A una década del inicio de la guerra entre sicarios y policías, todos en Acapulco tienen una historia de terror qué contar: la de un familiar asesinado, la de un amigo que secuestraron, la de una balacera que libraron de milagro…
Por Isaias Alvarado
Ciudad de México, 19 de enero (SinEmbargo/LaOpinión).- Ocurrió el 27 de enero de 2006 en Acapulco, Guerrero: policías y sicarios del narco se enfrentaron con armas de alto poder y granadas por casi una hora. Así, con esa balacera, el infierno empezó a ganar terreno en este paraíso.
Miles han muerto desde entonces en la que ahora es considerada la ciudad más peligrosa de México. Sólo el año 2015 cerró con más de 850 homicidios en el puerto, según el conteo de la prensa local.
Al menos 17 grupos delictivos son responsables de esta ola de violencia. Uno de éstos es La Barredora, que bajo las órdenes del Cártel de Sinaloa, del recién recapturado Joaquín “El Chapo” Guzmán, pelea por arrebatarle la plaza a otras organizaciones criminales, sin importar la cantidad de sangre que corra.
A una década del inicio de esa guerra, todos en Acapulco tienen una historia de terror qué contar: la de un familiar asesinado, la de un amigo que secuestraron, la de una balacera que libraron de milagro…
“Han sido 10 años de zozobra, de incertidumbre”, dice con el rostro desencajado la regidora Gloria Sierra. “Muchas familias se han ido y en estos últimos meses la situación se ha complicado”, señala.
Sierra se refiere al repunte de las matanzas y a las múltiples bajas durante el nuevo gobierno de esa ciudad.
“En octubre mataron al regidor Jesús de la O Gallardo; al encargado de la Dirección de Reglamentos lo asesinaron; asesinaron a tres comandantes y van como seis policías; y al director de Recursos Humanos y a su chofer también los mataron”, expone la funcionaria.
SIGUE EL BAÑO DE SANGRE PESE A VIGILANCIA MILITAR
En los períodos vacacionales sobran marinos y agentes en la zona turística, pero su presencia ha sido notablemente menor en las colonias populares, escenario de las masacres cotidianas.
“Allá los queremos”, dijo Héctor Gómez, empleado de una secundaria en la peligrosa colonia Emiliano Zapata, donde los muertos ya no espantan. “Hace poco, atrás del plantel, amanecieron dos cuerpos”.
A decir del Alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez, lo que pasa en el puerto no está muy alejado de los tiroteos que ocurren en otras metrópolis del mundo, un discurso similar al de sus predecesores.
“Hay que reconocer que hay problemas, sí, pero hay problemas como hay en todas las ciudades donde hay más de un millón de habitantes. Poco a poco habrá resultados”, expuso Velázquez.
MÁS SECUESTROS Y EXTORSIONES
Mientras los periódicos no dejan de mostrar cadáveres desmembrados, calcinados y perforados por las balas, otros delitos de alto impacto avanzan casi en sigilo: los secuestros y las extorsiones.
Según la asociación Alto al Secuestro, en Acapulco se reportaron 162 raptos de 2012 a 2015 (la primera mitad del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto), sólo debajo de Ecatepec, en el Estado de México.
Se cree que el crimen organizado le ha cobrado “derecho de piso” al 60 por ciento de los guerrerenses. Alto al Secuestro teme, no obstante, que en más del 85 por ciento de los casos las víctimas no denuncian.
“Hace ocho meses nos llegó un comando con armas largas, secuestraron a empleados y pidieron 50 mil pesos si no queríamos verlos muertos”, contó Julián Urióstegui, un constructor que preside la Confederación de Cámaras Industriales y Empresariales en Guerrero (Concamingro).
Sus agremiados han padecido tanto este flagelo que Concamigro creó con recursos propios la llamada Unidad Antisecuestros, que con el apoyo de las autoridades federales opera en Acapulco desde julio.
Pero algunos no denuncian porque temen que las mafias sigan ligadas a las agencias del orden.
“Todo está infiltrado”, aseguró el capitán Alex Parra, organizador del espectáculo de aviación Acapulco Air Show, en el que participan pilotos extranjeros.
Al capitán Parra le preocupa la seguridad de los aviadores que vendrán a su siguiente evento.“Estoy con el Jesús en la boca por si les llega a pasar algo”, dijo.
LOS GRINGOS YA NO VIENEN
Todos añoran aquella época en que miles de extranjeros disfrutaban de las playas de Acapulco.
Fueron ahuyentados por la inseguridad, las alertas de viaje emitidas por distintos países y la crisis económica mundial; al tiempo que destinos turísticos del Caribe lograron posicionarse.
Los 30 mil vacacionistas universitarios (spring breakers) que se contaban en 2009 ya no vienen y apenas 21 cruceros anclaron en el puerto el año pasado, 86 por ciento menos que en su mejor período.
“Este año [2015] llegaron seis canadienses y un americano, pero ese turismo está en peligro de extinción porque es gente de 70 años”, dice Luis Miranda, propietario de dos hoteles.
Según las autoridades, las vacaciones de invierno concluyeron con una ocupación hotelera de más del 90 por ciento, pero Miranda, cuyos establecimientos tienen 100 habitaciones, no vio tantos huéspedes.
“No rebasamos ni el 50 por ciento en todo el año”, afirmó Miranda. “El problema de Acapulco es que estamos catalogados como una de las ciudades más peligrosas del mundo”, expresó.
En diciembre, las playas de esta ciudad volvieron a atiborrarse, sobre todo de gente proveniente de la Ciudad de México, un grupo que le ha sido fiel a pesar de la violencia.
“Gracias al cariño que la gente le tiene, Acapulco se sigue llenando.
“Claro que he visto noticias sobre la violencia, pero también leí en la alerta de viaje que en la zona de turistas todo está bien”, aseguró el Alcalde Velázquez.
A bordo de su taxi, Raúl Quezada comentó que hace mucho no le pagan con dólares. “Los extranjeros ya no vienen, son muy miedosos; pero los ‘chilangos’ aquí están, ahora nos caen bien”.