Carlos Morales Gil, considerado una de las mentes con más conocimiento de la riqueza petrolera en México, es hoy líder del consorcio Bal, del empresario Alberto Baillères. Su acervo de 30 años trabajando para Pemex pone de nuevo en tela de juicio el posible uso de información privilegiada para beneficio de intereses privados.
Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo).– En uno de los debates legislativos previos a la Reforma Energética, el ingeniero petrolero Carlos Morales Gil habló ante el Senado de la República con la precisión de quien conoce la ubicación exacta de las reservas mexicanas de hidrocarburos: los recursos estimados, dijo, ascienden a 53 mil 800 millones de barriles de petróleo crudo, y se encuentran distribuidos, el 55 por ciento, en aguas profundas; el 33 por ciento en las Cuencas del Sureste; el 3.1 por ciento en la cuenca Tampico-Misantla, que abarca los campos de Chicontepec; y el ocho por ciento en las cuencas de “gas no asociado”.
Era junio de 2008, y Morales había acudido al entonces edificio de Xicoténcatl, en el centro histórico de la Ciudad de México, en calidad de director de la subsidiaria Pemex Exploración y Producción de Petróleos Mexicanos (PEP), oficina dedicada a identificar los yacimientos que le quedan al país y considerada el “corazón” de la industria petrolera mexicana.
“El área del petróleo fácil terminó”, afirmó Morales ante los legisladores. “El 83 por ciento de las reservas actuales presentan un nivel de complejidad para su extracción muy superior al que prevaleció durante las últimas tres décadas”. Por eso, y “como testigo del deterioro de las reservas”, el entonces servidor público se pronunció en favor de la apertura a la inversión privada en el sector energético.
“Los problemas técnicos deben ser resueltos en base a las opiniones de los expertos (…) Si tenemos un Congreso Plural y que fue electo democráticamente, ¿por qué habría necesidad de consultar a nadie?”, planteó.
En febrero de 2014, después de que la Reforma Energética fue aprobada al inicio de este sexenio, Morales Gil renunció a Petróleos Mexicanos (Pemex), la paraestatal para la que trabajó por más de tres décadas. Las columnas periodísticas sugirieron entonces que su salida podría estar relacionada con la inhabilitación de la empresa Oceanografía –a la que PEP dio más de 8 mil millones de pesos en contratos– como proveedora del Gobierno por presunto fraude. En febrero pasado, sin embargo, Morales Gil apareció como integrante de la nueva compañía petrolera mexicana Controladora Petrobal, del empresario Alberto Baillères González, propietario de la minera Peñoles.
Y, con Morales Gil, la recién creada Petrobal se quedó el 30 de septiembre pasado con la cuarta zona contractual de la Segunda Licitación Pública Internacional de la Ronda Uno, proceso con el que el Gobierno federal está subastando los contratos de Producción para Extracción de Hidrocarburos antes en manos de Petróleos Mexicanos.
El área contractual que ganó Petrobal abarca 58 kilómetros cuadrados de aguas someras con dos campos a explotar, de nombres Ichalkil y Pokoch, que, según la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), tienen reservas probadas y probables de 68 millones de barriles de aceite ligero y 92 mil millones de pies cúbicos de gas.
Ubicados frente al estado de Campeche, los dos campos forman parte de la Cuenca del Sureste que, como director de PEP, Carlos Morales Gil estimó que guardaba poco más de un tercio de lo que le queda a México en riqueza petrolera.
“¿TENÍA PETROBAL INFORMACIÓN PRIVILEGIADA?”
Morales Gil no es el único ex funcionario de Pemex que ha salido del sector público para ingresar a alguna empresa privada relacionada con su trabajo como funcionario federal. De acuerdo con una investigación de la organización no gubernamental Poder [Proyecto de Organización, Desarrollo y Educación], seis de los nueve últimos directivos de Petróleos Mexicanos salieron de la paraestatal a ocupar puestos en empresas vinculadas con el sector energético: Carlos Ruiz Sacristán, director de la paraestatal en 1994, es director general de Infraestructura Energética Nova (Ienova), filial de la californiana Sempra Energy; Adrián Lajous, quien la dirigió entre 1994 y 1999, fue integrante del Consejo de Administración de Schlumberger hasta 2014; Rogelio Montemayor Seguy, quien la encabezó en 2000, preside hoy Cluster Minero-Petrolero de Coahuila; Jesús Reyes Heroles, director de Pemex de 2006 a 2009, está asociado con Morgan Stanley para inversiones en energía, y su sucesor, Juan José Suárez Coppel, es hoy integrante del Consejo Directivo de la consultora Jacobs Engineering Group.
También Luis Ramírez Corzo, director de la paraestatal entre 2004 y 2006, apareció en 2012 como integrante de la empresa Oro Negro, creada meses antes de la Reforma Energética, según su propia información, para vender servicios precisamente a Pemex.
Carlos Morales Gil, a diferencia de ellos, no fue director general. Pero, en cambio, es el único que acumuló más de 30 años de experiencia en la paraestatal y nueve de ellos en PEP, cargo en el que lo nombró Ramírez Corzo y que está considerado estratégico por la información sobre la ubicación de los hidrocarburos.
Su contratación por parte de Petrobal, por tanto, coinciden analistas, fue una decisión estratégica. “Se trata de una de las mentes más lúcidas y mejor informadas sobre la riqueza petrolera de México”, dice Miriam Grunstein Dickter, ex asesora de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y hoy al frente de la consultora en Brilliant Energy.
“Tan es así, que él pudo ver algo en esa área contractual que nadie más vio”, agrega.
En entrevista, la también catedrática de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) explica lo llamativo que fue la segunda licitación de la Ronda Uno, en la que, después de analizar la información que la CNH puso a disposición de los interesados sobre esa cuarta zona, sólo Petrobal decidió buscar el contrato. Y ofreciendo, dice la analista, un 74 por ciento de participación al Gobierno federal; es decir, más del doble de la utilidad que éste buscaba por los pozos Ichalkil y Pockoch [33.7 por ciento].
“Eso es algo bastante llamativo, porque en la industria se dice que ‘el petróleo se hace en la mente del geólogo’, y que en tanto el geólogo no vea el petróleo, éste no existe para fines de aprovechamiento. Carlos Morales es ingeniero petrolero; entonces, aquí diríamos que el petróleo se hizo en la mente del ingeniero, que nadie más vio y que él sí vio”, dice.
Grunstein no fue la única observadora de la Reforma Energética a quien le generó cuestionamientos la apuesta de Petrobal por dos campos que nadie más decidió buscar.
“Hay varias preguntas: ¿Cómo te explicas que ocho compañías internacionales, entre ellas British Petroleum, Luckoil, Statoil, hayan dicho ‘no, en ese bloque no hay nada, porque no tiene rentabilidad’, y sólo una empresa se queda sola en el concurso”, plantea el responsable del Posgrado de Energía de la la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Víctor Rodríguez Padilla.
“Y de ahí surgen las preguntas: ¿Realmente no tenía rentabilidad? ¿Acaso Petrobal tenía información privilegiada sobre la geología de ese pedazo porque Carlos Morales era el antiguo director de Pemex Exploración y conoce cómo están los yacimientos? Él puede decir aquí sí hay y acá no hay mejor que la CNH, ¡de lejos!”, agrega el también doctor en Economía de la Energía.
Carlos Morales no sólo conoció la información con la que cuenta hoy la CNH sobre aguas someras, tipo de región en la que, de acuerdo con los expertos consultados, Petróleos Mexicanos es una de las principales productoras del mundo. Desde agosto de 2010, Pemex Exploración realizó un primer contrato con una empresa noruega para que un buque recabara “encuestas” de información electromagnética y en tercera dimensión sobre la ubicación de hidrocarburos en la parte mexicana de las aguas profundas del Golfo de México, principal fuente de las reservas y prácticamente intocadas.
El contrato para esta recopilación de información, cuyos datos están disponibles en el Portal de Obligaciones de Transparencia, se concretó en julio de 2010 y costó al erario 156.5 millones de dólares pagados a Electromagnetic Geoservices ASA (EMGS) para “servicios de exploración electromagnética en 3D en aguas territoriales de la cuenca del Golfo de México mediante un barco dedicado con tecnología”.
Un boletín de EMGS, por su parte, reportó que la empresa confía en que los “datos darán un significativo valor a la cartera de Pemex y, consecuentemente, apoyará sus esfuerzos para mejorar su tasa de reemplazo de reservas costas afuera”.
Pemex Exploración renovó el contrato a EMGS en junio de 2013, cuando, de acuerdo con la información del Portal de Obligaciones de Transparencia, le pagó otros 99.8 millones de dólares por dos años más de expediciones en el Golfo.
Carlos Morales Gil, con todo ese conocimiento, salió de la compañía poco menos de un año después, en febrero de 2014.
SinEmbargo solicitó una entrevista con el ex funcionario en la oficina de Grupo Bal, pero, al cierre de esta información, la petición no había sido respondida.
LA RIQUEZA DEL CONOCIMIENTO
De acuerdo con los expertos consultados, la Reforma Energética aprobada en diciembre de 2013 no sólo no se preocupó por que el Estado mexicano conservara el conocimiento acumulado por el personal de Pemex en las más de siete décadas que tuvo el monopolio de la extracción de hidrocarburos en México.
Al contrario. De acuerdo con el ex Consejero de la paraestatal, Fluvio Ruiz Alarcón, el planteamiento original de la Ley de los Órganos Reguladores Coordinados en Materia Energética enviado por el Ejecutivo buscaba, precisamente, que estos funcionarios no participaran en las decisiones de la Reforma Energética.
Un caso, dice Ruiz, es la Comisión Nacional de Hidrocarburos, cuya información y conocimiento viene de Petróleos Mexicanos y a donde, por Ley, no pudieron entrar funcionarios de la paraestatal.
“La propuesta del Ejecutivo planteaba cinco años de plazo para que los ex funcionarios pudieran ocupar posiciones en los órganos reguladores, pero finalmente se dejó en uno”, explica el hoy Consejero de Pemex-Petroquímica y miembro del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
“Lo interesante es si la existencia de personas como Carlos Morales Gil son un problema para la competencia de los campos”, plantea por separado Miriam Grunstein. “Podrían ser un problema para la competencia, y eso es algo que el país tiene que resolver (…) pero es difícil, porque hubo una concentración de conocimientos en un manojo de personas con el monopolio de Pemex, y esas personas salieron, como Carlos Morales, y no le vas a pedir que no use lo que sabe”, agrega.
Otro caso similar, recuerda la académica, es el de Vinicio Suro Pérez, ex subdirector de Planeación y Evaluación de Pemex Exploración, ex director del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y quien, informa Grunstein, fue contratado por E&P Hidrocarburos y Servicios. Esta empresa, en fusión con PanAmerican Energy (a su vez filial de British Petroleum) ganó también en septiembre pasado la segunda zona contractual de la segunda licitación de la Ronda Uno.
Ese es el riesgo de la Reforma Energética, dice por separado Rodríguez Padilla: “El problema es que se repita el esquema del capitalismo de cuates, el reparto”.
De acuerdo con el fallo de la Segunda Licitación de la Ronda Uno, publicado el pasado 9 de octubre en el Diario Oficial de la Federación, las compañías ganadoras el 30 de septiembre tienen aún 90 días naturales para firmar los contratos.