El grupo, sin fines de lucro, ha clonado 170 tipos de árboles y plantado más de 300 mil en siete países. Jim Clark, uno de los participantes explicó que las secuoyas cuentan con los genes más robustos de los árboles del planeta, y que propagarlos ayudará a revertir el cambio climático.
CAMP NELSON, California, EU. (AP) — Al pie de una secuoya gigante en la Sierra Nevada de California, dos arbolistas se colocaron los arneses y treparon por cuerdas a una altura de más de 20 pisos, hasta la copa de un árbol que ha sobrevivido miles de años, soportando sequías, incendios forestales y enfermedades.
Allí, los expertos cortan brotes de ramas jóvenes para llevarlas a mano a través de medio país para clonarlos en un laboratorio y, con el tiempo, sembrarlos en un bosque en otro lugar del mundo.
Los dos forman parte de un equipo que creen que las secuoyas y otros árboles de su familia, cuentan con algunas de las genéticas más robustas de los árboles del planeta, y que propagarlos ayudará a revertir el cambio climático, al menos un poco.
“Es un milagro biológico, dijo Jim Clark, uno de los escaladores, ya de vuelta sobre tierra firme y con un brote verde en la mano. “Este fragmento de tejido… puede arraigar, y tenemos un árbol de 3 mil años en miniatura”.
La expedición a Camp Nelson, una comunidad de montaña que se encuentra unas 100 millas (160 kilómetros) al sureste de Fresno, estaba dirigida por David Milarch, cofundador del Archivo Arcángel de Árboles Antiguos.
El experto, afincado en Michigan, defiende la urgencia de restaurar los diezmados bosques del planeta. En dos décadas, señaló, su grupo sin fines de lucro ha clonado 170 tipos de árboles y plantado más de 300 mil en siete países gracias a propietarios de terrenos dispuestos a participar.
“Es una carrera contra el tiempo”, dijo Milarch. “Si esperamos ahora mismo, podemos perseguir al cambio climático y revocarlo antes de que sea demasiado tarde”.
Las secuoyas que crecen en la Sierra están entre los árboles más grandes y ancianos del mundo, y en algunos casos alcanzan los 300 pies de altura (91 metros) y hasta 3 mil años de edad.
Milarch, de 66 años, cree que el tamaño y la robustez de estas especies las hacen ideales para absorber gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático en el planeta.
Un escéptico es Todd Dawson, profesor de biología integrada en la Universidad de California, Berkeley. Él admita los esfuerzos creativos del Archivo Arcángel, pero señaló que no está claro si los enormes árboles tienen genes superiores o simplemente tuvieron suerte de no acabar en un aserradero.
Hay pocas posibilidades, señaló, de que clonar y plantar un número limitado de árboles ayude a enfriar un planeta que se está calentando. El profesor está a favor de estrategias más amplias como los límites al consumo de combustibles fósiles y proteger los grandes bosques húmedos del mundo.
“Ése es uno de los aspectos sobre el calentamiento global— es un problema global”, dijo Dawson. “Va a tener que plantar muchos árboles para combatir el calentamiento global”.
En el laboratorio de Arcángel en Copemish, un pueblo en el noroeste de Michigan, Clark y otro especialista cortaron los extremos de 2.000 brotes y los colocaron en pequeños semilleros. Allí crecen bajo lámparas especiales, en condiciones diseñadas para fomentar que echen raíces. Clonar árboles antiguos es complicado, señala el personal del laboratorio, y muchas muestras no sobreviven.
El equipo viajará este año al oeste para plantar hasta mil ejemplares de secuoyas en una región fría y húmeda de Oregon donde los árboles tienen buenas posibilidades de crecer.
Bill Verner, un consultor de horticultura con sede en Monterey, California, y que ha trabajado con el grupo, dijo que ante el calentamiento global resulta fácil restar importancia a los esfuerzos de un grupo “renegado” que depende mucho de las donaciones y de arbolistas y botánicos voluntarios.
“Eso no es justo”, dijo Werner. “Puede ser un granito de arena pero al menos alguien está haciendo algo”.