Los 43 cumplen 20 días de ausencia y los universitarios viven un día más de furia

16/10/2014 - 12:05 am
Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Protesta de universitarios frente  a la sede de la PGR para exigir la presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 16 de octubre (SinEmbargo).– Las pedradas llovían sobre los vidrios del edificio de la Procuraduría General de la República (PGR) y los vidrios caían a pedazos, cuando Ana Luisa Pérez lloraba y exigía a gritos que su hermano Julio César Pérez López, desaparecido en 2011 en Chimalhuacán, Estado de México, aparezca.

Y es que desde que el joven no regresó a su vivienda, su padre y sus hermanos lo buscan desesperados.

“Desapareció en mayo, y hay gente que dice que había patrullas y gente gritando que los soltaran. Al otro día mi hermano no estaba, ni sus amigos, nomás sus cosas y nos dijeron que estaba en una fosa común, pero, ¿dónde está?, ¿dónde? Cada que voy me dicen que están en una diligencia, en una diligencia, me dicen: ‘ese que está ahí es tu hermano'. [Son] puras fotos, fotos de un cuerpo inflado que yo no reconozco”, dijo llorando.

Ayer, Ana Luisa acudió a la concentración convocada por estudiantes a la PGR. Fue una de los cerca 3 mil asistentes que acudieron a exigir justicia por los normalistas desaparecidos hace ya 20 días. Llegó con la foto de su hermano en el pecho y gritó por justicia.

Miles de estudiantes universitarios de las principales casas de estudio, desde la Iberoamericana hasta la UAM, UNAM, IPN y UPN, realizaron movilizaciones de indignación mientras el Presidente Enrique Peña Nieto, quien se había negado a hablar de la violencia en el país, hablaba de traer justicia. Una promesa hueca, si los estudiantes no aparecen.

“¡No se tapen el rostro, no se tapen el rostro!”, gritaba a jóvenes, quienes con capuchas y máscaras, lanzaban pedradas a los ventanales del edificio.

“¡A mí no me da miedo que me vean, que me vean, malditos!”, gritó una y otra vez, ahogada en llanto. Luego, la mujer dijo que entendía a las madres y familiares de los 43 desaparecidos de la Escuela Rural de Ayotzinapa porque ella y su familia, no descansaban desde que su hermano Julio César no llegó a dormir.

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Fue después de las 17:0o horas cuando el primer joven trepó  al edificio de la PGR y alcanzó uno de los ventanales. Ante la resistencia de un grupo de estudiantes del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) que se manifestaba con mantas y pancartas de espaldas a la construcción, el muchacho sacó aerosol y con pintura roja escribió: “Estado asesino" ¡Vivos los queremos!”.

“El Estado se está riendo de nosotros. Vienen aquí con sus mantas y pancartas, ¿creen que así vamos a lograr algo? El Estado nos va asesinar a todos, tenemos que ser más radicales”, gritó a los miles de jóvenes congregados.

Las respuestas fueron encontradas, algunos pedían que la violencia parara, mientras que otros agradecían el apoyo.

Los estudiantes que media hora antes pasaban lista a los 43 normalistas y que llegaron con un antifaz blanco dibujado sobre los ojos se retiraron en fila, cuando otros muchachos treparon al edificio para colocar una a una las fotografías de los desaparecidos de la Escuela Rural de Ayotzinapa.

Los más radicales pegaron dos cartulinas con el rostro del Alcalde con licencia de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, con el número 43 dibujado en la frente y entonces empezaron a embarrarse sobre los cristales las primeras bombas de pintura.

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
"¡Vivos los queremos!", exigieron los universitarios. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

A la par, los jóvenes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) realizaban un mitin sobre un templete improvisado.

En ese momento subió Mary Herrera, madre de cuatro hijos desaparecidos, dos en Guerrero y dos en Veracruz, y le hizo una advertencia al Presidente Enrique Peña Nieto, para que no se confiara porque la gente estaba desesperando.

“Yo le quiero decir a Enrique Peña Nieto que no se confíe, el dolor está moviendo a México, porque ya no podemos más. No queremos un desaparecido más. Yo entiendo a las madres de esos 43 muchachos, porque yo sufro lo mismo y aunque no estoy allá con ellas, mi alma está con ellas”, dijo al micrófono mientras los ánimos de los muchachos con capuchas empezaban a incendiarse.

No se bajaba Mary del templete, cuando se estrelló otra bomba de pintura en los ventanales, luego terrones de tierra, luego un palo, luego una piedra.

“¿A eso llaman violencia, importa más un vidrio roto que una vida? Eso no es violencia, violencia es la pobreza, la marginación, la discriminación, eso es violencia”, gritó enseguida Ernesto Cruz, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco.

Tania Ramírez, de la organización HIJOS, hablaba sobre las fosas: “¿Que no sean los estudiantes es una buena y una mala noticia, buena  porque hay esperanza, mala, porque, ¿de quién son esos cuerpos?”.

Ramírez recordó que las bases militares, suelen ser cárceles clandestinas: “Si no están en las fosas, entonces están en cárceles y hay que buscarlos”.

Eran casi las 6:30 de la tarde, cuando todos empezaron a correr, pues la lluvia de pedradas se agudizó y los vidrios de la PGR empezaron a caer en pedazos, uno a uno.

Unos 30 jóvenes con capuchas y máscaras dejaron del lado el mitin y se enfocaron en su objetivo: el edificio de la PGR.

Los organizadores desarmaron lo más rápido que pudieron el templete y muchos jóvenes se empezaron a mover. En un momento estalló un petardo y las piedras rebotaban y quebraban los ventanales.

Cada que caía un pedazo, era una algarabía. En Avenida Paseo de la Reforma había niños e incluso bebés. Una mujer llegó y se desnudó el torso para hacerse una pinta en protesta. Cuando ya casi todos se habían ido, una niña gritaba emocionada sobre los hombros de un adulto que quemaran el edificio, cuando uno de los encapuchados prendió uno de los cartelones.

Pronto el fuego empezó a consumir una manta con el rostro de uno de los normalistas desaparecidos: “¡Cuidado con la manta, cuidado con la manta!”, gritó la menor de unos siete años.

El fuego se consumió y a las 19:30 horas, el puñado de jóvenes que quedaban y los muchachos que lanzaron pedradas, se retiraron. El edificio de la PGR quedó sombrío, con el rostro del Alcalde de Iguala sonriendo hacia Paseo de la Reforma.

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Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
"Importan más las vidas que los vidrios rotos", dijo Belén Rivera, una de las estudiantes que protestaban. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

“Importan más las vidas humanas, sí importan esos vidrios, pero yo creo que son más importantes las vidas”, dijo Belén Rivera, una estudiante de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, que observa tranquila la lluvia de pedradas.

Los organizadores del mitin opinaron lo mismo. “Sin comentarios, cada quien se manifiesta como quiere. Yo diría que sin comentarios”, dijo una de las jóvenes, quien pidió omitir su nombre.

Karina Sandoval, de la UNAM, mencionó que cada quien mostraba su inconformidad de manera distinta y que ante todo, respetaba las formas de expresión de los estudiantes.

“El ataque a los normalistas es a todos en conjunto, es a la juventud sí, pero al magisterio, a todos los que se oponen a la Reforma Educativa y todas las reformas estructurales. Es un mensaje del Estado, es una forma de gobernar”, dijo.

Los organizadores anunciaron que otra movilización del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino el próximo 22 de octubre, así como un paro de varias universidades y preparatorias del Distrito Federal ese día.

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