Ciudad de México, 18 de diciembre (SinEmbargo).– El bombardeo aéreo patrocinado por el gobierno de Estados Unidos contra los campos de aviación de Cuba inició la madrugada del sábado 15 de abril de 1961. Los pilotos de aquellos ocho aviones A-26 Invader eran ni más ni menos que exiliados cubanos, quienes había huido de La Habana hacia Florida entre la noche del 31 de diciembre de 1958 y la madrugada del 1 de enero de 1959, justo en las horas que marcaron la caída del dictador Fulgencio Batista y Zaldívar, y el arribo al poder del líder del Ejército Guerrillero y de la Revolución: Fidel Castro Ruz.
Las bombas que cayeron por racimos sobre los aeropuertos militares de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y el Antonio Maceo de Santiago de Cuba marcaron el inicio del desembarco de tropas estadounidenses en Playa Girón, en la Bahía de Cochinos, en un intento por invadir la isla caribeña. Esos mil 500 soldados también eran exiliados cubanos, entrenados en EU.
Sin embargo, los revolucionarios cubanos, advertidos por informantes, ya esperaban el embate. Estaban bien preparados, tanto así que en 72 horas lograron aplastar la intentona financiada desde el país más poderoso del mundo.
Previo al fracaso de esa estrategia, una decisión del entonces Presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, quien había asumido el mando de su país apenas tres meses antes, cambió el curso de la historia: canceló por completo el plan de una invasión directa en Cuba, que había concebido su antecesor, el Presidente D. Eisenhower, de la mano de la CIA, para derrocar a Castro.
Sin embargo, tras meses de críticas y presiones desde las cúpulas del poder político y empresarial de EU, y con la crisis de los misiles en marcha –debido al apoyo soviético al gobierno castrista–, Kennedy optó por otra decisión histórica: decretó un embargo comercial, económico y financiero sobre Cuba que, aun cuando había comenzado en 1960 para algunas actividades, se convirtió entonces en el cese total de relaciones entre ambos países.
El embargo comercial hacia Cuba fue, hasta ayer 17 de diciembre de 2014, el más prolongado en la historia moderna del mundo. Más de 53 años que incluyeron acusaciones políticas de todo tipo y que tensaron la diplomacia a nivel mundial.
Durante todos estos años, el protagonista fue un solo hombre: Fidel Castro.
El líder de la Revolución Cubana fue primer ministro de su país de 1959 a 1976 y, después, se convirtió en Presidente de 1976 a 2008. También fue comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, de 1956 a 2008, y mantuvo el poder como Primer Secretario del Partido Comunista desde 1965 hasta 2011, cuando, a los 85 años, terminó definitivamente su mandato y le transfirió todos los poderes de la nación a su hermano, Raúl Castro Ruz.
Desde ayer, la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba la marcan dos hombres: Barak Obama y Raúl Castro, quienes han dado por terminada su Guerra Fría.
Ambos mandatarios dialogaron previamente sobre el restablecimiento de las relaciones entre ambos países, e incluso el establecimiento de una Embajada estadounidense en la capital cubana, algo que hace días sonaba imposible.
Los dos sostuvieron una conversación de una hora vía telefónica, de acuerdo con lo que se reveló el miércoles pasado.
Luego, en una acción inédita, ambos aparecieron en televisión, en vivo, uno después del otro: Obama dio a conocer su proyecto para romper con el bloqueo económico endurecido durante distintos momentos en la relación de ambos países. A su vez, Raúl dio por hecho el restablecimiento de las relaciones bilaterales.
“Todos somos americanos”, dijo Obama en vivo y en español.
En su discurso desde la Casa Blanca, de unos 15 minutos, Obama anunció el comienzo de un proceso para normalizar las relaciones diplomáticas entre ambos países, rotas desde 1961, que contempla la apertura de embajadas en Washington y La Habana en los próximos meses.
La “rígida política” que ha marcado las relaciones bilaterales “tiene sus raíces en acontecimientos que ocurrieron antes de que la mayoría de nosotros hubiéramos nacido”, argumentó el mandatario.
El “aislamiento no ha funcionado”, añadió el Presidente, quien afirmó: “es momento de un nuevo enfoque” hacia Cuba.
LA MEDIACIÓN DEL PAPA Y CANADÁ
De acuerdo con altos funcionarios de la Casa Blanca, que hablaron bajo anonimato en una conferencia telefónica con periodistas, las conversaciones secretas entre las delegaciones de EU y Cuba para explorar la normalización de las relaciones comenzaron hace más de un año y las reuniones se celebraron en su mayoría en Canadá.
El Vaticano también facilitó los contactos, recibiendo a delegaciones de los dos países, y el Papa Francisco se involucró personalmente en las negociaciones con el envío de cartas a Obama y a Raúl Castro, en las que también abogó por la liberación del estadounidense Alan Gross y de tres espías cubanos que cumplían condena en EU.
La intervención del Papa fue decisiva para desatar ese conflicto enquistado. Aunque los intentos del papa argentino de contribuir a arreglar graves problemas internacionales no son novedad –ahí está la reunión entre palestinos e israelíes de la que fue anfitrión en los Jardines Vaticanos el pasado junio–, al Papa se le resistía todavía un gran avance en sus cerca de dos años de pontificado.
Sin embargo ayer, su mediación para restablecer las relaciones entre Washington y La Habana, quedó revelada y ha sido calificada de histórica.
Meses de discreta diplomacia vaticana –que como mandan los cánones en casos como este se sirvió de un tercer Estado, Canadá– le dieron a Jorge Bergoglio un reconocimiento justo en el día en que el pontífice cumplía los 78 años.
Tras revelarse la noticia, el Papa Francisco se limitó a decir que “se complace vivamente” por el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, “con el fin de superar, por el interés de los respectivos ciudadanos, las dificultades que han marcado su historia”, según dijo su portavoz, Federico Lombardi.
El otro gran brazo que apoyó esta reconciliación fue Canadá, un país que, por cierto, mantiene frías relaciones políticas con Cuba.
El Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, planteó ayer en un comunicado que Canadá se complace de “haber hecho de anfitrión” de las reuniones entre EU y Cuba, y felicitó a ambos países por “su exitoso diálogo y negociaciones” para el restablecimiento de sus relaciones.
“Canadá está contenta de haber hecho de anfitrión de altos funcionarios de Estados Unidos y Cuba, lo que les permitió la discreción necesaria para llevar a cabo estas importantes conversaciones”, añadió Harper.
El papel de Canadá en el inicio de la reconciliación entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría, también fue reconocido por los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y Cuba, Raúl Castro, quienes agradecieron públicamente a Ottawa su intervención.
Paradójicamente, el papel de anfitrión de Canadá se desempeñó, pese a que las relaciones políticas con Cuba pasan por uno de sus momentos más bajos en las últimas décadas, aunque han crecido sus relaciones económicas.
Cerca de 800 mil turistas canadienses viajan cada año a la isla caribeña y, según datos oficiales canadienses, las exportaciones cubanas a Canadá en 2013 ascendieron a 453 millones de dólares estadounidenses, 175 millones más que en 2009.
Canadá enfrío sus relaciones con Cuba en 1999 cuando el entonces primer ministro canadiense, el liberal Jean Chrétien, anunció que enfriaría sus contactos con el régimen castrista –el de Fidel– por las duras condenas contra cuatro disidentes.
Harper también ha dejado bien claro su descontento con las autoridades cubanas.
Los contactos a alto nivel entre los dos países han quedado reducidos al mínimo, y Canadá y Cuba se han enfrentado en numerosas ocasiones en foros públicos.
Una de las últimas ocasiones se produjo en 2012, cuando Canadá insistió en rechazar la inclusión de Cuba en los encuentros continentales de la Cumbre de las Américas y, además, señaló que no estaba interesada en buscar fórmulas que permitan su incorporación.
La posición canadiense fue idéntica a la de EU y contrastó con la inmensa mayoría de los países americanos, partidarios de incluir a Cuba en la cumbre que ese año se celebró en Cartagena (Colombia).
En respuesta a la negativa canadiense a apoyar la integración de Cuba en el proceso de la Cumbre de las Américas, el único país del continente que está excluido, Fidel Castro escribió una misiva muy crítica a Harper y la política exterior canadiense en el continente.
Harper volvió a expresar ayer su política de dureza hacia Cuba, y otros países latinoamericanos, durante una entrevista concedida a la CBC, la televisión pública canadiense, y que será emitida a finales de año.
En la entrevista, de la que la CBC emitió un extracto sobre el papel de Canadá en las negociaciones cubano-estadounidenses, Harper apuntó que no espera grandes cambios en Cuba mientras esté en el poder Raúl Castro.
“Los cambios están llegando a Cuba. Ya se están produciendo algunos cambios. Son muy lentos. Pero creo que es una economía y una sociedad que debería haber entrado en el siglo XXI hace tiempo”, explicó el mandatario canadiense.
“Probablemente, cuando la actual generación de líderes desaparezca, se verán algunos cambios”, añadió.
CRÍTICAS Y APLAUSOS EN EU Y CUBA
El ex Gobernador republicano de Florida, Jeb Bush, hijo y hermano de los ex presidentes de EU, aseguró que la restauración de los lazos diplomáticos con Cuba es el “último paso en falso” de la política exterior del Presidente Barack Obama.
Bush, quien dejó entrever ayer su intención de competir por la candidatura presidencial, atacó a Obama por su decisión de reanudar inmediatamente las relaciones diplomáticas con la isla caribeña.
Bush consideró en su página de Facebook que este acercamiento supone “otra extralimitación de la autoridad ejecutiva” de Obama y de su Administración, y añadió que el acuerdo “mina la credibilidad de Estados Unidos y su apuesta por una Cuba libre y democrática”.
A juicio de Jeb Bush los “beneficiarios” de esta decisión serán los “abyectos hermanos Castro, quienes han oprimido al pueblo cubano durante décadas”.
El político se mostró satisfecho por la liberación por “razones humanitarias” del subcontratista estadounidense Alan Gross, tras cinco años preso en las cárceles cubanas, un hombre “inocente que nunca debió haber sido encarcelado”, ni mucho menos pasar cinco largos años con la salud mermada.
Sin embargo, Bush rechazó con firmeza la “desafortunada” decisión de Estados Unidos de liberar a cambio a tres “espías convictos”, dijo en referencia a la liberación de los agentes cubanos del grupo de “Los Cinco” que cumplían condena en este país por espionaje.
Bush concluyó con una contundente declaración en la que cargó contra Obama por “recompensar a los dictadores cubanos” que almacenan un “historial catastrófico” de violación de los derechos humanos.
En lugar de esto, Estados Unidos debería “fomentar los esfuerzos que realmente conducen” a la materialización de una “democracia legítima que finalmente prevalezca en Cuba”.
Por su parte, representantes de la disidencia interna en Cuba reaccionaron ayer con matices, entre el optimismo y la decepción, al anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
El disidente cubano José Daniel Ferrer consideró “muy positivo” todo acuerdo que “genere y facilite los necesarios cambios políticos y sociales que urgen en la isla”, en declaraciones telefónicas a la agencia EFE desde Santiago de Cuba.
“Esperamos que hayan pasos concretos o compromisos en relación con los derechos humanos”, destacó Ferrer, ex prisionero político del Grupo de los 75, que lidera el grupo opositor Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
Sobre las liberaciones por parte de Cuba de varios presos políticos a petición de EU, Ferrer recordó que sólo la UNPACU “tiene 42 en prisión”, además de otros 40 prisioneros que pertenecen a otras organizaciones disidentes.
También manifestó su preocupación sobre si la normalización de las relaciones con Cuba pueda suponer que la Casa Blanca “se desentienda del problema de los derechos humanos” en la isla.
Tras conocerse la noticia, una de las primeras en reaccionar en Cuba fue la bloguera Yoani Sánchez, quien escribió en su cuenta de Twitter: “Una era termina y espero que esta nueva que comienza sea la del protagonismo de la sociedad civil cubana”.
“Campanas de iglesias se escuchan ahora mismo por toda La Habana. Hay un tono celebratorio”, expuso Sánchez, quien es una de las voces más optimistas con este cambio diplomático.
El periodista independiente Guillermo Fariñas fue más rotundo en sus opiniones, ya que consideró que fue “un error” del Gobierno de EU “plantear el cambio de esta manera”.
En su opinión, “le está dando oxígeno a la dictadura cubana que está tratando de establecer una supuesta transición a la democracia para que continúe en el poder la familia Castro”.
Fariñas, Premio Sajárov a los Derechos Humanos del Parlamento Europeo en 2010, se quejó de que el Presidente estadounidense, Barack Obama, tomara esta decisión sin consultar a la oposición dentro de Cuba.
“Si finalmente estos cambios que se han dado en la política de Estados Unidos hacia Cuba conllevan al levantamiento unilateral del embargo económico y comercial, sería una traición a la democracia y a los demócratas cubanos”, destacó el disidente que lidera el grupo Frente Antitotalitario Unido.
Fariñas dijo que va a “continuar luchando” y defendiendo su postura respecto a que el embargo estadounidense impuesto a la isla es “la llave ideal para llevar a Cuba a un Estado de Derecho”.
En tanto, la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) en Miami rechazó de forma “categórica” la decisión de Barack Obama de restablecer relaciones diplomáticas con “el régimen de La Habana”.
Según Veppex, la decisión de Obama “representa un error estratégico cuando no se ha observado en ningún momento el más mínimo cambio de actitud en cuanto a la represión y a la violación de los derechos humanos de un pueblo que ha sido oprimido por más de cincuenta anos”.
En un comunicado, el exilio venezolano consideró que Obama “ha cedido peligrosamente ante un régimen obsoleto, desgastado y débil”, y confió en que ojalá Estados Unidos “no tenga que arrepentirse de esta decisión”.
“Hacemos votos para que esta decisión tomada por la Administración de Barack Obama no vaya a entorpecer la firma de la ley que sancionaría a funcionarios venezolanos que han violado los derechos humanos”, agrega la nota.
Para el exilio venezolano, “retroceder en esta materia representaría la victoria del comunismo y del mal sobre quienes han luchado por años en contra de delincuentes que han destruido la institucionalizadad y la sociedad decente”.
“Expresamos nuestro total e irrestricto apoyo al valiente y honorable exilio cubano”, destacó Veppex.