Ciudad de México, 16 de diciembre (SinEmbargo).- Dicen que la estupidez humana no conoce límites y los ejemplos pueden ser incontables. Para muchos basta ver el deterioro ecológico de los últimos 200 años para poder darse una idea de ello. Sin embargo, hay casos más particulares en los que las malas decisiones tienen efectos que repercuten de manera inmediata hacia quien las toma.
Desde hace 20 años los Premios Darwin llevan tiempo recogiendo muestras de idiotez sacadas del mundo real. Estos sarcásticos galardones reconocen a individuos que han hecho una contribución a la humanidad al morir de forma absurda, lo que en principio evita que sus genes pasen a generaciones posteriores, de ahí su nombre. De esta manera los Darwin reúnen a una gran cantidad de anécdotas que rayan en lo increíble pero no por eso imposibles. Hasta ahora no pasaba de ser un mero recuento de acciones imprudentes, pero ahora han demostrado ser útiles para probar un punto que durante años se ha discutido de manera meramente empírica: la idiotez masculina.
Así, un estudio encabezado por John Isaacs, director del Instituto de Medicina Celular de la Universidad de Newcastle aporta una de las primeras pruebas a favor de esta hipótesis bautizada por los autores como la teoría de la idiotez masculina (MIT, en inglés), en el cual se analizó a todos los premiados entre 1995 y 2014, diferenciándolos por sexos, dio a conocer el diario español El País.
De esta manera, de los 318 casos confirmados y válidos para el análisis estadístico, 282 eran hombres y 36 mujeres, siendo los varones los protagonistas de más del 88 por ciento de los casos, lo que de acuerdo con los autores es un resultado “estadísticamente significativo”, según publicó el número especial de Navidad de la revista British Medical Journal.
“Estos resultados son totalmente consistentes con la teoría de la idiotez masculina y apoyan la hipótesis de que los hombres son idiotas y los idiotas hacen tonterías”, afirman los autores. No obstante reconocen también que el protagonismo masculino en las malas decisiones pueda ser producto de una opinión tendenciosa.
Dado que los premios Darwin se eligen por votación anónima existe la posibilidad de que las mujeres voten más por hombres, mientras que otros también argumentan que el sexo de la creadora y coordinadora de los premios, la bióloga molecular Wendy Northcutt, pueda ser un factor determinante.
El Premio Darwin es un galardón físicamente inexistente cuyo fin es meramente irónico. Generalmente se otorgan de forma póstuma, al individuo o individuos que se elimina del acervo genético de la manera más espectacular. Aunque, en caso de que la persona no muera, pero quede incapaz de tener hijos, el individuo tendría la posibilidad de recibir el premio de manera "honorífica" sin importar que aún esté vivo.
De acuerdo con Northcutt, quién además de diseñarlo también ha escrito varios libros sobre dicho tema, hay cinco requisitos que todo candidato debe cumplir para poder ganar este premio:
- Imposibilidad de reproducción. Lo que significa que el candidato debe estar muerto o haber quedado estéril.
- Excelencia. O, lo que es lo mismo: que la imprudencia del candidato sea única y sensacional porque, a final de cuentas, el premio pretende ser gracioso.
- Autoselección. Que la "imposibilidad de reproducción" referida en el punto número uno sea causada a si mismo.
- Madurez. Que la persona esté en su sano juicio al momento de realizar la acción referida. Para esto se toman como parámetros que el sujeto tenga edad legal para conducir y no padezca retraso mental.
- Veracidad. Que el acontecimiento esté documentado por fuentes fiables. Esto quiere decir: no leyendas urbanas.
Finalmente –dejando de lado las causas de la abundancia del sexo masculino en las ternas anuales– los autores especulan que, al menos en el caso de los varones premiados con un Darwin "honorífico", estos podrían contar con una ventaja evolutiva sobre el resto de la humanidad, tomando en cuenta que sobrevivieron a sus actos estúpidos. No obstante, aún queda por determinarse esta teoría.