En la actualidad, la Iglesia Católica es vista con recelo y desconfianza debido a los fuertes escándalos de abuso de poder y pederastía cometidos por algunos de sus miembros, delitos por los que “divinamente” no han sido juzgados. Por desgracia, los atropellos continúan siendo eximidos como el cometido hace 30 años, en contra de la adolescente Emanuela Orlandi, y cuyos familiares todavía hoy siguen implorando justicia.
Emanuela Orlandi, una joven de 15 años, salió de su clase de música junto a la Iglesia San Apolinar en Roma, el 22 de junio de 1983, fecha que se volvería imborrable en la historia de la familia Orlandi, pues sería la última vez que tendrían noticias sobre Emanuela.
La joven adolescente era hija de un maestro que daba clases en la Santa Sede y por lo tanto, vivía en el Vaticano; Emanuela fue secuestrada durante el papado de Juan Pablo II y hasta hoy se desconoce su paradero.
El caso de Orlandi es uno de los grandes misterios de Italia. Desde hace unos meses las indagaciones fueron reactivadas. En las calles, cientos de italianos han salido a exigir, tanto a las autoridades como a la iglesia católica, la verdad y justicia.
Existen varias teorías respecto a la desaparición de Emanuela. Muchos periodistas e investigadores han seguido de cerca el caso y han publicado posibles hallazgos. Algunas de las hipótesis sugieren que el secuestro de la adolescente tuvo que ver con una vendetta de la mafia contra la iglesia católica tras la caída del Banco Ambrosiano; otras ideas plantean que Orlandi pudo haber sido hija de algún miembro de la alta cúpula católica y por eso fue borrada del mapa. Nadie lo sabe a ciencia cierta. Lo cierto es que todas las líneas de investigación tienen al Vaticano como involucrado principal; sin embargo, el caso ha sido clasificado, cerrado y reabierto en varias ocasiones.
La renuncia de Benedicto XVI –dicen investigadores del Vaticano-, tiene entre muchas otras cosas, relación con las revelaciones de los Vatileaks. En marzo del año pasado, se difundieron nuevos datos respecto al caso Orlandi. Entre los documentos filtrados se encontró una carta reservada de Giampiero Gloder, uno de los sacerdotes que ayudaban al papa a redactar sus textos. En su misiva reservada, Gloder aconseja al pontífice no mencionar a Emanuela para no darles aliento a quienes acusan al Vaticano de ocultar información sobre el caso.
Luego de la filtración estalló una bomba: el sacerdote Gabriel Amorth, jefe de exorcistas del Vaticano y uno de los investigadores del caso Orlandi, declaró que Emanuela había sido convertida en una esclava sexual, usada en varias orgías en el Vaticano y luego asesinada. “Fue un crimen de naturaleza sexual”, declaró en una entrevista publicada por el periódico La Stampa y firmada por el reportero Giacomo Caleazzi.
“En la red participan personal diplomático de una embajada extranjera ante la Santa Sede. Creo Emanuela terminó siendo una víctima de este círculo”, dijo el Padre Amorth al diario italiano.
Según The New York Times, luego de las declaraciones de Amorth las autoridades italianas comenzaron a seguir la pista para resolver el caso y reabrieron las investigaciones.
Por otra parte –agrega el diario neoyorquino- tras la filtración de los documentos, varios empresarios y funcionarios italianos comenzaron a donar dinero al Papa y a pedir reuniones secretas con Benedicto XVI.
Tal es el caso de Bruno Vespa, un reconocido presentador de televisión, envió un cheque por 12,500 dólares al secretario privado del Papa, Georg Gänswein, “una pequeña suma a disposición de la caridad del Papa”, y preguntó cuándo podría tener una audiencia privada.
A su vez, Giovanni Bazoli, director del grupo bancario Intesa San Paolo, envió un cheque a Joseph Aloisius Ratzinger por 32,000 dólares. Ese mismo 2012, Gänswein recibió cartas y obsequios por parte funcionarios del gobierno, jesuitas y de algunos empresarios de talla mundial.
Otra de las teorías respecto a la desaparicón de Emanuela, indica que fue secuestrada por Enrico De Pedis, un capo de la mafia La Magliana vinculado con altos mandos de la iglesia.
Se barajó la posibilidad de que Emanuela hubiera sido secuestrada por La Magliana para presionar al Vaticano, al que responsabilizaba de pérdidas financieras por la quiebra del Banco Ambrosiano, vinculado con el Instituto de Obras Religiosas (IOR) de la propia Santa Sede.
“Mi hermana fue secuestrada no porque era Emanuela Orlandi, sino porque era una ciudadana vaticana”, declaró Nicolina Orlandi.
Según Nicola, el mafioso De Pedis habría sido el secuestrador de su hermana. Nicolina declaró que 24 horas después del secuestro, la policía elaboró un dibujo a partir del testimonio de un vigilante del Senado italiano que habría presenciado el secuestro. Según la hermana de Emanuela, la imagen del boceto era prácticamente una réplica del rostro de Enrico.
De Pedis fue asesinado en 1990, según la policía de Italia, por ajuste de cuentas. En 2005 una llamada anónima a un programa televisivo alertó que el cuerpo de la chica estaba en la tumba del capo en la basílica de San Apollinare (dentro del Vaticano). Por eso en mayo del año pasado, fue exhumado el cuerpo y los peritos encontraron restos fósiles alrededor de la sepulcro.
Los forenses siguen analizando el ADN de los huesos hallados en la tumba de Enrico, pero las primeras versiones indican que se trata de restos fósiles de muchos años, que tal vez no coincidan con los restos de la joven.
Hace unos días cuatro testigos declararon sobre el caso, esa misma semana en que Benedicto XVI dejó de ser papa. Por alguna razón, Pedro, el hermano de Emanuela, está convencido de que la renuncia del papa finalmente iluminará la verdad.
De acuerdo con un artículo de Santiago O’Donnell, publicado por el diario argentino Página12, a mediados de los ochentas surgió la “pista turca”: la familia de Emanuela recibió varias llamadas anónimas de personas ofreciendo canjear a la niña secuestrada por Ali Agca, preso por haber disparado contra Juan Pablo II en Plaza San Pedro dos años antes, en 1981. Un ex agente de la policía secreta de Alemania Oriental declaró años más tarde que esas llamadas provinieron de su oficina, “por orden de Moscú”, para desviar la atención de un grupo de agentes búlgaros que figuraban en la lista de sospechosos.
“Entre las llamadas anónimas que recibió la familia de Emanuela después del secuestro había una voz con fuerte acento norteamericano, que la policía de entonces bautizó como El Americano. El entonces subdirector de los Servicios Secretos Civiles italianos, Vicenso Parisi, escribió en un documento que permaneció clasificado hasta 1995, que El Americano era el cardenal estadounidense hoy fallecido Paul Marcinkus, ex director del Banco Vaticano, conocido como “el banquero de Dios,” protagonista principal del escándalo del Banco Ambrosiano, quien sólo pudo evitar la cárcel por la protección judicial y diplomática que recibió del Vaticano”, narra O’Donnell.
NYT recolectó algunos testimonios que aseguran tener pruebas de que Emanuela aún estaba viva, y que podría vivir en lugares como Turquía e Inglaterra.
Roberta Hidalgo relata en su libro “L’affaire Emanuela Orlandi”, que la mujer desaparecida vive en casa de su hermano Pedro dentro del Vaticano. Incluso, en su investigación presenta una grabación inaudible y algunas fotografías de una persona a la cual no se le distingue el rostro.
Algunos otros libros refieren que Emanuela es o fue hija de Juan Pablo II, otra pesquisa supone que Orlandi era hija de Marcinkus.
Pedro Orlandi publicó un trabajo donde acusa al Vaticano de encubrimiento. El hermano de la joven está convencido de que el arzobispo Piero Vergari, rector de la Basílica de San Apollinare, participó y encubrió el secuestro.
El Vaticano, por medio de su portavoz Federico Lombardi, negó que la sede apostólica esconda secretos o informaciones reservadas sobre el misterioso secuestro de Emanuela Orlandi.
Lombardi explicó que varios personajes del Vaticano de hace 30 años ya fallecieron por lo que es imposible un análisis detallado de los eventos, pero que se puede aclarar la postura de las instituciones pontificias gracias a testimonios y documentos disponibles.
“¿Las autoridades vaticanas de entonces se empeñaron verdaderamente para afrontar las situaciones y colaborar con las autoridades italianas en tal sentido? ¿Existen elementos nuevos, no revelados pero conocidos por el Vaticano, que podrían ser útiles para conocer la verdad?”, señaló.
Además justificó a las acciones y las trabas que realizaron las autoridades de la iglesia en el pasado, pues “el rapto tuvo lugar fuera del territorio vaticano”.
“No resulta que se haya escondido nada, ni que existan en el Vaticano secretos por revelar sobre el tema. Continuar afirmando lo contrario es totalmente injustificado, sobre todo porque el material obtenido fue entregado al ministerio público investigador en su tiempo”, añadió.
Finalmente, miles de italianos han salido a las calles para exigir a las autoridades del estado como a las de la iglesia resolver el caso y dar justicia y decir la verdad que merece la familia Orlandi.
Los hermanos de la joven, quien nació en enero de 1968, han recolectado firmas y han sumado esfuerzos para que este crimen (el secuestro y/o asesinato) no quede impune.
El caso podría tener un nuevo giro con las filtraciones de Vatileaks y con la llegada de Jorge Mario Bergoglio como el nuevo Papa de la Iglesia Católica. La Fiscalía de Roma ha comenzado a trabajar en coordinación con el Vaticano, cosa que hace 30 años era más difícil, afirman los Orlandi. La familia tiene la esperanza que Emanuela esté a salvo, declaró Massimo Krogh, abogado del caso. “Obviamente, siempre y cuando no encuentren nada, se puede esperar que todavía esté viva”, comentó.