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Óscar de la Borbolla

20/11/2017 - 12:02 am

Destino y azar: grande la diferencia

Cuando miro mi vida y pienso en el destino, esa fatalidad que guía los pasos de Edipo, siento que nada estaba deparado para mí, que a mí no me esperaba un molde que encauzara mis actos para llegar a donde estoy: me experimento libre y afortunado. Pero cuando vuelvo a mirar mi vida detenidamente descubro […]

Cuando miro mi vida y la de Edipo encuentro una gran diferencia: a él le tocó en suerte un destino, a mí la suerte me lo fue forjando. Foto: Óscar de la Borbolla

Cuando miro mi vida y pienso en el destino, esa fatalidad que guía los pasos de Edipo, siento que nada estaba deparado para mí, que a mí no me esperaba un molde que encauzara mis actos para llegar a donde estoy: me experimento libre y afortunado. Pero cuando vuelvo a mirar mi vida detenidamente descubro que el azar ha intervenido con una frecuencia abusiva, que los giros más drásticos que di dependieron de las circunstancias y que lo más que he hecho ha sido responder, sin calcular bien a bien las consecuencias, a lo que los días me arrojaron delante.

No creo en las moiras griegas ni en sus equivalentes, las parcas romanas; pero en la suerte, en el azar, en las casualidades... no es que crea, sino que las encuentro en mi pasado haciendo y deshaciendo mi vida, trayéndome adonde estoy y, me guste o no, convirtiéndome en lo que soy.

Porque no fue el trazo de mi voluntad imponiéndose por encima de las circunstancias lo que me ha, literalmente, conformado, sino mi forcejeo con esas circunstancias, el regateo entre lo que quise, lo que pude, lo que estaba ahí y, de manera decisiva, lo que apareció en el instante fatídico. Ese coctel fue lo que me orientó hacia aquí, hasta mí, a éste que soy actualmente.

Al pensar sincera y cuidadosamente en los acontecimientos de mi vida, no en lo que pasa o me pasa de forma cotidiana y que sólo contribuye a que mi rumbo se mantenga, sino en los verdaderos acontecimientos: en esos encuentros o en esas coincidencias que me golpearon el timón y literalmente me dejaron ante otra oportunidad por la que me aventuré, no puedo sino reconocer que todo lo que soy es resultado del azar y ni siquiera de muchas contingencias, sino de un puñado que de no habérseme ofrecido no sería éste.

Mi vida ha sido una respuesta y no un trazo, un efecto y no una decisión. Y claro que intervine: le imprimí mi carácter, traté de moldear mis decisiones lo más cercano a mi gusto, con todo mi empeño hasta donde dio mi capacidad; pero siempre con el juego de cartas que me fue tocando.

Cuando miro mi vida y la de Edipo encuentro una gran diferencia: a él le tocó en suerte un destino, a mí la suerte me lo fue forjando; en mi caso no había un plan preconcebido, sino que de manera fortuita fue dándose. No hubo moiras ni parcas para mí, pues para los hijos de vecino como yo, los dioses no se toman la molestia de establecer un sino; les basta con arrojar las oportunidades en desorden para que cada cual se tropiece con ellas y que esas vidas se vayan armando de alguna manera.

No me quejo de la suerte que me ha tocado ni de lo que he conseguido hacer con ella, pues siempre dentro de los parámetros me he salido con la mía... me he salido con la mía por las puertas que había, por las que encontré. Otro gallo estaría cantando si hubiera habido otras puertas, otros caminos, otras casualidades.

Twitter:
@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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