Ciudad de México, 18 de mayo (SinEmbargo/ElSur/dpa).– Habitantes de Chilapa, Guerrero, denunciaron la desaparición de al menos 30 personas durante la irrupción de cientos de civiles armados autodenominados policías comunitarios.
Chilapa se ha visto azotado por varios hechos violentos atribuidos al crimen organizado en los últimos meses, entre ellos el hallazgo de diez cabezas humanas y otros restos humanos de 11 personas en fosas clandestinas en enero.
El 1 de mayo fue asesinado a tiros el candidato a Alcalde por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Ulises Fabián Quiroz.
Unos días después irrumpieron en la comunidad unas 300 personas armadas encapuchadas, que se identificaron como "policías comunitarios" y que permanecieron casi una semana para combatir la violencia provocada por el enfrentamiento entre grupos del crimen organizado. El actual alcalde, Javier García, optó por irse de Chilapa, pero volvió este fin de semana.
Hoy, en reunión con Fernando Esteban Ramírez, visitador general de la CEDH de Guerrero, los familiares reclamaron que las autoridades no hicieron nada ante los "levantones, amenazas e intimidaciones" de los civiles armados.
Familiares de 16 de los supuestos desaparecidos en los últimos días denunciaron su caso ante un visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos e indicaron que allegados de los otros 14 no han querido denunciar por temor, según la prensa local.
Además, el viernes pasado, familiares de los jóvenes desaparecidos también protestaron afuera de la Secretaría de Seguridad Pública municipal para pedir su localización y la presencia del Secretario General del Gobierno estatal, David Cienfuegos Salgado.
El jueves pasado, los autodenominadas policías comunitarios acordaron con las autoridades desarmarse y retirarse de Chilapa, municipio guerrerense que tomaron desde el sábado 9 de mayo para, dijeron, frenar la violencia provocada por el enfrentamiento entre Los Rojos y Los Ardillos, dos grupos del crimen organizado.
Durante la toma de Chilapa, renunció el Secretario de Seguridad Pública, Job Encarnación Cuenca y los civiles armados convivían a pocos metros de los militares, los policías estatales y miembros de la Gendarmería. Patrullaban las calles de la ciudad en camionetas particulares y en las dos de la Policía Municipal que se llevaron de la comandancia. También establecieron cuatro retenes en las entradas del municipio.