Ciudad de México, 20 de marzo (SinEmbargo).– El escritor y periodista Juan Villoro dijo que el despido de Carmen Aristegui Flores es “un claro caso de censura” y una muestra más de que el Gobierno federal no tolera la crítica, los reclamos sociales o la disidencia.
“El rating de su programa [el de Carmen Aristegui] está fuera de duda y la repercusión que tiene también. A varios de sus reporteros de investigación les quitaron discos duros con información, lo cual habla de un claro acoso a sus datos. Por otra parte, el hecho se inscribe en la política de cerrazón del gobierno. Ante los reclamos sociales, la Presidencia ha decidido blindarse. En vez de reconocer voces diferentes, ejercer la autocrítica y crear puentes para aliviar la tensión social, ha preferido aislarse, apostando a que la indignación popular desaparezca por resignación o cansancio”, afirma el autor de El testigo.
Además, Juan Villoro planteó: “La elección de Medina Mora [Eduardo] como Juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) forma parte de la misma estrategia, que consiste en impedir a toda costa la autonomía en las decisiones y la opinión crítica. Creo que es una política equivocada, que tensará mucho más las cosas. Los reclamos por el despido de Aristegui han provocado que silenciar una noticia se pague con el escándalo. Naturalmente, el gobierno y los empresarios a su servicio apuestan a que la protesta se apague poco a poco”.
Villoro es estremecedor en un pensamiento concluyente cuando se pregunta, hasta cuando el Gobierno de México podría llevar a cabo su “política de represión y provocación”.
“El país está al borde del incendio y las medidas del gobierno son leña seca. Cada vez son menos los medios independientes, pero su fuerza diferencial es cada día mayor. Además, ahora cualquier persona es un informador en las redes. La voz de Carmen Aristegui consta cada día de más voces”, concluye con cierto optimismo.
MÁS VOCES SE MANIFIESTAN
Desde que el domingo pasado, en un hecho ampliamente difundido por medios nacionales e internacionales, la periodista mexicana Carmen Aristegui fuera despedida por su empresa MVS, dejando sin su voz el aire radiofónico de la mañana, el caso se ha disparado en las redes y prácticamente no se habla de otra cosa en nuestro país.
Los hashtag #EnDefensaDeAristegui y #AristeguiSeQueda fueron la respuesta inmediata de los oyentes, muchos de los cuales hoy expresan el síndrome de abstinencia acontecido por la falta del programa, uno de los más escuchados en el éter nacional.
No todos son apoyos. Hay quienes también han manifestado su voz crítica hacia la famosa periodista nacida hace 51 años en ciudad de México, no obstante lo cual su despido se ha visto en gran mayoría como una maniobra gubernamental destinada a someter a sus intereses la libertad de expresión y de paso esconder casos de corrupción que el equipo de Carmen dio a conocer, como la famosa Casa Blanca presidencial.
El periodista Salvador Camarena, jefe de información de Aristegui, dice en su columna de El Financiero, publicada con el título “Culpable de no disculparse”, que el despido de su jefa fue una campaña de largo alcance y mucha exposición mediática orquestada con tiempo por los directivos de MVS.
Su visión da vuelta cierta idea que algunos quieren imponer en el sentido de que los desencuentros entre Carmen y Joaquín Vargas, el dueño de la empresa, generaron reacciones impulsivas de ambas partes y que todo se trata de un “calentón” de los ánimos.
“La acusada es culpable de no disculparse y de, con ello, generar nuevos desplegados, nuevos spots, el despido de dos reporteros, el suyo propio y el de más de una veintena de periodistas y colaboradores (incluido quien esto escribe). Menudo análisis”, escribe con buen tino y cierta ironía Camarena.
Como sea, el tema tiene en vilo a la sociedad mexicana y, como ya diera oportunamente cuenta SinEmbargo, muy interesado al periodismo internacional.
La percepción generalizada es de cómo se resuelva “el caso Aristegui”, seguramente dependerá el futuro del país en materia de comunicación, al menos durante este sexenio, encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto.
¿Por qué es importante el caso Aristegui?, fue una pregunta que hicimos a algunos escritores y periodistas cercanos, para aportar algo de claridad al debate y a entender un poco más la realidad compleja que la política de México nos planta a diario.
NO SÓLO LA RELACIÓN EMPLEADOR-EMPLEADO
Ante la pregunta, ¿consideras importante desde el punto de vista social y político el caso Aristegui o es sólo un enfrentamiento clásico entre empleador y empleado?, el periodista Javier Martínez Staines, director de SOHO, considera que “nada que tenga que ver con foros públicos de información puede ser únicamente abordado como litigio de empleador/empleado. Por tanto, tiene evidente consecuencia en el marco socio-político de México, sobre todo porque ocurre precisamente en un equipo que, a través de una investigación periodística, reveló temas que incomodaron profundamente a la casa presidencial”.
HUELE MAL Y SABE MAL
–¿Estamos frente a un caso de censura y persecución por parte del Estado?
–(Javier Martínez Staines, periodista) No puedo asegurar que estemos frente a un caso así porque no tengo los fundamentos. Pero pareciera que sí, justo por lo que te pongo al final de la primera respuesta. Resulta por demás sospechoso que la empresa MVS haga público, de tantas maneras posibles, su desvinculación del tema de Mexicoleaks, cuando hubiese bastado con un llamado interno o amonestación, y en todo caso posterior desvinculación. Pero todo indicaría, y esto es especulación con base en los hechos, que se montó esa estrategia justo para despedir a quienes ejecutaron la investigación de las casas ligadas con la constructora Higa y el efecto que tuvo sobre la imagen del Presidente, la Primera Dama y el Secretario de Hacienda. No tengo elementos, pero huele mal y sabe mal.
Esto no se trata de Carmen Aristegui, sino de las señales que se están dando sobre una posible presión del gobierno federal a los concesionarios de medios electrónicos sobre información que no resulta cómoda. Y ciertamente, lo ocurrido vulnera la libertad de expresión en México.
LA PERIODISTA ÍCONO
Para la joven escritora Magali Velasco, directora de la Feria del Libro Universitario de Xalapa, “el caso de Carmen Aristegui rebasa por mucho un asunto de derecho laboral. Se trata de una periodista ícono portavoz de un discurso en gran medida, representativo para una sección de población. La balanza nunca estuvo equilibrada, ni con Aristegui y el equipo que conforma el noticiero ni sus televidentes y radioescuchas, sin embargo, significaba un espacio de diálogo y reflexión”.
Para la autora, “no sólo es un caso de censura, es un caso de represión evidente. Se acaba de firmar una carta contra el Gobierno de Veracruz y los asesinatos de periodistas, se canceló el Hay Festival –en teoría por esta situación– y ahora sucede el despido de Carmen Aristegui como una forma de silenciar, una muerte simbólica y aleccionadora para el resto de la sociedad.
Es reprobable y aunque hagan parecerlo “legal” al modificar reglas y leyes, el Estado está dando un mensaje claro: no acepta el cuestionamiento y eso es censura y represión de la libertad de expresión”, concluye.
SILENCIO EN LAS MAÑANAS
“Qué vociferante silencio ahora en las mañanas…Sed de verdades”, dice la cantante Hebe Rosell Masel.
La ex integrante de Huerque Mapu y Sanampay, a punto de viajar a Buenos Aires donde además de visitar a su familia (entre ellos, su hermano menor, Andrés Calamaro), donde presentará el espectáculo Partir el pan, considera “que es esencial y urgente defender el espacio de Carmen Aristegui porque simboliza y encarna la libertad de expresión más esclarecedora, más valiente y más rigurosa de estos tiempos.
Si se consigue un espacio para que nos siga ayudando a saber y entender cuánto estamos enfrentando como país, se habrá ganado una batalla ejemplar.
Pienso en los padres de nuestros 43 desaparecidos, cómo retumban en la conciencia y mantienen viva la dignidad y la resistencia”, afirma.
LA CENSURA SÍ, LOS CHISMES TAMBIÉN
El escritor de Ciudad Juárez, César Silva Márquez, autor de la reciente La balada de los arcos dorados, estamos –“sin duda alguna”- frente a un caso de censura.
“El Gobierno ejerce una prepotencia desmesurada, es como volver aquellos años ochenta del siglo pasado. No cabe duda de que Aristegui ha hecho noticias de chismes, pero si evaluamos esta situación, la actual, es claro que hay censura… Y si sopesamos los chismes hechos noticia… también, a fin de cuentas eso parte de la libre prensa”, afirma.
ENFRENTAMIENTO ENTRE EMPLEADO Y EMPLEADOR
Para la periodista y editora Roberta Garza, el caso Aristegui se trata de un enfrentamiento entre empleado y empleador.
“Pero no sólo eso y los factores circundantes lo exacerban y a la vez lo vuelven relevante política y socialmente”, expresa a SinEmbargo.
En su opinión, “no hay ningún indicio que apunte a una persecución por parte del Estado, pero eso no significa que no sea el caso. El contrato que MVS pidió firmar sí apunta a un control de contenidos que equivale a censura. Qué tanto haya sido ese requerimiento influido por presión desde Los Pinos, no podemos saberlo, pero es un hecho que para la empresa los temas de Carmen eran motivo de disgusto o de temor, y eso no ocurre de forma gratuita. Pero datos duros que incriminen al Gobierno no hay. Todavía”, concluye.
ESCUCHAR LAS VOCES DISTINTAS
El abogado Enrique Urbina Bado, especialista en derechos migratorios, piensa que es bueno “escuchar voces que piensan distinto al oficialismo, con ello se tiene un equilibrio entre los grupos e intereses de poder. En mi opinión ella representa claramente a un grupo y me parece que es normal, todos en esta vida tienen y tenemos un interés propio, uno de grupo cercano y uno colectivo.
Si realmente alguien desde el gobierno operó para inhibirla me parece que fue muy torpe, pero entiendo que no necesariamente fue así”, afirma.
“Como periodista finalmente creo que uno tiene que ceñirse a las reglas del grupo con el que uno trabaja, me parece que no existe un solo dueño de la información, es decir, los periodistas pueden dedicarle tiempo a este oficio porque alguien los patrocinay no solo por amor a la profesión. En este contexto, no es bueno que alguien como Aristegui esté fuera del aire. Sea como sea”.
A propósito de la relación laboral entre MVS y Aristegui, el experto en derecho opina que “según la información que he podido ver, ella y su equipo no tomaron en cuenta para realizar ciertas actividades a los directivos de la empresa empleadora y esto me parece un hecho que genera fricción, pero por otro lado condiciona su permanencia a que otros compañeros continúen y ese es un punto delicado para cualquier dueño de empresa. No es recomendable que las pautas te las impongan los empleados de acuerdo a sus propios intereses. Al final la radio es un negocio, depende de patrocinios, de una serie de relaciones con otros entes. MVS es un grupo que tiene sus propios intereses y esta vez no hay convergencia con los del grupo de Aristegui. Seguro tienen derecho de despedirla y ella de acudir a las instancias legales, pero al final todo empleador tiene la facultad de escoger con quien trabajar y con quien no.
Con respecto a la censura: “Me parece que el gobierno sí hace presión, de forma indirecta al grupo y me parece que claramente envía mensajes; es un gobierno que no gusta de ser cuestionado y que ha demostrado que en vez de tener sensibilidad, no hace y no hará caso a opiniones contrarias. Tristemente creo que estamos en un caso más en donde el periodismo de verdad es abandonado y lo dejamos a la suerte de la convergencia y conveniencia de intereses políticos. Al final todos terminaron jugando con fuego y ya varios se quemaron”, concluye.
UN PERIODISMO QUE PIERDE
El periodista y editor Octavio Rivera no sabe si estamos frente a un caso de enfrentamiento entre empleador “o el resultado de presiones sobre los dueños de MVS desde Los Pinos, pero da igual”.
“El resultado es un periodismo que pierde y, por ello, una sociedad que pierde. En México la prensa, en general, ha estorbado más que agilizado la transición de México a estadios más democráticos. La prensa, con pocas excepciones, ha traicionado a la sociedad a la que se debe. Carmen Aristegui es una de las pocas periodistas en México que entendía y ejecutaba el papel de watchdog que debe asumir quien ejerza esta profesión. Los estados autoritarios, y antidemocráticos como el mexicano siempre intentarán convencer a sus gobernados de que sus decisiones y lo que hacen son lo mejor y lo único posible.
Por eso, evidenciar las mentiras y manipulaciones que pretende el discurso oficial, como lo había venido haciendo Aristegui, es fundamental”, concluye.
INCOMODAR AL PODER
“Para mí, va mucho más allá de una controversia entre empleador y empleado. Está muy claro que las investigaciones de Carmen y sobre todo, hay que decirlo, de sus reporteros, incomodaron al poder”, dice la periodista Irma Evangelina Gallo.
“Mientras se otorgan concesiones a otros empresarios mediáticos, MVS se quedó mirando nada más. ¿Por qué? Porque la periodista con mayor rating en su cadena (y en toda la radio mexicana) es sumamente incómoda, sobre todo, con las elecciones tan cerca”, afirma.
ARISTEGUI, LA VOZ DIFERENTE
“Va más allá que un enfrentamiento de la empresa con Aristegui. Es un asunto que entra a la agenda política nacional porque los medios de comunicación juegan un papel importante en las elecciones para gobernadores, delegaciones del DF y la presidencial. Ella es una voz diferente en el sentido que está más cerca del latido de la izquierda. Eso es el fondo entre muchos otros puntos. Pero también hay que decirlo: el ego de empleador y empleado tuvo mucho que ver. La soberbia no sirve a ninguna de las partes para dirimir conflictos políticos. Y claro, la presión que siempre ha existido por parte del Estado. Carmen debió ponderar que probablemente la cazaban”, opina el editor, periodista y escritor Braulio Peralta.
Con respecto a la censura, considera que “eso no se puede comprobar, se puede predecir. Decir que sí sin bases no habla de buen periodismo, pero desde luego hay indicios al menos de censura latente en la información que ha manejado Aristegui los últimos años: la pederastia clerical, la casa blanca, las dudas sobre la sobriedad de Felipe Calderón. Como verás, tener de enemigos a la iglesia y al gobierno en turno puede ser delicado”, expresa.
“ Soy admirador de Aristegui pero no fan. La lucha por la libertad de expresión es muy larga en la historia del periodismo. Antes era la lucha por la prensa escrita con Scherer, Beverra Acosta y los que fundamos La Jornada. Hoy la lucha está en la radio, la televisión y las redes sociales. Aristegui es el primer caso de debatir masivamente la lucha por la libertad de expresión. No es poco. Acaso le reclamo a ella que perdió cierta cordura, ella tan inteligente y le ganó la soberbia. En fin, doloroso por donde lo veamos. Seguramente ella, ahora, bien podría encabezar una empresa propia para hacer lo que quiera en amplia libertad. Veremos…”, concluye.
LA ESENCIA DEL PERIODISMO
Para el periodista de Proceso, Juan Pablo Proal, “la mayor riqueza del noticiario liderado por Carmen Aristegui era que utilizaba a los medios masivos de comunicación para ejercer la esencia del periodismo: ser un contrapoder a las autoridades.
Los medios masivos de radio y televisión en México son homogéneos, serviles con el poder, amén de ofrecer trabajos periodísticos y contenidos pobres, de bajísimo presupuesto para los millones de pesos que reciben”, afirma.
Y agrega: “el noticiero de Carmen Aristegui, como todo periodismo crítico e independiente, incomoda a las autoridades; más al gobierno actual, caracterizado por la corrupción y opacidad.
Es evidente que el gobierno no sólo no defendió a la periodista, si no que desde muchas trincheras presionó para que su espacio no existiera más.
Ahora bien, MVS es una empresa privada, como todas las que tienen el control de los medios masivos mexicanos. Creo que esta crisis no debe ser tomada como muchas adversidades en México. Es pertinente dejar de quejarnos, de lloriquear y admitir este destino como fatídico, necesitamos como sociedad fortalecernos mucho más y hacernos responsables de construir nuestro entorno”, concluye.
El periodismo y los medios cambian a ritmo trepidante en el mundo y, en general, los periodistas no hemos estado a la altura de este ritmo; nos falta muchísimo en creatividad, innovación, narrativa y, sobre todo, experiencia empresarial.
Es tiempo de que juntos, periodistas y sociedad, construyan nuevas alternativas de periodismo independiente y fortalezcan a las ya existentes mediante la suscripción a publicaciones impresas, comprar medios, patrocinar sitios web e inscribirse a iniciativas de coinversión.
Al mismo tiempo, la sociedad debe dar la batalla por contar con espacios en radio y televisión masivos, pues también es un derecho y parte esencial del sistema democrático.