Ciudad de México, 19 de septiembre (SinEmbargo).– Desde hace un mes, la administración del Presidente Enrique Peña Nieto ha tomado medidas enérgicas contra los migrantes centroamericanos que atraviesan México y viajan a bordo de “La Bestia”, pero “a pesar de la retórica sobre la protección de sus derechos, las políticas más duras del gobierno están más motivadas por la presión de Estados Unidos” para frenar el aumento de niños migrantes no acompañados desde Honduras, El Salvador y Guatemala, afirma The Economist.
En un análisis publicado este viernes, el influyente semanario británico plantea que los primeros resultados del endurecimiento de la política de migración en México ha reducido de cientos a decenas el número de migrantes que viajan en los trenes desde Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Veracruz.
Alrededor de 66 mil menores no acompañados fueron detenidos en la frontera con los Estados Unidos entre octubre de 2013 y finales de agosto pasado, lo que representa un incremento de 88 por ciento respecto al mismo periodo del año previo.
Sin embargo, en el texto denominado “Domando a la bestia”, la revista destaca que, además de tomar medidas enérgicas contra “La Bestia”, el nuevo programa mexicano incluye incursiones en pensiones de mala muerte a lo largo de la ruta del norte, así como más puestos de control en las carreteras cercanas a la frontera con Guatemala.
Esta, dice, es una de las razones por la que el número de menores no acompañados que viajan a Estados Unidos ha caído drásticamente en las últimas semanas: las detenciones en la frontera norte del país han disminuido de más de 10 mil en junio a 3 mil 100 en agosto, y existe un patrón similar en el número de familias que están siendo detenidas.
“Un plan de modernización de 6 mil millones de pesos (500 millones de dólares) busca asegurar que ‘La Bestia’ nunca recupere su papel como vía de elección para los migrantes más pobres. El plan incluye la sustitución de grandes tramos de vías para que los trenes puedan ir más rápido, haciéndolos más difíciles de abordar. También, vehículos correrán delante de los trenes y enviarán información acerca de lo que está por venir, incluidos los migrantes que permanecen dispuestos a arriesgarse y dar el salto”, expone The Economist.
El semanario cita a activistas, quienes sostienen que tales medidas están agravando los riesgos.
“Dicen que los migrantes dependen más de los traficantes de personas, lo que les deja aún más vulnerables a la extorsión por parte de funcionarios corruptos y al abuso, secuestro y asesinato por parte de bandas criminales que prometen un paso seguro a un precio”, expone.
“Nadie en su sano juicio querría que los migrantes estén en el tren”, cita la revista a Fray Tomás González, quien dirige un refugio cerca de las pistas en Tenosique, Tabasco. “Pero esta política está aumentando los peligros que enfrentan”, añade el párroco y también activista en defensa de los derechos de los migrantes.
El fraile, expone la revista, se queja de que las medidas están diseñadas para calmar una tormenta política en los Estados Unidos en lugar de hacer frente a las causas fundamentales del éxodo de Centroamérica. Refugios hacen eco a las historias de violencia de las pandillas y la pobreza rampantes de vuelta a casa, que hacen que los riesgos del viaje hacia el norte sean tolerables. El corte de “La Bestia” puede disuadir a algunos de hacer el viaje, pero no a todos, afirma el religioso.
Mientras tanto, el gobierno mexicano, en la persona de Humberto Mayans, jefe del nuevo programa migrante de México, plantea: “Tenemos la obligación de detener a los migrantes que viajan en el tren, porque el tren es un peligro para ellos”. Mayans, de acuerdo con The Economist, argumenta los riesgos de los viajeros que pierden sus vidas o extremidades al caer del tren cuando se han agotado, o al ser empujados fuera por las bandas de delincuentes que se aprovechan de las personas a bordo.