Las agresiones a las defensoras de derechos humanos se han disparado en los últimos años en México y Centroamérica, según el informe Cuerpos, Territorios y Movimientos en resistencia en Mesoamérica, de IM-Defensoras, presentado esta semana en Madrid.
Entre 2015 y 2016, el último periodo analizado, hubo un total de 2.197 agresiones a defensoras, un incremento del 30 por ciento respecto al periodo anterior, cuando se contabilizaron un total de mil 688. De 2015 a 2016 estas agresiones se duplicaron.
Madrid, 20 de mayo (ElDiario.es/SinEmbargo).– De todas las opciones, decidieron no callarse, no agachar la cabeza. A la activista mexicana Nadia Vera la mataron por denunciar la violencia y la impunidad en el estado de Veracruz. Había recibido varias amenazas: “Serás la próxima”. Francela Méndez, destacada líder trans por los derechos LGTBI en El Salvador, fue asesinada en casa de una amiga. Francisca Ramírez, icono del movimiento campesino contra el megaproyecto de canal interoceánico en Nicaragua, ha sido detenida y su familia ha recibido varios ataques: su hija casi fue secuestrada, su hijo sufrió un intento de asesinato.
Las agresiones a las defensoras de derechos humanos se han disparado en los últimos años en México y Centroamérica, según el informe Cuerpos, Territorios y Movimientos en resistencia en Mesoamérica, de IM-Defensoras, presentado esta semana en Madrid.
Su registro arroja que en los años 2015 y 2016, el último periodo analizado, hubo un total de 2.197 agresiones a defensoras, un incremento del 30 por ciento respecto al periodo anterior, cuando se contabilizaron un total de mil 688. De 2015 a 2016 estas agresiones se duplicaron. De acuerdo con el informe, la mayoría se concentran en Honduras, Guatemala y México. En Nicaragua se triplican. En El Salvador disminuyeron levemente.
“El aumento de agresiones responde al aumento del autoritarismo en toda la región. Las democracias se han debilitado y la criminalización ha aumentado porque los Estados están protegiendo intereses privados”, sostiene Marusia López, experta de IM-Defensoras, en una conversación con eldiario.es.
Son mujeres defendiendo a otras mujeres, luchando en primera línea contra todo tipo de abusos. Al hacerlo, insisten desde IM-Defensoras, desafían a su vez los roles de género, lo que también las coloca en el punto de mira. “Las defensoras están encabezando las luchas por el territorio, están denunciando la violencia, el feminicidio y las desapariciones forzadas. Son quienes están sacando a la luz la impunidad y la corrupción. Están alzando la voz y por eso son cada día más agredidas”, recalca López.
“DESDE QUE ME LEVANTO ESTOY ALERTA”
Se trata, explican, de ataques que se repiten y que se relacionan entre sí, uno tras otro, formando una cadena: más de un 75 por ciento de las defensoras sufrieron agresiones de forma reiterada en la región. “El objetivo de atacar de manera sistemática contribuye a desacreditar su trabajo, así como a desviar la atención de la defensora en la lucha y participación en la organización para ocuparse de su protección”, señalan.
Desde hace tres años, las amenazas han marcado el día a día de Sonia Jeannete Sánchez, defensora del medio ambiente, las más agredidas según el informe. Sánchez se opone a un proyecto urbanístico por sus consecuencias para los bosques en Santo Tomás, en San Salvador.
Una noche, su teléfono sonó: era un hombre que le dijo que le habían pagado tres mil dólares para que la hiciera desaparecer, pero, como él la conocía, si ella le entregaba mil dólares no le haría nada. “Desde que me levanto estoy alerta: cuando camino por mi comunidad, cuando me alimento, hasta cuando hablo”, señala en una conversación con eldiario.es.
La mayoría de las agresiones, más de un 60 por ciento de las registradas, se dieron en forma de intimidación y hostigamiento psicológico, seguido por las campañas de desprestigio y las amenazas. A menudo, según el informe, estos se dan de forma conjunta y se ataca directamente a la vida privada de las activistas, para lo que también se utiliza a sus familiares, sobre todo a sus hijos, que a veces presencian las agresiones o “son usados para enviarles mensajes con amenazas”. Otras agresiones recibidas tuvieron que ver con el uso excesivo de la fuerza, los procesos judiciales, la tortura y las restricciones a su labor.
Son ataques comunes a los que sufren el resto de defensores de derechos humanos, pero en su caso, ellas también tienen que soportar el peso de la discriminación y la violencia por el hecho de ser activistas y mujeres: insultos machistas, referencias a su sexualidad, violencia física, acoso y agresiones sexuales, el cuestionamiento de labor permanente al ser culpadas de “desintegrar familias” o no asumir los roles sexistas y el escaso reconocimiento a su activismo. Un 37 por ciento de las agresiones registradas tenían que ver con su condición de mujer, según la investigación.
Es, dicen, el “castigo” por atreverse a romper los estereotipos machistas. “Hemos sufrido las amenazas directas de la empresa de seguridad el proyecto, los agentes nos apuntaban con las armas y nos decían que nos fuéramos a cuidar a nuestros maridos, también hemos sufrido acoso sexual de la Policía”, relata Sánchez. “A un hombre no se le juzga como a nosotras, hay una discriminación total de la labor que hacemos”, añade.
AUTORIDADES ESTATALES, LAS PRINCIPALES RESPONSABLES
De acuerdo con la investigación de IM-Defensoras, los principales responsables de las agresiones registradas son, en su mayoría, quienes deberían protegerles: los Estados. En el 54 por ciento de los casos, fueron perpetradas por policías, militares o autoridades, tanto a nivel estatal como local. “La violencia de estos actores es preocupante debido a que son parte de las instituciones que en primera instancia, deberían velar por su seguridad y protección”, opinan las autoras.
Las empresas y los agentes de seguridad privada estuvieron detrás del 10 por ciento de las agresiones, según el documento. “Los agresores también vienen del entorno cercano, es decir, sus propias familias, comunidades y organizaciones. Si una mujer defensora es criminalizada por una autoridad o una empresa tiene menos apoyo de su entorno”, agrega López.
Frente a los ataques, en IM-Defensoras apuestan por organizarse en redes para que las mujeres denuncien, se den apoyo y acompañen a defensores en riesgo y a sus familias. Les proporcionan centros en los que pueden tomarse un respiro y resguardarse. Es lo que denominan el “autocuidado”. “Son fundamentales para seguir luchando, para enfrentar el desgaste de trabajar en contextos tan violentos”, comenta López.
Para Sánchez, esta también es la clave. “Te cuidas a nivel emocional y físico porque un cuerpo cansado no te permite estar alerta: alimentarme sana y adecuadamente, tomarme mi tiempo de descanso, ir a revisiones médicas, saber manejar mis emociones. Las mujeres venimos cuidando hasta a los perritos y las plantas y en último lugar, si acaso, nos queda tiempo para nosotras. Aquí no, se trata de ponerte en primer plano”, ejemplifica la activista salvadoreña.
Son respiros necesarios, porque lejos de disminuir, desde IM-Defensoras consideran que estos ataques pueden seguir creciendo en los próximos años en una región cada vez más “hostil” para el activismo. “Mientras continúe deteriorándose la democracia y empobreciéndose a la población, las protestas de las mujeres aumentarán y con ello la represión. Mientras se sigan violando el derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, las mujeres que alzan la voz y defienden sus derechos seguirán siendo atacadas y poco reconocidas socialmente”, sentencia López.