noticia positiva”, explicó hoy a Efe Monica de Bolle, economista del centro de estudios Peterson Institute for International Economics, al comentar la próxima ronda negociadora, que tendrá lugar en México a finales de noviembre.
Sobre el futuro del pacto, De Bolle, que ha seguido las conversaciones de cerca, afirmó que es “sumamente confuso” y “es muy complicado ver cómo las negociaciones pueden acabar antes de julio de 2018, a menos que el TLCAN colapse”.
“Espero que EU encuentre una manera de retirar algunas de sus peticiones más controvertidas, pero la verdad es que yo no pondría la mano en el fuego”, agregó la economista.
Los tres países habían reconocido mediados del próximo año como informal fecha límite, debido a la celebración de elecciones presidenciales en México y el inicio de la campaña de cara a las legislativas de medio mandato en Estados Unidos en noviembre.
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