El actual modelo económico es una “fábrica de pobres y desigualdad” y no genera crecimiento económico en México, coincidieron investigadores y economistas. Detallaron que en la década de los 90 el Partido Revolucionario Institucional firmó el TLCAN, lo que generó la oposición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el cual visualizaba lo que les esperaba con dicho Tratado.
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Ciudad de México, 21 de marzo (SinEmbargo).- El italiano Francesco Vincenti, fundador del Laboratorio Social México-Unión Europea, destacó que “es fundamental” un cambio de paradigma respecto al modelo económico actual (libre comercio), que es “una fábrica de pobres y desigualdad” y no genera crecimiento económico a nivel nacional, mediante una “profesionalización” de políticos para una “gestión de riesgos” y no sólo de administración de problemas sociales.
“Se debe construir una política de convivencia, a partir de un sentido de pertenencia a la nación, para ponerse de acuerdo Gobierno, mercados y sociedad para gestionar políticas públicas y de desarrollo económico regional”, dijo Vincenti en una conferencia de prensa realizada por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
El investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), Marcelo Delajara, afirmó que en la década de los 90 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que generó la oposición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) porque, desde el sur, “fueron más lúcidos” respecto a lo que les esperaba, y en efecto, “claramente no ganaron nada”.
Delajara destacó el balance del libre comercio a nivel regional, decisión de política económica que no fue acompañada de una de cohesión social.
“Los zapatistas se opusieron, lo cual parecía una locura. En esa época se pensaba que el libre comercio y la globalización iba a traer beneficios. Los que se rebelaron quedaron olvidados”, expuso el economista.
En contraste, “el norte, y centro norte de México, crece a tasas económicas deseables de más de 5 por ciento, mayor al nivel nacional, mientras que al sur -excepto Quintana Roo por el turismo- casi no hay crecimiento”, aseguró Delajara.
En cuestión de acceso a seguridad social, el investigador del CEEY documentó que en el norte el 80 por ciento de los trabajadores están en la formalidad y las empresas pueden participar en las cadenas de valor del proceso de producción del libre comercio.
Sin embargo, en el sur, entre el 70 y 80 por ciento labora en la informalidad y depende de programas sociales, los cuales “permiten el clientelismo y la corrupción”.
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En respuesta, Francesco Vincenti dijo que en Europa se reconocieron “las asimetrías regionales” por lo que hubo un proyecto de desarrollo económico local para una cohesión de territorio.
“Hay que reconocerse y reencontrarse como región en América Latina”, impulsó.
Continuando con un enfoque regional, Marcelo Delajara documentó que la distribución de ingresos a lo largo de 30 años mejoró “muy por encima” entre los hijos y los padres que viven en el norte, quienes sí se beneficiaron por el TLCAN.
Pero en el sur “los hijos siguen igual que sus padres”.
“¿Qué sentido de pertenencia al proyecto nacional de cohesión social pueden tener ellos si no han percibido mejoría y no se sienten incluidos? La desigualdad ha crecido. Las oportunidades no están igualmente repartidas”, concluyó.
Pilar Parás, Presidenta de la Fundación Merced, llamó a una mayor participación ciudadana en todas las regiones para generar una agenda común de cambio respecto al modelo económico y una revisión de las instituciones para que “todos” los aspirantes a las elecciones de 2017 y 2018 las incluyan.
“Donde hay más participación ciudadana hay menos violencia y pobreza”, destacó.
Cohesión Social, explicó, es una respuesta ciudadana con la intención de hacer política, provocar cambios para construir “un nuevo contrato social” y para reducir las brechas de desigualdad que provoca todo lo que hay en el país: bajo crecimiento económico, clientelismo y un caldo de cultivo de violencia y violación a derechos humanos.